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¡La partida de CandyCrush!

Comenzó la partida, a las 20,35 horas UTC.

La pantalla que, en ese momento, observaban más de veintiséis millones de personas, mostró un arranque muy fuerte en favor de EmiCrusher, que, con un solo dulce bien posicionado, rompió más de quince cadenas consecutivas, consiguiendo una bonificación temprana que le permitió mantener la delantera durante los siguientes quince minutos, con una ventaja de más de cincuenta mil puntos sobre ShadowMask, que no lograba posicionar una buena racha y siempre se quedaba a una o dos líneas de conseguir una racha. 

—¡Te estás quedando por fuera, Shadow! —gritó, emocionada, Emily, que paseaba los ojos entre el marcador, los dulces que estaban por caer en los cuadros y el tiempo que le quedaba a la partida: poco menos de diez minutos. 

—No te corones, EmiMisty, que todavía no saco mis mejores jugadas —contestó Javier aunque, al revisar las estadísticas que tenía instaladas como un accesorio del juego, vio que, si no conseguía acercarse más a su rival en los próximo dos minutos, por la menos una diferencia que lo situara a no menos de treinta mil puntos, estaría acabado

Al parecer, vio Javier, Emily debía tener el mismo accesorio de juego, un programa que les permitía estimar, de acuerdo al rendimiento en la partida, las posibilidades porcentuales de obtener una victoria. Las de Emily estaban por encima del 84% y si, en los próximos dos minutos no bajaban, el juego sería suyo, con una posibilidad del 95%. 

—Te estoy pateando, Shadow. Me temo que te vas a quedar soltero por muchos años más, nene.

—Espera y verás, EmiMisty —dijo Javier— ¿Sabías que el ochenta y nueve por ciento de mis partidas ganadas las he empezado perdiendo?  

—Lo acabas de inventar para ponerme nerviosa —contestó Emily. 

—Es verdad, si quieres compruébalo, es más, te lo voy a mostrar enseguida.

Como Marge en el caso de Emily, Javier parecía tener también a alguien que le ayudaba como secretario de sus partidas y redes sociales, porque a una instrucción del multimillonario, apareció en pantalla el dato que corroboraba lo que acababa de decir. En el ochenta y nueve por ciento de sus partidas ganadas, ShadowMask empezaba perdiendo en los primeros cinco a seis minutos de juego. 

—¿Ves, nena? ¡Solo estoy calentando!

Marge hizo caras a Emily para que no se dejara afectar por lo que acababa de decirle su rival, pero la semilla de la duda ya estaba sembrada y en los siguientes segundos, el rendimiento de Emily, según el programa de estadísticas de juego, había bajado de manera considerable.

Dos minutos después, la diferencia entre ShadowMask y EmiCrusher era de solo treinta y tres mil puntos y, aunque la chica gamer seguía a la cabeza, Shadow la estaba alcanzando con gran velocidad.

«Vamos, vamos», se decía Emily, atenta a la pantalla de juego y al programa de estadísticas. «Solo un minuto más y si conservo la diferencia habré ganado». Pero faltando quince segundos para que el programa la diera por muy posible ganadora, Shadow consiguió bajar la diferencia a solo veintitrés mil puntos. La partida se estaba poniendo mucho más emocionante y podía ser para cualquiera de los dos. 

—¡Nooo! —dijo Emily cuando vio que Shadow estaba por alcanzarla. 

Estaba a solo un poco menos de dos mil puntos de diferencia y no conseguía más rachas de líneas consecutivas quebradas. El programa de porcentajes la ubicaba con una posibilidad de victoria del 53%.

«Al menos estoy por encima del cincuenta por ciento», pensó Emily. Si me mantengo así, por los próximos cinco minutos, el porcentaje se disparará al 70%  

En su experiencia de casi tres años dedicada a ese juego, Emily sabía que las estadísticas de rendimiento lo eran todo y que nunca se equivocaban. Lo supo una vez en que, pese a que pasó toda la partida por debajo de su rival, a una diferencia de solo mil y tantos puntos, el programa la daba como ganadora con un 65%. Faltando treinta segundos para el final de la partida, obtuvo una remontada que la dejó a más de tres mil puntos de diferencia de su rival. Desde entonces, sabía que el programa no se equivocaba, ni en la predicción de victorias ni de derrotas. 

Faltaban veinte segundos para que el programa de estadística diera como ganadora, con un 70% de posibilidades, a Emily, y poco más de tres minutos para el final de la partida cuando Shadow la alcanzó, o casi, a solo poco más de un centenar de puntos por debajo de ella. 

—¡Arrrrgggg! —gritó Emily al ver que el programa los igualaba a casi el 50%.

La partida estaba reñidísima. 

EmiCrusher tenía el 50,45% de posibilidades de ganar, frente a un muy cercano 49,55% de Shadow. Si el porcentaje se mantenía por los próximos dos minutos de juego, Emily aumentaría sus posibilidades al 75%, lo que, a efectos prácticos, significaba que era la ganadora.

—¡Vamos, vamos, vamos! —gritaba Emily, emocionada. 

Consiguió una nueva racha, que subió su porcentaje unos puntos, pero no los suficientes para echarse la victoria al bolsillo. Al verificar porqué no había subido tanto, pese a que consiguió una racha de más de veinte líneas, descubrió que Shadow también había conseguido una buena racha. No se lo podía creer. Seguía a la cabeza, pero solo por menos de quinientos puntos. 

Miró el reloj del juego y si, en los siguientes diez segundos Shadow no la superaba, ya sería la ganadora.

Nueve.

Ocho,

Siete.

Seis.

Cinco.

Cuatro. 

Tres.

Dos. Shadow estaba a cien puntos de igualarla.

Uno.

¡La igualó!

La igualó faltando un segundo para que el programa la diera como posible ganadora con un hermoso 75%. 

Estaban 50% - 50%, algo que ninguno de los dos, en la pantalla de sus programas de estadística, habían visto nunca. 

Los fans estaban emocionados y no dejaban de saturar la pantalla con comentarios, corazones y emoticones. 

50-50. Iba a ser un empate, aunque eso nunca pasaba en el juego. Siempre asignaba a un ganador, así fuera por un punto. 

Le quedaban diez segundos a la partida y el sistema oscilaba entre 50 y 50. La diferencia entre los dos era de solo 10 y 30 puntos, subía y bajaba a cada milésima de segundo. 

Terminó, terminó, terminó. La partida terminó y Emily estaba 30 puntos por encima de Shadow. 

¡Cinco millones de dólares!

Emily gritaba, emocionada. Marge estaba por lanzarse a abrazarla, cuando cayó, en medio de la pantalla de Shadow un dulce, un último dulce, en el último segundo. 

—¡AAAYYYY!

¡Gritaron casi veintisiete millones de personas al mismo tiempo!

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