LILIBETH
Le doy un sorbo a mi malteada de chocolate y miro fijamente al chico de ojos caoba y cabello avellana que está frente a mí. La única razón por que acepté hablar con Jonathan Baiden, es porque quiero y necesito respuestas claras. Saber de Aiden y en lo que esconde, es mi prioridad, él siempre ha hablado de la honestidad y de la amistad, pero el mentiroso en cuanto te das la vuelta, te apuñala con una sonrisa inocente.
—Te ves muy bien —sonríe.
—Gracias —respondo con simpleza.
Una de las meseras de las mesas adyacentes, se acerca y nos deja la orden, mi hamburguesa sin salsa ketchup hace que se me abra el apetito
LILIBETHTomo una larga bocanada de aire, como si eso sirviera para salir de la pesadilla que quiero que sea esto, pero todo a mi alrededor me grita que no, la gente no para de gritar eufórico, la emoción emana de sus rostros, algunos chicos levantan fajos de billetes a mi dirección, otros me desnudan con la mirada y me gritan incoherencias, cosas agresivas. El cuerpo me tiembla, trato de recordar cada una de las palabras que dijo Jonathan.Hasta donde puedo recordar en estos momentos, Aiden y Xander son peleadores callejeros, ilegales, la cabeza comienza a dolerme y esto a nada de desmayarme, cuando siento que me toman del brazo.—Lilibeth.La voz de Aiden hace que recupe
AIDENNo he dormido, ya ha amanecido y no dejo de caminar de un lado a otro, buscando una manera en la que pueda recuperar a Lilibeth, seguramente en estos momentos piensa que soy un cobarde, pero ella no comprende la magnitud de lo que es una apuesta dentro del mundo de las peleas callejeras, hay mucho dinero que se maneja, mucho que incluso viene de personas dentro de la mafia.Si hubiese evitado el que se la llevara Lagarto, no solo quedaría como un marica cobarde sin palabra, sino, que tendría que dar una cuota mensual de dos millones de dólares por un año a Lagarto, sin contar el desprestigio que tendría, tengo suficiente con el pendejo de Xander, a más, estábamos bajo la mirada de los directivos y gente importante que suele comprar a luchadores como yo, f
LILIBETHAbro los ojos luego de una siesta y cuando despierto, los rayos del sol se filtran por la ventana, anoche pensé que Oliver, como me pidió Lagarto que le llamara, se comportaría como un hijo de puta que me trataría como una perra o peor aún, que me violara, pero nada de eso pasó, solo me dijo que estaría bien y que no me tocaría un solo cabello, luego ordeno al personal de servicio que es una anciana de ojos azules llamada Ana, que me diera una habitación dentro de su departamento, y acto seguido me llevó de cenar.Desde anoche que no lo veo, tengo hambre y si no piensa hacerme daño, no entiendo qué es lo que hago aquí, me remuevo inquieta entre las sábanas y vuelvo a cerrar los ojos con la intención de dormir un poco más, cuando la puerta se abre, abro los ojos de golpe al sentir como me
LILIBETHMi mente permanece en blanco, los labios de Oliver son fríos, pero al mismo tiempo suaves con un ligero toque caliente, abro la lengua, pero él se detiene, me suelta al último momento y me baja como si mi toque le causara quemaduras o repudio. No dice nada, solo tomo su maletín y la cabeza me da vueltas.—Lo siento —musita y luego sale.Me toco los labios con las yemas de los dedos y siento la imperiosa necesidad de besar a quien considero el peor mal amigo del mundo, espabilo.«Vamos, es solo un beso, yo a quien elijo es a Aiden»Con ese pensamiento, salgo y en cuanto lo hago, choco contra alguien o algo demasiado sólido.—Olvidaba decirte que estés lista —demanda jugando de nuevo al papel de hijo de puta—. En medio hora salimos.
LILIBETH—¡Détente! —exclama Aiden.Se cubre el cuerpo, el rostro, y yo sigo aventando todo lo que encuentro a mi paso, es un idiota incluso peor que Xander, el otro por lo menos ya me dice las cosas como son, en cambio Aiden, es un camino sin fin.—¡Eres un hijo de puta! —bramo.Mi respiración se acelera, ya no hay nada a mi alrededor, lo que dice es absurdo, soy una persona, no un objeto o trofeo él cual se debaten para ganar.—Sí, lo soy.De dos zancadas merma el espacio entre los dos y me acorrala contra la pared, tanto su respiración como la mía, se entremezclan, resultado de subidón de adrenalina. Sus ojos azules me capturan y de un momento a otro se aparta, camina de un lado a otro pasándose una mano por el cabello.
AIDENNo entiendo qué mierda hago, solo sé que los labios de Lilibeth se sienten suaves, encajan a la perfección con los míos, jamás la había besado, ni en mis putas fantasías se sentía tan bien, esto es mucho mejor que cualquier paja que me hubiese hecho pensando en ella, en este momento pongo todo en blanco y me dejo llevar cuando ella rodea mi cuello con ambas manos.Todo mientras las mías descienden por sus caderas hasta llegar a su culo, joder, es firme, estrecho y lo magullo como siempre quise hacer, rompo el beso y la llevo hasta el sofá, donde me dejo caer con ella, posicionándome en medio de sus piernas, su cuello se me antoja y no pierdo el tiempo en probarlo, suelta al instante un dulce gemido que hace que mi polla se endurezca.Con una mano hago presión en uno de sus senos, siento sus pezones endu
XANDER MEDIA HORA ANTESEn cuanto llego a la que antes consideraba mi casa, un hogar al cual llamar acogedor y lleno de vida, siento un retorcijón en el estómago. Aiden es mi primo, familia, pero un hijo de puta que guarda muchos secretos, si Lilibeth supiera realmente el demonio al que considera como su mejor amigo, me temo que saldría corriendo. Pero nada puedo hacer, al menos no por ahora.Cometí un error, y eso me ha costado la amistad y el afecto que le tengo a Lilibeth, entro a la casa con la seguridad de que a esta hora no suele estar despierto, más cuando ayer ganó solo porque Lagarto lo quiso así, y algo me dice que el que lo hiciera, tiene que ver con dejar libre de manera limpia a Lilibeth, sin parecer un cobarde.La victoria de ayer no sabe a eso, sino a un simple acuerdo banal. En cuanto pong
LILIBETHHa pasado una semana, siete días en los que no veo a Aiden más que algunas veces en la escuela, Xander no ha asistido, es como si de pasar a ser los mejores amigos los tres, ahora fuéramos desconocidos, entiendo que hay heridas que no se sanan de la noche a la mañana, en especial cuando la escuela sigue aplicándome la ley del hielo por órdenes de mi amigo.«Sí es que aún lo puedo llamar así»Era viernes, y ponerme al tanto con la escuela por los días que falté, fue fácil gracias a Elsa, a quién debo admitir, le tengo un poco de recelo, se supone que las amigas se cuentan todo, pero ella no lo hizo, no me contó nada. Me pongo de pie como cada mañana, tranquila de que no tendré que verle la cara a Aiden. Recordar sus palabras aún me duele, pero es