HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 43. La amantePara cuando Karina llegó a su departamento, estaba exhausta pero todavía la adrenalina de la fiesta seguía corriendo por sus venas. Cerró la puerta tras de sí, pensando en que lo único que quería era una bañera caliente, cuando de repente, un brazo firme la levantó y la empujó contra la madera.Su corazón se disparó.Un grito quedó atrapado en su garganta, pero antes de que pudiera liberarlo, una mano cubrió su boca; y los ojos de Karina se encontraron con los de Mikhail, oscuros y brillantes en la penumbra.—¡Mmmmmmmmmmmmm…!—¡Uy, perdón…! —murmuró él bajando su mano despacio.—¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! —susurró Karina con rabia, perdiéndose en aquella mirada intensa, casi devoradora, y la única explicación que obtuvo fue cuando él inclinó la cabeza y la besó.Un beso urgente, cargado de frustración y deseo acumulado mientras la abrazaba como si el mundo estuviera a punto de derrumbarse. Sintió la forma en que ella intentaba aparta
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 44. Viejas heridasAquellos ojazos de Karina eran dos pozos llenos de amenazas, pero en el fondo de ellos Mikhail podía ver a la maravillosa mujer que era y, sobre todo, sabía que se las merecía todas.Sus labios rozaron apenas los de Karina y sonrió.—Me voy ahora, pero esto no se ha terminado. Tengo un montón de cosas que arreglar pero la primera de ellas, la más importante, es que te amo, salvajemente, desesperadamente, y voy a hacer que me creas cuésteme lo que me cueste —le sonrió—. Y a lo mejor están los condenados italianos allá afuera para cavar mi tumba, pero igual ahora soy el hombre más feliz del mundo.Karina negó con impotencia, pero ¡¡¡¿qué diablos iba a replicarle si aquel hombre parecía más impenetrable que los muros del Abismo del Helm?!!!Mientras la puerta se cerraba detrás de Mikhail, él no pudo evitar mirar una última vez hacia el departamento de Karina. Sabía que ella era la mujer que quería en su vida, y con cada paso que daba alejándo
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 45. Una trampa especialKarina no había podido concentrarse del todo en todo el día. Las horas pasaban lentas, y aunque intentaba mantener su mente en el trabajo, su mente volvía a la noche anterior, a Mikhail. Cada vez que lo recordaba, un escalofrío le recorría la espalda. Quería pensar que era solo enojo, pero no podía negarse que algo más latía debajo de todo eso.No quería ser la amante de Mikhail, no estaba dispuesta a ser esa mujer que se metiera en el matrimonio de un hombre casado, por malo que este fuera. Pero tampoco era fácil sacarse sus besos de la piel o aquellas palabras de su cabeza.Sin embargo, el ritmo del día cambió cuando el jefe del departamento de distribución, Paolo Santelmo, la llamó al mediodía.—Jefa, tenemos noticias interesantes. Toda la línea de producción del próximo mes ha sido comprada por un solo cliente.Karina casi dejó caer el teléfono de la sorpresa , porque habías pasado las últimas semanas haciendo fuertes campañas de
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 46. Un acosador permanenteKarina respiró hondo mientras veía cómo Mikhail se marchaba, y a pesar de lo feliz que se sentía no podía evitar pensar que al menos por esa vez había jugado sus cartas mejor que ella.—Me encanta que estés aquí, pero este es un golpe bajo de tu hermano —dijo, mientras tomaban asiento, pero Irina sonrió y levantó una copa de vino que ya estaba servida en la mesa.—Para ser justas, no del todo —admitió, con una mirada cómplice—. Hace mucho tiempo que quería tener mi propio negocio, algo separado del legado de los Angelov. Así que cuando Mikhail me habló de tu empresa, supe de inmediato que quería ser parte de esto.Karina arqueó una ceja, sin dejar de mirarla con escepticismo.—¿Entonces esto no es solo un favor para tu hermano? —preguntó—. ¿Quiero decir… no lo voy a tener acosándome en la oficina como el socio oculto del que no me puedo deshacer? ¿No es su empresa?Irina negó con la cabeza con vehemencia, pero después de un moment
