Omnisciente. La vida de la hija menor de Leonore se estaba derrumbando a pedazos cada vez más, estaba mal y tenía dudas sobre ella y su madre, pero sobre todo ella albergaba dolor. Había perdido a su más preciado amigo, su novio y a Abalam. Que sí bien este último no sabía cómo describir su relación, tenía muy en claro que le dolía su partida. No sabía cómo, pero en un abrir y cerrar de ojos todo había cambiado en su vida. A su madre ya no la veía igual, su novio había resultado ser un patán de primera, y para colmo ahora tenía una hermana que había fallecido por meterse demás con aquellos monstruos. Ya había pasado más de un año y en ese tiempo le había bastado para ver que su vida no era color rosa, que la vida era más cruel de lo que alguna vez imaginó; que su vida no se iba a acabar por no visitar a su novio más seguido o por no ver por un día a su amigo, sino que está se acabaría cuando al fin abriera los ojos. Casi cinco meses tenía los mellizos que ahora legalmente eran sus
Kai.Yo había conocido un mundo más oscuro gracias al ser que estaba frente a mí, los Desmond por mucho tiempo me consideraron parte de ellos por tía Mika. Sin embargo, al parecer las cosas habían cambiado para mal. —Para tu información no soy tan pequeño, Aidan —replico colocándome delante de la joven. —Eso ya lo veremos. —rebate y en un parpadeo esta frente a mí intentando intimidarme. —espero y estés aceptando tu muerte, si no ya lo harás. —No lo voy a negar, a muchas cosas le tengo miedo, pero la muerte no es una de ellas. —confieso dando un paso hasta quedar a centímetros de su cara. El gris de sus ojos centellea con el esmeralda de los míos, al estar a la misma altura ninguno se siente menos ante el otro. —Sabes muy bien que es familia. —en respuesta ante mis palabras se encoge de hombros. —No es la mía después de todo. Sin querer desperdiciar más palabras en vano, doy un paso atrás antes de llevar mi puño a su pómulo sin previo aviso. La herida no tarda en abrirse y caer
Omnisciente.Cómo una jodida pesadilla era como Isabell sentía que estaba viviendo todo ante sus ojos, para ella era casi imposible creer que una simple acción de su parte hubiera ocasionado tal desastre. «Solo quería saber que estaba planeado Leonore, no esto» se recordó sin poder despegar la vista de los acontecimientos.Desde que Mika le había arrebatado a la pequeña de sus brazos, esta se había escondido en las sombras por miedo a que la matasen. No tenía ni idea donde se había metido su madre y su miedo la tenía anclada en aquel lugar seguro. Sabía que había cometido un error fatal al adentrarse al palacio y más con los pequeños, sin embargo, su imaginación no le hacía justicia al problema que se avecinaba... En los reinos una guerra por el poder máximo y sin precedentes se estaba acercando; todos querían algo, sin embargo, nadie quería paz. En Helido muchos querían venganza y sangre por sus caídos, pero mayormente por su rey.En Urabia Aidan buscaba poder máximo y en consecuen
Alrededor del brazo de Aidan se envolvió el arma imponente que manejaba el joven cazador. A pesar de que su brazo ardía en fuego, este no se detuvo y de un fuerte jalón le arrebató el arma de sus manos, detrás del joven dos de los hermanos se posicionaron a su espalda y de un chasquido los hermanos Desmond destrozaron el cuerpo.Su cabeza voló por los aires hasta caer a los pies de Halley quien a su vez le devolvió la mirada al líder de Urabia. —¿Cómo te atreves? —murmuró entre dientes el soberano.—¿Yo? ¿Acaso se te olvida que fuiste tú quien raptó a Agnes? —replicó la mujer sin una pizca de miedo.—Eso fue por una buena causa. —ladeando la cabeza y le sonrió hipnotizándola en el acto. Tragando grueso volvió hablar. —Esto solo significa una cosa, rey, guerra. Una que estoy dispuesta aceptar después de todo hemos esperado demasiado para al fin enfrentarnos. —dictaminó altiva. —Me parece bien. Mi cuerpo pide sangre y las suyas son las que quiero. —cedió sin borrar su sonrisa macabra
