Episodio 5

—No, no hablarás en serio, mira, le pedí a uno de los hombres hacerse pasar por un cliente, la tiene en el estudio, ¿Isaac puedes ir a verificar que se trate de ella?

—Si, si hablo en serio y lo sabes, iré de inmediato, ¿le indicaste a ese tipo que no la tocara?

—No te pongas celoso, nadie tocará a tu rame… A tu Angelina, claro, además de la decena de hombres que debe atender a diario.

—No digas idioteces, Arturo, cuentas con menos 100 coronas, gracias, iré ahora mismo al estudio, y por cierto, no debiste mencionarle nada a mi madre, no vuelvas a mencionar nada, ni a ella ni a nadie, mis planes deben salir perfectos y ya les he dicho que salgo con alguien.

—Estás loco, muy loco mi amigo, pero eres el jefe, como ordenes, solo ten presente que tu madre no es tonta.

Dejé la llamada, me puse algo cómodo y como si no pudiera esperar una hora prudente, entré a la habitación de mi hermano por las llaves de su auto.

—¿A dónde vas Isaac? —preguntó somnoliento—. ¿Vas a ver de nuevo a la mujer misteriosa?

—¡Así es! Regreso en un par de horas —respondí emocionado.

Lucien siguió haciéndome preguntas que ignoré, y salí con cuidado de no despertar a mamá, pero con rapidez, abordé su auto y conduje con una felicidad que no comprendía. El solo hecho de pensar que la había encontrado, me hizo titubear algunas letras para la canción, era muy fácil cuando pensaba en ella.

Desesperado porque no podía excederme con la velocidad, si no quería ser detenido por las autoridades y quedar en medio de un escándalo, conduje a la velocidad prudente, pero con muchas ansias de llegar al estudio.

A llegar ahí saludé con la cabeza a uno de los hombres de seguridad, entre y marqué el número del piso correspondiente en el ascensor, me frotaba las manos de la emoción, el solo imaginar volver a verla, me ponía nervioso y no lo entendía.

Atribuí mis nervios a pensar en que rechazara mi propuesta, cuando finalmente había llegado al estudio suspiré y abrí la puerta con entusiasmo.

No había ninguna mujer y sin saludar a los hombres presentes, pregunté dónde se encontraba, me dijeron que había entrado al baño, sonreí y murmuré su nombre “Ángel”.

Empecé a caminar de un lado a otro a la espera de que la mujer saliera del baño.

—¿A que hora es que llega aquel hombre? —escuché una voz decir y me giré, quedando así completamente decepcionado, al ver a la mujer y comprender que no se trataba de Angelina.

Quedé decepcionado y sorprendido, me pregunté quién había sido el idiota que había confundido a mi Ángel con aquella mujer, ciertamente era una mujer simpática, pero no se comparaba en nada con Ángel.

La mujer se acercó y con poca educación me preguntó para qué la necesitaba, ni siquiera me reconocía, asumió que era un empresario en busca de servicio, le hice preguntas con respecto a Angelina y dijo no conocer a nadie que se llamara Angelina en aquellas calles.

Me costaba creer que no la hubiera encontrado, yo sabía perfectamente a qué se dedicaba y no era que me negara a aceptarlo, porque bien que sabía la diferencia entre una ramera y una acompañante y no me importaba en realidad a que se dedicara, la necesitaba a ella.

La mujer argumentó que no la conocía, que ella llevaba alrededor de 3 años en aquellas calles, que las conocía a todas, que no había ninguna Angelina, ni en su nombre, ni con su descripción, pensé entonces que posiblemente me había mentido, que no se llamaba así, la mujer decía que incluso con su descripción no era una mujer de esas calles.

Me sentí confundido, se la describí varias veces y volví a insistir con la pregunta, hasta que la mujer pareció cansarse de no tener una respuesta, y de mi insistencia, me preguntó de nuevo para qué la necesitaba, que la estaba haciendo perder el tiempo y clientes.

Saqué 3000 coronas y las pagué a la mujer, ordené a los hombres llevarnos al lugar de trabajo de la mujer, iría con ellos para verificar por mi propia cuenta de que Angelina no estuviera en el lugar, antes me disfracé, pedí a uno de los hombres de seguridad uno de sus uniformes para pasar desapercibido.

