Cinco minutos después de haber enviado la respuesta aceptando el reto de ShadowMask, sonó la notificación de nuevo correo electrónico en la bandeja de entrada de la cuenta de EmiCrusher. Al mismo tiempo, entró un mensaje al I*******m de la gamer.
“Ya he enviado los detalles y garantías de la apuesta, a tu correo electrónico”.
Emily y Marge se sentaron frente a la pantalla de la computadora. Marge manipulaba el mouse. Abrió el mensaje.
ShadowMask reveló no solo su nombre, sino todos sus datos de contacto, profesión, cargo en la compañía y otros detalles relevantes para lo que estaban por concertar.
—Javier Cifuentes, CEO de la multinacional Viperom. —Leyó, en voz alta, Marge que, hasta ese momento, destapó su soda de naranja—. ¿Será en serio? Es el joven multimillonario de las criptomonedas.
—No creo que un estafador se haga pasar por alguien tan famoso —dijo Emily—. Baja, ¿qué más dice?
—A ver. Están sus teléfonos de contacto, dice que son privados y directos, confía en que no vas a compartirlos y que anexa… ¡Wow!
—¿Qué?
—Un fideicomiso de garantía de la apuesta por cinco millones de dólares, que está a tu nombre y que garantiza que, si llegaras a ganar, podrías consignarlo en tu cuenta bancaria de inmediato. Mira, tiene el enlace.
—Espera, ¿no será un virus?
Las chicas se miraron.
—Lo puedo abrir usando este programa, que primero te verifica la autenticidad del vínculo —dijo Marge—. Con todas las ofertas que llegan a diario, es indispensable.
—Por eso te amo y te necesito tanto —dijo Emily—. Dale.
Marge pasó el verificador.
—¡Es auténtico! —casi gritó al leer el resultado.
—Entonces miremos.
Abrieron el enlace y, en efecto, las llevó a una certificado, emitido por un banco suizo, en el que estaban las condiciones generales del fideicomiso por cinco millones de dólares, pagaderos a la beneficiaria luego de comprobarse que hubiera derrotado al otorgador del documento.
—Es increíble. Cinco millones de dólares si lo derrotas —dijo Marge.
—Amiga, te doy la mitad —dijo Emily— ¡Seremos ricas!
Gritaron y se tomaron de las manos, entusiasmadas.
—Pero espera, aún hay más —dijo Marge al comprobar que la barra izquierda de la pantalla le permitía bajar—. Son las condiciones de cumplimiento de tu promesa de matrimonio. ¡Tiene una cláusula penal por incumplimiento!
—¿Qué es eso? —preguntó Emily.
En sus años como manager de su amiga, Marge había tenido oportunidad de conocer varios términos legales.
—Es como una sanción que debes pagar en caso de que no cumplas con tu palabra, es decir, si desistes de casarte con él, si llegaras a perder la apuesta.
—¿Y cuál es la sanción?
—A ver —Mage siguió leyendo—. Aquí está. Dice que, si no cumples con tu parte del compromiso, en caso de ser derrotada, debes endosar todos los derechos de tu canal, tu nick y tu imagen, así como los derechos de explotación comercial a su empresa… mejor, dicho, serías como su empleada, de aquí en adelante.
Emily se llevó la mano a la quijada.
—¿Como entregarle el canal?
—Sí, además que tendrías que seguir haciendo los videos por un plazo no inferior a ¡CINCO AÑOS!
—¿Y si no lo hago?
—Te demandaría y podrías perder no solo el canal, sino quedar endeudada con él por… a ver, aquí dice ¡UN MILLÓN DE DÓLARES!
—Esto es serio —dijo Emily.
—Ay, Emi, ya me asusté. ¿Qué tal y pierdas?
Emily volvió a llevarse la mano al mentón.
—Es ShadowMask, ¿no? —dijo, como si pensara en voz alta—. Sabemos que es muy bueno, pero, sigue siendo un CEO, es decir, se supone que debe ser un hombre super ocupado y que tiene tiempo para estos juegos.
—¿Entonces cómo consiguió ser el número uno en el ranking mundial? —preguntó Marge.
—¿Y si alguien más juega por él?
Las dos chicas se quedaron pensando y propusieron varias alternativas, cada una más loca que la anterior.
—Mira, envió un mensaje —dijo Marge, interrumpiendo los argumentos de Emily según los cuales podía tratarse de un droide que jugaba por el multimillonario—. ¡Quiere que le respondamos en diez minutos!
