Esperé a Marcial en el hall del hotel. Yo estaba con un vestido muy entallado, corto, sugerente, con un amplio escote en el canalillo, mis pelos sueltos, desparramados por los hombros y zapatos rojos, abiertos. Ya era casi la una de la madrugada, cuando apareció él en el bus de la organización, riendo animadamente con los otros tenistas. Yo pensaba encontrarlo destruido, incluso llorando pero no, reía, estaba efusivo, festivo y celebraba los chistes de los otros deportistas. Me miró sorprendido. -¿Katty? ¿Qué haces tan tarde despierta?-, me besó en la mejilla. -Te esperaba-, me molesté. A un tenista portugués le dio risa. -Sua namorada está chateada, eu te disse que era melhor a gente não ficar-, y todos rompieron a reír. Me puse colorada. -Nos quedamos viendo jugar a un inglés que es la nueva sensación mundial del tenis, partidazo-, se excusó él. No tenía por qué hacerlo. Yo no era su enamorada como decía el tenista luso, aunque quería serlo. -Deine Freundin ist sehr hübsch-,
La cancha principal del Roland Garros estaba repleto cuando llegamos en el bus de la organización. No cabía un alfiler. -Empieza el Grand Slam-, me dijo Heather, también admirada, boquiabierta, viendo el gran despliegue de periodistas, público, policías y la música estridente retumbando en los parlantes. Yo estaba confundida también, con la quijada descolgada, viendo el alborozo que embargaba el recinto. -¿A qué hora juego?-, le pregunté a Ashley. Me había puesto lentes oscuros, llevaba la visera puesta y estaba con el buzo de uno de mis sponsors. -En el segundo partido-, me dijo y fuimos juntas a los vestidores. También Heather. -¿Magdalena?-, me acomodé en las mayólicas. Habían otras chicas peinándose, cambiándose, bromeando, balanceando sus raquetas. -Ella juega aún en la noche aún-, miró su tablet, Ashley. -¿Marcial vendrá?-, me saqué el buzo. -Sí, lo llamé. Me dijo que se acostó muy tarde, casi a las cuatro de la mañana, pero que de todas maneras venía a verte-, me dijo, m
Pero más inoportuna resultó Magdalena Blokhin. También había ganado su partido y se apareció de repente en los vestidores, cuando me ponía hermosa para almorzar con Marcial. Me había puesto una minifalda jean, botines y una blusa naranja y me venía muy sensual y sexy. -Gané, amiga-, me dijo Maggi efusiva, abrazándome, meciéndose en mi cuello. -Te felicito, preciosa-, le di un gran besote en su cabecita. -Espérame para ir a almorzar. Marcial invita-, me dijo, provocándome una reacción tipo sismo en cadena. Enfado, celos, furia y decepción, a la vez. Y para ponerle broche de oro, Ashley y Heather también fueron con nosotras. Grrrrrrrr. ¡¡¡Adiós a nuestra cita a solas!!! Almorzamos en un exclusivo café en una de las más famosas avenidas de París, la Champs Elysées. Yo estaba admirada, boquiabierta, sorprendida por tanta belleza. Todo está en esa amplia avenida, muy transitada. Grand Palais, la Torre Eiffelm el museo del Louvre, el Arco del Triunfo, Notre-Dame. -¿Allí vivía Cuasi
Estaba súper relajada, muy tranquila, y distendida. Me quedé sentada en las mayólicas pensativa saboreando aún el sueño tan delicioso que había tenido junto a Marcial. El estadio estaba lleno, retumbaban los aplausos, habían estruendosos vítores y escuchaba que se repetía el nombre de Ruth Evand, entre hurras y cerradas ovaciones. Seguramente estaba ganando su partido. Luego volvieron a retumbar los aplausos. -Ya vas a jugar, Katty-, me dijo Heather emocionada. Me ayudó a poner la visera, amarró mis pelos y ató mis zapatillas. -No he visto a mi rival-, me extrañó. -Ella está en los otros vestidores-, se apuraba Heather muy afanosa. Cuando salí a la cancha, estallaron aplausos y hurras. Me tomaron muchas fotos y también videos. Junté mis dientes, moví las caderas y hasta alcé un tobillo. Me divertía mucho sentirme tan coqueta. Me hacía feliz. Pero el partido con Bahar Karakoyun fue muy difícil y equilibrado. Ella respondía a mis fuertes remates con prestancia y no se doblega
