Madelaine
Sin dejar de observarme, Gisselle busca la página web en mi computador. Teclea y clickea con tanta seguridad que aterra. ¿Cuántas veces ha hecho esto? Porque sabe por dónde ir y qué hacer exactamente.
Me tenso cuando el inicio del sitio aparece en mi pantalla. No puedo procesar el hecho de que voy a vender mi cuerpo. ¿Y si el hombre que me toca es un maníaco? O peor, un asesino o secuestrador. ¡Si tiene una enfermedad venérea!
—Gisse —me quejo abrazándome a mí misma, si tarda más me voy a arrepentir. O tal vez ya lo hice. —No quiero —Ella levanta una ceja inquisitiva y me encojo en mí misma—. Es una locura. No puedo hacerlo.
—Necesitas el dinero, linda. Piensa en Erin y Noah —muerdo mi labio inferior con fuerza. Ella coloca su mano en la mía—. No puede ser tan malo.
—Oh, sí puede.
Trago saliva mientras contemplo los llamativos colores en mi pantalla. Juego con mi cabello en señal de nerviosismo y comienzo a sacudir mi pierna violentamente. Si lo hago muchas cosas se pueden resolver, sino pues tendré que buscar otra solución, aunque menos inmediata.
¿Por qué no puedo ser más arriesgada? Así como Gisselle. Ella pudo y no le fue tan mal, tal vez a mí podría irme mejor y lo haría por una buena causa. No impulsada por un tonto capricho como lo es un auto nuevo. No. Por mi sacrificio mi madre podría recibir su tratamiento y se quedaría junto a nosotros.
— ¿Qué dices? —Cuestiona con voz suave mi amiga y asiento—.
—Bien.
Aprendí hace unos años atrás que por aquellos a quienes amamos debemos hacer grandes sacrificios. Y yo por mi madre vendería mi alma al diablo, caminaría sobre braza caliente y mataría. Lo mismo por Noah. Siempre hemos sido nosotros tres, una pequeña familia unida, que se ama con locura. Así que si salgo mal parada de esto, puedo convencerme de que fue un riesgo por un bien mayor.
Debo darle a mi hermano la oportunidad de crecer junto a mamá, yo lo hice y fue perfecto, quiero lo mismo para él, deseo que conozca a la grandiosa mujer que es Erin Lawrence.
—Bueno. Lo primero es registrarte en la plataforma —explica mi amiga ingresando al link de registro— Debes crearte un usuario, de esa forma te conocerá el cliente, sin embargo para la empresa debes proporcionar todos tus datos personales.
Y así da inicio mi locura más extrema.
En la sección de registro, Gisselle crea un usuario para mí: @ElleLaw. Crea una contraseña e ingresa mi correo electrónico. Lo siguiente es lo más complicado, facilitar toda mi información personal. Dirección, número de teléfono e identificación. Cuenta de banco, edad, nombre y todo lo que un delincuente necesitaría para hacerse conmigo.
En la parte contigua a esta, es el momento de cargar mis imágenes. Cinco fotografías, donde me vea lo más llamativa y sexy posible, cito tal cual aparece en la página.
Ya creado el perfil, me pide seleccionar la subasta en la que quiero participar y el monto de la oferta inicial. Y es justo con esto último que frenamos en seco. ¿Cuánto vale mi cuerpo?
—No tengo idea —murmuro mordiéndome las uñas—.
—Eres hermosa, Elle. Si yo fuera hombre pagara lo que sea por tenerte, más si eres virgen —alzo las cejas—. No sé si sentirme halagada u ofendida. Mi amiga ladea la cabeza y finge pensar concentradamente —He visto ofertas de hasta cien mil euros, podemos arriesgarnos y ofertar doscientos.
—Es mucho dinero, Gisse —rasco mi cabeza—. No creo valer tanto.
— ¡Eleva esa autoestima, amiga! —Me golpea en el muslo y me río—. Doscientos mil serán y si a ellos no les parece el precio cuando te evalúen, pues lo bajamos.
Me encojo de hombros y dejo que mi loca y morena amiga ponga la excesiva cantidad de dinero que le plazca. Envía la solicitud y aparece una barra que dice en espera de revisión.
— ¿Y ahora qué? —Pregunto y ella tuerce los labios—.
—Es hora de leer hasta las letras pequeñas. ¿Tienes impresora?
Señalo hacia la oficina de mamá y ambas nos dirigimos a encender la máquina y conectarla con mi portátil a través de la red de wifi. El contrato es lo último que debo suministrar, pero primero debo leerlo detenidamente. Imprimo dos copias para que Gisselle me ayude con cualquier cosa que se me escape y con dos copas a rebosar de vino, nos sentamos a leer.
