Era una noche de sábado. Una pareja iba en su auto de regreso a casa. Ella lo molestaba porque estaba muy serio tras una pelea con sus hermanos. Le picaba las mejillas y se burlaba de su ceño fruncido.
El hombre iba concentrado en el camino a pesar de que su novia lo distraía, la escuchaba jactarse de su buen humor mientras que él andaba todo enfurruñado. Aún así la amaba y se preocupaba por su bienestar, cosa que significaba que él continuara pendiente a la carretera. Así que tomó su mano para detenerla, por un segundo la miró y ese segundo resultó bastante costoso.
Un camión se apareció de la nada, por el lado izquierdo del vehículo y los embistió, haciendo que el auto rodara por toda la intersección y se estrellara contra un poste de luz.
Se escucharon gritos de horror, quejidos de dolor y luego un silencio sepulcral.
Personas comenzaron a acercarse al lugar de los hechos, las sirenas de las ambulancias se escuchaban a lo lejos. Dos personas yacían inconscientes dentro de un auto volcado. El olor a sangre mezclado con combustible era nauseabundo y la imagen para los espectadores era devastadora.
Cuando los peritos llegaron a la escena se encontraron con muerte, caos y devastación. Un auto destruido, un camión salido del camino y transeúntes heridos por los efectos del choque.
Se acercaron a la pareja, los socorrieron, pero no había nada más qué hacer.
—Hora de fallecimiento: once cuarenta y cinco de la noche.
MadelaineObservo a mi madre en su cama. Descansa luego de una agotadora sesión de quimioterapia. Su piel está demacrada, pálida, tan transparente que casi puedo ver sus venas. Siento que la estoy perdiendo, que cada día que pasa está más cerca de la muerte. El cáncer la está consumiendo poco a poco, absorbe cada resquicio de su vida, destruye su belleza.Ya no recuerdo por cuenta propia como era su rostro antes de esto. Tengo que recurrir a fotografías para revivir la imagen en mi memoria. Cómo justo ahora, veo en mi teléfono su piel ligeramente bronceada, sus ojos color avellana vivaces y su pelo marrón brillante, ese que hoy en día ya no existe.Un nudo se forma en mi garganta y una lágrima escapa de mi ojo derecho. M
NathanEra de noche, estaba oscuro y el olor a gasolina y sangre era nauseabundo. No sentía el cuerpo, era como si flotara. Estaba de cabeza y no podía abrir bien los ojos, los sentía pesados y el mareo era incesante. Miré a mi alrededor, había humo, luces, sombras de personas. Las voces amortiguadas, trataba de aferrarme a ese sonido, pero entonces la vi. Mi querida Eleanor, golpeada, inconsciente, llena de sangre. Muerta.Intenté llorarla, pero solo sentía como la oscuridad me arrastraba poco a poco, hasta que no sentí nada.Me despierto sobresaltado. Cada puta noche tengo el mismo sueño. Es un castigo por sobrevivir, no tengo dudas, debí morir en ese accidente junto con Eleanor.No hab&ia
MadelaineLa alarma suena a las seis de la mañana como cada día. Me cuesta levantarme de la cama, solo deseo, por una vez, quedarme acostada toda la mañana. Pedir pizza y beber soda hasta reventar, llamar a Giselle y ver juntas alguna serie. Quiero, desesperadamente, volver a ser una chica normal. Sin embargo eso no se puede ahora, así que me levanto a empezar un nuevo y largo día. Me cuesta despertar a Noah como siempre, y llevarlo a duchar, pero cuando lo tengo listo le doy un desayuno rápido y un rato más tarde estamos saliendo de la casa.Hoy a diferencia de los demás días, tengo que ir al restaurante antes que al hospital, pues toca hacer inventario y aunque el padre de mi amiga, el señor Coleman, es el encargado, debo estar presente en representación de mi madre.
MadelaineSalgo del restaurante con dolor de cabeza. Tengo una carga insoportable sobre los hombros que necesito delegar, lamentablemente no tengo a nadie más para hacerlo. Estoy sola y son demasiadas cosas que arreglar y pensar. Durante los últimos años he tenido que ajustarme a un ritmo de vida demasiado cambiante, con cada año de Noah he tenido que moldearme a sus necesidades sin descuidar a mamá. En resultado, me he olvidado de mí misma. Fiestas, universidad, parejas, amigos. Todo. No me arrepiento, pero a veces lo añoro.Ahora un problema más se suma a los que ya están presentes. El lugar que ha estado sosteniéndonos, se está derrumbando y debo hacer algo al respecto. Fue una larga mañana, con cuentas y números, para sólo llegar a fin de mes apenas. Ante todo esto he
MadelaineSin dejar de observarme, Gisselle busca la página web en mi computador. Teclea y clickea con tanta seguridad que aterra. ¿Cuántas veces ha hecho esto? Porque sabe por dónde ir y qué hacer exactamente.Me tenso cuando el inicio del sitio aparece en mi pantalla. No puedo procesar el hecho de que voy a vender mi cuerpo. ¿Y si el hombre que me toca es un maníaco? O peor, un asesino o secuestrador. ¡Si tiene una enfermedad venérea!—Gisse —me quejo abrazándome a mí misma, si tarda más me voy a arrepentir. O tal vez ya lo hice. —No qu
ChandlerMe subo al ascensor luego de salir de un tedioso día en mi clínica. Los senos son preciosos, tenerlos en las manos es un auténtico placer y ni hablar de probarlos en tus labios. Pero hacerlos… ahí está el problema. Operé a dos mujeres, que pasaron de ser copa A a una sensual copa D y el proceso fue largo debido a que ambas, casualmente amigas, tenían desajustes en su récord pues habían falsificado información. Como que eran menores de edad por ejemplo.Por suerte para mí, sus padres firmaron el poder para no perder tiempo ni dinero. Eso no quita lo cansada que se me hizo la jornada.Cuando entro al departamento lo primero que encuentro es a mi hermano, en mi sofá, bebiéndose mi cava importada de quinientos eur
MadelaineCamino de un lado a otro detrás de Gisselle y de vez en cuando observo la pantalla de su computador. La subasta sigue en aumento y mi estómago está sufriendo los estragos de mis nervios.No pude ir al hospital, tuve que desviarme a la casa de mi amiga para poder controlar la ansiedad que me había inundado. Estaba a nada de pertenecerle por una noche a un hombre y moría de miedo.—Abrirás un hoyo en el piso, Elle —me dice ella con aburrimiento en su voz, pero no puedo parar de moverme—.—
Madelaine— ¿Te he dejado muda, Elle?Jeremy Pierce suena juvenil y burlón para mi sorpresa, y la verdad es que sí me ha dejado sin palabras, pues no estaba preparada para un contacto tan pronto. Tengo miedo de lo que me pueda decir o pedir mi comprador, mi estómago protesta por la tensión a la que le he sometido las últimas horas, y tiemblo de solo imaginar todas las cochinadas que querrá hacerme.—Perdona —murmuro tímidamente—. Me ha sorprendido tu llamada.Último capítulo