LILIBETH
Los labios de Aiden son suaves, fríos y sabe a un ligero toque de alcohol, también saboreo fugazmente el cigarrillo, nunca he sido de las chicas atrevidas, mucho menos de las que actúan por impulso, y ahora estaba aquí, besando a mi mejor amigo, o al menos eso es lo que intento, ya que la brecha que separa mis expectativas de la realidad comienza a ser más notoria cuando de repente rompe el beso apartándose con molestia.
—¿Pero qué m****a crees que haces? —exclama encendiendo las luces de la habitación para luego cerrar con una cortina la cámara y apagar los micrófonos.
—Yo… —me quedo muda.
Intento explicarme, sin embargo, las palabras no brotan de mi boca como me gustaría.
—Esto no está bien —se pasa una mano por el cabello.
Alterado, mirándome como si le diera asco y es eso lo que me pone a la defensiva.
—Oye, lo siento ¿vale? —refuto—. No es para que te pongas en ese plan de peliagudo, solo fue un beso.
La mirada que me lanza me hace cerrar la boca. Jamás me había visto de ese modo.
—No entiendes nada.
—No, no lo hago, eres tan confuso, sí fuiste tú quien me robó mi primer beso ¿por qué actúas así? Me conoces de toda la vida —replico.
—Fue cuando éramos niños, ahora es diferente —suspira lleno de exasperación—. Escucha, sé que piensas que oculto no sé qué, pero esto es todo ¿sí? No hay más, este sitio es de mi padre, lo administro cuando él no está en el país.
—Siento que no te conozco nada.
—En cambio yo sí que te conozco —apunta con seguridad.
Es el tono que usa el que me hace fruncir el ceño.
—¿A qué te refieres?
—A qué me has besado porque estás dolida por lo de Xander, porque no aceptas la idea de que quiera cuidarte, de que la escuela no te dijera nada para protegerte.
«Querrás decir vivir engañada»
—Te sientes confundida y por eso me besaste, pero no está bien, no…
—¿Y qué sabrás tú? —manifiesto en el mismo tono glacial—. Tal vez lo hice porque me gustas, tal vez fue porque llevo enamorada de ti desde que era una niña, tal vez solo anduve con Xander porque había que probar que lo que tenía contigo era algo pasajero, quizás nunca te he podido superar y me sentí con la estúpida necesidad de por primera vez en la vida hacer lo que realmente quiero, y eso fue besarte Aiden.
Siento que poco a poco me he quedado sin aire, como si la carga que aplastaba mis hombros por fin me liberara, y es que lo que acabo de decir es cierto, sigo sintiendo cosas fuertes por Aiden, y nada tiene que ver Xander, porque pese al engaño le quiero mucho, más no lo amo. Esa es la realidad.
—Sigo enfadada contigo, no lo niego, pero…
Los ojos de Aiden adquieren un color sombrío, de repente su mirada cambia con fugacidad y creo que he olvidado cómo se respira, porque lo que veo en sus pupilas es el rechazo, no la aceptación.
—Lo que dices son tonterías —arguye y veo la lucha interna a la que se somete—. Y aunque fuera cierto debes saber que no te convengo.
—Aiden —intento mermar el espacio entre los dos, no obstante retrocede dejándome helada.
—Es mentira.
—No, no lo es —trago grueso.
—Cometes un error de ser así, por Dios Lilibeth, me conoces o dices hacerlo, sabes que no voy de relaciones serias, no soy de una sola mujer, me gustan las chicas, me encanta follar —su pecho se agita—. Jamás he tenido novia por esa razón, y tú no eres mi tipo, me van las putas, tú no lo eres.
—Pero me amas, eso no lo puedes negar —digo con voz vacilante.
—Lo hago —merma el espacio y toma mi rostro con ambas manos—. Te amo, te amo, joder que sí lo hago, y puede que algunas veces te sobreprotejo como la m****a, pero es porque te veo como a una hermana, eres mi princesa, mía, de nadie más y por ello soy así de posesivo contigo.
