LILIBETH
Aparco en mi lugar de siempre agradecida de no haberme encontrado a Aiden, tuve que salir casi corriendo de mi casa para venir a la escuela, lo cierto es que estos últimos días mi vida ha estado de cabeza, me siento como en un cuento rodeada de villanos, de personas que creía conocer pero que me han mostrado una cara distinta. Respiro hondo, tomo mis cosas alisando mi falda, acomodo mis bucaneras y bajo del auto con rapidez.
Mientras camino me doy cuenta de que todos actúan extraño, algunos me miran con disimulo y reviso mi atuendo con discreción para saber si algo anda mal y no me percate, sin embargo todo está en perfecto estado, otros más evitan mirarme y se apartan de mi camino como si fuera la peste negra.
Al entrar me sucede lo mismo, soy consciente de que puede ser el resultado al enterarse de mi ruptura con Xander y luego el beso con Jonathan en las redes sociales, así que con esa idea llego hasta mi casillero.
—Dicen que nadie la puede tocar —susurra alguien a mis espaldas.
De soslayo me doy cuenta de que se trata de una nerd hablando con su mejor amiga, los susurros son tan notorios que cierro con fuerza mi casillero y tomo mis cosas con rabia, nadie se atreve a mirarme más de dos segundos y eso me va bien, de pronto estoy tan enfadada que me dirijo al salón de clases, al entrar, el resultado es tan exasperante que me voy hasta el último asiento hasta que un chico tímido me lo gana.
—Disculpa, este asiento es mío —pongo la manos en jarras.
No me responde.
—¿Eres sordo? —inquiero.
—Este… este… —tartamudea sin levantar la mirada como el resto—. Es mi lugar, lo… siento…
Giro y todos apartan las miradas.
«Qué m****a le sucede a todo el mundo ahora, solo fue un maldito beso»
Pero claro, Xander me pone los cuernos con Silver, la p**a favorita de Aiden, y ni siquiera alguien fue capaz de decirme o darme una p**a pista, la campana suena, todos van a sus asientos dejando solo dos libres, en medio de todos, falta un alumno, por lo que agarrando con rabia y fuerza la correa de mi bolso, tomo asiento en uno de ellos, enseguida entra el profesor de literatura, cierra la puerta dejándome tranquila de que ya no entre nadie más.
—Buenos días —saluda el hombre de cuarenta años—. Repasemos la lección pasada, página número cinco.
Poco a poco relajo mi cuerpo y me adentro tanto en la clase, que me olvido por completo de todo hasta que la puerta se abre abruptamente, la sangre se me va del cuerpo al ver a Aiden entrando, el profesor lo ve pero no dice nada, sigue con lo suyo, me lanza una mirada que evito al instante en el que se sienta a mi lado. Me siento traicionada por el mundo.
Aún me cuesta trabajo entender que mis padres quieran vender la casa y que no los voy a ver hasta las navidades posiblemente, eso si no se les ocurre algún viaje, debería estar contenta por la libertad, pero no lo estoy, no sabiendo que no están de acuerdo con que me quede en alguna residencia en la Universidad, están aferrados a que viva con los King, que incluso se tomaron la molestia de hablarlo con los padres de Aiden.
La tensión se respira en el aire, intento poner atención a lo que sale de la boca del profesor, sin embargo, me es difícil sabiendo que la mirada penetrante de Aiden se encuentra sobre mí, cada minuto que pasa se vuelve una verdadera tortura, así que cuando suena la campana recojo mis cosas antes de que quiera detenerme, y lo hace, me toma del brazo justo cuando estoy saliendo.
—No puedes evitarme toda la vida —espeta con brusquedad.
—Déjame en paz —me suelto de su agarre y la gente comienza a vernos.
—No hagas dramas, ya te expliqué las cosas —continúa caminando detrás de mí.
No le respondo.
—Lilibeth —vuelve a tomarme de la mano.