Después de dos horas de caminar cabizbajo por el lugar tratando de no ser identificado, y sin obtener ninguna respuesta ni pista que me indicara Ángel trabajaba en aquellas calles, me sentía abrumado y decepcionado.

«¿En dónde estás Ángel? ¿Por qué no apareces? Dame una señal, te necesito»

Había buscado un poco más en compañía de los hombres, tres horas de búsqueda que habían terminado en una completa decepción, pero no estaba dispuesto a darme por vencido, la buscaría un poco más antes de asumir mi derrota.

Regresé al estudio para cambiarme y poder regresar en el auto de mi hermano a casa, quería hacerlo antes de que el tráfico aumentara y que pudieran reconocerme, y terminar en un bochornoso momento, de todos modos los hombres decidieron custodiarme hasta la casa.

Esa mañana en casa de mi familia tuve que evadir a toda costa el hablar de Angelina y dar una explicación de por qué había salido tan temprano, después regresé a casa, así comenzó una rutina en donde todo parecía y para atrás.

Habían pasado los días y me mantenía en pésimo estado de ánimo al no saber nada de Angelina, al creer que mis planes no resultarían, que perdería a Mía, Arturo se había ofrecido ayudarme haciendo un casting para que se lesionara una mujer, que cumpliera mi objetivo, pero no me interesaba ninguna otra que no fuera Angelina, por lo que decliné sus estrategias, consejos e ideas.

No había importado cuánto le hubiera buscado, cuánto Arturo hubiera movido sus influencias, cuánto hubiera ido aquellas calles y contratado un investigador privado, nada había resultado y aquello me había borrado la felicidad que en aquellos días logré tener, no solo había perdido la esperanza sino también la motivación, la inspiración que necesitaba para poder componer aquella canción que había prometido, mis melodías eran pésimas, no lograba ninguna perfecta.

Había pasado todo ese tiempo fingiéndole a mi familia, y mintiéndoles, diciendo que en cualquier momento les presentaría a la mujer hermosa de la cual les había hablado, aunque había perdido las esperanzas, tenía la opción de seleccionar una de esas tantas mujeres que Arturo solía presentarme, pero que no llamaban mi atención en lo absoluto, como si la suerte me acompañara, el matrimonio de Mía fue pospuesto para dos meses más adelante.

Era un viernes, 6 de la tarde y el concierto había comenzado, Arturo se había encargado de que todo luciera a la perfección como siempre, y en efecto y gracias a que logré tener la melodía perfecta para mi canción antes de perder las esperanzas en encontrar a Angelina todo había salido perfecto, el público, los promotores y todos aquellos presentes habían amado la canción y la presentación.

Mientras desde una esquina miraba a mi madre parlotear con sus amistades, Arturo presumir de lo bueno que había sido el concierto, a mi hermano en una aparente discusión con su esposa, yo sostenía un trago en mi mano preguntándome si Angelina había visto mi concierto.

—Hola Isaac, gran concierto —saludó Mía.

—Hola Mía, gracias, ¿Cómo estás?

—Bien, Isaac, me preguntaba si estás disponible para la fecha de mi boda, mi prometido y yo queremos contratar tus servicios.

La miré asombrado, me preguntaba por qué seguía tratando de recuperarla, no parecía importarle en lo más mínimo que aún la amara, ella era la razón por la que buscaba a Angelina, o eso era lo que intentaba creer, a ese punto había tenido pensamientos de que era personal.

—Pregúntale a Arturo, él es quien maneja mi agenda —dije con disgusto, dejé mi copa y me retiré.

Ella intentó detenerme, pero hice caso omiso, me acerqué a Arturo y le dije que me iría a casa, insistió en que me quedara, preguntó si era que me iba a escapar de nuevo, y le dije que no, que no me sentía de buen ánimo, que le preguntara a Mía cuál era la razón, le pedí despedirme de mi familia. Salí antes de que Arturo lograra insistir.

—¿A dónde vamos, señor? —preguntó Edson.

—A casa y sin guardaespaldas, por favor.

Edson le pidió al equipo de seguridad quedarse, sabía que eso molestaría a mi familia y manager, pero no tenía intenciones de llamar la atención.

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