Miente, lo veo en sus ojos.
—Tienes que entender que soy un cabrón, un gilipollas con el resto del mundo, trato mal a las mujeres que me desean, las follo, no me enamoro y solo juego con sus sentimientos porque ellas lo permiten —me dice envolviéndome en un tierno y fraternal abrazo de oso que me rompe poco a poco—. Ellas obtienen al villano pero no tú, Lilibeth, tu tienes al príncipe azul, al rey que pone a tus pies el mundo entero, porque te amo, porque…
Mi corazón se rompe, Aiden me estaba rechazando de la manera más amable porque éramos amigos, miente, eso es lo que quiero creer. Me aparto de él y frunzo el ceño.
—Dilo de frente —replico observando su rostro monótono e inexpresivo.
Se queda en silencio un par de segundos, su mirada me avisa que está a punto de lanzar una nueva mentira, si algo he aprendido todos estos años, es a leer a Aiden King.
—No te amo de manera romántica, Lilibeth, no te deseo y tampoco te miro como mujer, solo como mi hermana pequeña —confiesa.
«Bien, si quieres jugar»
—Vale —respondo con una mirada agridulce.
—Lilibeth.
—¿Puedes llevarme a casa? —le pregunto cambiando de tema y optando por una actitud fría y distante.
—Bien.
Aiden me da la espalda intentando esconder lo que sea que me oculte y se dirige a la puerta.
—Andando.
Salimos del sitio pervertido, esta vez no me toma de la mano como al principio, bajamos las escaleras en silencio hasta que una mujer nos intercepta, la misma a la que le pregunté por él.
—Jefe, buenas noches —le ronronea como p**a.
La miro de arriba abajo comprobando que en definitiva es el tipo de Aiden, por la mirada que ella le lanza y el modo en el que él le responde, doy por hecho que ya se han acostado. Se despiden con mucha cercanía.
—Hasta luego —me dice la tipa pero no le respondo.
Salimos del lugar caminando hacia su auto. La noche es fría.
—¿Te acostaste con ella? —la pregunta sale de mi boca como vómito verbal.
No me responde, nos subimos al auto y me coloco el cinturón de seguridad.
—¿No me vas a responder?...
Enciende en motor.
—Aiden…
—Sí —responde pisando el acelerador—. Hace unos días me la follé por el culo y me encantó, luego me hizo una mamada que me dejó satisfecho.
—No tienes porque ser tan imbécil.
—También me follé a la mesera, tiene unas tetas deliciosas… porque eso es lo que me gusta, las mujeres con experiencia y no vírgenes mojigatas que viven dentro se la fantasía estúpida de entregarse al indicado.
—No sigas —los ojos me pican y se me van llenando de lágrimas.
—¿Por qué? Eso es lo que querías ¿cierto? Respuestas, pues ya las tienes.
—No…
—Me van las p**as, me encanta el Voyerismo y tú no me interesas del modo que quieres, no, yo solo te veo como la niña con la que crecí y ya —sigue, apretando el volante y aumentando la velocidad—. No soy el bueno, Lilibeth, ya debes entenderlo de una p**a vez, no soy el que te va a honrar o serte fiel.
—No sigas —sollozo.
—Si tú y yo cometiéramos el error de iniciar una relación, te sería infiel todo el tiempo, nada cambiaría porque así soy…
—¡Basta!
—¡Es que tienes que entender que no me interesas!
Ambos gritamos al mismo tiempo que frena frente a su casa. Nuestras respiraciones son aceleradas y siento el latir frenético de mi corazón.
—Lilibeth.
—No… no hace falta que digas nada.
—Escucha yo no…
Me quito el cinturón de seguridad y abro la puerta del carro.
—Gracias por traerme a casa.