Giro y le lanzo una mirada desafiante.
—Estoy enfadada con todos, me engañaron, Xander lo hizo —me suelto de su agarre posesivo—. Pero lo que me duele es el hecho de que mi mejor amigo lo hiciera, ¿es que no lo entiendes? Ya no confío en ti.
Giro sobre mis talones y me dirijo a la siguiente clase, gimnasia, no me agrada la idea pero Elsa me hace las cosas más fáciles pese a saber que también me ha engañado. Juntas entramos a los vestidores y mientras lo hacemos, le pregunto.
—¿Por qué todos actúan extraño?
Elsa se abrocha las agujetas y suelta un suspiro.
—Aiden —responde.
«Lo sabía»
—¿Les prohibió mirarme o hablarme? ¿Tanto poder tiene? —me cruzo de brazos.
Las demás se van alejando para ir al estadio y Elsa voltea a todos lados como buscando que nadie la escuchara.
—Aiden tiene oídos y ojos por todas partes, escucha, esto lo sabes pero tal vez necesitas que te lo recuerde —dice—. Aiden y Xander son los primos más populares y deseados de todo el pueblo y la escuela, por ende todos quieren ser sus amigos, así que cualquier cosa que les ayude a lograr acercarse a él, lo harán, sin contar que como bien sabes, su tío, el padre de Xander es el director de la Universidad, y aunque casi nunca esté y en su lugar deje a un sustituto, ambos tienen poder.
Frunzo el ceño.
—Eso lo sé, pero sé que hay algo más, algo que siguen sin decirme, es como si de verdad le temieran por otra cosa…
—Juro que es todo lo que sé, el punto es que Aiden les ha pedido que no te miren, hablen, toquen o siquiera respiren en tu dirección. No es el beso de Jonatan Bairon, o la infidelidad a voces de Xander, es que simplemente eres intocable para el mundo entero.
—Que loco.
—Él lo está.
—¿Qué?
—Nada, andando.
Decido ya no seguir cuestionando lo que no me dirán, por lo que comenzamos la clase de voleibol, Elsa y yo estamos en el mismo equipo, el juego comienza y todo va bien hasta que la profesora hace cambios de algunos miembros oara equilibrar los equipos,
—Eres una zorra —me dice con voz apenas audible, Silver.
Pasa por mi lado dándome un codazo y eso es lo que desata que la rabia contenida se abra paso aplastando el racionalismo y lo que se siente como correcto.
—¿Qué dijiste? —me volteo y alcanzo a darle un empujón.
—Lo que oíste —me enfrenta—. No te quiero cerca de Aiden, es mío.
—Tú no me prohíbes nada —apunto—. Porque antes de que lo conocieras era mi amigo, y si tienes tantas ganas de marcarlo como tuyo, ¿no es mejor que lo orines? Es más fácil.
—Hija de… —me empuja.
No le devuelvo la acción porque sé que es lo que espera, no, cierro el puño y le doy en el rostro, tal y como le enseñó Xander. La nariz le sangra al instante, se abalanza contra mí arañando mi cuello, disparando que todas griten y enseguida nos separen, el silbato de la profesora es lo último que escucho antes de ver la enorme mancha roja que adorna la blusa de su uniforme.
—¡Señorita Silver Smith! —grita la profesora—. A la oficina del director, ahora, no voy a dejar pasar este comportamiento en mi clase.
—¡Pero y ella qué! —chilla con ojos llenos de odio.
La profesora la ignora.
—¡A la oficina, ahora!
—¡Oh, claro, se me olvidaba que eres la intocable! —ironiza con odio Silver.
Gira sobre sus talones y se marcha hecha una furia.
—¡Las demás, a sus lugares, sigamos con el juego! —la profesora sopla el silbato.
Llena de rabia sigo en la clase hasta que termina, Elsa y yo vamos a las duchas, para cuando terminamos ya se está mensajeando con su madre.
