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Capítulo 1.

La puerta se abre y a través de ella aparece aquel hombre digno de mi admiración, mi modelo a seguir, el hombre al cual le debo todo lo que soy.

— Coronel — dice Gabriel, luego de cerrar la puerta de mi oficina y saludarme.

— Tome asiento para que esté más cómodo — le ofrecí señalando el sillón frente a mi escritorio, mientras me sentaba — ¿Cuál era el asunto importante que tenía que hablar conmigo?

Me tomó la palabra y se sentó frente a mi — Me gustaría pedirte un favor muy personal, eres el único al que le pediría esto, ya que solo confío en ti.

Sus palabras hicieron eco en mi mente, escuchar aquello hizo que algo dentro de mi temblara, Gabriel había sido como un padre para mi desde aquel día en que me salvó, ese día que me atormenta cada noche apareciendo en mis pesadillas.

— Sabes que cuentas conmigo para lo que sea — respondí dándole una media sonrisa.

— Tengo una hija — suelta sin más.

— ¿Una hija? — repetí sin poder creerlo.

— Así es — continuó de manera tranquila — tengo una hija de la cual ahora, solo tú estás enterado.

Me incliné hacia atrás en el sillón con el entrecejo fruncido.

— ¿Te enredaste con una mujer del ejercito? — inquirí.

— No, hace cierto tiempo tuve una amante, la cual terminó embarazada — explicó — tuvo una niña, a la que no reconocí por obvias razones, además de que era una hija fuera de mi matrimonio lo mejor era mantenerla oculta, pues ya sabes que tengo muchos enemigos, solo mira lo que ocurrió con mi esposa.

Los recuerdos de la esposa de Gabriel en la morgue me aturdieron, así que carraspeé y miré a otro lado para dejar de pensar en aquello.

— Entiendo, pero ¿Por qué me hablas de ella ahora? — pregunté interesado.

— A pesar de no haberle dado mi apellido, es mi hija, y aunque nunca compartí con ella, siempre me ocupé de que ni a ella ni a su madre le faltase nada — se recuesta en el respaldo del sillón — pero ahora su madre ha muerto, debido a una enfermedad terminal. Ella aún es menor de edad, le faltan algunos meses para cumplir la mayoría, yo no la puedo tener conmigo, es demasiado arriesgado, hay personas que sospechan de su existencia, si llegan a dar con ella lo más probable es que la usen en mi contra, por eso necesito que te hagas cargo de ella.

No pude evitar poner cara de confusión ante lo que estaba escuchando.

— ¿Yo? ¿Quieres que sea niñera? — pregunté estupefacto.

— No lo tomes de esa manera, solo necesito que la tengas cerca — intentó tranquilizarme — ya me estoy poniendo viejo, sé que no podré protegerla, en cambio tú sí.

— No sé si sea buena idea, ya ves que los adolescentes son muy problemáticos — pasé la mano por mi cabeza — y la paciencia no es una de mis virtudes como bien sabes.

Asintió — lo sé, pero también sé que puedo contar contigo cuando te necesito y esta es la ocasión.

Y tiene razón, no soy de esos que dan la espalda cuando los necesitan, así que, aunque ser niñero no estaba en mis planes, imagino que tampoco sería tan difícil, tomando en cuenta que es casi adulta.

— Vendrá mañana a realizar las pruebas pertinentes, tiene que ingresar al ejército si o si, es la única manera de que esté cerca de ti — dijo.

— Está bien, solo espero que comprendas que no tolero la rebeldía y que cualquier desobediencia, falta de respeto o acto irresponsable al igual que todos será disciplinada, no pienso darle privilegios — aclaré.

— Sabía que podía contar contigo — dijo sonriendo — ya me ocupé de todo lo de su proceso de admisión. Se llama Sofía.

Luego de hablar con Gabriel lo acompañé hasta al helicóptero en el que saldría de la base militar y allí nos despedimos, me contó que viajaría a Inglaterra junto con el presidente, lo que me hacía alegrarme por él, hacía poco tiempo fue nombrado secretario de defensa estadounidense, un lugar más que merecido indudablemente.

Al caer la noche y llegar la hora de dormir me pongo el pijama del ejército, el cual está basado en un pantalón de algodón gris y una franela blanca, me acuesto y apago las luces para luego cerrar los ojos.

