Capítulo 129

La luna de miel la pasamos en Trujillo, la tierra de la madre de Marcial y donde él había pasado su niñez. Su hermano tenía una gran e idílica finca donde criaba caballos de paso. A Marcial le dio risa que yo les tuviera tanto miedo a los equinos.

-Los caballos no hacen nada, mi amor-, me decía viéndome reticente a acercarme a ellos. Lo que no sabía Marcial es que yo aún tenía presente en mi recuerdo cuando un camello me persiguió furioso en El Cairo y no quería volver a vivir una experiencia igual je je je.

Dos meses después quedé embarazada. Marcial saltó, gritó, aulló y hasta bailó encima de la mesa, presa de la emoción, sin embargo a mí me preocupaba la bala que tenía metido en el pecho.

-El esfuerzo por dar a luz podría matarme, no olvides que tengo una bala pegada al corazón-, fue exactamente lo que le dije a Marcial. Entonces toda la fiesta que había pintada en su cara se desplomó como un castillo de naipes, sus ojos se encharcaron de lágrimas, empalideció y su quijada
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