El documento cuenta con seis páginas llenas de términos y condiciones para ambas partes. Entre ellas el setenta y cinco por ciento que me corresponde sin cargos adicionales. Al firmar confirmo mi virginidad, de no ser así, podría ser demandada por información falsa. El convenio me protege de estafas y daños a mi salud e integridad física. Si contraigo una enfermedad o soy violentada por mi comprador y tengo pruebas, ellos se hacen responsables de mi defensa. También protege la identidad de ambos miembros, si divulgo información de mi comprador, responderé ante una demanda, y viceversa.
Hay muchos más detalles que son más básicos y cuando estoy segura que lo he leído todo y no he pasado nada por alto, firmo cada hoja y escribo mis iniciales, como lo indica la plataforma.
— ¿Y ahora cómo enviamos esto?
—Debemos escanearla y crear un solo archivo que cargaremos en la sección de contrato firmado.
Asiento y cuando está todo bien escaneado, guardo en un sobre el documento. Es mi seguro, con esto podré actuar si todo sale mal, pues está ya firmado y sellado por los directivos de Inocencia Subastada.
Cargamos el archivo y lo enviamos. Oficialmente estoy inscrita en un prostíbulo disfrazado en línea. Según Gisselle, en unas horas deben responderme y el peso de lo que he hecho aumenta en mis hombros.
—Solo espero que no sea tan malo —susurro antes de darle un largo trago a mi vino—. Creo que ya estoy ebria, pues no estoy entrando en pánico.
La morena ríe y niega con la cabeza.
—Todo irá bien, Madelaine. Ya lo verás. En menos de una semana tendrás el dinero que necesitas y podrás pagar todo lo que debes.
—No me refiero al dinero. Hablo del cliente —ruedo los ojos. Ahora mismo me preocupa más que sea un viejo asqueroso de las películas de mafiosos.
—En el peor de los casos te toca mi abuelo.
— ¡Iugh! —Ambas reímos—.
El abuelo de Gisselle es todo lo cochino que puede ser un hombre de ochenta años. Pervertido, hediondo y de mal carácter. De solo pensarlo me dan escalofríos.
—No pido un Mathew McConaughey, pero tal vez un príncipe Harry.
Volvemos a reír. Es nuestra pequeña escala de aceptación física, no está bien, pero es nuestra. Además la creamos a los trece, cuando solo nos interesaba lo atractivo en una persona. Mathew es el punto guapo, el príncipe es el normal y William Dafoe es el punto feo.
—Pues a mí me tocó un príncipe casi Dafoe —se encogió de hombros—. Iremos a cenar, tomaremos algo y el resto será historia.
— ¿Ya te comunicaste con él? —La miro sorprendida pues no me lo había dicho—.
—Me escribió de inmediato. Es decir, pagó treinta mil, amiga. Me sorprende que no me haya exigido verme el mismo día.
Me quedo pensando en mi futuro cliente. ¿Me querrá ver de inmediato? ¿Será brusco o tendrá compasión? ¿Será casado, soltero o divorciado? Hay millones de personas en el mundo, qué me garantiza que me tocará alguien decente o al menos amable. Son tantas las distintas posibilidades que de repente me entran náuseas.
—Es tarde ya, iré a acostarme —murmuro levantándome de la silla. Al final no organicé nada—. Te puedes quedar si quieres. Has bebido.
Mi amiga asiente con la cabeza y se acaba su vino antes de ponerse de pie.
—Me quedaré, pero necesito que mañana me lleves al restaurante. Es que me he venido en un taxi, mi padre me confiscó las llaves del auto cuando le dije que lo vendería para comprar otro.
Niego con la cabeza algo divertida. Gisselle es buena persona, pero comete tantas locuras que hay que tenerle miedo. Sus padres lo saben. Lo que ha hecho, lo confirma. Y como siempre, yo la sigo en sus inacertadas decisiones.
—Dormiré con Noah en la habitación de mamá, tú toma la mía.
—Gracias, bebé —besa mi mejilla y sonrío—. No puedo evitar quererla, es especial.
Nos encaminamos hasta las habitaciones, yo tomo en brazos a mi hermano y lo llevo a la cama de muestra madre, donde se acomoda y sigue durmiendo. Le doy ropa cómoda a Gisselle y tras una despedida, entro al baño a darme una ducha reflexiva.
Lo haré, no tendré dudas, conseguiré el dinero y no veré al tipo nunca más. Ese es el plan. Es solo un día, podré soportarlo.
…
Al día siguiente llegamos al restaurante, aprovecho para comprarle a Noah algo para desayunar, pues solo le serví cereales en la mañana. Lo dejo sentado en una de las mesas y voy directamente a la cocina.
Allí me encuentro a la señora Coleman y a Wil, además de los cocineros de turno. Los saludo a todos y me acerco a la amiga de mi madre.