Salgo y prácticamente corro hacia mi casa, entro y subo las escaleras con prisa, entro a mi habitación y cierro con pestillo dejándome caer, queriendo amortiguar mi sollozo con la palma de mi mano. Aiden jamás me había hablado de ese modo.
«Aiden idiota»
Me doy una ducha, me pongo un pijama cómodo y enciendo mi laptop, tecleo metiéndome a mi cuenta de I*******m al tiempo que mi móvil suena, miro la pantalla y noto que es un número desconocido, lo ignoro pero es tanta la insistencia que termino respondiendo de mala gana.
—¿Qué?
—¿Así le respondes a todo el mundo?
Reconozco esa voz ronca.
—Jonathan Baiden —afirmo—. ¿Cómo has conseguido mi número?
—Pensé que te habías olvidado de mí —ríe—. Y se dice el pecado, más no el pecador.
—Cómo olvidar al tipo que me besó y me convirtió en una paria de la Universidad —blanqueo los ojos.
Pongo el altavoz mientras reviso mi sección de noticias.
—Vale, fui un idiota, lo confieso, y es por eso que te lo quiero compensar.
—¿Así? —me muerdo el labio inferior—. ¿Cómo?
—Invitándote a salir, mañana ¿qué dices?
Intento mandarlo a la m****a pero me llega una notificación sobre un nuevo post de la página de chismes de la Universidad en donde suben un en vivo en el que aparece Aiden en un club nocturno al que solemos ir todos, besándose con Silver. La barbilla me tiembla y cierro el portátil reprimiendo mi llanto.
—¿Lilibeth, sigues ahí?
Aiden quería jugar, bien, entonces jugaremos.
—Sí.
—¿Entonces qué dices?
Respiro profundo y respondo.
—Acepto, mañana tú y yo saldremos.
Le voy a demostrar a Aiden que no me puede romper tan fácil.
AIDEN—¿En qué mierda piensas? —bramo rompiendo el silencio que nos envuelve.Ver a mi primo tan apacible como si nada estuviera pasando, hace que la sangre me hierva, que la rabia contenida en mi interior bulla, lista para darle un puñetazo, no obstante, quiero escuchar de su boca que lo siente y que va a hacer algo para que Lilibeth no sufra más.—Pasó y ya —responde—. He tenido el suficiente cuidado, tanto, que en cinco años no se había enterado de nada, en lugar de reclamarme a mí ¿por qué no mejor le preguntas a la puta de Silver? Ella fue quien me llamó, sabe que no debe hacerlo a esa hora del día. Pero la perra seguramente ha planeado
AIDENMe levanto con un sin sabor de boca, Xander no llegó a dormir, Lilibeth sigue sin responder mis mensajes, mucho menos atiende mis llamadas, necesito ir al estadio para arreglar la mierda en la que se ha metido mi primo, pero antes debo asegurarme de que Lilibeth esté a salvo, mucho más cuando se trata de esta noche, que es la supuesta pelea. Me levanto y me asomo por la ventana al escuchar el motor de un carro.Lilibeth se sube a su auto y como ya comienza a hacerlo costumbre, lo hace para evitar verme, me le quedo viendo, siente mis ojos encima y levanta la mirada, me saca el dedo corazón y pisa el acelerador. Es temprano, por lo que me doy una ducha rápida, me alisto y en veinte minutos me pongo en marcha hacia la escuela.