Emily comenzó a morderse una uña.
—Amiga, vas a ganarle, ¿verdad? —preguntó Marge.
—Sí, sí, pero espera, ni siquiera sé qué aspecto tiene Javier Cifuentes.
—¿Ya estás pensando que vas a perder?
—No, pero, quiero saber… solo en caso de que pase lo que no va a pasar.
Googlearon al joven multimillonario de las criptomonedas.
—¡Es guapísimo! ¡Por qué no lo había visto antes! —dijo Emily.
—Porque nunca nos relacionamos con criptomonedas —sugirió Marge—. Al menos, si pierdes, tendrás a un esposo rico y apuesto. Ganas por donde sea.
Emily miró a su amiga como si estuviera por convertirla en una estatua con la mirada.
—Lo siento, lo siento, sé que sí vas a ganar y nos haremos ricas, pero, tienes que admitir que cualquier mujer se moriría por besar esos labios cubiertos por esa barbita morena a medio crecer, o despertarse al lado de ese cuerpo fuerte y musculoso que se le talla bajo la camisa, ¿o no?
—Puede ser, ¿pero qué tal que sea un maltratador, o sea un machista y me obligue, después de casados, a quedarme en casa, teniendo a veinte hijos?
—Yo de ese hombre me dejaría hacer todos los hijos que quisiera —dijo Marge.
—¡Qué asco, amiga! A ver si te escucha Marco diciendo eso.
Marge se rió.
—Él sabría que no hablo en serio.
—¡Pero para mí sí podría serlo!
—Bien, bien, lo siento, pero mira, ya está diciendo que tenemos que responderle.
Emily tomó aire, tragó saliva y suspiró. Miró la imagen de Javier Cifuentes. Era cierto, no estaba nada mal y por lo menos la mitad de las mujeres del mundo darían lo que fuera por casarse con un hombre así. E igual, no iba a perder.
—¡Dile que sí!
—Segura. Última palabra.
—Sí, sí. Respóndele rápido o me arrepiento.
Marge envió el mensaje afirmativo.
—Mira, ya respondió.
—¿Qué dice ahora? —quiso saber Emily.
—Que al final del correo electrónico está el enlace para hacer la firma digital de los dos documentos: del fideicomiso y de la promesa de matrimonio. Debes firmarlos para hacer válida la aceptación.
—Muy bien. ¿Dónde firmo?
Marge le mostró a su amiga el lugar en donde debía poner su firma. Era un sistema de firmas electrónicas con validez internacional.
—Vamos a ser ricas, ¿verdad? —preguntó Marge mientras Emily firmaba.
—Lo seremos, amiga. Sí. Y yo seguiré siendo soltera.
Cruzaron sus dedos al momento de verificar el envío de los documentos firmados. El sistema comprobó la recepción.
Javier Cifuentes envió un nuevo mensaje, esta vez, como un video en vivo.
—Hola, EmiCrusher —saludó. Parecía estar sobre la cubierta de un yate de lujo, bajo un sol fuerte que lo obligaba a llevar lentes oscuros. Estaba más guapo que en las imágenes de Google—. Este video se está transmitiendo, en vivo, a través de mi cuenta personal de I*******m, F******k y Twitter, además de una cadena televisiva de mi propiedad para anunciarle al mundo que acabas de concertar una apuesta conmigo, para mañana, a las 20 horas UTC, enfrentarnos en una partida del nuevo Candy Crush.
»Mi nickname en el juego es ShadowMaster y, de seguro, todos los fans de tu canal y del videojuego me reconocen como el mejor jugador del mundo, número uno en la clasificación mundial de Candy Crush, que estará enfrentando a la nueva segundo lugar, EmiCrusher, por la supremacía internacional, pero no solo eso, sino también, por la apuesta que hicimos y, conforme a la cual, si EmiCrusher me derrota, recibirá nada menos que la suma de cinco millones de dólares, que mi banco en Suiza tiene la orden de transferir, de inmediato, su cuenta bancaria en caso de que me derrote.
»Pero, en el caso en que sea yo quien la derrote a ella -y eso es lo que va a pasar- EmiCrusher deberá casarse conmigo y nuestra boda deberá celebrarse en un plazo no superior a diez días después de que la haya derrotado —lanzó un beso dirigido a la audiencia—. Y no te preocupes nena, que yo pago los gastos de la boda y la luna de miel. Saludos.