— ¿Puedes empacar unas tostadas para Noah?
—Por supuesto, linda. ¿Algo para ti?
—Con un bagel y un café estará bien —le sonrío mientras me pongo a un lado para dejarla trabajar—.
No me gusta pedir favores, por lo general cuando vengo hago las cosas por mí misma, pero justo ahora me duele un poco la cabeza gracias al vino de anoche. Así que me aprovecho de mi posición de jefa para dar algunas órdenes, como que el café está recién hecho, por ejemplo.
Mientras espero, Wilson se acerca a mí, miro a otro lado ya que su mirada logra escandalizarme un poco. Es un chico muy guapo, pero no tendrá oportunidad conmigo, aunque me guste. Tengo muchas cosas por las preocuparme como para agregar un novio a la ecuación.
—Hola, jefa —sonríe de lado y le doy una mirada de desaprobación—.
—No te voy a decir nada solo porque no me siento muy bien —él ríe y es una sonrisa muy linda—.
Nerviosa llevo mi mano a mi pelo y escondo un mechón tras mi oreja.
—Noche larga, ¿eh? —Me guiña un ojo y me sonrojo. Tranquila, Madelaine, no hay manera de que él sepa lo que hiciste—. Te vi llegar con Gisselle, eso es un problema seguro —susurra y es mi oportunidad de reír.
—Tal vez.
Nos quedamos en silencio unos segundos. Juego con mis dedos, mientras evito mirarlo.
—Madelaine —me llama a la vez que toma mi mano— Sabes que me gustas…
—No —lo interrumpo rápidamente—. No continúes, porque te rechazaré como las últimas veces.
Él aprieta los labios y la decepción brilla en su mirada. No quiero arrastrar a nadie conmigo a esta vida tan complicada. Lo mejor sería dejarlo en una linda amistad.
—Aquí tienes —Debby rompe la tensión y me entrega mi pedido. Nos mira simultáneamente y entiende lo que sucede. —Será mejor que vayas al comedor, Wil —él asiente y sin mirarme sale de la cocina. Me siento mal, pero es mi decisión. —Deberías darte una oportunidad, Elle. Tú madre lo querría.
—No hables de ella como si hubiera muerto, y no. Es mejor así. Gracias por el desayuno —ella sonríe y me marcho de allí—. Encuentro a Wilson saludando a mi hermano con la misma efusividad de siempre y eso no provoca más que hacerme sentir peor. Espero que se vaya para acercarme a mi hermano —Vamos, Noah.
— ¿Le pusieron miel a mis tostadas? —Pregunta a la vez que me da la mano y sonrío—.
—Por supuesto. Y las salchichas la picaron en rodajas como te gusta —mi hermano celebra alegre. Me encanta que sea feliz con tan poca cosa, al menos uno de los dos lo es.
Llegamos al estacionamiento y lo subo a su silla. Ajusto la pequeña mesa para que coma y cuando está listo, me voy a mi lugar tras el volante.
Mi teléfono suena anunciando la llegada de un nuevo mail y lo reviso antes de irme al hospital. El corazón se me acelera al ver que el remitente es Inocencia Subastada.
Su solicitud ha sido aprobada exitosamente y su virginidad ya está siendo subastada. Puede dar seguimiento a la subasta accediendo a su cuenta o al link más abajo.
¡Dios, Dios, Dios!
No puede ser. Estoy sudando a mares.
Con dedos temblorosos entro a mi perfil y encuentro de inmediato la subasta. Tiene diez pujas y se están sumando más hombres. ¡En solo horas!
Cierro rápidamente la ventana y apago mi teléfono antes de pegarlo a mi pecho. Esto de verdad está sucediendo. Dentro de muy poco estaré siendo adjudicada a un desconocido a quien tendré que entregarle mi virtud.
¿Qué has hecho, Madelaine?