El partido con Carter fue a mediodía. Dormí hasta tarde, desayuné a las nueve, y a las diez, nos fuimos al estadio. Ashley me ordenó hacer flexiones, estiramientos y elongaciones. También hice trotes cortos y algo de velocidad. Cuando salí a la cancha, me enfocaron muchas cámaras y celulares. Quedé boquiabierta. -La asombrosa Katherine Tecelao-, dijo un periodista en perfecto castellano y el público estalló en aplausos. Al fondo en la otra cancha, esperaba Hanna Carter. -¡¡¡Un saludo a todo el Perú!!!-, gritó alguien desde las tribunas. Lo miré turbada, sorprendida y boquiabierta. Era un chico joven que zarandeaba su móvil. -¡¡¡Estamos en vivo!!!-, insistió. -¡¡¡Arriba Perú!!!-, se me ocurrió decir y otra vez los aplausos y vivas reventaron en todo el estadio. Ashley arregló mis pelos. -Al centro, juégale al centro, fuerte, muy fuerte-, me dijo y me besó la mejilla. La entrenadora de Carter le hacía gestos con sus manos, haciendo olas y curvas, y ella asentía. Hummmm, iba
Esa misma tarde vinieron al hotel una docena de médicos y enfermeras y me sacaron muestras de sangre, saliva y orina. En el tópico médico del hotel me hicieron ecografía y me tomaron rayos equis. Un ginecólogo me examinó. Estaba en mi periodo. -Me voy ahora mismo-, le dije, entonces, sintiéndome muy humillada, a Ashley. -No puedes darle el gusto a tus rivales. Es obvio que no saben perder. Tú también reclamarías si ves algo fuera de lo normal-, intentó ella explicarme pero yo no entendía razones. -No soy anormal-, alcé la voz. Nunca le había gritado a Ashley. -No es so, Katty, tus rivales no saben perder, eso es lo que pasa-, se mantuvo calmada ella, sin embargo. No quise cenar ni ver a Marcial y me quedé en mi cuarto llorando, metida debajo de las cobijas. Heather me llamó al móvil. -Eliminaron a Magdalena, perdió en tie break-, me dijo sollozando. Pucha, qué cólera. Maggi era mi amiga, le tenía mucha consideración, me apoyaba y no había estado con ella en su partido. Me sent
Primera vez que me hacían preguntas en medio del alboroto de una conferencia de prensa. -La acusan de emplear estimulantes y esteroides-, me dijo un tipo de lentes. -¿Por qué no dijo a los organizadores que tiene brazos ortopédicos?-, me preguntó una mujer. -¿Qué piensas de Ruth Evand?-, levantó la mano un sujeto. -Su país está alborotado. La consideran la nueva heroína del deporte. Está acaparando todos los titulares-, se puso efusiva una chica. -¿Sabía que la potencia de sus pelotazos han quebrado la barrera de los 350 kilómetros por hora?-, me mostró un tablet un hombre clavo. -Chicos, chicos, chicos, pedí entonces riéndome, la organización ya aclaró que no hay evidencias de esteroides anabolizantes ni hormonas masculinas en mi organismo, tampoco tengo prótesis, mis manos son tal cual nací, je, a Ruth Evand no la conozco, lo único que sé que es la número uno del mundo, todos los triunfos que estoy consiguiendo los hago pensando en mi país y no pienso en récords ni pulverizar
Evand había ganado su partido a una tenista de Países Bajos, en una gran exhibición, cuando llegamos con Heather, Ashley y Maggi. Entramos de prisa a los vestidores. -Nos quedamos dormidas-, renegaba Ashley mientras Heather me ayudaba con las zapatillas y las medias. Maggi me hacía una cola con el pelo -Marcial seguía durmiendo-, estaba yo disgustada. No contestó su móvil y ni siquiera había tomado desayuno. -Ferreti es muy técnica, le gusta jugar con sus rivales, se divierte mucho, baila, ríe, es una coqueta, el doble que tú-, me fue contando Ahley. -Será un duelo de coquetas, entonces-, me miró pícara Heather. Una gran ovación me recibió cuando entré a la cancha. -Mesdames et messieurs, la sensation de Roland Garros, Katherine Tecelao!-, dijo el periodista de la cadena francesa, cuya señal llegaba al mundo entero. Saludé moviendo las manitos y flexioné las rodillas. -Te ganó de coqueta, mamá-, siguió riendo Heather. -Si ella es técnica, tú serás lo contrario Katty. Tu j