Episodio 2

—Señor, pero usted debe regresar, no creo que sea conveniente que lo vean conmigo.

La miré, acaricié su rostro y la besé de nuevo, la tumbé en la cama y empecé a besar su cuerpo, entre en ella y sus gestos me hacían sentir un placer incomparable.

Me miraba y mordía sus labios, por un momento llegué a pensar que fingía, después de todo ese era su trabajo.

Comprendí que no cuando sujetó con fuerza las sábanas de la pequeña, pero resistente cama, gimió mi nombre, en un ahogado jadeo, sentí su humedad y me maravillé entonces de sentirme en ella.

Terminé en ella y me dejé caer en su vientre, sin salir de su cálida humedad.

—Tengo que irme, señor —repitió cuando finalmente pudo hablar.

—No, no esta noche, esta noche, eres mía Ángel —dije y la rodeé con mis brazos.

Me tumbé al otro lado y le pedí recostarse en mi pecho, ella parecía nerviosa, rocé sus brazos con mis dedos y su piel se erizó, sonreí al ver su pronta reacción al querer huir.

Desperté y mis brazos buscaban aquella ardiente mujer, el ruido de las calles era tremendo y era de esperarse, el lugar no daba para más.

La llamé, pasé mis manos por mi rostro y me levanté, la busqué en el pequeño baño y no estaba, comprendí que se había marchado.

Empecé a vestirme y encontré una nota.

“Gracias, ha sido maravilloso, no se preocupe, le dejaré dicho al dueño que no moleste, he tomado dinero solo para el taxi, se lo pagaré en cuanto pueda, es muy fácil salir de este lugar, puede pedir alguien que venga a buscarlo con discreción, le dejo mi abrigo, así puede disimular y salir sin ser reconocido” “Gracias por su autógrafo”.

Sonreí, recogí su abrigo, tenía un aroma agradable, me alarmé al recordar que no le había firmado nada, no entendía lo del autógrafo.

Cogí de nuevo la nota y al mirar al respaldo decía. “autógrafo, sus manos en mi piel, un par de orgasmos y sus maravillosos besos”

Sonreí de nuevo, para ser una acompañante parecía bastante romántica, entregada. Me senté para ponerme los zapatos, mientras mi móvil encendía.

«Lo siento Mía, te he sido infiel» pensé al recordar mis deseos de recuperar a la mujer que amaba.

Estaba por llamar a mi hermano y recibí una llamada de Arturo, tras una cantidad de mensajes y notificaciones, estaba molesto y enfureció al escuchar que solo había huido y no había pasado nada como pensaban.

Le di la dirección, con las indicaciones que había dejado Angelina. Me senté a esperar, pasé mi mano por mi cuello al recordar la pasión con que había hecho el amor a la mujer.

Me levanté de golpe al recordar que no le había pagado, me sentí avergonzado, busqué entre mis cosas con la esperanza de que ella se hubiera cobrado sus servicios y atenciones, pero solo faltaban 20 coronas.

Esperé entonces hasta que Arturo me avisó, había llegado, salí con las indicaciones que ella me había dejado.

—No, no te rías, no es gracioso, ¿se puede saber como es que terminaste en este lugar de mala muerte?

—No es para tanto, amigo, Arturo, estoy bien y es lo que importa.

—No, no es lo único que importa, tienes varias ruedas de prensas, tuvimos que mentir sobre tu paradero y ahora apareces feliz, con el labio partido, el ojo morado, ¿dices que está bien?

—Valió la pena, amigo, valió la pena, dije al recordar a la mujer. Vamos a casa, tengo que ducharme y dormir un poco.

—¿Dormir? Estás loco Isaac, antes debes cumplir tus compromisos, tienes una agenda ocupada hoy y debes ser responsable.

—Está bien, pero ya no estés molesto.

—Tienes razón, es la primera vez que lo haces, que actúas como un adolescente rebelde, te preguntaría si tal felicidad se debe a una reconciliación con Mía, pero estoy seguro de que ella no vendría a un lugar como este, ¿Qué te tiene tan feliz?

