A través de los años siempre tuve esperanza, jamás la dejé de lado. Cada día despertaba con la esperanza de que algún ser místico nos salvará de las aberraciones del consejo, que llegaría y propagaría paz al reino.
Desde el momento que la princesa logró liberarme tuve la fuerte esperanza de que ella fuera quien nos ayudaría, de que ella sería nuestra salvadora.Hasta ahora lo sigo creyendo y es por ellos que no dudo ni un segundo en salir del calabozo personalizado que me hizo mi madre, solamente para correr tras la princesa.—¡Espera! —la voz de Kai me detiene en seco.—No hagas ruido idiota —murmuró esperando que nadie nos esté observando.—¿No tienes respetos a tus superiores? —musita muy cerca de mi oído haciéndome estremecer.—No es necesario que estés tan cerca, y por si no te has dado cuenta estamos en plan de fuga a punto de cometer un crimen imperdonable ante los ojos del consejo. Así que te agradecería que hicieras silencio, si me van a mandar a la horca espero al menos llegar a cometer el crimen del cual seré juzgada si nos atrapan —replicó en un susurro.—No me agradas —es todo lo que dice, reprimo una sonrisa, ya que supongo y no tuvo mejor comentario ingenioso.—Tú a mí tampoco —Le doy una mira de soslayo antes de seguir mi camino, el cual es inmensamente largo, el bosque es muy extenso y sumándole mi poca actividad física, no tardó mucho para cuando mis piernas comienzan a doler —. Espera un momento ¿Quieres?Le pido al rubio, puesto que parece que no le afecta en nada caminar por tantos minutos, a regañadientes se detiene y me observa con burla y fastidio.—¿La princesa no está acostumbrada a caminar?—¿Tú que crees idiota?—Sé más respetuosa, ¿acaso no te enseñaron modales? —inquire con las cejas alzadas.—Por supuesto que sí, pero eso únicamente con personas que verdaderamente se lo merecen, no con hombres que se adentran a las camas de jovencitas y las amenaza con matarlas —replicó con una sonrisa fingida.—Lo dices como si lo que acabo de hacer fuera mi hobby —se ofende y yo lo miro incrédula.—No sé si es tu hobby o no, ¡pero nada te costaba despertarme y preguntar con más empatía en lugar de cortarme y actuar como un desquiciado! —Sugiero y sus ojos se desvían.—Deja de hablar y camina, que nos puede descubrir —desvía la conversación, suspiro antes de ver todo lo que nos falta.Al pasar las dos horas más largas de mi vida, una sombra entre los árboles nos detiene en seco.—¿Crees qué…?—No hables —el hombre tapa mi boca y me pega a su pecho, la sombra se convierte en una silueta la cual no reconozco. Mi respiración se vuelve irregular al tenerlo tan cerca he impregnarse su olor tan peculiar en mis fosas nasales.El desconocido pasa de largo sin percatarse de nuestra presencia, el hombre a mi lado aprovecha eso y toma mi brazo para seguir nuestro camino con la diferencia que esta vez me arrastra junto a él.Pronto nos percatamos qué el desconocido a escasos pasos de nosotros va al mismo lugar, la barrera poco después aparece y gracias al tío de Elizabeth logramos camuflar nos entre las sombras del bosque. La figura frente a nosotros se escabulle en un sitio en específico de la barrera y desaparece de la nada.—De seguro hay una grieta, debe ser un punto ciego para que pueda pasar sin preocupaciones. —comenta el rubio y yo solo espero a que nos guíe.—¿Crees que nos hagan daño? —Le pregunto al estar cerca de la grieta.—Es lo más seguro —responde dejándome nerviosa —. Espera a que pase primero.Me detiene al ver que me estaba adelantando, antes de cruzar me mira por un par de segundos para luego proseguir a cruzar, sin pensarlo mucho lo sigo y lo primero que veo es el cuerpo del rubio en el suelo. Entró en pánico y me doy la vuelta para intentar huir, pero de repente todo se oscurece.Al despertar poco entiendo lo que sucede, lo único que logró captar es que estoy en Hélido frente al rey y que nos dejara dormir en una de las habitaciones por esta noche, ¿o es de días? No lo sé, solo sé que actúo por inercia hasta llegar a la habitación a la cual me adentro y me lanzó a la cama, ya que me siento aún mareada.—¿A dónde vas a dormir tú? —pregunto adormilada al rubio que parece está mucho mejor que yo.—Yo no voy a dormir —responde secamente.