Epílogo

Alberto

Término de tomar mi pequeña siesta, con mi traje blanco preferí vestirme antes de llegar a descansar, pues ser un viejo no es nada fácil este bastón es el que me ayuda estar de pie, como quisiera tener la misma energía de Montse, ella continúa siendo tan bella y la sensualidad no se le ha acabado solo que ahora la acompañan unas cuantas llantitas, las que más me gustan agarrar cuándo nos recostamos sobre la cama, tocan la puerta y es obvio que son mis hijos, ellos están muy emocionados y además quién pelea con la puntualidad que mantienen.

Pues yo solo la voy perdiendo con el pasar de los años, me levanto y camino hacia la puerta, la abro y entran los cuatro a la vez, uno empujando al otro jamás dejarán de ser mis niños, aún cuando ya sean todos unos adultos, nos damos un abrazo grupal y lo único que no les puedo compartir, es que dejen a su madre sola ellos saben que las mujeres deben verse perfectas, en cambio yo salí del paso con un pantalón y una camisa, muy frescas las pr
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