La transmisión terminó y todas las cuentas de las redes sociales de EmiCrusher estallaron en mensajes. No había forma humana de leerlos todos.
—¿Escuché mal o dijo que el reto es en el nuevo Candy Crush? —preguntó Emily.
—Eso dijo, sí. También lo oí —contestó Marge, con las manos en la boca.
—¡No puede ser! Pensé que era en el clásico. No había dicho nada de eso.
—Ya mismo le escribo, espera.
Marge pidió a Javier que confirmara lo que había dicho sobre el nuevo Candy Crush.
—Dice que está en el contrato, en el fideicomiso y en la promesa de matrimonio.
Angustiadas, repasaron los documentos.
—Sí, ahí está —señaló Marge—. Dice que la partida se llevará a cabo en la versión más reciente de Candy Crush, la cual se puede descargar… bueno, tiene todas las indicaciones técnicas.
—Ese no lo he jugado más que unas horas y tiene un montón de variantes y partidas nuevas, que pensaba apenas descubrir mañana, durante la transmisión.
—¿Qué hacemos? —preguntó Marge.
—Ya no puedo echarme para atrás —contestó Emily—. Solo me queda practicar, en lo que queda del día.
Emily no pudo dormir, pese a que sabía que necesitaba estar descansada. Cuando se levantó, tenía unas ojeras más grandes que sus ya de por sí enormes ojos. Se aterró al mirarse al espejo. Marge llegó dos segundos después, con cara de tampoco haber descansado muy bien. —¡Estoy terrible! —dijo cuando Marge entró al baño—. No puedo presentarme así hoy.Marge casi se fue para atrás cuando la vio. Le fue imposible simular que su amiga no se veía tan mal como creía. —La verdad, es que sí te ves fatal. Pareces del casting de Walking Dead.Aunque era cierto que estaba mal, Marge se pasó con su comparación y por poco recibe la pantufla que Emily le lanzó a la cabeza. —¡Lo siento, amiga, perdóname! —gritó, a cubierto tras la cama de Emily, que amenazaba con lanzar un frasco de crema humectante— Ya mismo te consigo una cita con Raquel. La promesa de Marge convenció a Emily de regresar el frasco de crema a su lugar. Raquel era la estilista encargada de arreglar a Emily cuando hacía Cosplay pa
Al conectarse y ver la cantidad de personas que estaban en la sala, Emily casi se desmaya. De no haber sido porque estaba en vivo, se habría ido a refugiar al baño para no salir nunca más. La voz le chilló cuando saludó a su audiencia.—¡Hola, candycrushers! Esto es… apabullante, no lo puedo creer, en serio, que estoy súper nerviosa de solo ver el número de personas que están conectadas. ¿Esto es en serio? ¿Estoy leyendo bien o se me olvidó leer los números por encima de cientos de miles? —Hizo una pausa para comprobar que no se equivocaba— Son, corríjanme si me equivoco… veinticuatro millones, ¿en serio? ¡Veinticuatro millones ochocientos noventa y cuatro mil setecientas quince personas! Se llevó las manos a la boca cuando comenzó a leer los mensajes de los fans que lo confirmaban. —No tenía ni idea de que una sala de stream aceptara a tantos participantes, en serio, lo más que había visto fue en el especial de los cinco años, cuando se conectaron veintitrés mil. Ahora son… ¡Mil ve
Comenzó la partida, a las 20,35 horas UTC.La pantalla que, en ese momento, observaban más de veintiséis millones de personas, mostró un arranque muy fuerte en favor de EmiCrusher, que, con un solo dulce bien posicionado, rompió más de quince cadenas consecutivas, consiguiendo una bonificación temprana que le permitió mantener la delantera durante los siguientes quince minutos, con una ventaja de más de cincuenta mil puntos sobre ShadowMask, que no lograba posicionar una buena racha y siempre se quedaba a una o dos líneas de conseguir una racha. —¡Te estás quedando por fuera, Shadow! —gritó, emocionada, Emily, que paseaba los ojos entre el marcador, los dulces que estaban por caer en los cuadros y el tiempo que le quedaba a la partida: poco menos de diez minutos. —No te corones, EmiMisty, que todavía no saco mis mejores jugadas —contestó Javier aunque, al revisar las estadísticas que tenía instaladas como un accesorio del juego, vio que, si no conseguía acercarse más a su rival en l
