Las personas te pueden dañar, pero ese dolor no se compara con el que sentirás del daño que te pueda hacer un ser querido, una persona que se supone y tiene que amarte porque eres su sangre.
Kairon quería mucho a su madre al igual que a su hermano mayor, pero a su padre lo detestaba no tenía ni un solo recuerdo de que sintiera más que odio hacia aquel hombre frívolo que decía ser su padre.—¡Kairos! —la voz de Aaron se escuchó antes de el fuerte dolor que atravesó al pequeño rubio quien estaba de rodilla en el suelo siendo golpeado y tratado peor que un animal.—¡Presta atención cuando te hable!Sus ojos azules lo atravesaban demostrándole el odio que le tenía al pequeño. En todos las golpizas que le había dado su padre más los tratos él había llegado a la conclusión de que su padre lo odiaba porque era la viva imagen de su madre a la cual odiaba con todo su ser.—Te estoy escuchando. —replicó el chico con la mandíbula apretada. Su osadía no le gustó al hombre quien le dio otra vez con él látigo que abrió la piel de su espalda.—¡No me respondas de esa forma! —la razón por la que aquel hombre cruel golpeara una y otra vez a su hijo no era porque le contestara mal, sino porque no demostraba dolor o el sufrimiento que lo atravesaba con cada golpe. Nunca lo había podido complacer en nada y eso es principalmente porque Jamás lo intentaba siquiera.A Kairos no le interesaba complacerlo, que le tuviera cariño o misericordia.—¡Pudrete Aaron! —escupió antes de levantarse del suelo y tomar con rapidez su espada. Se giró rápidamente tomándolo desprevenido y clavando la punta en su pecho.—¡Qué haces! —grito conmocionado el hombre.—Nada que no te merezcas. —Todo el respeto que le pudo tener a ese hombre desapareció semanas atrás. —¡Tu mataste a mi madre! ¡Y mereces pagar por esto!Cada palabra salió con dolor y desespero, le dolía el no haber hecho nada, el haberse ido y dejarla en manos de un ser tan asqueroso como lo era Aaron antes los ojos de sus hijos.Enterró la espada más profundo, pero no lo suficiente como para matarlo.—Está todo listo. —La voz de su hermano mayor resonó en toda la sala.Los hermanos Bathory estaban más que listos para lo que tenían planeado y es que Aaron se le había olvidado una cosa al momento de haber matado a Elizabeth, porque si, él había matado a su propia esposa sólo porque la odiaba y era un obstáculo para casarse con su nueva mujer.Elizabeth era un ser de luz o al menos así la veían sus hijos quienes la idolatraban, quien los cuidó y crió con todo el amor que pudo dar hasta el último de sus días. Ella no era mala persona ni mucho menos alguien que se mereciera ser víctima de alguien como Aaron, pero por desgracia desde que había caído en las garras de ese hombre nunca se pudo liberar.Kairos estaba dolido como ninguno ya que él era el que más amor recibo por parte de su madre, ella sabía de lo que su padre hacía y al no poder hacer nada lo llenaba de amor con la esperanza de recompensar su culpa y su cobardía por lo que le hacían a su hijo pequeño.Aaron al hacer tal atrocidad no pensó en sus hijos ni mucho menos lo que podían hacer estos por el dolor y el rencor. Si algo a los Bathory se diferenciaba de cualquier otro ese era su mente retorcida, tenía la maldición de ser hermosos por fuera pero podridos por dentro. Ningún Bathory había sido bueno, ni mucho menos benevolente.Los hermanos no eran la excepción de la regla, ellos lo que tenía de hermosos lo tenía de sádicos por dentro.Por ello su ira los cegó y sin contemplaciones Kairon mató a su padre clavando la espada en su pecho que le había regalado su madre por su cumpleaños número quince.Los gritos de Aaron se escucharon por toda la sala, para su suerte los hermanos habían despegado a todos los guardias por lo que sus súplicas se desvanecieron en el aire al igual que los de su esposa.Su hijo llevaba en los cazadores desde pequeño por lo que él sabía exactamente cómo hacerlo sufrir de las peores maneras.Luego de ese día los hermanos juraron llevarse