Mi sonrisa se borró de mi rostro al recordar a Mía, que le había sido infiel, aunque no era del todo cierto, ya estaba comprometida con otro, con ese Imbécil por el que me dejó, aunque se justificara diciendo que lo nuestro no hubiera funcionado, que había sido monótono y que no le dedicaba tiempo, por estar de compromiso en compromiso y darle prioridad a todo menos a ella.

—No, no era con Mía, pero conocí a una mujer, por cierto necesito que me ayudes a encontrarla, debo pagarle sus servicios.

—¿Sus servicios? ¿Isaac te metiste con una ramera de estas calles? ¡Maldición! Dime qué al menos te protegiste, sabes cuántas enfermedades puedes haber pescado.

—No exageres, no creo que ella estuviera enferma, y no la llames ramera, parece una buena mujer.

—Eso no le quita lo ramera, ¿te aseguraste de que no te reconociera? ¿Que no te tomara fotos?, esto podría ser un gran escándalo y afectar tu carrera, además de tus planes de recuperar a Mía.

Sonreí al recordar que no solo no me había cuidado, que había disfrutado de la desnudez de mi miembro, en la calidez de su intimidad, sino también al recordar que ella sabía quién era, que le gustaba además mi música.

—¿Qué significa esa sonrisa, Isaac?

—Sabe quién soy, le gusta mi música, pero no creo que le interese sacar provecho de ello.

Me basaba en que no hubiera cobrado sus servicios aun cuando había tenido la oportunidad, pero era algo que no pretendía decirle a Arturo.

—Tienes razón, hay que encontrarla, ofrecerle dinero para que mantenga la boca cerrada y saber que tanto sabe de ti, estás completamente loco, esta jugadita te podría hacer perder mucho.

—No te preocupes, no pasará nada, cumpliré con mis responsabilidades y todo volverá a la normalidad. ¿Sabes si Mía recibió mis flores?

—No, no las recibió, espera que entiendas que está comprometida.

—No, no voy a aceptar esta ruptura, es una tontería que me haya dejado por qué cree que no es una prioridad, Mía es la única mujer que he amado y me molesta que no se fie de ello.

—¿Te das cuenta? Si tienes mucho que perder, Mía jamás vería de buen modo que te hayas revolcado con ese tipo de mujer, ¿Qué tenía de especial? Es decir, te he puesto enfrente a toda clase de mujeres, y las has rechazado, pero terminas en un barrio de mala muerte, con una ramera barata.

—Cuida tus expresiones, Arturo, todas las mujeres merecen respeto y ella no es la excepción, de hecho es mucho más hermosa y podría decir que mujer que esas que mencionas, no conoces sus motivos. ¿Qué necesitas para encontrarla? Debo agradecer su ayuda y pagarle sus servicios.

—¡Una ramera barata que no cobra sus servicios! ¿estás seguro de que no se trataba de una reportera encubierta?

—No, no lo era, su nombre es Angelina —dije y la describí, al igual que el lugar donde posiblemente trabajaba.

Arturo hizo un par de llamadas ordenando la buscaran, me recosté y cerré los ojos, pensaba en Mía, había dicho que Angelina era hermosa, pero ninguna, como Mía, tenía que recuperarla.

Odiaba la idea de tenerla como amiga, que incluso se hubiera atrevido a invitarme a su boda, misma que se daría en un par de meses.

—Ya está, encontrarán pronto a la ramera —dijo Arturo.

—Angelina —se llama Angelina, Arturo.

—Vaya que te escucho y no lo creo, nunca habías demostrado tanto interés, ni siquiera por Mía.

—No digas estupideces, ninguna mujer me importa tanto como Mía, pero no por eso toleraré que insultes a ninguna en mi presencia, estás mujeres no se dedican a eso por diversión, la próxima vez piénsalo antes de decir cualquier tontería.

—Ok amigo, no te molestes, yo solo decía.

—Lo sé y no me estoy molestando, solo que a veces tienes formas de actuar y expresarte que no son de mi agrado, de todos modos estaré pendiente a cualquier novedad, necesito encontrarla y pagar sus servicios y su ayuda, del mismo modo que necesito recuperar a Mía, antes de que se case, ella aún me ama de eso estoy seguro.

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