Cuando quedaba un segundo de la partida, cayó un dulce color violeta en la barra central del juego de ShadowMask que propició el estallido de varias líneas de manera simultánea. Varios cientos de explosiones sacudieron la pantalla, que se llenó de polvos de colores que emergían entre los gritos de sorpresa de los más de veintisiete millones de televidentes que veían cómo el puntaje final del retador ascendía hasta al canzar el de EmiCrusher y, aunque el tiempo de juego ya había concluído, los efectos del último dulce seguían restallando en los monitores.
—¡No, no, no, no, no, no! —decía Emily mientras veía la variopinta de gamas cromáticas que sacudían la pantalla de su ordenador, aunque sus ojos estaban clavados en el puntaje y el maquillaje que la había transformado en Misty se desvanecía ante la palidez de su rostro.
La sucesión de explosiones cesó y, todavía paralizada, EmiCrusher vio, junto con ShadowMask y los varios millones de televidentes que los observaban, cómo resplandecía el nombre del retador entre platillos, fuegos artificiales y el título de letras brillantes
WINNER!
La puntuación final solo los separaba por veinte puntos y el programa estadístico había quedado suspendido en un 50,01% de probabilidades para ShadowMask y 49,99% para EmiCrusher.
—¡¿Pero qué ha sido eso?! —dijo Emily, gritándolo a la pantalla— Ustedes lo han visto y estoy segura de que, cuando se acabó el tiempo de juego, yo ya había ganado —protestó.
Marge ya estaba repasando el video, fijándose en los últimos tres segundos. Levantó el pulgar y compartió su pantalla con los todavía expectantes televidentes.
—Vean —dijo Emily, casi gritándolo—. Cuando el juego termina, en el segundo 00, mi puntaje está algo más de mil puntos por encima, ¿por qué el sistema dejó que la jugada continuara y le sumó esos últimos puntos a mi oponente? Eso nunca ocurre, ¿por qué ahora sí?
Emily no quería quedar como una mala perdedora, pero lo que alegaba lo habían visto los casi treinta millones de seguidores de la partida en vivo y, como había dicho, el juego nunca había sumado los puntajes obtenidos luego de terminado el tiempo de juego.
—Oye, EmiMisty, te juro que no he tenido nada que ver en esto —dijo Javier— si es preciso, yo mismo pagaré una auditoría o revisión de lo que ha pasado, incluso estoy dispuesto a que repitamos la partida, no hay lío.
Pese a las palabras del retador, los comentarios que empezaron a emerger en el espacio de sala de chat le daban la razón a Emily y hasta comenzó a hablarse de trampas, hackeos al juego o la intervención de la inmensa fortuna del multimillonario para conseguir que esos últimos puntos se le sumaran. Por primera vez, en esa noche, Emily vio que sus fans la apoyaban, molestos por lo que, sin dudas, había sido una victoria por fuera de las reglas tradicionales del juego…
hasta que…
Surgió, por entre los varios miles de comentarios que apoyaban el argumento de Emily, un comentario que hablaba del cambio de reglas en la última versión del juego, en la que acababan de jugar ShadowMask y EmiCrusher. El comentario pronto se comenzó a hacer eco y ganar seguidores.
Una de las últimas modificaciones al juego consistía en sumar el puntaje completo, obtenido en la última jugada, aunque el tiempo ya hubiera expirado. En la sala de chat comenzó a rotar el enlace a la página web de la desarrolladora y el artículo completo en donde se especificaban los cambios.
—Pero, esperen, entonces, es algo que ya estoy verificando…—dijo Emily, sorprendida por el descubrimiento de último minuto que la comprometía con Javier Cifuentes—. Marge está en eso chicos y chicas, apenas tenga confirmación, bueno, no sé, igual si el sistema dice que ya perdí…
No pudo continuar porque las lágrimas le empañaron la voz. En la pantalla de la trasmisión comenzaron a emerger emoticones tristes, de abrazos y consuelo, hasta que uno la felicitó por el excelente show que se habían montado, Shadow y Emi, para comprometerse.
Como sucedió con el comentario que aclaraba el cambio en las reglas, este último se empezó a replicar a gran velocidad y los fans no dejaban de enviar sus felicitaciones a EmiCrusher, pese a que la veían llorando en vivo, frente a casi treinta millones de personas.
—Emi, es cierto —dijo Marge, sentada al otro lado de la habitación, con los ojos hundidos en el monitor de su computadora—. La última versión tiene esa cambio en las reglas. El sistema suma el puntaje obtenido en la última jugada hecha en el tiempo de juego.
Luego de verificarlo, Emily no pudo soportarlo y, pese a estar en la transmisión en vivo con la mayor audiencia jamás obtenida en su vida, se levantó de la silla y dejó un enorme fondo vacío en la pantalla, en la que solo se enfocaba el espaldar de su silla gamer.
Marge se apresuró a ocupar el vacío dejado por Emily, mientras Raquel, todavía presente, recibió en sus brazos a la gamer.
