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El vestido perdido

Capítulo 1

Evanna

¿Dónde demonios deje mi vestido?

Esto era precisamente lo que me hacía falta en este momento, perder el puto vestido. Ya estaba llegando tarde a la estúpida velada a la que nunca quise ir, para ver por primera vez al hombre que no tenía interés en conocer, pero aquí me encontraba yo, recorriendo mi armario con solo unas bragas en busca de mi súper elegante vestido de princesa.

La princesa en bragas, era como una especie de cuento de hadas, pero no el que le contarías a un niño.

Suspiré, mientras fruncía el ceño ante el completo desorden de mi armario, si bien puedo darme el gustico de tener un armario gigantesco, no puedo negar que momentos como este me hacen querer ser una persona normal con un simple armario que es fácil de ordenar. Pasándome las manos por el cabello rubio y un poco despeinado, me giro para verme a mí misma en el gran espejo de techo a piso.

Me doy cuenta que el tiempo no está a mi favor para realizar un gran peinado como los que mi madre ama. No es como si le diera importancia a eso, amo mi cabello como es. Pero de algo si estoy segura, que mi madre armara un lio, esta estúpida cena es muy importante para ella.

Mala suerte para mí que esta cena sea nada más y nada menos para presentarme a mí futuro marido.

Y no es que este sea mi primer intento de compromiso. No, nada de eso. Este es el quinto.

Mi madre había elegido cuatro de los príncipes más codiciados. Estuve en las respectivas cenas, conociéndolos e intentando borrar de mi mente todos los comentarios amarillistas que se decían de ellos. Pensé por un momento que serían solo calumnias, intente abrirme a la idea de eso, pero en el momento que mantuve una conversación a solas con ellos, me di cuenta que no eran personas con las que elegiría compartir cualquier tipo de cercanía. Tenían reputaciones horribles, eran presumidos, espeluznantes, arrogantes, mujeriegos y, básicamente, todos los otros peores rasgos de un príncipe que puedas imaginar. No me case con ninguno de ellos, porque siempre aparecía un mejor postor y mi madre aceptaba esa mejor oferta.

Si, una subasta, eso es.

Esta noche voy a conocer al gran magnate que sin dudas debe ser algo así como el más rico de toda Europa y al que mi madre apodo, nuestro billete de lotería.

Bienvenidos a mi vida. Diecinueve años, rodeada de reinos y corrupción, en la cola para heredar un reino que estaba en la quiebra gracias a mi madre y que ni siquiera quería, siendo vendida para pagar dichas deudas, pero aquí estaba, dispuesta a conocer a un hombre que pago una fortuna para casarse conmigo.

Siglo XXI y una m****a, el lado oscuro de las familias reales es este, matrimonios arreglados.

Quizás, en un universo alterno, donde mi padre aun estuviera vivo, yo estaría estudiando y él se encargaría de todas las labores de rey hasta que ya no tuviera fuerzas, para continuar y me tocará a mí regresar a casa a encargarme de todo. Sería distinto, porque me habría enamorado por mí misma, habría vivido. Pero, esta es la realidad. Cuando mi padre murió, las minas de oro estaban al tope, lo que sacábamos de ahí en un año nos daba para vivir diez. Los tres primeros años de la muerte de mi padre, fueron prósperos, hasta que mi madre empezó a buscarse hombres y derrochar el dinero en ellos.

No la culpo, quizás se sentía sola. Pero, ¿Por qué no buscarse alguien de su edad? ¿Alguien que en lugar de arruinarla la ayudara a salir adelante? Si, ella no pensó con la cabeza, en su lugar dejo que su coño viejo y arrugado hablara por ella.

Pero entonces, no todo estaba perdido para ella. Aun le quedaba una carta.

Era mi hora de ser usada.

Era fácil, una joven preparándose para una vida de realeza, de pura sangre noble, y no olvidemos lo más importante para mi madre: que nunca había salido con alguien. Pongámoslo sin rodeos: mi madre no solo estaba casándome con un hombre rico para equilibrar sus cuentas corrientes fallidas, ella estaba vendiendo mi virginidad para hacerlo, y eso lo había puesto en letras grandes en el contrato.

