7Morelli sonrió orgulloso, aludiendo que el primer beso de la monja ahora le pertenecía a él.—¡Animal! ¡Monstruo! ¡Eres… ¡Christopher venía de camino cuando los guardias del italiano arrastraban fuera de la mansión a la monja. Ambos se cruzaron miradas, pero este sujeto solo decidió ignorar los gritos de la religiosa.—¿Qué le hiciste ahora a esa muchacha?—¿Me crees capaz de hacerle algo?Respondió con sarcasmo.El pelinegro se aflojó su corbata.—Ya nos deshicimos de los cadáveres… Damiano, ¿Te puedo hacer una pregunta?Su jefe le hizo una seña con la mano para que la hiciera.—¿Qué pretendes con esa muchacha?—¿Con Jane?—Con ella, Damiano, tú no eres así…—Quiero m
8Encaró el italiano, pasando por encima del cuerpo sin vida de Mercedes; la castaña no aguantó más, y corrió hacia el mafioso para golpearlo con fuerza.—¡No tenías que hacerlo! ¡No tenías que hacerlo! ¡Te odio! ¡Te odio!Damiano la tomó de las manos, para besarla con rudeza, Jane se sacudía fuertemente, buscando la manera de huir de él.—Te dije que te haría pagar si no hacías lo que te pedía… Fue tu culpa, señorita Blackstone…—¡Hijo de perra!—¡Oh! —gritó emocionado el pelinegro, —¡Mi Jane dijo una grosería!—Te odio…—Lo sé, y eso me gusta, ¿Sabes? Pero, tenemos un problema…El corazón de la hermana dio un salto.—¿Qué problema?<
9—¿Qué? Yo no quise… Yo… —Sus mejillas ardieron casi de inmediato, —Yo no quise… No quise… —Su mentón tembló al no saber que responder.—¿Sabes que es un fetiche, hermana Blackstone? —susurró despacio, caminando lentamente hacia el encuentro con la religiosa, Jane bajó la mirada, sus dientes apretaron delicadamente su labio inferior, buscando la manera de salir de este lío.—La madre superiora nos instruyó en lo necesario para no ser presa fácil del diablo…El mafioso no pudo evitar burlarse de su respuesta.—¿El diablo vendrá a decirte sus fetiches? ¿O cómo?Ella se sintió como una verdadera estúpida.—Sor Teresa nos estaba protegiendo de hombres como tú…—¿Cómo yo? —Su mano rozó la mejilla caliente de la chica ante él, —cuéntame más, estoy curioso por saber como son los hombres como yo…La religiosa metió sus manos entre la distancia del italiano y ella, buscando la forma de escapar de él. —¡Son una completa basura! —las risas empezaron a llenar la habitación, Morelli se burló de l
10—¿Y ahora?Preguntó, al terminar de acatar su orden.—Humedece tus manos así… —La monja elevó las cejas cuando el dedo índice del italiano penetró su boca, Damiano inhaló profundo al estrellarse contra las mejillas internas de la religiosa. Sus muslos internos se apretaron al tratar de controlar sus más bajos instintos. —Escupe aquí… —farfulló, poniendo su mano derecha ante ella. —Hazlo…Jane asintió dejando caer su saliva sobre Damiano.—Ahora saca mi polla…—¿Yo?—¡Hazlo! —Demandó con tanta autoridad que la chiquilla no tuvo más remedio que realizar su petición.Temblorosa metió sus manos dentro del bóxer, y con dificultad liberó su dura polla.—No apartes la mirada…
11Los ojos del mejor hombre del señor Morelli se hallaban bien abiertos, detallando cada centímetro de la luminosa piel, tersa y suave de aquella monja que se encontraba casi temblando en el suelo. La joven sentía vergüenza, nunca antes había mostrado de esta forma su desnudez, ni siquiera ella misma era capaz de verse medio desnuda frente al espejo, pero ahora dos sensuales hombres se la comían con la mirada.—Yo… Yo… Yo no… —Fue lo único que pudo decir el italiano antes de retirar su mirada, podía sentir los ojos penetrantes de su jefe sobre su espalda, él lo conocía más que nadie. —Lamento mucho la interrupción… —Chris observó a Jane por encima de su hombro derecho, quedando anonadado por su belleza. La chiquilla trataba de cubrirse.—¿Qué mierda haces aquí? —fue lo que dijo el
12—¡Eres un animal!Gritó, mordiendo su labio inferior.—¿Quieres saber cómo se comporta los animales? —Silencio—, ¡Te voy a enseñar cómo se comportan realmente los animales como yo!La espalda de la religiosa golpeó bruscamente el espaldar del asiento de cuero, una vez la enorme mano del mafioso recorrió sus piernas desnudas. La bata interior que cubría su desnudez, fue reemplazada por las caricias sin ningún tipo de vergüenza que aquel hombre ejercía sobre ella.—¿Qué cree que está haciendo, señor Morelli?—¿No lo ves? —Las rodillas de la monja se distorsionaron al sentir como los dedos del pelinegro trataban de llegar mas allá de lo permitido. —Abre las piernas, Jane… Por tu bien, hazlo…Una sensación de hormigueo cubrió su pecho, sus pestañas se apretaron casi de inmediato al recibir la lleva del dedo índice del italiano sobre su ropa interior. Damiano sonrió complacido, amaba verla arrinconada como el pequeño ratón que ella era, adoraba lograr que sus mejillas se volvieran tan r
13—¿Lo viste?Preguntó, Damiano.Jane se bajó el hábito con cuidado para cubrir sus piernas.—¿Qué cosa?—De verdad soy un animal…Las pestañas de la religiosa se sacudieron violentamente al comprender lo que realmente había sucedido. Su pureza abandonó su cuerpo desde hacía mucho tiempo, y esto le molestaba; sus manos se cruzaron a la altura de su pecho, sus ojos se cerraron quizás tratando de conectar con su creador, y de este modo pedirle misericordia, una misericordia que por supuesto jamás llegaría.—Te odio…Susurró Jane dirigiendo su mirada hacia el mafioso, Damiano estaba tan concentrado recordando todo lo que le había hecho a la monja, que realmente no prestó mucha atención a las hirientes palabras de la mujer a un costado de él.—Cuando lleguemos, quiero que te comportes…—¿Qué me comporte?La castaña se acomodó el velo de su cabeza.—No quiero que mires a ninguno de los idiotas que se van a reunir conmigo…—¿Crees que tengo esa intención?—No lo decía por ti…El ceño de la
14Jane se sentía realmente confundida, su pecho subía, y bajaba por la opresión del momento, ni siquiera tenía claro que debía responder, mientras que el mafioso la observaba como esos leones que deseaban devorar de un solo bocado su presa. La monja dio un paso firme hacia adelante, sus manos estaban sudando demasiado, pero comprendía que debía ser precisa con sus palabras, si seguía permitiendo que Damiano hiciera con ella lo que quisiera, las cosas podrían terminar mal. Realmente muy mal.—Puedo volver al convento desde aquí… —Respondió, ante la propuesta del italiano en dormir juntos esta noche, desde un principio comprendía que estar en este lugar era una completa equivocación.—¿Cómo piensas volver?Indagó él con un tono de voz burlón.—¡Caminado! ¿No me ves?La mujer respiró profundamente, ahora dirigiendo sus pasos lejos del criminal; sus piernas dolían demasiado, sin embargo, la sola idea de estar a solas de nuevo con él le ponían la piel de gallina. Blackstone observó con de