a la tumba su oscuro secreto.Amelia. Sé que los habitantes del reino piensan qué, al ser los hijos de las criaturas más poderosas del reino, tenemos la libertad de hacer lo que nos plazca, que tenemos una vida de lo mejor.Qué equivocados están, somos los hijos de los seres más despiadados que existen en este mundo, es obvio que no. Ser la hija de una miembro del consejo, solo me trajo desgracias, pero con el tiempo me di cuenta de que no era la única, al estar en las sombras me permitió estudiar mi alrededor, analizar a los demás hijos de los otros miembros del consejo. Un ejemplo de ello era Abalam había crecido peor que yo, al menos a mí solo me dejaron como adorno, pero a él, lo convirtieron en un asesino y una marioneta para seguir órdenes. Aunque respecto a su hermano no tengo mucha información, a él lo alejaron del reino, ni siquiera los demonios lo han visto alguna vez. También estaba la princesa Elizabeth, pero a diferencia de nosotros ella su padre el rey Froilán tengo entendido que daría la vida por
A través de los años siempre tuve esperanza, jamás la dejé de lado. Cada día despertaba con la esperanza de que algún ser místico nos salvará de las aberraciones del consejo, que llegaría y propagaría paz al reino. Desde el momento que la princesa logró liberarme tuve la fuerte esperanza de que ella fuera quien nos ayudaría, de que ella sería nuestra salvadora. Hasta ahora lo sigo creyendo y es por ellos que no dudo ni un segundo en salir del calabozo personalizado que me hizo mi madre, solamente para correr tras la princesa. —¡Espera! —la voz de Kai me detiene en seco. —No hagas ruido idiota —murmuró esperando que nadie nos esté observando. —¿No tienes respetos a tus superiores? —musita muy cerca de mi oído haciéndome estremecer. —No es necesario que estés tan cerca, y por si no te has dado cuenta estamos en plan de fuga a punto de cometer un crimen imperdonable ante los ojos del consejo. Así que te agradecería que hicieras silencio, si me van a mandar a la horca espero al menos
Tres días pasan en las que el tío de Elizabeth pelea a cada dos por tres con el rey por querer ver donde está su sobrina, a lo que el rey se ha negado a decirle algo al respecto, cosa que ha ocasionado múltiples discusiones. —Te quieres calmar, creo en la palabra del rey. Si él dice que estaba bien, es porque lo está, ¿por qué mentiría al respecto? —lo intentó calmar, pero parece imposible. —Si está tan bien como dice, ¿por qué no me deja verla? —Cuestiona furioso.—Tal vez es ella la que no quiere verte —sugiero. —¿Y por qué no querría? —Me encara, y tragó en seco al tenerlo tan cerca. —No lo sé —susurro perdiendo el hilo de la discusión. Pone los ojos en blanco y le da la espalda. —Si no tienes un argumento válido, no digas estupideces —advierte y me ofendo enseguida. Sin pensarlo me coloco frente a él. —No estoy diciendo estupideces imbécil, solo intento que entiendas que él no miente.—¿Y como estás tan segura, Elizabeth te digo que confiara en él ciegamente? —Cuestiona acerc
Días antes del Caos. Froilán.Me muevo de un lado a otro preguntándome cómo estará Eli, no he recibido noticia alguna desde que se fue y siento que cada día enloquezco más. Desde mi posición escucho como unas pisadas se acercan despacio y seguido de eso la puerta es abierta. —Froilán —habla a mi espalda Selena.—¿Qué deseas? —sin quererlo mi voz sale cortante. —Saber cómo estás —dice terminando de entrar y acercarse despacio. Me doy la vuelta y el malestar vuelve a golpear mi pecho. El sentimiento de culpa me carcome. —¡Sabes perfectamente como estoy! No hagas preguntas estúpidas. No es mi intención, juro que intento con todas mis fuerzas no ser un desastre, pero esto es más grande de lo que puedo controlar.—No tienes por qué tratarme así —dice un tanto molesta, termina de acercarse y posa sus manos en mi brazo y me mira con ojos cristalinos —Tienes que dormir, tal vez el descanso te ayude con tu humor —Sugiere, niego frenéticamente con la cabeza quitando sus manos de mí. —No l