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 47. ¿Qué haces aquí?Era imposible no quedarse pensando en eso. ¿Cómo podía decir Mikhail que no tenía mucho cuando evidentemente los Angelov eran una de las familias más adineradas e influyentes de su país? Sin embargo para ella, que definitivamente no lo había mirado ni una sola vez por su dinero, aquello no significaba demasiado.Lo extrañó esa noche, era estúpido hasta negarlo. Su resolución de no ceder en aquella situación no tenía nada que ver con que lo quisiera o lo extrañara; en especial sabiendo que no le sucedía solo a ella, porque su día comenzó con un nuevo ramo de rosas frescas sobre su escritorio.Al abrir la tarjeta, leyó el mismo mensaje de siempre: “Pensando en ti. M.” Suspiró y dejó la tarjeta a un lado, tratando de no dejar que aquello la afectara; pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando la puerta de su oficina se abrió y la voz inconfundible de aquel hombre llenó el espacio y la hizo contener el aliento.—Buenos días, princ
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 48. Una presencia conflictivaEl pasillo del hospital estaba sumido en un tenso silencio. Los rostros cansados y preocupados de los Angelov hablaban por sí mismos. Y aunque Karina sabía que no podía acercarse a Mikhail ni por asomo, al final Aurelio tenía razón: el simple hecho de estar allí era suficiente para hacerle saber que lo apoyaba en momentos tan difícil. Y en cuanto a Irina, solo el sostener su mano había hecho que la muchacha suspirara con más alivio.Sin embargo aquella calma, dolorosa pero calma al fin, fue destrozada en el mismo momento en qué Mera se acercó a ellas con su actitud altanera.—No entiendo a qué viene la pregunta —le gruñó Irina que no estaba de ánimo para soportar sus estupideces.—¡Es que ella no tiene nada que hacer aquí! —dijo con voz firme, señalando a Karina.Su mirada era una mezcla de desdén y desprecio, y si alguien creía que Mera estaba al tanto de lo que había pasado entre Karina y Mikhail, o al menos se lo imaginaba…
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 49. Un Romeo PirataKarina seguía llorando mientras escuchaba los golpes en la puerta. Mikhail trataba de calmarla desde el otro lado del teléfono, pero detrás de él solo se escuchaban los gritos de Konstantine mientras salían a toda prisa de su edificio.—Karina, escúchame. Respira profundo. No te pasará nada, ¿me oyes? ¡Ya vamos para allá! No te va a pasar nada, nena, quédate conmigo, quédate conmigo.Pero cada segundo que pasaba en esa situación parecía una eternidad. El hombre seguía golpeando la puerta, frustrado por no poder entrar. Hasta que de repente los ruidos cesaron. Unos pasos apresurados se alejaron de allí y Karina se dejó resbalar hasta el suelo, sabiendo que el peligro por fin había pasado.Sin embargo no se atrevió a salir hasta que escuchó al voz de Mikhail llamándola como un loco.—¡Karina…! ¡Karina…! ¡Nena, soy yo! Puedes salir.El silencio duró un par de segundos antes de que Karina abriera la puerta lentamente. Su rostro estaba bañado
CAPÍTULO 1. La amante perfectaLa mujer apretó desesperadamente el botón del ascensor; su cara mostraba odio, miedo y frustración... y algo más, otras emociones que quizás no deberían estar ahí. Finalmente, la impaciencia pudo más que ella y terminó corriendo escaleras arriba, entre tropezones y jadeos ahogados.Alguien le había mandado una foto de su esposo, el hombre al que había amado con locura durante los últimos cuatro años, ¡siéndole infiel con su mejor amiga! ¡En aquel hotel!¡No podía creerlo! ¡Todo en sus movimientos era un caos, y cada lágrima que salía de sus ojos lo demostraba! Pero todo fue mucho peor cuando empujó la puerta de aquella habitación que alguien había dejado entreabierta y vio a su marido tirado en la cama, con aquella mujer encima, con la ropa a medio quitar y besándolo con pasión.—¡Randall! —gritó desesperada y la mujer sobre él se apartó de inmediato, tratando de subir su ropa con expresión sonrojada y nerviosa—. ¡Eres un maldito infiel! ¡Y tú eres una m