—Creo que no voy a poder acompañarte a casa hoy, mi madre tiene cita con el doctor y está aferrada a no llamar a nuestro médico de cabecera —me explica y me resigno.
—Vale, vale.
—Te lo compensaré —me asegura.
La última clase tampoco vi a Aide, por lo aue rápido supuse que se había marchado antes, pero al comenzar a caminar hacia el aparcamiento, veo como este se sube con prisa a su auto y arranca rechinando las llantas. Me quita un peso de encima al saber que ya no está por los alrededores cazando a su presa. Estoy a punto de subirme a mi auto, cuando diviso a Xander hablando con una porrista, tiene el ceño ligeramente fruncido, lo que me indica aue busca una forma de deshacerse de ella, que parece no dejar de parlotear.
Opción que pienso brindarle, camino hacia ellos y la chica enmudece al verme.
—¿Podemos hablar? —le pregunto y en menos de un segundo asiente.
A la chica no le queda más opción que marcharse.
—Joder, gracias, Lilith… sé que me comporté como un imbécil, escucha…
—Quiero tu ayuda, me lo debes —lo interrumpo.
—¿De qué clase de ayuda hablas? —su expresión cambia fugazmente.
—Quiero que me digas porque le temen realmente a Aiden, quiero que me cuentes algún secreto que tenga y que me sirva para patearle las bolas.
Puedo ver como Xander tensa el cuerpo.
—No creo que sea buena idea.
—¿Por qué?
—A veces es mejor vivir en la ignorancia, te recomiendo que olvides todo, me perdones y sigamos siendo amigos —propone.
—No.
Su mirada se torna intensa, se pasa los dedos por la barbilla y al final termina soltando un suspiro exasperante.
—Bien, pero yo manejo —me pide las llaves y se las doy.
—¿A dónde me llevarás? —pregunto subiendo a mi auto.
Xander entra y enciende el motor.
—Adonde está ahora mismo, creo que ya es momento de que rompas la burbuja del cuento de hadas y conozcas la realidad.
—Pero…
Xander voltea a verme.
—Vamos es momento de que veas con tus propios ojos al verdadero Aiden King.
AIDENEl disparo de adrenalina que recorre todo mi sistema, hace que no piense con claridad, en nada que no sea mi rubia amiga de ojos grises, tetas de tentación y culo perfecto en forma de corazón, el que no me escuche y me ignore la mayor parte del tiempo solo hace que quiera golpear la pared.Estoy enfadado con ella, sé que la cagué, pero se está comportando como una cría al no entender las razones de sus padres al vender su casa, cualquier sitio para ella es el mejor solo porque ve las cosas desde la perspectiva del enojo, el odio y la venganza, pero sus padres y el mundo entero saben que no hay mejor lugar que mi hogar, a mi lado.Sé que vivir con ella y Xander va a ser un dolor de culo, sin embargo y
LILIBETHEstar rodeada de toda esta gente que solo me mira como si fuera un bicho raro, hace que me sienta incómoda. Xander no me quiso acompañar al interior, pese a todas las advertencias que me soltó en el carro, negué a marcharme sin ver a Aiden. Al final solo me lanzó una nueva advertencia cargada de palabras que no entendí, se marchó como el cretino que es y ahora estaba aquí, frente a un tipo apuesto pero con sonrisa lasciva que me pide mi orden.—¿Qué me recomiendas? —le pregunto con el ceño ligeramente fruncido.—Una mimosa es ideal para ti —responde con socarronería.—Pues ser&a
LILIBETHLos labios de Aiden son suaves, fríos y sabe a un ligero toque de alcohol, también saboreo fugazmente el cigarrillo, nunca he sido de las chicas atrevidas, mucho menos de las que actúan por impulso, y ahora estaba aquí, besando a mi mejor amigo, o al menos eso es lo que intento, ya que la brecha que separa mis expectativas de la realidad comienza a ser más notoria cuando de repente rompe el beso apartándose con molestia.—¿Pero qué mierda crees que haces? —exclama encendiendo las luces de la habitación para luego cerrar con una cortina la cámara y apagar los micrófonos.—Yo… —me quedo muda.