Omnisciente Para ella la vida ya no tenía sentido, toda su vida se había basado en sufrimiento tras sufrimiento. Todos tenemos un límite y Amelia sentía que ya estaba llegando al suyo, si antes odiaba a su madre, el sentimiento que había comenzado a sentir era indescriptible.—¡Castigo, eso es lo que te mereces y lo que tendrás ahora mismo y el reto de tus días Amelia! —Halley ardiendo en furia, no perdió tiempo a la hora de llegar a su palacio y llamar a una esclava, la mujer sabiendo lo que pediría su amo colocó las manos de Amelia en la mesa que tenían frente a ellas. Ella, aceptando su castigo, no objeto ni se inmutó al ver a su madre con una vara de Nirgen en sus manos, el Nirgen era el metal más fuerte que tenía en todo los reinos, el cual fue descubierto por las brujas siglos antes de la guerra. Halley a pesar de creer fielmente en que su hija no pudo haber escapado por su cuenta, no pudo evitar no querer castigarla a su manera. En Halley era más que obvio el odio que sentía
Un mes después. Irá, no era exactamente lo que sentía Leonore después de saber que tendría que cuidar a los hermanos de Elizabeth, puesto que la verdad no sabía exactamente qué era lo que sentía al respecto. Sabía perfectamente que era lo que sentía por Elizabeth, más no en los niños. —¿De quiénes son esos niños madre? —preguntó su hija al entrar en la sala de su hogar. —¿Niños? ¿Qué niños? —Cuestionó Nicolás al entrar detrás de su hija. Leonore no supo qué decir. —Ah, estos… —dijo viendo a las criaturas en las cunas que “amablemente” le dio Agnes al entregarle los bebés. Tanto padre como hija se le quedaron viendo expectantes. —¡Los adopté! —dijo casi en un grito. —¿Adoptaste? —repitió su esposo incrédulo. Conocía bien a su esposa y sabía que ella no era amante de los niños, eso lo comprobó cuando tuvieron a su hija y él tuvo que hacerse cargo de ella las veinticuatro horas del día. —Sí, no sé si te has dado cuenta, pero la situación se ha complicado bastante en Hélido desde lo
Kai Mi celda tenía un olor putrefacto, las cadenas en mis pies y manos tenía ya un color bastante desagradable, gracias a mi sangre. El olor a rosas que inundaba mis fosas nasales al estar dentro del palacio, ya no estaba. La molesta sonrisa de Froilán se había desvanecido hace ya un tiempo, ya ni siquiera tenía fuerzas para hablarme. Por años él fue quien me sostuvo en todo momento, pero ahora ya no queda nada de ese hermano que me reconfortaba después de aquellas golpizas de aquel bastardo. Me dolía, sin embargo, no lo demostraba para no avivar su dolor. Por momentos quería decirle que teníamos motivos para seguir luchando, pero luego recordaba que de nada iba a servir. —¿Kai? —La frágil voz de mi hermano me saca de mis pensamientos. —Aquí estoy Froilán. —lo calmó. —¿Cómo está? —pregunta y rápidamente sé dé quién habla. —Igual que nosotros. —por más que quiera mentirle, no puedo. —¡¡Joder!! —grita golpeando su plato de comida. —Necesitamos salir de aquí. —Lo sé, lo sé herman
Recuerdos de Amelia. Negro.Rojo… Vacío. Dolor…—¿Tu mamá también es mala, Abalam? —el niño de ojos rojos pensó un momento antes de hablar. —Sí, y estoy seguro de que la mía es peor que la tuya. —El niño lo dijo de una manera tan natural que sentí dolor por primera vez por otra persona que no fui yo. —¿Quieres un abrazo? —preguntó alzando mis brazos. —¿Y eso de qué me serviría? —Cuestionó ladeando la cabeza. —Te hará sentir mejor, te lo prometo. —Está bien, pero solo uno. —dejó en claro, sonreí y emocionada, me lancé en sus brazos delgados. Tarde un par de minutos en esa posición en la que él no me lo devolvió. —¿Y bien? —inquiero alejándome unos pasos de su cuerpo. —No lo sé, no estuvo mal, supongo. —se limita a decir encogiéndose de hombros. —¿Quieres que te cuente una historia?, tengo muchas. —Esta era la primera vez que estaba con el príncipe de los demonios, y estaba muy emocionada porque era mi primer amigo y quería que se sintiera bien en todos los sentidos. —Eres m