Capítulo 17.

Omnisciente.

Semanas después.

La ira de Aidan era exorbitante, tanto que uno de los tantos cazadores que había atrapado esa noche la contemplaba de primera mano.

Sus ojos ardían, su boca sangraban sin parar y sus costillas crujían con la maldad del soberano.

-P-por f-favor -tartamudeando el cazador suplicó por su vida.

-¿Por favor? Qué hombre más patético ¿En su dichoso entrenamiento no te enseñaron a mantener la dignidad hasta el último momento? No respondas porque está claro que no. -tomándolo por el cabello, esté lo jalo hacia atrás hasta doblar su columna.

-Señor, piedad... piedad, señor. -este en respuesta soltó una carcajada.

-En primer lugar, si vas a dirigirte a mí a pedir clemencia, pídela con mi título y segundo mejor no lo hagas que eso solo me enfurece más. -el hombre abrió la boca para volver a suplicar, pero el hombre se le adelantó, abrió su boca hasta partir su quijada.

Lleno de sangre y satisfecho sacó un paño de su traje y con suma elegancia limpio los restos de sa
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