Amelia.Los segundos pasan amenazando con colapsarme, el miedo puede jugar en tu contra cuando estás en medio de la penumbra.Hay muchas cosas vividas en mi cabeza que se repiten una y otra vez cuando algo me las recuerda, es como si cualquier pequeña cosa pudiera encender el caos que llevo dentro, como ahora que el pequeño bebé no para de llorar y me trae recuerdos desagradables.-¿Por qué lloras? No te entiendo. Su llanto se incrementa y mis ganas de correr también, no entiendo cómo funcionan los bebés, jamás he tenido uno a mi cargo, por lo que mis intentos de consolarlo fallan completamente desesperándome mucho más-Eres una imbécil...-Te odio ¿Sabes por qué? Porque eres igual a ese bastardo infeliz...Pum, pum, pum.Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente, amenazando con hacerme caer en la inmensidad de mis recuerdos tortuosos donde jamás quiero estar otra vez.El ruidoso estruendo de afuera acallar su llanto y mis pensamientos, preocupada por ser atrapados, me quedo quiet
Amelia.Ya había pasado todo un mes desde que el ex rey Froilán junto a los demás habían sido sacados de la celda. La guerra seguía latente y parecía que no iba a tener fin pronto. No sabía exactamente qué es lo que pasaba en Urabia, puesto que las brujas tenían todo sumamente controlado allí afuera mientras los cazadores estaban en batalla.En este tiempo he visto como la madre de los mellizos se ha recuperado con el paso de los días, su condición era deplorable y no la culpa, ya que sacar a dos bebés de tu panza y no tener atención médica le pasó factura. Me había sorprendido mucho el verla mejor, puesto que cuando llegó estaba en los huesos a comparación ahora junto al brillo de sus ojos, sin igual que posee últimamente. Son deslumbrantes su empleador. Se nota que ama con locura a sus pequeños. En cuanto estuvo mejor, al pasar dos días lo primero que hizo me sorprendió, ya que había drenado todo el poder que había absorbido su hija al salvarlos. No tenía idea de cómo funcionaba,
Omnisciente.«Luz, cápsula, y ella...»Esas cosas eran lo que se proyectaba en los sueños de Selena cada noche al dormir con los pequeños. Ella sabía perfectamente el por qué, pero se negaba rotundamente a creer en ello. No se explicaba cómo o por qué ella aún seguía con vida o por qué Agnes la había dejado vivir en lo más recóndito de su palacio. Y otra cosa que no se podía explicar era el poder que sentía en sus sueños. «No era nada normal»Jamás en toda su vida siendo bruja había sentido ese poder, era algo fuera de la realidad.Sin embargo, por mucho que las dudas la abarcaran era Elizabeth y no podía dejarla allí sabiendo como estaba Froilán. Tuvo sus dudas porque si la sacaba eso únicamente significaba que sería otro peligroso para su mundo, otro villano para los reinos.Elizabeth no era buena en su totalidad, lo sabía y ahora esa maldad se había triplicado. No quería poner a nadie en riesgo, pero era Elizabeth Bathory la joven que amaba sin importar qué.Sin embargo, ahora que
Omnisciente.Semanas después.La ira de Aidan era exorbitante, tanto que uno de los tantos cazadores que había atrapado esa noche la contemplaba de primera mano.Sus ojos ardían, su boca sangraban sin parar y sus costillas crujían con la maldad del soberano.-P-por f-favor -tartamudeando el cazador suplicó por su vida.-¿Por favor? Qué hombre más patético ¿En su dichoso entrenamiento no te enseñaron a mantener la dignidad hasta el último momento? No respondas porque está claro que no. -tomándolo por el cabello, esté lo jalo hacia atrás hasta doblar su columna.-Señor, piedad... piedad, señor. -este en respuesta soltó una carcajada. -En primer lugar, si vas a dirigirte a mí a pedir clemencia, pídela con mi título y segundo mejor no lo hagas que eso solo me enfurece más. -el hombre abrió la boca para volver a suplicar, pero el hombre se le adelantó, abrió su boca hasta partir su quijada. Lleno de sangre y satisfecho sacó un paño de su traje y con suma elegancia limpio los restos de sa