Horas después, Sofía y Lukas entraron a la habitación del hospital donde Marleni descansaba, sosteniendo a su recién nacido en brazos. Danilo, emocionado, se encontraba junto a su esposa, acariciando con ternura la pequeña cabeza del bebé. Al verlos entrar, Marleni les sonrió con esa serenidad única que solo una madre puede tener después del parto.—¿Cómo estás, mamá? —preguntó Sofía con suavidad, acercándose a la cama y mirando al bebé con ojos brillantes.—Estoy bien, cansada, pero feliz —respondió Marleni—. Aquí está su hermano, esperando conocerlos oficialmente.Lukas, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, se acercó con pasos lentos y respetuosos. Nunca había visto a un bebé tan pequeño, tan indefenso y lleno de vida. Se inclinó un poco para observar más de cerca al recién nacido, con una sonrisa suave y llena de asombro.—Es perfecto, Marleni ¿Cómo se llama? —murmuró el hombre, incapaz de apartar la mirada del pequeño.—Aún no tiene nombre —dijo Marleni de repent
El embarazo de Sofía transcurrió lleno de momentos de ternura y emoción. Desde el primer día en que supo la noticia, Lukas la acompañó a todas sus consultas médicas, ansioso por cada pequeño avance. Había guardado en su corazón de manera muy especial, la primera vez que vieron la ecografía juntos. Ambos estaban en la sala de espera, con Sofía tomando su mano y acariciando suavemente su vientre apenas abultado.—¿Estás nervioso? —le preguntó Sofía con una sonrisa, viendo cómo Lukas no dejaba de mover los pies, impacientemente.—Un poco —admitió él—. Es que quiero verlo… o verla, aunque sea solo un puntito.Cuando finalmente entraron a la consulta y la imagen del pequeño embrión apareció en la pantalla, Lukas no pudo contener las lágrimas. El pequeño punto en blanco y negro que latía con fuerza lo conmovió más de lo que había imaginado. Sofía lo observaba mientras él, con los ojos brillantes, se inclinaba hacia la pantalla.—Es nuestro bebé... —susurró, tomando la mano de Sofía—. Lo am
La pantalla del móvil iluminó la oscuridad de la habitación con un brillo repentino. Lukas, aún adormilado, frunció el ceño al ver el nombre del llamante. Su padre. La hora insólita predecía malas noticias.—¿Sí? —respondió con la voz rasposa del sueño.“Lukas, hijo... lamento ser portador de mala noticia, tu abuelo ha muerto”.El silencio se colgó pesado entre las palabras de su padre.Un zumbido le llenó los oídos a Lukas mientras las palabras resonaban en su mente. Habían pasado diez años desde que había dejado la casa familiar, huyendo de los nuevos caprichos de su padre y de su mujer, porque detestaba a su hija."Lukas, ¿me escuchaste?" La voz de su padre cortó a través de sus pensamientos.—Sí, padre… voy para allá, saldré en el primer vuelo comercial —dijo finalmente, sintiendo un nudo en la garganta."Quiero que sepas que Sofía también viene en camino, su madre la llamó, procura dejar las diferencias con ella, hazlo por tu abuelo, sabes cuánto la amaba.—Lo intentaré, aunque n
Lukas se quedó paralizado, incapaz de creer lo que veían sus ojos. —¿Sofía? —logró articular finalmente. —La misma —respondió ella con una sonrisa traviesa—. ¿Sorprendido de verme, hermanastro? —Tú... ¿Supiste siempre quién era yo...? —balbuceó Lukas, señalándola acusadoramente. —¡Pues sí! ¿Sorprendido de verme, hermanastro? Es que definitivamente ver esa cara de tonto que pusiste en el aeropuerto no tiene precio… mirándome como perro a un chuletón —dijo Sofía, cruzando los brazos con aire de triunfo. Lukas sintió cómo el enfado volvía a hervir en su interior. Todo el viaje, toda la frustración, y ahora esto. Tomó aire, tratando de calmarse. —Debo admitir que fue divertido molestarte un poco —dijo ella soltando una risotada. Lukas sintió que la sangre le hervía. —¿Divertido? ¡Fuiste insoportable! —Oh, vamos. No seas tan dramático —respondió ella, haciendo un gesto con la mano—. Además, tú tampoco fuiste precisamente un encanto. —Porque tú... —¡No puede ser! Apenas están ll