Los príncipes anteriores habían resultado asquerosos con el tema de mi virginidad. ¿Este nuevo chico? 

¡Ugh!

Tengo el presentimiento de que será peor. Lo más seguro es lo rico que debe ser, pero solo podía imaginar que era un viejo loco lujurioso.

Zeke Starlit.

Lo peor es que ni siquiera era un duque o tenía alguna descendencia real. Era asquerosamente rico, sí, pero no un príncipe, ni un rey, ni nada de eso. Quiero decir, no es como si me importara quien sí y quien no tiene sangre azul y toda esa m****a. El problema está en que si es un príncipe mimado, sabré que tipo de persona es y a lo que atenerme según los chismes en las redes, pero a él no lo encontré ni en Tinder. Solo sabía de su lucrativo negocio en Estados Unidos en una refinería de petróleo, y según mi madre, estaba mudándose de nuevo a Inglaterra con intenciones de crear una compañía de vinos.

Después de divagar en mi mente y poner mi armario patas para arriba entré en mi habitación, frunciendo aún más el ceño al notar la usencia de mi vestido.

Tira de mis sabanas, almohadas y casi volteo el colchón intentando encontrar el estúpido vestido. Sin suerte.

Me jodí toda mi vida intentando ser decente, no estar en boca de todos, guardarme y ser una buena chica, para encontrar al amor de mi vida y darle todo. Pero heme aquí, buscando un vestido que ni siquiera me gusta para ir a cenar con el misterioso viejo pervertido Zeke. Lindo, ¿no?

Grite obscenidades mientras pateaba todo en mi camino, esquivando sillas y mesas, cuando una idea llego a mí como un relámpago.

Un momento.

Cuando la perra seca de la modista había estado criticando mi estilo, nos encontrábamos en la habitación de lectura, que casualmente quedaba frente a mi cuarto. Tenía medio castillo para mi sola, la mayor parte del día, esta parte del castillo estaba sola, así que sin siquiera tomar una bata, salí de mi cuarto, pensando en lo tarde que era.

—Espero que este viejo Zeke, valore mis esfuerzos —Murmure mientras me acercaba a la puerta del salón de lectura.

Una mirada de ojos lechosos y una sonrisa sin dientes llego a mi mente, el nombre de Zeke Starlit bailaba sobre su calva. Las náuseas no tardaron en llegar, así que me detuve a mitad del salón, respiré, pero un mareo me golpeo en la cabeza, me tambalee y sentí como mis piernas fallaban.

Iba a caer.

Estaba lista para el golpe, cuando unas manos frías rodearon mi cintura.

Grité inmediatamente cuando mi rostro se fijó en la persona que me sostenía, mi cuerpo cayó entre el suyo y mis manos se aferraron al pecho duro y musculoso. Brazos fuertes y poderosos me envolvieron, evitando que me cayera y acercándome a él.

Grité de nuevo.

¡Wow!

Creo que en realidad si me caí, me golpee la cabeza y ahora estoy muerta. Pienso en esto, mientras un auténtico ángel caído me sostiene entre sus brazos. El traje negro combinaba a la perfección con sus atrapantes ojos grises. Me sentía tan pequeña en su abrazo.

Esos intensos ojos grises quemaron en mis azules, y cuando esa mandíbula cincelada y poderosa se convirtió en una sonrisa leve, me volví loca.

¡Reyes de las bragas mojadas, que chico más caliente!

Un ángel caído está sosteniendo mi cuerpo básicamente desnudo contra el suyo.

¡Mierda! Sentí como, mi cuerpo se calentaba y hacía contraste con sus manos frías. Esto no es un sueño.

Con otro grito, más fuerte que el anterior, me aparté de él, me cubrí con las dos manos, pasé corriendo junto a él, y agarre mí vestido. Jadeé, mientras desesperadamente envolvía mi cuerpo en la tela del vestido. El corazón se me aceleró y mi aliento se atascó en mi garganta cuando lo vi entre los estantes de libros.

¡Mierda, m****a, m****a!

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