Amelia.Los segundos pasan amenazando con colapsarme, el miedo puede jugar en tu contra cuando estás en medio de la penumbra.Hay muchas cosas vividas en mi cabeza que se repiten una y otra vez cuando algo me las recuerda, es como si cualquier pequeña cosa pudiera encender el caos que llevo dentro, como ahora que el pequeño bebé no para de llorar y me trae recuerdos desagradables.-¿Por qué lloras? No te entiendo. Su llanto se incrementa y mis ganas de correr también, no entiendo cómo funcionan los bebés, jamás he tenido uno a mi cargo, por lo que mis intentos de consolarlo fallan completamente desesperándome mucho más-Eres una imbécil...-Te odio ¿Sabes por qué? Porque eres igual a ese bastardo infeliz...Pum, pum, pum.Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente, amenazando con hacerme caer en la inmensidad de mis recuerdos tortuosos donde jamás quiero estar otra vez.El ruidoso estruendo de afuera acallar su llanto y mis pensamientos, preocupada por ser atrapados, me quedo quiet
Amelia.Ya había pasado todo un mes desde que el ex rey Froilán junto a los demás habían sido sacados de la celda. La guerra seguía latente y parecía que no iba a tener fin pronto. No sabía exactamente qué es lo que pasaba en Urabia, puesto que las brujas tenían todo sumamente controlado allí afuera mientras los cazadores estaban en batalla.En este tiempo he visto como la madre de los mellizos se ha recuperado con el paso de los días, su condición era deplorable y no la culpa, ya que sacar a dos bebés de tu panza y no tener atención médica le pasó factura. Me había sorprendido mucho el verla mejor, puesto que cuando llegó estaba en los huesos a comparación ahora junto al brillo de sus ojos, sin igual que posee últimamente. Son deslumbrantes su empleador. Se nota que ama con locura a sus pequeños. En cuanto estuvo mejor, al pasar dos días lo primero que hizo me sorprendió, ya que había drenado todo el poder que había absorbido su hija al salvarlos. No tenía idea de cómo funcionaba,
Omnisciente.«Luz, cápsula, y ella...»Esas cosas eran lo que se proyectaba en los sueños de Selena cada noche al dormir con los pequeños. Ella sabía perfectamente el por qué, pero se negaba rotundamente a creer en ello. No se explicaba cómo o por qué ella aún seguía con vida o por qué Agnes la había dejado vivir en lo más recóndito de su palacio. Y otra cosa que no se podía explicar era el poder que sentía en sus sueños. «No era nada normal»Jamás en toda su vida siendo bruja había sentido ese poder, era algo fuera de la realidad.Sin embargo, por mucho que las dudas la abarcaran era Elizabeth y no podía dejarla allí sabiendo como estaba Froilán. Tuvo sus dudas porque si la sacaba eso únicamente significaba que sería otro peligroso para su mundo, otro villano para los reinos.Elizabeth no era buena en su totalidad, lo sabía y ahora esa maldad se había triplicado. No quería poner a nadie en riesgo, pero era Elizabeth Bathory la joven que amaba sin importar qué.Sin embargo, ahora que
Omnisciente.Semanas después.La ira de Aidan era exorbitante, tanto que uno de los tantos cazadores que había atrapado esa noche la contemplaba de primera mano.Sus ojos ardían, su boca sangraban sin parar y sus costillas crujían con la maldad del soberano.-P-por f-favor -tartamudeando el cazador suplicó por su vida.-¿Por favor? Qué hombre más patético ¿En su dichoso entrenamiento no te enseñaron a mantener la dignidad hasta el último momento? No respondas porque está claro que no. -tomándolo por el cabello, esté lo jalo hacia atrás hasta doblar su columna.-Señor, piedad... piedad, señor. -este en respuesta soltó una carcajada. -En primer lugar, si vas a dirigirte a mí a pedir clemencia, pídela con mi título y segundo mejor no lo hagas que eso solo me enfurece más. -el hombre abrió la boca para volver a suplicar, pero el hombre se le adelantó, abrió su boca hasta partir su quijada. Lleno de sangre y satisfecho sacó un paño de su traje y con suma elegancia limpio los restos de sa
