Un mes después. Irá, no era exactamente lo que sentía Leonore después de saber que tendría que cuidar a los hermanos de Elizabeth, puesto que la verdad no sabía exactamente qué era lo que sentía al respecto. Sabía perfectamente que era lo que sentía por Elizabeth, más no en los niños. —¿De quiénes son esos niños madre? —preguntó su hija al entrar en la sala de su hogar. —¿Niños? ¿Qué niños? —Cuestionó Nicolás al entrar detrás de su hija. Leonore no supo qué decir. —Ah, estos… —dijo viendo a las criaturas en las cunas que “amablemente” le dio Agnes al entregarle los bebés. Tanto padre como hija se le quedaron viendo expectantes. —¡Los adopté! —dijo casi en un grito. —¿Adoptaste? —repitió su esposo incrédulo. Conocía bien a su esposa y sabía que ella no era amante de los niños, eso lo comprobó cuando tuvieron a su hija y él tuvo que hacerse cargo de ella las veinticuatro horas del día. —Sí, no sé si te has dado cuenta, pero la situación se ha complicado bastante en Hélido desde lo
Kai Mi celda tenía un olor putrefacto, las cadenas en mis pies y manos tenía ya un color bastante desagradable, gracias a mi sangre. El olor a rosas que inundaba mis fosas nasales al estar dentro del palacio, ya no estaba. La molesta sonrisa de Froilán se había desvanecido hace ya un tiempo, ya ni siquiera tenía fuerzas para hablarme. Por años él fue quien me sostuvo en todo momento, pero ahora ya no queda nada de ese hermano que me reconfortaba después de aquellas golpizas de aquel bastardo. Me dolía, sin embargo, no lo demostraba para no avivar su dolor. Por momentos quería decirle que teníamos motivos para seguir luchando, pero luego recordaba que de nada iba a servir. —¿Kai? —La frágil voz de mi hermano me saca de mis pensamientos. —Aquí estoy Froilán. —lo calmó. —¿Cómo está? —pregunta y rápidamente sé dé quién habla. —Igual que nosotros. —por más que quiera mentirle, no puedo. —¡¡Joder!! —grita golpeando su plato de comida. —Necesitamos salir de aquí. —Lo sé, lo sé herman
Recuerdos de Amelia. Negro.Rojo… Vacío. Dolor…—¿Tu mamá también es mala, Abalam? —el niño de ojos rojos pensó un momento antes de hablar. —Sí, y estoy seguro de que la mía es peor que la tuya. —El niño lo dijo de una manera tan natural que sentí dolor por primera vez por otra persona que no fui yo. —¿Quieres un abrazo? —preguntó alzando mis brazos. —¿Y eso de qué me serviría? —Cuestionó ladeando la cabeza. —Te hará sentir mejor, te lo prometo. —Está bien, pero solo uno. —dejó en claro, sonreí y emocionada, me lancé en sus brazos delgados. Tarde un par de minutos en esa posición en la que él no me lo devolvió. —¿Y bien? —inquiero alejándome unos pasos de su cuerpo. —No lo sé, no estuvo mal, supongo. —se limita a decir encogiéndose de hombros. —¿Quieres que te cuente una historia?, tengo muchas. —Esta era la primera vez que estaba con el príncipe de los demonios, y estaba muy emocionada porque era mi primer amigo y quería que se sintiera bien en todos los sentidos. —Eres m
Amelia. Lo sabía, cuando conocí y estuve esa semana entera con Kai supe que algo grande se escondía. El que jamás comiera absolutamente nada y que era parte de los cazadores me daba varias teorías de lo que podría ser. Casi nadie se lo cuestionaba, puesto que todos pasaban que en algún momento el menor de los Bathory se convertiría tarde o temprano, aunque muchos tenían la teoría de que él ya lo era y por cuestiones del consejo no se atrevía a confesarlo. —Sé que apenas estás siendo consciente otra vez, pero necesito saber si tienes alguna información valiosa. —pregunta Kai sin ocultar sus emociones. —No sé si es crucial, pero en dos ocasiones escuché a las esclavas hablar de unos Mellizos que trasladaron a Hélido hace casi dos meses. —sus ojos esmeraldas se abren de manera exagerada, al igual que su boca. —Los bebés. —pasa una mano por su cabello de manera dolorosa a la vista. —¿Por qué te preocupan? —Porque son mis sobrinos. —Confiesa dejándome algo desconcertada. —¿Son herma