AIDEN—¿En qué mierda piensas? —bramo rompiendo el silencio que nos envuelve.Ver a mi primo tan apacible como si nada estuviera pasando, hace que la sangre me hierva, que la rabia contenida en mi interior bulla, lista para darle un puñetazo, no obstante, quiero escuchar de su boca que lo siente y que va a hacer algo para que Lilibeth no sufra más.—Pasó y ya —responde—. He tenido el suficiente cuidado, tanto, que en cinco años no se había enterado de nada, en lugar de reclamarme a mí ¿por qué no mejor le preguntas a la puta de Silver? Ella fue quien me llamó, sabe que no debe hacerlo a esa hora del día. Pero la perra seguramente ha planeado
AIDENMe levanto con un sin sabor de boca, Xander no llegó a dormir, Lilibeth sigue sin responder mis mensajes, mucho menos atiende mis llamadas, necesito ir al estadio para arreglar la mierda en la que se ha metido mi primo, pero antes debo asegurarme de que Lilibeth esté a salvo, mucho más cuando se trata de esta noche, que es la supuesta pelea. Me levanto y me asomo por la ventana al escuchar el motor de un carro.Lilibeth se sube a su auto y como ya comienza a hacerlo costumbre, lo hace para evitar verme, me le quedo viendo, siente mis ojos encima y levanta la mirada, me saca el dedo corazón y pisa el acelerador. Es temprano, por lo que me doy una ducha rápida, me alisto y en veinte minutos me pongo en marcha hacia la escuela.
OLIVERSiento la lengua de la chica pelirroja que está de rodillas frente a mí, repasando la cabeza de mi verga, es la mejor puta que he comprado, la más barata, ¿por qué? Sencillo, debo ser el único al que esta puta le hace mamadas sin costo, es una maldita posesa, ronronea tocándose las tetas, levanta la mirada y cree que la veo como la persona más sexy, no es así, he visto mejores, y hasta ahora, no ha habido ninguna mujer que me llame la atención o que pueda tener el privilegio de ser mía.—Más —ordeno.—Te gusta tanto como a mí, eh —gime como puta y sus ojos brillan con malicia.Lame mi verga erect
LILIBETHLe doy un sorbo a mi malteada de chocolate y miro fijamente al chico de ojos caoba y cabello avellana que está frente a mí. La única razón por que acepté hablar con Jonathan Baiden, es porque quiero y necesito respuestas claras. Saber de Aiden y en lo que esconde, es mi prioridad, él siempre ha hablado de la honestidad y de la amistad, pero el mentiroso en cuanto te das la vuelta, te apuñala con una sonrisa inocente.—Te ves muy bien —sonríe.—Gracias —respondo con simpleza.Una de las meseras de las mesas adyacentes, se acerca y nos deja la orden, mi hamburguesa sin salsa ketchup hace que se me abra el apetito
LILIBETHTomo una larga bocanada de aire, como si eso sirviera para salir de la pesadilla que quiero que sea esto, pero todo a mi alrededor me grita que no, la gente no para de gritar eufórico, la emoción emana de sus rostros, algunos chicos levantan fajos de billetes a mi dirección, otros me desnudan con la mirada y me gritan incoherencias, cosas agresivas. El cuerpo me tiembla, trato de recordar cada una de las palabras que dijo Jonathan.Hasta donde puedo recordar en estos momentos, Aiden y Xander son peleadores callejeros, ilegales, la cabeza comienza a dolerme y esto a nada de desmayarme, cuando siento que me toman del brazo.—Lilibeth.La voz de Aiden hace que recupe