Amelia.Un mes ha pasado bastante rápido, pero al mismo tiempo lento ante mis ojos. Esos días fueron muy monótonos en lo que respecta al estar encerrados por lo que pasaba allí afuera. Aunque para Kai, Abigale y Etha fue muy doloroso por las noches, puesto que el ruido de las campanas de guerra les desgarraban los tímpanos en consecuencia.En esas noches no dormía ayudándolos a recuperarse. No me gustaba verlo, pero al mismo tiempo no podía dejarlos sufrir y no hacer nada al respecto. Mi cercanía con Kai en esos días fue muy extraña, de hecho con él siempre todo es extraño o incómodo. Hasta ese momento no había logrado mantener un equilibrio acerca de él como con los demás. El sentimiento que él me causa era nuevo y completamente abrumador. Me gustaba y al mismo tiempo no.Era muy confuso, no tenía idea de cómo actuar.Recordando la confusión cuando Selena me dijo lo que iba a encontrar en el palacio de Agnes no lo podía creer en su totalidad porque aunque sabía que ella no estaba mu
Abalam.Mi cabeza con el pasar de los segundos no paraba de doler, era una sensación aguda y molesta. No me gustaba en absoluto el malestar. Deseaba golpearme o arrancar la cabeza de una vez por todas para que parara el dolor, sin embargo, algo beneficioso traía este malestar y era que fragmentos de mi vida se hacían cada vez más presente. Era abrumador, pero suponiendo que algo bueno podía traer aguante el dolor hasta que me quede dormido en una de las habitaciones.Los tormentos momentos de mi vida se hicieron presentes en mis sueños recordándome quien soy realmente...•••Dejándome llevar por Erlik este me lleva a una nueva habitación que no había alcanzado a ver hasta ese día en particular. Notando enseguida una pequeña cuna me acerqué a ver qué era lo que había en su interior. Una cosa bastante pequeña fue lo primero que visualice segundo de sus gestos irritables. -Él es tu hermano Abalam tu deber de ahora en adelante es adiestrarlo igual o mejor se lo hice contigo, hijo mío.
Kai.Corro rumbo a dónde está todo el caos, los cuerpos sin vida de los habitantes de Helido se esparcen por todo el suelo haciendo un río de sangre. Respirando hondo me enfoco y busco con la mirada a Elizabeth, su cabeza inconfundible llega a mi campo de visión llenándome de alivio.Sin perder tiempo me aproximó a ella a toda velocidad, sin embargo, una fecha de oro negro atraviesa mi espalda deteniéndome en seco. Haciendo el veneno su efecto, mis vías respiratorias se cierran y mi visión comienza a nublarse. Con desespero intento llamar a Elizabeth para que venga a mí, sin embargo, y a pesar de que me desgarró las cuerdas vocales llamándola, esta no me escucha. Caigo al suelo y la sangre del suelo se mezcla con mis lágrimas. Pisadas rápidas se escuchan a mi espalda y sin más mi cuerpo se rinde en un profundo sueño que por más de un año se vuelve una completa pesadilla...••••Tomando una fuerte bocanada de aire me recuesto en la cama intentando normalizar mi respiración. Con el c
Isabell.Casarme.Yo no quería casarme en ese momento y mucho menos con alguien como Eros. Aunque sí, yo quería hacerlo e incluso muchas veces me imaginé en ese momento porque si había algo que yo deseaba era tener una familia armoniosa como la que creía con firmeza tenía. Sin embargo, no ahora, no con él y mucho menos con alguien que no sentía nada más que cierto aprecio por salvar mi vida aquella noche. Estaba segura de que mi padre no iba a estar de acuerdo con aquello por el hecho de que él en especial me había inculcado que el matrimonio era algo sagrado y que pese a que algunas veces el amor no siempre perdura hasta el final, tenía que elegir bien para hacer que durará lo más lejos posible. —¡No voy a casarme! —me niego dando pasos hacia atrás, pero como ya lo presentía no se rinde tan fácil. Comportándose como la pésima criatura que es me toma a la fuerza de la cintura y me sube a su hombro como un saco de papas —. Suéltame Eros, esto no es gracioso.—Para mí sí. —admite dán