Monserrat
Son las últimas palabras que escuche de mi padre pues se entró llevándose consigo a Mónica que lo único que hizo fue llorar y gritar hasta desgastar su garganta, mira como un guardaespaldas de mi papá toma mi auto tirando al suelo todas mis pertenencias, recojo lo poco que no logró arrebatarme papá y tomó la pequeña maleta que Lilia logró sacar para mí, caminó sin rumbo alguno totalmente mojada pues ha empezado a caer un fuerte aguacero dejando todo lo que llevaba puesto mojado, miro en mi cartera y veo que tengo las tarjetas de crédito, camino hasta ver un cajero dónde poder retirar algo de dinero, pues tengo mi cuenta aparte de la empresa.
Llegó hasta un centro comercial y me dirijo hasta el cajero para sacar algo de dinero, introduzco la tarjeta y gracias a dios mi papá todavía no ha bloqueado mi cuenta personal, introduzco mi clave y sacó la mayor cantidad de dinero posible hasta cuándo mis transacciones quedan bloqueadas pero con lo que logré sacar será suficiente como para pagar un hotel mientras busco un trabajo, de acuerdo a mis capacidades laborales, pero el dinero que saque tendré que hacerlo rendir así que no podré ir a un hotel cinco estrellas, tendré que confiarme con un motel de mientras mi capacidad económica mejora un poco, pero de algo si estoy segura es que mi padre no se va a quedar con lo que mi abuelo nos heredó.
Salgo del centro comercial todavía el agua no ha cesado, sigue lloviendo a mares, pero así tendré que buscar algo donde vivir que se ajuste a mi presupuesto se ha hecho de noche y todavía sigo caminando hasta llegar a una zona que nunca en mi vida pensé pisar no porque me crea más que los demás si no que no me hubiera imaginado buscar donde vivir en un lugar tan paupérrimo.
Camino hasta donde veo una luces bastantes dañadas donde dice motel “el encuentro”, hasta el nombre es curioso, camino hasta donde se supone es la recepción se encuentra un hombre gordo sentado durmiendo en una pequeña silla que apenas cabe su trasero, tocó una campana que supongo que tiene para que lo llame cuando no está en su puesto de trabajo
—Buenas noches —hablo en voz alta para que aquel hombre gordo despertara y creo que lo logré pues se levantó y acomodó un poco sus pantalones que para mí parecer no es de su talla pues el pantalón es más chico que su cuerpo.
—¿Qué se le ofrece? —pregunta lamiendo sus labios, «asqueroso» digo mentalmente
—Necesito una habitación dónde poder pasar la noche. —El hombre me mira de arriba a abajo y siento que con su mirada me está comiendo.
—Aquí se paga por adelantado, y el baño es para todos, no puede demorarse mucho —, abro mis ojos del asombro, por dios papá a qué me estás orillando.
—Si no importa ¿cuánto vale la noche? —preguntó nerviosa, sacó algo de dinero y se lo pasó al hombre gordo que desde que despertó no ha hecho otra cosa que lamer sus labios y mirarme con depravación.
—Pero aquí hay más —dice viendo la cantidad que acabo de entregarle.
—Estoy pagando una semana por adelantado —respondí. Al menos eso es lo que espero que dure en conseguir trabajo, él asiente y me entrega lo que se supone que son las llaves de mi habitación están mojadas y huelen bastante mal creo que voy a vomitar, me indica cuál es mi habitación camino hasta llegar a un cuarto oscuro dónde al introducir las llaves me llevó más tiempo que caminar hasta acá, después de varios intentos por fin ingresó a mi nuevo hogar… Dulce hogar, dejo mi pequeña maleta sobre el suelo pues tengo mis ojos abiertos de en par en par nunca me imaginé pisar un lugar tan paupérrimo en mi vida, las paredes están llenas de humedad los pisos están mojados y que digo de la cama si se le puede llamar cama.
Caminó hasta donde está la cama para sentarme un poco, pero caigo al suelo todas las tablas se han partido me imagino que por la humedad del lugar, no logro recuperarme del susto por la caída cuando veo un par de ratas que a mí parecer tengo yo más miedo que ellas pues yo he empezado a gritar como loca desesperada, levantándome del piso para empezar a saltar y gritar de la impresión pues además de ratas también hay cucarachas, no se que es más impresionante acá, estoy devastada.