La última rosa cayó sobre la madera pulida del ataúd. Sofía sostenía su respiración, el perfume de las flores mezclándose con el olor a tierra fresca, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.—Te amo abuelito… eres lo más hermoso que me pasó en la vida… y aunque no llevaba tu sangre, nuestros lazos eran más profundos que la del parentesco, porque nacieron del corazón. Te volvería a escoger millones de veces —pronunció, sintiéndose profundamente conmovida, mientras respiraba hondo, tratando de calmar la vorágine de pensamientos y emociones que se arremolinaban en su interior.Unos minutos después, Danilo carraspeó al lado.—¿Nos vamos? —dijo apremiante. Ya todos habían comenzado a salir, y las luces del crepúsculo comenzaban a iluminar el cementerio. —Si quieren, sigan ustedes —, murmuró Sofía. Un suspiro tembloroso le siguió. —Yo quiero quedarme un poco más aquí, tomaré un taxi de vuelta.Sus padres se miraron y asintieron. —Está bien, pero ten mucho cuidado, por favor, no te
Lukas maldijo en voz baja mientras intentaba trepar por las paredes de tierra. Su mano lesionada le dificultaba el ascenso, pero la frustración y el enojo le daban fuerzas."Maldita Sofía", pensó con la indignación corriendo por sus venas.—Me deja aquí tirado como si nada.Hizo varios intentos fallidos para salir del agujero, pero el dolor era demasiado intenso y la mano se le inflamaba cada vez más, tanto como crecía la indignación que tenía.—¡Sofía! —gritó, pero solo el silencio del cementerio le respondió—, juro que voy a retorcerle el cuello a esa condenada ¡Es una loca de atar!Entretanto, Sofía seguía caminando por la calle, casi encogida en sí misma, su estómago revuelto, la tierra le causaba demasiada repugnancia, los vellos de su piel se erizaron, esa sensación le incomodaba. Era esa textura tan desagradable que hacía que su corazón latiera más de prisa.La gente la miraba mientras no paraba de reírse y ella no podía entender las razones para que actuaran así.Trató de calm
Cuando Lukas llegó a casa, era más de la medianoche, no pudo evitar una sonrisa maliciosa en sus labios. Se dirigió a su habitación, caminó directamente al baño.—Perfecto —murmuró al ver la ropa tirada de Sofía en el cesto de basur4.Recogió las prendas, sonriendo al ver la cinta en la falda, seguramente se le había pegado de alguna tumba.—Así que te tengo y mientras más maldades le haga, más infeliz será y esa será mi venganza —pensó. Sacó su teléfono y comenzó a tomar fotos. El flash iluminó la ropa sucia.Satisfecho, se acostó a dormir.A la mañana siguiente, Lukas se levantó temprano, luego de ducharse, bajó a desayunar, se sentó en el comedor familiar, empezó a manipular el teléfono mientras soltaba una carcajada.—¿Qué te pasa hijo? —le preguntó Danilo.—Estoy viendo un video viral comiquísimo ¿Lo vieron? —preguntó casualmente, ellos negaron con la cabeza.—¿De qué se trata? —inquirió con curiosidad su padre.—Se trata de una chica paseando por la noche, con una cinta en las
Lukas no se movió. Podía sentir el corazón de Sofía latiendo aceleradamente contra su pecho. Sus ojos recorrieron su rostro, deteniéndose en sus labios entreabiertos.—¿Por qué lo hiciste, Lukas? —preguntó Sofía, su voz apenas audible—. ¿Tanto me odias?—Yo no hice nada… yo no te grabé… ¿cómo podía hacerlo si estaba en el hueco donde me dejaste? —susurró muy cerca de ella. Se moría por besarla, tomar esos voluptuosos labios y chuparlos hasta que estuvieran hinchados y rojos productos de la pasión.Ella lo miró con incredulidad, pero en sus ojos, él vio algo más: duda. Así que él se atrevió a acercarse más, su aliento mezclándose con el de ella.—¿De verdad no tienes nada que ver con eso? —susurró Sofía.Lukas se mantuvo en silencio, sus miradas enredándose en una danza cargada de tensión y atracción. No podía negar que siempre había sentido algo por su hermanastra, pero jamás pensó que algún día estaría así, con ella debajo de él, sus cuerpos lo suficientemente cerca como para senti