Estaba súper relajada, muy tranquila, y distendida. Me quedé sentada en las mayólicas pensativa saboreando aún el sueño tan delicioso que había tenido junto a Marcial. El estadio estaba lleno, retumbaban los aplausos, habían estruendosos vítores y escuchaba que se repetía el nombre de Ruth Evand, entre hurras y cerradas ovaciones. Seguramente estaba ganando su partido. Luego volvieron a retumbar los aplausos. -Ya vas a jugar, Katty-, me dijo Heather emocionada. Me ayudó a poner la visera, amarró mis pelos y ató mis zapatillas. -No he visto a mi rival-, me extrañó. -Ella está en los otros vestidores-, se apuraba Heather muy afanosa. Cuando salí a la cancha, estallaron aplausos y hurras. Me tomaron muchas fotos y también videos. Junté mis dientes, moví las caderas y hasta alcé un tobillo. Me divertía mucho sentirme tan coqueta. Me hacía feliz. Pero el partido con Bahar Karakoyun fue muy difícil y equilibrado. Ella respondía a mis fuertes remates con prestancia y no se doblega
El partido con Carter fue a mediodía. Dormí hasta tarde, desayuné a las nueve, y a las diez, nos fuimos al estadio. Ashley me ordenó hacer flexiones, estiramientos y elongaciones. También hice trotes cortos y algo de velocidad. Cuando salí a la cancha, me enfocaron muchas cámaras y celulares. Quedé boquiabierta. -La asombrosa Katherine Tecelao-, dijo un periodista en perfecto castellano y el público estalló en aplausos. Al fondo en la otra cancha, esperaba Hanna Carter. -¡¡¡Un saludo a todo el Perú!!!-, gritó alguien desde las tribunas. Lo miré turbada, sorprendida y boquiabierta. Era un chico joven que zarandeaba su móvil. -¡¡¡Estamos en vivo!!!-, insistió. -¡¡¡Arriba Perú!!!-, se me ocurrió decir y otra vez los aplausos y vivas reventaron en todo el estadio. Ashley arregló mis pelos. -Al centro, juégale al centro, fuerte, muy fuerte-, me dijo y me besó la mejilla. La entrenadora de Carter le hacía gestos con sus manos, haciendo olas y curvas, y ella asentía. Hummmm, iba
Esa misma tarde vinieron al hotel una docena de médicos y enfermeras y me sacaron muestras de sangre, saliva y orina. En el tópico médico del hotel me hicieron ecografía y me tomaron rayos equis. Un ginecólogo me examinó. Estaba en mi periodo. -Me voy ahora mismo-, le dije, entonces, sintiéndome muy humillada, a Ashley. -No puedes darle el gusto a tus rivales. Es obvio que no saben perder. Tú también reclamarías si ves algo fuera de lo normal-, intentó ella explicarme pero yo no entendía razones. -No soy anormal-, alcé la voz. Nunca le había gritado a Ashley. -No es so, Katty, tus rivales no saben perder, eso es lo que pasa-, se mantuvo calmada ella, sin embargo. No quise cenar ni ver a Marcial y me quedé en mi cuarto llorando, metida debajo de las cobijas. Heather me llamó al móvil. -Eliminaron a Magdalena, perdió en tie break-, me dijo sollozando. Pucha, qué cólera. Maggi era mi amiga, le tenía mucha consideración, me apoyaba y no había estado con ella en su partido. Me sent
Primera vez que me hacían preguntas en medio del alboroto de una conferencia de prensa. -La acusan de emplear estimulantes y esteroides-, me dijo un tipo de lentes. -¿Por qué no dijo a los organizadores que tiene brazos ortopédicos?-, me preguntó una mujer. -¿Qué piensas de Ruth Evand?-, levantó la mano un sujeto. -Su país está alborotado. La consideran la nueva heroína del deporte. Está acaparando todos los titulares-, se puso efusiva una chica. -¿Sabía que la potencia de sus pelotazos han quebrado la barrera de los 350 kilómetros por hora?-, me mostró un tablet un hombre clavo. -Chicos, chicos, chicos, pedí entonces riéndome, la organización ya aclaró que no hay evidencias de esteroides anabolizantes ni hormonas masculinas en mi organismo, tampoco tengo prótesis, mis manos son tal cual nací, je, a Ruth Evand no la conozco, lo único que sé que es la número uno del mundo, todos los triunfos que estoy consiguiendo los hago pensando en mi país y no pienso en récords ni pulverizar