Anoche no pude pegar el ojo en toda la noche no por el lugar en que me encuentro, si no por la forma en que se comportó mi padre, decidí levantarme del catre donde se supone que iba a dormir pero hice de todos menos eso pues la mayoría de la noche aparte de dar vueltas en la cama me levantaba a espantar las ratas que cruzaban por mis pies, así que bueno al mal tiempo buena cara, tomó mi maleta que gracias a Dios le agradezco a Lilia que haya sacado algunas de mis pertenencias entre ellas las fotografías de mi madre.
Ahora después de buscar y revolcar casi toda mi ropa por fin encuentro mi toalla, me pongo unas chanclas y camino próximamente sin ánimos hacia la salida de mi habitación cinco estrellas, pongo seguro después de salir de la habitación y arrastro mis pies hasta donde el recepcionista me indicó que era el baño, anoche cuando llegué, me dije «bueno Monserrat tienes que ser fuerte» pero no contaba encontrarme con esto digo al momento de ingresar al baño y ver que está totalmente sucio, no hay agua para que al menos le echen agua al sanitario; tapó mi nariz para no sentir ese olor nauseabundo que sale de ahí, jalo de la palanca para que baje el agua y el baño quede limpio pero para mí desgracia no sale nada bueno, si sale pero lo único que sale es tierra, lo que me faltaba, salgo del baño si se le puede llamar baño y tomó un balde lo llenó de agua y le echó al baño dejándolo limpio.
Al menos voy a poder hacer mis necesidades, terminó y me despojo de mi ropa pues lo único que quiero en este momento es darme un refrescante baño, abro el grifo y meto mi cuerpo pero salgo casi de inmediato al sentir el agua helada correr por mi cuerpo, no digo que nunca me haya bañado con agua fría lo que pasa es que esta está congelada y eso que estamos en verano, con mucho esfuerzo meto primero mis piernas y después mis brazos para después y por último meter por completo todo mi cuerpo, pero duró sólo escasos tres minutos ya que el frío del agua me sacó prácticamente corriendo, tomó la toalla y enredo mi cuerpo en ella miró hacia la puerta donde minutos antes había dejado mi ropa pero ya no está lo que me faltaba.
Así que salgo del baño envuelta en mi toalla pero al salir siento muchas miradas sobre mí, pues hay varios hombres haciendo fila para ingresar al baño, solo que estos me miran con morbo, camino rápido hacia mi habitación intenté abrirla pero recuerdo que la llave la deje en la ropa que me robaron y ahora que no puedo estar por todo este hotel o motel o pensión cinco estrellas en toalla, así que caminó hasta la recepción donde se encuentra el mismo hombre gordo que me atendió anoche y que lleva puesta la misma ropa, al sentir mis pasos levanta su mirada de un periodo viejo con fecha de hace años lo sé porque recuerdo haber leído esa noticia
—Buenos días señor, disculpa es que me robaron mi ropa y en ella tenía la llave que usted me proporcionó anoche —habló con este hombre sin percatarme que sus ojos recorren todo mi cuerpo y lame sus labios descaradamente
—¿Y qué quiere que haga, que le pague la ropa? —deja salir una gran carcajada que logró asustarme por un momento pensé que le estaba dando algo.
—No señor claro que no, eso sería imposible —trato de sonar serena, pero estoy que me tiró encima a ese viejo cochino que lo único que hace es mirarme con depravación.
—Lo que quiero es saber si usted tiene un duplicado de la llave. —Lo miro bostezar.
—Claro que tengo, pero eso le va a costar un dinero extra —dice el muy cínico apuesto que él fue el que la mandó a robar,
—Está bien, —estiro mi mano y recibo la llave igual de mohosa que la anterior juraría que es la misma lo digo por la mancha de barniz rojo que hay en ella, camino hasta mi habitación abro la puerta con algo de dificultad e ingreso, retiro mi toalla y dejo mi cuerpo desnudo aplico crema hidratante sobre todo mi cuerpo, hoy va a ser un día bastante complicado pues hoy tendré que empezar a buscar trabajo, pero se que no voy a durar mucho en conseguirlo ya que por mi experiencia y maestrías no me será difícil. Terminó de acomodar mi cabello y siento que estoy más que lista afortunadamente tengo ropa elegante que me servirá para conseguir trabajo pues voy vestida con una falda roja en tubo una camisa blanca y un cinturón negro que combina perfecto con mis zapatos de punta, después de bajarme de un taxi, será mejor enfocarme a lo que vine.
