MonserratEstoy que me lleva el diablo, no puedo creer que Alberto se comporte como un troglodita, como es posible que me tenga que besar a la fuerza, si lo único que provoca en mí es desprecio, pero ni crea que después de la boda va ser igual, ni loca me acuesto con él.—Señorita Monserrat se le ofrece algo más para cenar —pregunta Lilia entrando al comedor, estoy tan metida en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta a qué horas llegó.—No tranquila gracias, y ¿Mónica dónde está eh? —pregunto curiosa ya que ella siempre acostumbra cenar conmigo y hoy no la vi, ni siquiera la escucho en la casa.—La señorita Mónica no está, salió desde la tarde y no ha llegado —dice algo nerviosa, juraría que me oculta algo.—Y mi padre, ¿Dónde está? —Sé que ni siquiera debería preguntar por él, y más por todo lo que me está obligando hacer, pero tengo curiosidad después de todo es mi padre y así me reviente vivimos en la misma casa, y así lo pienso seguir haciendo después de que me case.—Su pa
MonserratTermino de pagar la cuenta del hospital, afortunadamente siempre cargo efectivo en mi cartera, no entiendo porque Mónica no me llamo si necesitaba ayuda, ahora solo falta esperar a que le den de alta a Carlos y así poder ir a casa, lo único malo es que le dieron siete días de incapacidad y mi padre va echar chispas, pero bueno de eso me encargo yo, no quiero un nuevo problema para Mónica ya bastante tengo con mantener escondida su relación con Carlos, después de esperar casi una hora por fin veo a Carlos y a Mónica salir del consultorio médico.—¡Lo siento mucho señorita Monserrat! —dice Carlos, al ver que me hago a un lado para ayudarlo a caminar, pues estos tipos le dieron tan fuerte que casi lo matan.—No tienes que pedir disculpas, además tengo entendido que estás así por defender a mi hermana, así que la que tiene que agradecer soy yo. —Él asiente, mientras Mónica deja salir una lágrima por sus mejillas, caminamos hasta el estacionamiento hasta llegar hasta mi auto don
MonserratHoy me levanté como todas las mañanas, súper temprano, me di un baño refrescante e hice mi rutina de ejercicios y ahora me arreglo para ir a la oficina pues desde que regrese tengo un montón de trabajo que todavía no he podido acabar, solo espero que el día de hoy me alcance porque fuera de todo tengo tres juntas y también tengo pensando invitar a Alberto a una cena por agradecimiento por todo lo que hizo anoche por nosotros, aunque eso no le quita que tengo que reclamarle porque me estaba siguiendo, porque el hecho de que nos vayamos a casar no le da derecho de vigilarme y mucho menos seguirme, eso solo hace que no lo soporte más.—Señorita Monserrat su padre solicita verla. —Giró mi cabeza al sentir la presencia de mi Nana.—Si, dile que ya en un momento estoy ahí. —Termino de arreglar mi maquillaje y salgo de mi habitación, solo espero que mi padre no desee verme por lo sucedido anoche con Mónica y Carlos, porque si es así, no sé en qué forma ayudar a Carlos, porque a Mó
MonserratLlegó a la oficina y como era de esperarse tengo una montaña de trabajo, bueno pero en verdad me gusta estar aquí en medio de tanto trabajo es lo que más me apasiona así que manos a la obra, lo primero que hago es llamar a mi secretaria para que reserve una cena para dos en uno de los mejores restaurante de la zona pues espero que Alberto acepte mi invitación a cenar aunque por otro lado ruego que diga que no, aunque conociéndolo como lo conozco va decir que sí.—Buenos días señorita Monserrat —dice Martha entrando a la oficina con su Tablet en sus manos, le hago señas para que tome asiento mientras yo organizo la fila de documentos que tengo que firmar.—Señorita Monserrat está mañana llegó ese ramo de flores y al lado tres una tarjeta —dice señalando un enorme ramo de rosas blancas la verdad cuando ingresé no me fijé del hermoso ramo que hay en la mesa del centro que hay en mi oficina, así que me levanto algo entusiasmada pues nadie nunca nadie me había enviado flores creo