ChandlerMe subo al ascensor luego de salir de un tedioso día en mi clínica. Los senos son preciosos, tenerlos en las manos es un auténtico placer y ni hablar de probarlos en tus labios. Pero hacerlos… ahí está el problema. Operé a dos mujeres, que pasaron de ser copa A a una sensual copa D y el proceso fue largo debido a que ambas, casualmente amigas, tenían desajustes en su récord pues habían falsificado información. Como que eran menores de edad por ejemplo.Por suerte para mí, sus padres firmaron el poder para no perder tiempo ni dinero. Eso no quita lo cansada que se me hizo la jornada.Cuando entro al departamento lo primero que encuentro es a mi hermano, en mi sofá, bebiéndose mi cava importada de quinientos eur
MadelaineCamino de un lado a otro detrás de Gisselle y de vez en cuando observo la pantalla de su computador. La subasta sigue en aumento y mi estómago está sufriendo los estragos de mis nervios.No pude ir al hospital, tuve que desviarme a la casa de mi amiga para poder controlar la ansiedad que me había inundado. Estaba a nada de pertenecerle por una noche a un hombre y moría de miedo.—Abrirás un hoyo en el piso, Elle —me dice ella con aburrimiento en su voz, pero no puedo parar de moverme—.—
Madelaine— ¿Te he dejado muda, Elle?Jeremy Pierce suena juvenil y burlón para mi sorpresa, y la verdad es que sí me ha dejado sin palabras, pues no estaba preparada para un contacto tan pronto. Tengo miedo de lo que me pueda decir o pedir mi comprador, mi estómago protesta por la tensión a la que le he sometido las últimas horas, y tiemblo de solo imaginar todas las cochinadas que querrá hacerme.—Perdona —murmuro tímidamente—. Me ha sorprendido tu llamada. JeremyMi teléfono vibra sobre mi escritorio anunciando la entrada de una nueva llamada. No estoy acostumbrado a responder números sin identificar, pero este en particular que brilla incesantemente en la pantalla me hace sonreír pues reconozco el código numérico de la gatita.Theressa ha salido con ella hace unas horas a realizar la tarea que le di dos días atrás y que apenas hoy ha llevado a cabo. Y no la culpo, la mujer es una máquina de trabajo y yo no tengo compasión con ella. Es entretenido verla bufar disgustada pero incapaz de negarse a mis órdenes. En fin, está con ella o eso creo, no veo la necesidad de llamarme directamente.Casi sin ganas de hablar con el obsequio de cumpleaños de mi hermano, deslizo el dedo en la pCapítulo 9
MadelaineEn mi vida me he topado con muchas personas de diferentes personalidades. Amables, divertidas, locas, y luego están los cretinos. Muchos de estos últimos he conocido, pero Jeremy Pierce se ha llevado el primer puesto. Entiendo que dude de mí, yo también lo haría en su lugar, pero espiarme, ordenarme cosas como si fuera su esclava y para colmo obligarme a ir con un doctor que no es el mío, es demasiado.Con cada minuto que pasa, me arrepiento de que sea mi comprador. Tal vez los otros eran menos complicados y exigentes que este. Desde el día uno solo he recibido órdenes y más órdenes de Pierce, ya estoy harta y el fin de semana aún no pasa.Espero impaciente a que el dichoso y absurdamente costoso doctor tenga
NathanObservo el sol brillante desde el balcón de mi habitación, abajo en la calle la gente disfruta del cálido día que hace y las risas de los niños es molesta y satisfactoria a la vez. Es tan raro ver cómo el mundo continúa su curso mientras tú te ahogas como si fuera el final de tus días. Supongo que cada quien vive su vida de forma diferente.Degusto en mi paladar el fuerte y amaderado sabor del whiskey escocés que Chandler me regaló mi cumpleaños pasado, hace hoy exactamente un año. Otro año más donde me encerraré en casa y no veré la luz, porque ¿de qué vale cumplir años cuando no tienes razón de vida? Sería hipócrita de mi parte celebrarlo, pero mi familia no comprende eso. Cada añ
MadelaineEl día ha llegado y los nervios que siento no me dejan ni respirar. Me voy a volver loca de continuar así, quiero correr, escapar. Todo el peso de la realidad me ha golpeado fuerte y sin compasión. Son apenas las ocho de la mañana, el día apenas comienza y ya estoy muriendo por la ansiedad.Son muchas las cosas que pasarán esta noche: pagaré una enorme deuda, conoceré a mi comprador y perderé mi virginidad, esa que he guardado, celosamente, por años. No puedo creer que sucederá y más de esta forma. Me tiembla todo el cuerpo de solo pensarlo, no sé cómo comportarme, tengo mucho miedo.Gisselle me ha dado algunos tips para que pueda pasarla más o menos bien cuando suceda. Me ha enseñad
MadelaineSoy arrastrada, prácticamente, por Jeremy entre las personas. El lugar está abarrotado y todos lucen bien adinerados. Al fondo veo la mesa de comida, Alfred cumplió el reto e hizo lo mejor que pudo con el equipo de la cocina, entregando a las seis de la tarde, diez bocadillos distintos de cien unidades cada uno. Es el mejor de todos y sé que han quedado deliciosos, no tengo la menor duda.Dejo de ver hacia la mesa, pues una presencia me incomoda. Una mirada me quema y miro alrededor para intentar encontrarla, la sensación es molesta y extraña, como si me vigilaran. Observo arriba y me quedo paralizada, aunque no literalmente. Oculto entre la oscuridad y asomado por el balcón del segundo piso, un hombre me ve, sus ojos relucen ante las luces de colores y parecen estar solo fijos en m