MonserratEstoy en el centro de la ciudad donde se encuentra la mayoría de empresas sé que no dudará mucho tiempo en conseguir trabajo, mi mirada se centra en una empresa grande de exportaciones, camino hasta estar al frente del imponente edificio, e ingreso adentro todo es lujoso los pisos son de mármol y sus paredes son blancas dándole un toque de sofisticación al lugar, al fondo del lugar se encuentran tres jóvenes que por cierto son muy hermosas, camino moviendo mis caderas de lado a lado como si se tratara de una reina—Buenos días señoritas, disculpé vengo por el anuncio —señaló la hoja donde que descargue horas antes—Si claro siga hasta al fondo y sube hasta el piso treinta allí les hacen la entrevista, —sonrió al escuchar esas palabras puse sé que ese puesto es mío—Gracias es usted muy gentil —digo al esbelta rubia que me atendió recibo mi gafete y como me dijo la rubia hago camino por el pasillo hasta el fondo donde se encuentran los ascensores oprimo el botón que me lleva
Alberto CáceresDías antesHace dos días que la vi y estaba más hermosa que la última vez que la vi, sé que no me ama, pero yo la voy a doblegar.—¿Entonces Santiago, dime no confías en mis capacidades como para enamorar a Monserrat Navas? —le digo a mi amigo y socio.—Claro que confío en tus capacidades, lo que no creo es que llegues a nada con la amargada de Navas, pues nunca se le ha conocido un novio y mucho menos pretendientes.—Pero, ¿por qué hablas así de ella si ni siquiera la conoces? —Me río por las ocurrencias de mi amigo.—Lo sé, pero es lo que la gente murmura, —niego con la cabeza—Sabías que no puede dejarte llevar por lo que dice la gente, si en verdad no lo tratas —responde—Bueno ya que veo que estás en modo defensa, apuesto un millón de dólares que ni siquiera llegas a primera base con Monserrat Navas. —Vaya esto va enserio hasta que sacó su chequera.—Acepto, pero un millón no es muy poco, mejor que sean cinco —digo serio, pues sé que a Santiago le encanta apostar
Mónica.Voy llegando a la casa muy exhausta de tanto estudiar, tocó la puerta tres veces para que sepan que llegue y me abran la puerta necesito descansar, viene Lilia, y me abre la puerta, ella siempre es muy especial se preocupa mucho por Monserrat y yo.—Niña Mónica siga, le preparo algo de cenar—, me sonríe de una manera muy tierna.—No te preocupes no tengo hambre, quiero descansar han sido días muy difíciles y no puedo dejar de pensar en mi hermana me preocupa mucho—, Agachó mi mirada y de mis ojos caen lágrimas incontrolables.Voy subiendo las escaleras, quiero ver a mi papá, pero extraño tanto a mi hermana a veces siento odio y repugnancia por mi papá por todo lo que le ha hecho a Monserrat, voy caminando por el pasillo hasta llegar a la habitación de Monserrat ver sus cosas me hacen sentir impotencia y frustración por no ayudarla, ella merece que le pase lo mejor del mundo es una muy buena persona, no merece estar viviendo lo que le está tocando vivir por culpa de mi p
Monserrat.Acaba de amanecer, estoy rendida, no dormí nada, no soporto más esto… Tengo que solucionar algo, me levanto rápidamente aunque muy adolorida no tuve ni un poco de comodidad, me arreglo con lo que aún conservo y tomo mis cosas, bueno las pocas que tengo, salgo a la calle y voy caminando muy deprimida por todo lo que he tenido que pasar por culpa de mi papá me es muy difícil no sentir rabia hacia él, no puedo creer que su ambición sea tan grande para que no le importa sacrificarme a mí que soy su hija, lo único que me tranquiliza es que mi papá no le haría daño a Mónica, eso es algo que me da seguridad, no me importa voy a demostrarle que sí puedo sin su ayuda. Sigo caminando alguien debe necesitar una persona para trabajar, hay una agencia de viajes voy a preguntar, por mi experiencia dirán que sí.—Buenos días señor, vengo a preguntar si hay alguna vacante para un empleo, lo que sea no importa, quiero y necesito el trabajo. —Lo miró a los ojos.—No hay nada para usted n