AlbertoMe hubiera gustado grabar la cara de Monserrat cuando le dije que la recogía a las ocho de la noche, creo que rodó los ojos más de diez veces pero lo que más me gustó fue que no le di tiempo de arrepentirse, pero bueno ahora no sé hacia donde ir ya que tuve que salirme de la oficina para no darle tiempo a Monserrat de arrepentirse será mejor ir por un café mientras ella se va a su oficina, camino por los pasillos hasta que veo a mi futuro suegro quien al verme deja salir una sonrisa de hipocresía ja no supiera yo que todo esto lo hace solo por el cochino dinero“ pero se va llevar una gran sorpresita".—Señor Navas que gusto verlo —digo caminando hacia él para después darle mi mano y saludarlo.—Mi querido yerno, que bien que te veo, tenemos algo muy importante que hablar y se que con el debo hablar es contigo ya que mi hija es una necia y no quiere que hable de nada —dice.Así que haciendo y le hago señas para que vayamos a su oficina, meto mis manos en mis bolsillos y caminó
Monserrat¿Qué pasa señor Cáceres? aún no me responde, ¿está usted huyendo de mí o son impresiones mías? —Introduce las manos en los bolsillos y me mira fijamente—Yo, para nada, pero se puede saber porque me busca con tanta insistencia, ¿Acaso extrañas tanto verme que me busca desesperadamente —dice caminando hacia mi.—Pero qué egocéntrico es no se crea el centro del universo, si lo busco es por otra cosa. —Saca las manos de sus bolsillos y se cruza de brazo mientras yo pienso en cómo decirle todo, pues está tarde después de que se fue de su oficina estuve buscándolo por todos lados, pero él además de astuto es muy escurridizo ya que cuando lo vi cerca de su oficina salió con rumbo hacia el elevador, y eso hizo que mi rabia aumentará ya que no entiendo porque huye de mí, pues un ogro no soy “o si".—Y qué es eso tan importante que tienes que decirme que no pudiste esperar hasta la noche, estoy convencido que es solo una excusa tuya para venir a mis brazos y decirme que me amas y qu
MonserratDespués de una tarde llena de trabajo por fin termine, bueno al menos que una parte del trabajo ya que tuve dos juntas que afortunadamente no estuvo el pesado de Alberto Cáceres, no se que diablos se le pudo presentar lo cierto es que no estuvo en ninguna de las dos juntas, cierro mi laptop y me echo hacia atrás en verdad me duele todo el cuello mataría en estos momentos por un masaje donde pueda relajarme y quitarme todo este estrés.—¡Señorita Monserrat!, ¿Necesita algo más o ya me puedo retirar? —dice Martha entrando a mi oficina, la miró y alzó una ceja pues ya debería haberse marchado hace una hora.—¿Y tú qué haces aquí a esta hora, debiste haberte marchado hace rato? —digo, pues lo menos que quiero es que me digan que explotó a mis trabajadores.—Señorita yo pensé que me necesitaba y por eso no me fui. —dice, moviendo sus manos de lado a lado.—Bueno entonces ya no te necesito y vete a descansar, y mañana ingresa una hora más tarde para que repongas la hora que estuvi
MonserratGiro al sentir que ponen un abrigo sobre mis hombros y para mí sorpresa es Alberto quien todavía no entiendo porque no me deja en paz, por más que me haga la misma pregunta una y mil veces.—¿A dónde crees que vas y sin mi? —dice, susurrando a mi oído, provocándome un escalofrío recorrer todo mi cuerpo.—Pues voy a mi casa ya me aburre estar en un lugar que para nada me siento a gusto —respondo al ver que el auto que había llamado acaba de llegar, así que retiro el abrigo de Alberto y se lo entregó.—Gracias, pero no debió molestarse —digo, abriendo la puerta del taxi.—¿A dónde vas Monserrat?. —Me detengo de inmediato al sentir que Alberto sujeta mi brazo impidiendo que suba al taxi.—Señor arranque que la señorita no va tomar el servicio, mire cóbrese por el servicio —dice el muy prepotente, cerrando la puerta del taxi.—¿Quién te crees, Alberto Cáceres? para crecer que me maneja a su antojo —digo algo indignada, pues nunca me ha gustado que nadie me controle la vida, y el