—¿Acaso eres de Nirgen? —preguntó atontada, pero consciente de lo que digo.—¿Por qué lo dices?—Pues, mírame y mírate —lo señaló y me señaló —. Todo me da vueltas, tengo mucho sueño y estoy cansada. No tengo idea de qué fue lo que nos pusieron para desmayarnos, pero en definitiva no creo que sea normal estar como tú, después de eso —explico mi punto y él solo asiente con la cabeza mirando hacia otro lado que no sea a mí.—Duerme —Ordena, y mi cuerpo obedece al sentirse tan cansado con todo lo que ha pasado.Tres días pasan en las que el tío de Elizabeth pelea a cada dos por tres con el rey por querer ver donde está su sobrina, a lo que el rey se ha negado a decirle algo al respecto, cosa que ha ocasionado múltiples discusiones. —Te quieres calmar, creo en la palabra del rey. Si él dice que estaba bien, es porque lo está, ¿por qué mentiría al respecto? —lo intentó calmar, pero parece imposible. —Si está tan bien como dice, ¿por qué no me deja verla? —Cuestiona furioso.—Tal vez es ella la que no quiere verte —sugiero. —¿Y por qué no querría? —Me encara, y tragó en seco al tenerlo tan cerca. —No lo sé —susurro perdiendo el hilo de la discusión. Pone los ojos en blanco y le da la espalda. —Si no tienes un argumento válido, no digas estupideces —advierte y me ofendo enseguida. Sin pensarlo me coloco frente a él. —No estoy diciendo estupideces imbécil, solo intento que entiendas que él no miente.—¿Y como estás tan segura, Elizabeth te digo que confiara en él ciegamente? —Cuestiona acerc
Días antes del Caos. Froilán.Me muevo de un lado a otro preguntándome cómo estará Eli, no he recibido noticia alguna desde que se fue y siento que cada día enloquezco más. Desde mi posición escucho como unas pisadas se acercan despacio y seguido de eso la puerta es abierta. —Froilán —habla a mi espalda Selena.—¿Qué deseas? —sin quererlo mi voz sale cortante. —Saber cómo estás —dice terminando de entrar y acercarse despacio. Me doy la vuelta y el malestar vuelve a golpear mi pecho. El sentimiento de culpa me carcome. —¡Sabes perfectamente como estoy! No hagas preguntas estúpidas. No es mi intención, juro que intento con todas mis fuerzas no ser un desastre, pero esto es más grande de lo que puedo controlar.—No tienes por qué tratarme así —dice un tanto molesta, termina de acercarse y posa sus manos en mi brazo y me mira con ojos cristalinos —Tienes que dormir, tal vez el descanso te ayude con tu humor —Sugiere, niego frenéticamente con la cabeza quitando sus manos de mí. —No l
Omnisciente Para ella la vida ya no tenía sentido, toda su vida se había basado en sufrimiento tras sufrimiento. Todos tenemos un límite y Amelia sentía que ya estaba llegando al suyo, si antes odiaba a su madre, el sentimiento que había comenzado a sentir era indescriptible.—¡Castigo, eso es lo que te mereces y lo que tendrás ahora mismo y el reto de tus días Amelia! —Halley ardiendo en furia, no perdió tiempo a la hora de llegar a su palacio y llamar a una esclava, la mujer sabiendo lo que pediría su amo colocó las manos de Amelia en la mesa que tenían frente a ellas. Ella, aceptando su castigo, no objeto ni se inmutó al ver a su madre con una vara de Nirgen en sus manos, el Nirgen era el metal más fuerte que tenía en todo los reinos, el cual fue descubierto por las brujas siglos antes de la guerra. Halley a pesar de creer fielmente en que su hija no pudo haber escapado por su cuenta, no pudo evitar no querer castigarla a su manera. En Halley era más que obvio el odio que sentía
Un mes después. Irá, no era exactamente lo que sentía Leonore después de saber que tendría que cuidar a los hermanos de Elizabeth, puesto que la verdad no sabía exactamente qué era lo que sentía al respecto. Sabía perfectamente que era lo que sentía por Elizabeth, más no en los niños. —¿De quiénes son esos niños madre? —preguntó su hija al entrar en la sala de su hogar. —¿Niños? ¿Qué niños? —Cuestionó Nicolás al entrar detrás de su hija. Leonore no supo qué decir. —Ah, estos… —dijo viendo a las criaturas en las cunas que “amablemente” le dio Agnes al entregarle los bebés. Tanto padre como hija se le quedaron viendo expectantes. —¡Los adopté! —dijo casi en un grito. —¿Adoptaste? —repitió su esposo incrédulo. Conocía bien a su esposa y sabía que ella no era amante de los niños, eso lo comprobó cuando tuvieron a su hija y él tuvo que hacerse cargo de ella las veinticuatro horas del día. —Sí, no sé si te has dado cuenta, pero la situación se ha complicado bastante en Hélido desde lo