MonserratYa han pasado dos días, desde que volví a casa desde luego la más feliz fue Mónica y más cuando le dije quién sería yo que me iba a casar con Alberto CáceresInicio flashback—Montse no es justo, mi padre no te puede hacer esto, —decidí contarle todo a Mónica, aunque para mí siempre va seguir siendo mi princesa, sé que ya tiene la edad suficiente como para entenderlo todo—Tranquila mi princesa hermosa, sólo será por un año y nada más, —trato de tranquilizarla, pues me parte el alma ver cómo sus ojitos saltones están llenos de lágrimas, prometí una vez en frente de la tumba de mi madre que siempre cuidaría de su pequeña y ahora no pienso romperla y mucho menos por mi culpa—Nuestro padre no tiene perdón de Dios, por esto que te está obligado hacer, —me acerco hasta ella y la abrazo fuerte hasta que mi niña linda logró quedarse dormida, me parte el alma verla así pero sé que pronto lo olvidará y podrá seguir con su novio, que por cierto me lleve una gran sorpresa al escuchar
AlbertoMiró fijamente hacia el techo y se me viene la imagen de Monserrat, tanto que dejó salir una sonrisa «hay Montse, pronto caerás rendida a mis pies» está mañana cuando la vi contorneando sus caderas hacia el elevador algo dentro de mí creció y quiso tenerla cerca de mí, pero es tan testaruda que todo lo que le digo lo toma a mal, tanto que cada vez que hablamos rueda los ojos, causándome gracia pues definitivamente es hermosa, “hay Monserrat que me estás haciendo” bueno por ahora será mejor llamar a Santiago y que vaya alistando varios ceros a la derecha pues ya que Monserrat regreso no hay nada ni nadie que impida que sea mi esposa.Voy a disfrutar la cara de Santiago cuando le diga que me caso en dos semanas, seguro que voy a tener mi celular listo para grabar su cara de desilusión por haber perdido cinco millones de dólares, me levanto de la cama y voy hasta mi minibar donde me sirvo un vaso de coñac, hoy fue un día bastante complicado, por un lado tuve una discusión con Pab
Monserrat día fue un completo desastre, o al menos el pesado de Alberto Cáceres se encargó de eso, debo admitir que la sorpresa de la cena fue muy bonita pero nunca dejó de lado su arrogancia, como quisiera que hubiera puesto sus ojos en alguien más pero no el niño de papi y mami tiene que cumplir sus caprichos a toda sin importar los sentimientos, como es que no le importa que mi sentimientos hacia él solo sea odio y desprecio, solo por el beneficio de él pero bueno tendré que ocupar mi cabeza en otro tema o si no me voy a volver completamente loca por pensar en una persona frívola y sin corazón. Terminó de colocarme la pijama y voy a la cama pues hoy en verdad estoy agotada como es posible que durante el tiempo que hui de la casa mi padre no se hubiera encargado de absolutamente nada, no logro entender si tanto le importa la empresa porque no le presta atención cuando él perfectamente sabe que así Alberto Cáceres sea socio de la empresa nosotros tenemos la mayoría de las acciones
MonserratNo puedo creer que mi cuerpo me traiciona, como es posible que haya dejado que Alberto me besara y que después se fuese de mi oficina sin ni siquiera pedir excusas, paso mis manos una vez más por mis labios y por más que trato de pensar en otra cosa no puedo así que prefiero irme a casa ya que por lo que veo no voy a poder concentrarme, tomo mi bolso y apagó el computador salgo de la oficina hacia el elevador dónde para mí desgracia al abrirse la puerta ahí está él y lo que más me llena de ira es ver su sonrisa de triunfo que se gasta, así que me giro sobre mi eje pues no pienso tomar el mismo elevador que Alberto.—¿Qué sucede? no me diga, que le gustó tanto mis labios que ahora le da pena subir en el mismo elevador conmigo —dice, sonriendo de oreja a oreja, lo que provoca que quiera lanzarme sobre él y golpearlo, pero me contengo porque antes que todo soy una dama.—Definitivamente su ego está bien arriba. —Muevo mis manos—. Pues déjeme decirle que el beso que usted me dio