Este no es el cap que seguía jjaja, pero no me aguante y ya verán porque. Leonore. Leonore siempre confío en su ingenio y sus dotes para seducir y enamorar a los hombres, tanto así que era una complementa narcisista en todo su esplendor. Pero ella no siempre fue así, la vida te puede golpear duro y ella más que nadie lo sabía. Los Arias eran humanos de clase baja, no pertenecía a la Aristocracia y eso Leonore lo detestaba. ¿Por qué? Te preguntaras, pues en Nirvana los únicos que recibían un buen “trato” eran los que formaban parte de la Aristocracia, a ellos no se les castigaba ni mucho menos se les humillaba en medio de la plaza por no pagar sus debidos impuestos. Cada vez que Leonore tenía que presenciar esto, la ira la consumía al punto de intervenir con la guardia real en un vano intento de parar los golpes que recibían sus padres. No le parecía justo, era cruel que sólo por carecer de dinero tuvieran que ser tratados peor que a los que estaban en los calabozos encerrados por
Kai. La historia de los Bathory es muy extensa y llena de secretos que el consejo se ha empeñado en ocultar. Una de ellas es tía Mika, primera mujer en la familia Bathory, hermana mayor del bastardo de Aarón. Tía Mika no la conocí hasta que me adentre a Urabia hace unos años para ser precisos unos días antes de que naciera Eli; cuando escuché por primera vez la melodía Quimera y una mujer contaba la historia mientras bailaba con su pareja. °°°Hace tiempo nació una hermosa niña de ojos azules y melena negra que era muy curiosa a medida que crecía su intriga igual. Muchos relatan que era muy altiva y audaz, su padre la amaba tanto o más que su madre era la luz de sus ojos. Mika Bathory fue querida por muchos y odiada por otros, el odio recaía más en los hombres, puesto que al ser adolescente muchos pretendientes llegaron con su galantería a conquistar su corazón, sin embargo, ninguno le era suficiente, ella quería más, mucho más de lo que aquellos mortales podían ofrecer. Cuenta ell
Omnisciente. La vida de la hija menor de Leonore se estaba derrumbando a pedazos cada vez más, estaba mal y tenía dudas sobre ella y su madre, pero sobre todo ella albergaba dolor. Había perdido a su más preciado amigo, su novio y a Abalam. Que sí bien este último no sabía cómo describir su relación, tenía muy en claro que le dolía su partida. No sabía cómo, pero en un abrir y cerrar de ojos todo había cambiado en su vida. A su madre ya no la veía igual, su novio había resultado ser un patán de primera, y para colmo ahora tenía una hermana que había fallecido por meterse demás con aquellos monstruos. Ya había pasado más de un año y en ese tiempo le había bastado para ver que su vida no era color rosa, que la vida era más cruel de lo que alguna vez imaginó; que su vida no se iba a acabar por no visitar a su novio más seguido o por no ver por un día a su amigo, sino que está se acabaría cuando al fin abriera los ojos. Casi cinco meses tenía los mellizos que ahora legalmente eran sus
Kai.Yo había conocido un mundo más oscuro gracias al ser que estaba frente a mí, los Desmond por mucho tiempo me consideraron parte de ellos por tía Mika. Sin embargo, al parecer las cosas habían cambiado para mal. —Para tu información no soy tan pequeño, Aidan —replico colocándome delante de la joven. —Eso ya lo veremos. —rebate y en un parpadeo esta frente a mí intentando intimidarme. —espero y estés aceptando tu muerte, si no ya lo harás. —No lo voy a negar, a muchas cosas le tengo miedo, pero la muerte no es una de ellas. —confieso dando un paso hasta quedar a centímetros de su cara. El gris de sus ojos centellea con el esmeralda de los míos, al estar a la misma altura ninguno se siente menos ante el otro. —Sabes muy bien que es familia. —en respuesta ante mis palabras se encoge de hombros. —No es la mía después de todo. Sin querer desperdiciar más palabras en vano, doy un paso atrás antes de llevar mi puño a su pómulo sin previo aviso. La herida no tarda en abrirse y caer