OLIVERSiento la lengua de la chica pelirroja que está de rodillas frente a mí, repasando la cabeza de mi verga, es la mejor puta que he comprado, la más barata, ¿por qué? Sencillo, debo ser el único al que esta puta le hace mamadas sin costo, es una maldita posesa, ronronea tocándose las tetas, levanta la mirada y cree que la veo como la persona más sexy, no es así, he visto mejores, y hasta ahora, no ha habido ninguna mujer que me llame la atención o que pueda tener el privilegio de ser mía.—Más —ordeno.—Te gusta tanto como a mí, eh —gime como puta y sus ojos brillan con malicia.Lame mi verga erect
LILIBETHLe doy un sorbo a mi malteada de chocolate y miro fijamente al chico de ojos caoba y cabello avellana que está frente a mí. La única razón por que acepté hablar con Jonathan Baiden, es porque quiero y necesito respuestas claras. Saber de Aiden y en lo que esconde, es mi prioridad, él siempre ha hablado de la honestidad y de la amistad, pero el mentiroso en cuanto te das la vuelta, te apuñala con una sonrisa inocente.—Te ves muy bien —sonríe.—Gracias —respondo con simpleza.Una de las meseras de las mesas adyacentes, se acerca y nos deja la orden, mi hamburguesa sin salsa ketchup hace que se me abra el apetito
LILIBETHTomo una larga bocanada de aire, como si eso sirviera para salir de la pesadilla que quiero que sea esto, pero todo a mi alrededor me grita que no, la gente no para de gritar eufórico, la emoción emana de sus rostros, algunos chicos levantan fajos de billetes a mi dirección, otros me desnudan con la mirada y me gritan incoherencias, cosas agresivas. El cuerpo me tiembla, trato de recordar cada una de las palabras que dijo Jonathan.Hasta donde puedo recordar en estos momentos, Aiden y Xander son peleadores callejeros, ilegales, la cabeza comienza a dolerme y esto a nada de desmayarme, cuando siento que me toman del brazo.—Lilibeth.La voz de Aiden hace que recupe
AIDENNo he dormido, ya ha amanecido y no dejo de caminar de un lado a otro, buscando una manera en la que pueda recuperar a Lilibeth, seguramente en estos momentos piensa que soy un cobarde, pero ella no comprende la magnitud de lo que es una apuesta dentro del mundo de las peleas callejeras, hay mucho dinero que se maneja, mucho que incluso viene de personas dentro de la mafia.Si hubiese evitado el que se la llevara Lagarto, no solo quedaría como un marica cobarde sin palabra, sino, que tendría que dar una cuota mensual de dos millones de dólares por un año a Lagarto, sin contar el desprestigio que tendría, tengo suficiente con el pendejo de Xander, a más, estábamos bajo la mirada de los directivos y gente importante que suele comprar a luchadores como yo, f
LILIBETHAbro los ojos luego de una siesta y cuando despierto, los rayos del sol se filtran por la ventana, anoche pensé que Oliver, como me pidió Lagarto que le llamara, se comportaría como un hijo de puta que me trataría como una perra o peor aún, que me violara, pero nada de eso pasó, solo me dijo que estaría bien y que no me tocaría un solo cabello, luego ordeno al personal de servicio que es una anciana de ojos azules llamada Ana, que me diera una habitación dentro de su departamento, y acto seguido me llevó de cenar.Desde anoche que no lo veo, tengo hambre y si no piensa hacerme daño, no entiendo qué es lo que hago aquí, me remuevo inquieta entre las sábanas y vuelvo a cerrar los ojos con la intención de dormir un poco más, cuando la puerta se abre, abro los ojos de golpe al sentir como me
LILIBETHMi mente permanece en blanco, los labios de Oliver son fríos, pero al mismo tiempo suaves con un ligero toque caliente, abro la lengua, pero él se detiene, me suelta al último momento y me baja como si mi toque le causara quemaduras o repudio. No dice nada, solo tomo su maletín y la cabeza me da vueltas.—Lo siento —musita y luego sale.Me toco los labios con las yemas de los dedos y siento la imperiosa necesidad de besar a quien considero el peor mal amigo del mundo, espabilo.«Vamos, es solo un beso, yo a quien elijo es a Aiden»Con ese pensamiento, salgo y en cuanto lo hago, choco contra alguien o algo demasiado sólido.—Olvidaba decirte que estés lista —demanda jugando de nuevo al papel de hijo de puta—. En medio hora salimos.