Cuando quedaba un segundo de la partida, cayó un dulce color violeta en la barra central del juego de ShadowMask que propició el estallido de varias líneas de manera simultánea. Varios cientos de explosiones sacudieron la pantalla, que se llenó de polvos de colores que emergían entre los gritos de sorpresa de los más de veintisiete millones de televidentes que veían cómo el puntaje final del retador ascendía hasta al canzar el de EmiCrusher y, aunque el tiempo de juego ya había concluído, los efectos del último dulce seguían restallando en los monitores.—¡No, no, no, no, no, no! —decía Emily mientras veía la variopinta de gamas cromáticas que sacudían la pantalla de su ordenador, aunque sus ojos estaban clavados en el puntaje y el maquillaje que la había transformado en Misty se desvanecía ante la palidez de su rostro. La sucesión de explosiones cesó y, todavía paralizada, EmiCrusher vio, junto con ShadowMask y los varios millones de televidentes que los observaban, cómo resplandecí
Esa noche solo Raquel pudo dormir. Marge y Emily se quedaron despiertas, revisando primero el contrato y cada uno de los parágrafos de letra pequeña, luego las modificaciones de la actualización y, hacia la madrugada, Javier Cifuentes se comunicó con ellas, primero a través de un mensaje privado por Instagram, luego con una videollamada. —Chicas, de verdad lo siento, si les soy honesto, yo no quería ganar —dijo Javier luego de saludarlas, de manera más bien formal.—¿Cómo? ¿Y me lo dices ahora? —replicó Emily, que ya se había desecho del cosplay de Misty, aunque no se había desmaquillado. Parecía una muñeca en pijama— Porque hiciste todo lo posible por ganar.Javier levantó los hombros.—No estarías esperando que solo me quedara de brazos cruzados, ¿o si? Tenía que ser un reto y, la verdad, no me puedes negar que fue muy divertido.—¡¿Te parece divertido estar comprometida en matrimonio con alguien que no conoces?!Marge intervino y tranquilizó a Emily, que estaba echando chispas por
El día siguiente no fue mejor que el anterior. Las redes sociales de EmiCrusher estaban colapsadas con mensajes en los que sus seguidores la felicitaban por la boda, alababan la manera en que había planeado anunciar su compromiso y le preguntaban cómo había hecho para que el sistema dejara ganar a ShadowMask en el último segundo, después de una partida de infarto.—¿Pero es que están locos? —preguntaba Emily luego de leer cada tanda de mensajes— ¿Por qué siguen creyendo que me quiero casar con Shadow? No me vieron llorar, no te vieron también llorar a tí. —Miró a Marge, que parecía igual de preocupada que ella— ¿Qué ocurre con esta gente?—Yo tampoco lo entiendo —dijo Marge—, pero recuerda que hast
Cuando consiguieron salir de su estupor por la mención de una invitación a un yate, en el Mar Mediterráneo, luego de que las llevara un helicóptero que pasaría a recogerlas, Marge se encargó de pasar, al celular de Javier, la ubicación por GPS. Unos minutos después las llamó el piloto de la aeronave, solicitándoles que se dirigieran a la dirección que estaba por enviarles a su celular, el punto más cercano a su ubicación actual en donde podría aterrizar el helicóptero.—Paso en veinte minutos, chicas. Confírmenme cuando estén listas —dijo el piloto.Sacaron del closet la primera maleta que encontraron y echaron -más que empacar- lo primero que encontraron de ropa de veraneo. Cuando el maletín casi no cerraba, lo
Luego de escuchar lo que Marge le propuso, Emily estuvo de acuerdo y no vio otra alternativa. Mientras contemplaban la ciudad costera, que se preparaba para el anochecer, las dos se adormecieron y solo despertaron cuando oyeron -y sintieron- que el helicóptero estaba por aterrizar.En el helipuerto las esperaba una camioneta del hotel en donde pasarían la noche. Estaba a menos de veinte minutos y, cuando se instalaron en la habitación que Javier ya había reservado para ellas, bajaron al restaurante a comer. Estaban muriéndose de hambre. Allí, un grupo de jóvenes, que parecían comer con sus padres, reconocieron a Emily y le pidieron una selfie.—¿Es en serio que te vas a casar? —preguntó una de las chicas del grupo.Emily no supo qu&eac