Luego de cierto tiempo sin poder dormir suspiro y enciendo la luz nuevamente. Sintiéndome totalmente agobiado me levanto y tomo agua de la pequeña nevera que hay en mi habitación.

De un momento a otro un nombre me llega a la cabeza; “Sofía”

¿Cómo sería aquella chica?

Siendo hija de Gabriel seguro es un prodigio, lo más probable es que sea la mejor del grupo.

Dejé el vaso con agua sobre la mesita de noche y me reproché mentalmente el estar perdiendo el tiempo pensando estupideces en vez de dormir, así que volví a la cama y en poco tiempo la oscuridad se hacía presente.

Me encuentro escondido en el armario, puedo mirar a través de una pequeña brecha, pero todo es muy confuso, los gritos y ruidos de disparos me hacen sentir asustado y aturdido.

Escucho pasos acercarse y contengo la respiración.

Vienen por mí, ya vienen…

Abro los ojos exaltado y miro la hora.

4:00 a.m.

Me levanto de la cama y voy a las duchas donde me doy un baño de agua fría por algunos minutos, tomo mi uniforme militar y solo me coloco la parte de abajo y una franela gris para ir a calentar antes de que los aspirantes a soldados aparecieran.

Tomo una botella de agua y empiezo a correr alrededor de la base militar, mientras mentalizo todo lo que haré este día. Luego de dos vueltas me detengo en el campo de entrenamiento y realizo una serie de pechadas y abdominales, hasta que faltan diez minutos para las cinco de la mañana. Entonces tomo mi camisa y me la pongo.

El primero en hacer presencia es el teniente Smith, a quien le había asignado la tarea evaluar a los aspirantes.

— Coronel — dice en voz alta, se detiene frente a mi y me hace el saludo.

— Teniente — digo y correspondo al saludo — le dije que se encargara de la evaluación, pero hubo un cambio de planes, yo personalmente me encargaré de esto. Lo necesito en la frontera, tenemos una situación la cual necesita atención de manera inmediata, tiene disponible un pelotón.

— Si coronel — respondió de inmediato.

— Es todo — hizo el saludo militar y luego se fue a cumplir mi orden.

Veo como se cruza con los aspirantes a soldado mientras se marcha, miro la hora en mi reloj y veo que solo faltan minutos para las cinco de la madrugada, la hora exacta en que inicia el entrenamiento.

Camino frente a la fila con las manos a mis espaldas, satisfecho con la puntualidad de los aspirantes, claro que, sin demostrarlo, pues lo mejor es mostrarse con un carácter firme y estricto, para influir respeto.

Mientras camino observo disimuladamente los nombres en cada placa, y a pesar de llegar hasta el ultimo aspirante ninguno tiene el nombre de Sofía. Fruncí mi entrecejo sutilmente al no encontrar a la chica, pero no podía demostrar interés, pues empezarían a sospechar que tengo algo que ver con ella.

— Firmes — dije y todos obedecieron al instante — este día inicia la sección de prueba para los aspirantes a soldados. Deben tener en claro que no todos lograrán ingresar al ejército, eso es seguro, solo los que logren resistir y entregar buenos resultados al final de la sección podrán ingresar al ejército. Para esto más que fuerza física se necesita fuerza de voluntad, no sirve de nada ser el más fuerte cuando te rindes ante la primera dificultad — todos y cada uno de los presentes se mantenían firmes y en silencio prestando atención a mis palabras — un oficial de la fuerza militar debe ser fuerte, valiente, inteligente, capaz, ingenioso y sobre todo disciplinado…

— Perdón — escuché una voz femenina hablar acompañada de un trote torpe — lamento la tardanza, no había uniformes de mi talla y…

Dejó de hablar cuando me giré para observar a la insolente que había cometido tal falta de respeto hacia mi autoridad. Al quedar frente a la pequeña pelirroja tuve que bajar la mirada para poder ver su rostro debido a su pequeña estatura.

Mis ojos se encontraron con una mirada tan azul como aquel cielo despejado en un día donde el sol brilla con intensidad, aquellos ojos no ocultaban ningún tipo de sentimiento; es como si fuera un libro abierto a quien quisiera leerlo.

Bajo mi mirada hasta el lado derecho en su pecho donde se encontraba la placa con su nombre y no logro evitar tensarme por completos es…

Sofía.

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