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Capítulo 5: Puertas cerradas

Monserrat

Estoy en el centro de la ciudad donde se encuentra la mayoría de empresas sé que no dudará mucho tiempo en conseguir trabajo, mi mirada se centra en una empresa grande de exportaciones, camino hasta estar al frente del imponente edificio, e ingreso adentro todo es lujoso los pisos son de mármol y sus paredes son blancas dándole un toque de sofisticación al lugar, al fondo del lugar se encuentran tres jóvenes que por cierto son muy hermosas, camino moviendo mis caderas de lado a lado como si se tratara de una reina

—Buenos días señoritas, disculpé vengo por el anuncio —señaló la hoja donde que descargue horas antes

—Si claro siga hasta al fondo y sube hasta el piso treinta allí les hacen la entrevista, —sonrió al escuchar esas palabras puse sé que ese puesto es mío

—Gracias es usted muy gentil —digo al esbelta rubia que me atendió recibo mi gafete y como me dijo la rubia hago camino por el pasillo hasta el fondo donde se encuentran los ascensores oprimo el botón que me lleva hasta el piso treinta, después de unos minutos por fin llegó, nunca pensé que por caprichos de mi padre yo tuviera que pasar por todo esto al salir del ascensor veo que hay una enorme fila de hermosas mujeres por el mismo puesto, suspiro pues esto llevará tiempo así que a lo que vinimos después de hacer una hora y ver a una que otra chica salir de la oficina echando chispas por fin sigo yo y creo que soy la última

—Pase señorita el señor Martínez la está esperando, —asiento y caminó hacia la enorme puerta color caoba, tocó sutilmente hasta que una voz gruesa me indica que ya puedo pasar

—Adelante, está abierto, —miro y es un hombre bastante mayor quien rasca su cabeza por lo visto está agotado.

—Buenos días señor Martínez, —estiro mi mano a lo que él levanta su mirada y deja salir una sonrisa, me agrada su expresión pues logra recordarme a mi  abuelo.

—Tome asiento y cuál es su nombre —dice aquel hombre con su cabello totalmente cubierto de canas.

—Monserrat Navas —digo emocionada, pero aquel hombre creo que no le gustó ni tantito mi nombre ya que se levantó de inmediato de su silla y empezó a agitar sus manos.

—Lo siento señorita Navas, pero el puesto por el que usted viene ya está ocupado así que se puede retirar —dice alzando su voz

—Pero señor Martínez usted ni siquiera sabe para qué puesto vengo —estoy totalmente confundida

—Solo le estoy diciendo que aquí no hay trabajo para usted así que puede  retirarse —dice tirando un fuerte golpe al escritorio que pegue un salto del susto que logró darme, salgo despavorida corriendo hasta llegar a la salida de la empresa, vaya este señor su que está completamente loco, recuperó mi aliento y sigo con mi búsqueda pues un viejo loco no va a derribar mis metas qué es conseguir un buen empleo y demostrarle a papá que está muy equivocado que yo voy a salir adelante si él.

Camino por las calles y voy empresa por empresa, pero en todas al pronunciar mi nombre me cierran las puertas prácticamente en la cara por así decirlo, no entiendo que es lo que pasa pero creo saber de quien es obra de mi querido padre, sé que él tiene sus manos metidas en todo esto, he caminado casi todo el centro de la ciudad en donde había oportunidad de empleo, pero en todas me rechazaron al momento de decir mi nombre como si se tratara de una maldición.

 Tan pronto lo oían prácticamente me sacaban a patadas, ahora mi padre si la supo hacer si me quería ver en el suelo lo está logrando, pero que ni crea que voy acceder a sus pretensiones eso no, bueno será ir a mi lujoso hotel estoy agotada y estos tacones no me dan más, así que empiezo a caminar a ver si puedo tomar un autobús, ya que el cielo amenaza con destruir todo  a su pasó pues está totalmente nublado así que tengo que moverme, miro que el autobús estacionó un metro más adelante así que corro, pero mi tacón se parte haciendo que caiga bruscamente al piso trato de ponerme de pie pero al momento de apoyar mi pierna ella no colabora mucho este hinchada debido al fuerte golpe, me levanto con algo de esfuerzo y empiezo a caminar pero el autobús ya se ha ido, así que tendré que esperar el siguiente, pero por lo visto hoy la suerte no me acompaña.

Toco mi cara al sentir una gota resbalar por mi cara, miro hacia el cielo pues ha empezado a caer un enorme aguacero todo esto es un caos la gente corre despavorida para no mojarse y otro en sus autos echan pito como si eso los ayudará avanzar, yo mientras tanto estoy completamente empapada de los pies a la cabeza solo suspiro derrotada hoy fue un día bastante complicado y sé que se lo debo a mi padre.

Pero hay si como decía mi madre al mal tiempo buena cara, y eso lo voy aplicar no me voy a dejar derrumbar no ahora, así que sin más al ver que viene el próximo autobús saco mi mano y hago el pared y  pongo mi mejor cara, subo al autobús con la mirada de encima de la gente como si se tratara de un bicho raro, no prestó atención y voy hasta el último asiento donde me siento y respiro aliviada, «hay mamita cuanta falta me haces, todo esto hubiera sido tan distinto si hubieras estado aquí conmigo», mis lágrimas amenazan con salir una vez más, por más que intento ser fuerte sé que por dentro estoy hecha un desastre, siempre creí que mi padre era de un carácter fuerte algo difícil de llevar.

Pero jamás se me pasó por la mente que con tal de conseguir lo que él desea sea capaz hasta de vender a su hija y todo por el maldito control de todas las empresas donde tiene sociedad con el imbécil de Alberto Cáceres, ahora por culpa de su ambición desmedida estoy lejos de mi hermana aquí en tumba de mi madre jure proteger, pero que ahora me es imposible por los caprichos del señor Pablo Navas.

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