Evand había ganado su partido a una tenista de Países Bajos, en una gran exhibición, cuando llegamos con Heather, Ashley y Maggi. Entramos de prisa a los vestidores. -Nos quedamos dormidas-, renegaba Ashley mientras Heather me ayudaba con las zapatillas y las medias. Maggi me hacía una cola con el pelo -Marcial seguía durmiendo-, estaba yo disgustada. No contestó su móvil y ni siquiera había tomado desayuno. -Ferreti es muy técnica, le gusta jugar con sus rivales, se divierte mucho, baila, ríe, es una coqueta, el doble que tú-, me fue contando Ahley. -Será un duelo de coquetas, entonces-, me miró pícara Heather. Una gran ovación me recibió cuando entré a la cancha. -Mesdames et messieurs, la sensation de Roland Garros, Katherine Tecelao!-, dijo el periodista de la cadena francesa, cuya señal llegaba al mundo entero. Saludé moviendo las manitos y flexioné las rodillas. -Te ganó de coqueta, mamá-, siguió riendo Heather. -Si ella es técnica, tú serás lo contrario Katty. Tu j
Ese viernes me dediqué a descansar y dormir hasta tarde. Ashley me dijo que en la tarde haríamos trabajos físicos y quedar lista para la gran final ante Ruth Evand. desde las 10 de la mañana, me llamaban a todo momento desde Lima para hacerme entrevistas por zoom. Me preguntaban quién era, de dónde salí, por qué recién, a los 36 años, aparecía en el tenis. Me contaban que todo el país estaba pendiente de mis actuaciones y que estaban sorprendidos de haber llegado a la gran final del Roland Garros. También me calificaban de desconocida y que, incluso, nadie creía en mí. -Haz paralizado al país-, me dijeron, en forma coincidente, los periodistas en el sin fin de llamadas que recibí, de emisoras de radio, páginas webs, diarios, cable y señales abiertas de televisión. Williams también me dijo que el presidente del país me había felicitado y expresado sus deseos de una gran actuación contra Evand. Cuando me disponía a almorzar, recibí una llamada de un número desconocido. -¿Aló?-, es
La pasé muy mal, hirviendo en celos, totalmente fuera de mí. Renegaba, lloraba, mascullaba, volvía a llorar, gritaba, lanzaba las almohada, seguía llorando y me sentía tonta y malvada a la vez. Llamé mil veces a Marcial, a Magdalena, mandé mensajes de texto, envié emojis y ninguno de los dos no contestaba. Recién, cuando faltaban dos horas para la final contra Evand, al fin Marcial me mandó un mensaje de texto. -Katty acabamos de llegar a Lima. Stefan está en cuidados intensivos. Mis pensamientos están contigo-, fue lo único que escribió. Camino al estadio, me envió un mensaje Maggi. -Amiga, estaré lejos físicamente pero mis pensamientos están contigo, dándote aliento. Veré el partido en la clínica-, también fue breve. Me puse a llorar a gritos en el bus. Ashley me abrazó con todas sus fuerzas. -No, mi amor, no llores, fuerza-, decía una y otra vez. Los otros pasajeros, jueces, alcanza pelotas, dirigentes, personal de la organización se alzaron de sus asientos extrañados y sorp
Magdalena me llamó por la noche, cuando intentaba dormir. -Stefan está estable, los médicos dicen que se recuperará-, me contó. Eso me reconfortó. -Vi el partido, Katty, te desconcentraste-, siguió diciéndome ella, con mucho cariño, musicalizando sus palabras. -Tenía la cabeza en otro sitio-, suspiré. -Ya habrá la revancha-, me anunció y me colgó con un gran besote. Ashley me ordenó entrenar en un importante club de tenis de París, porque el vuelo recién saldría el lunes. -No puedes dejar que tus huesos se oxiden, Katty-, sonrió ella. Recogimos nuestros maletines y nos fuimos a entrenar. Apenas salí a la cancha habían muchísimos periodistas, casi medio centenar que me tomaban fotos y hacían videos. Me dio risa. -Creo que se equivocaron, señores, la campeona está bajo a torre Eiffel tomándose fotos con el trofeo que me ganó-, dije peloteando con Heather. Los reporteros estallaron en risas. -¿Qué pasó, Katherine?-, preguntó uno de ellos viéndome lanzarle un globo a Heather. -Co