Kai Mi celda tenía un olor putrefacto, las cadenas en mis pies y manos tenía ya un color bastante desagradable, gracias a mi sangre. El olor a rosas que inundaba mis fosas nasales al estar dentro del palacio, ya no estaba. La molesta sonrisa de Froilán se había desvanecido hace ya un tiempo, ya ni siquiera tenía fuerzas para hablarme. Por años él fue quien me sostuvo en todo momento, pero ahora ya no queda nada de ese hermano que me reconfortaba después de aquellas golpizas de aquel bastardo. Me dolía, sin embargo, no lo demostraba para no avivar su dolor. Por momentos quería decirle que teníamos motivos para seguir luchando, pero luego recordaba que de nada iba a servir. —¿Kai? —La frágil voz de mi hermano me saca de mis pensamientos. —Aquí estoy Froilán. —lo calmó. —¿Cómo está? —pregunta y rápidamente sé dé quién habla. —Igual que nosotros. —por más que quiera mentirle, no puedo. —¡¡Joder!! —grita golpeando su plato de comida. —Necesitamos salir de aquí. —Lo sé, lo sé herman
Recuerdos de Amelia. Negro.Rojo… Vacío. Dolor…—¿Tu mamá también es mala, Abalam? —el niño de ojos rojos pensó un momento antes de hablar. —Sí, y estoy seguro de que la mía es peor que la tuya. —El niño lo dijo de una manera tan natural que sentí dolor por primera vez por otra persona que no fui yo. —¿Quieres un abrazo? —preguntó alzando mis brazos. —¿Y eso de qué me serviría? —Cuestionó ladeando la cabeza. —Te hará sentir mejor, te lo prometo. —Está bien, pero solo uno. —dejó en claro, sonreí y emocionada, me lancé en sus brazos delgados. Tarde un par de minutos en esa posición en la que él no me lo devolvió. —¿Y bien? —inquiero alejándome unos pasos de su cuerpo. —No lo sé, no estuvo mal, supongo. —se limita a decir encogiéndose de hombros. —¿Quieres que te cuente una historia?, tengo muchas. —Esta era la primera vez que estaba con el príncipe de los demonios, y estaba muy emocionada porque era mi primer amigo y quería que se sintiera bien en todos los sentidos. —Eres m
Amelia. Lo sabía, cuando conocí y estuve esa semana entera con Kai supe que algo grande se escondía. El que jamás comiera absolutamente nada y que era parte de los cazadores me daba varias teorías de lo que podría ser. Casi nadie se lo cuestionaba, puesto que todos pasaban que en algún momento el menor de los Bathory se convertiría tarde o temprano, aunque muchos tenían la teoría de que él ya lo era y por cuestiones del consejo no se atrevía a confesarlo. —Sé que apenas estás siendo consciente otra vez, pero necesito saber si tienes alguna información valiosa. —pregunta Kai sin ocultar sus emociones. —No sé si es crucial, pero en dos ocasiones escuché a las esclavas hablar de unos Mellizos que trasladaron a Hélido hace casi dos meses. —sus ojos esmeraldas se abren de manera exagerada, al igual que su boca. —Los bebés. —pasa una mano por su cabello de manera dolorosa a la vista. —¿Por qué te preocupan? —Porque son mis sobrinos. —Confiesa dejándome algo desconcertada. —¿Son herma
Este no es el cap que seguía jjaja, pero no me aguante y ya verán porque. Leonore. Leonore siempre confío en su ingenio y sus dotes para seducir y enamorar a los hombres, tanto así que era una complementa narcisista en todo su esplendor. Pero ella no siempre fue así, la vida te puede golpear duro y ella más que nadie lo sabía. Los Arias eran humanos de clase baja, no pertenecía a la Aristocracia y eso Leonore lo detestaba. ¿Por qué? Te preguntaras, pues en Nirvana los únicos que recibían un buen “trato” eran los que formaban parte de la Aristocracia, a ellos no se les castigaba ni mucho menos se les humillaba en medio de la plaza por no pagar sus debidos impuestos. Cada vez que Leonore tenía que presenciar esto, la ira la consumía al punto de intervenir con la guardia real en un vano intento de parar los golpes que recibían sus padres. No le parecía justo, era cruel que sólo por carecer de dinero tuvieran que ser tratados peor que a los que estaban en los calabozos encerrados por