—Hola, crushers, soy Marge, la amiga y asistente de EmiCrusher. Lamento esto porque quiero que sepan que no fue arreglado, que no se trató de ningún show o montaje y que, en efecto, nuestra amiga acaba de perder, lo que significa que sí, que tendrá que casarse con el señor… —Marge olvidó el nombre real del multimillonario—, bueno, con ShadowMask, a menos que él, dadas las circunstancias de que no se conocía esa regla del conteo final, esté dispuesto a cancelar su trato y perdonar a Emily. No sé, es lo que se me ocurre, porque, de verdad, ella ha quedado muy mal, no era algo que esperaba y, todos ustedes lo vieron, de haber jugado con la versión anterior ella sería ahora la ganadora, entonces, bueno, no sé, yo solo lo he propuesto porque ella es mi amiga y a mí también esto… —La voz de Marge comenzó a quebrarse, la lágrimas brillaron con la luz del aro de luz para celular y, sabiendo que no se podría contener, Marge despidió la transmisión—. Besos, besos, crushers y, por favor, apoyemos a nuestra amiga. ¡Bye!
Las dos chicas en la habitación estaban destrozadas y Raquel no sabía a cuál de las dos debía abrazar ahora.
Esa noche solo Raquel pudo dormir. Marge y Emily se quedaron despiertas, revisando primero el contrato y cada uno de los parágrafos de letra pequeña, luego las modificaciones de la actualización y, hacia la madrugada, Javier Cifuentes se comunicó con ellas, primero a través de un mensaje privado por Instagram, luego con una videollamada. —Chicas, de verdad lo siento, si les soy honesto, yo no quería ganar —dijo Javier luego de saludarlas, de manera más bien formal.—¿Cómo? ¿Y me lo dices ahora? —replicó Emily, que ya se había desecho del cosplay de Misty, aunque no se había desmaquillado. Parecía una muñeca en pijama— Porque hiciste todo lo posible por ganar.Javier levantó los hombros.—No estarías esperando que solo me quedara de brazos cruzados, ¿o si? Tenía que ser un reto y, la verdad, no me puedes negar que fue muy divertido.—¡¿Te parece divertido estar comprometida en matrimonio con alguien que no conoces?!Marge intervino y tranquilizó a Emily, que estaba echando chispas por
El día siguiente no fue mejor que el anterior. Las redes sociales de EmiCrusher estaban colapsadas con mensajes en los que sus seguidores la felicitaban por la boda, alababan la manera en que había planeado anunciar su compromiso y le preguntaban cómo había hecho para que el sistema dejara ganar a ShadowMask en el último segundo, después de una partida de infarto.—¿Pero es que están locos? —preguntaba Emily luego de leer cada tanda de mensajes— ¿Por qué siguen creyendo que me quiero casar con Shadow? No me vieron llorar, no te vieron también llorar a tí. —Miró a Marge, que parecía igual de preocupada que ella— ¿Qué ocurre con esta gente?—Yo tampoco lo entiendo —dijo Marge—, pero recuerda que hast
Cuando consiguieron salir de su estupor por la mención de una invitación a un yate, en el Mar Mediterráneo, luego de que las llevara un helicóptero que pasaría a recogerlas, Marge se encargó de pasar, al celular de Javier, la ubicación por GPS. Unos minutos después las llamó el piloto de la aeronave, solicitándoles que se dirigieran a la dirección que estaba por enviarles a su celular, el punto más cercano a su ubicación actual en donde podría aterrizar el helicóptero.—Paso en veinte minutos, chicas. Confírmenme cuando estén listas —dijo el piloto.Sacaron del closet la primera maleta que encontraron y echaron -más que empacar- lo primero que encontraron de ropa de veraneo. Cuando el maletín casi no cerraba, lo
Luego de escuchar lo que Marge le propuso, Emily estuvo de acuerdo y no vio otra alternativa. Mientras contemplaban la ciudad costera, que se preparaba para el anochecer, las dos se adormecieron y solo despertaron cuando oyeron -y sintieron- que el helicóptero estaba por aterrizar.En el helipuerto las esperaba una camioneta del hotel en donde pasarían la noche. Estaba a menos de veinte minutos y, cuando se instalaron en la habitación que Javier ya había reservado para ellas, bajaron al restaurante a comer. Estaban muriéndose de hambre. Allí, un grupo de jóvenes, que parecían comer con sus padres, reconocieron a Emily y le pidieron una selfie.—¿Es en serio que te vas a casar? —preguntó una de las chicas del grupo.Emily no supo qu&eac
Cuando Emily y Marge pasaron a la caja registradora de la exclusiva tienda de ropa del hotel, con unas pocas prendas debido a que con el precio de cada una hubieran podido pagar una computadora nueva, el gerente les indicó una cifra por la que la tarjeta de crédito de Emily quedaba comprometida por los siguientes treinta y seis meses.—Amiga, esto es demasiado, me duele tener que soltarla —dijo Emily cuando estaba por entregar el plástico, pero cuando fue a entregarlo, el gerente la miró como si ella estuviera por darle un pañal sucio.—Señoritas, los artículos que adquieran ya están pagados por el señor Javier. Solo los pasé por la caja para registrarlos.—¡¿Ah?!&
El yate tenía capacidad para alojar a treinta pasajeros y recibir hasta cien. En el momento en que Emily y Marge descendieron del helicóptero, el cupo límite estaba a tres personas de ser alcanzado.—Dios mío, Emily, estás bellísima —dijo Javier—. ¿Estás segura de que no quieres casarte conmigo? —preguntó, con una sonrisa que dejó ver sus dientes blancos perfectos y brillar sus ojos marrones—. Y tú también, Marge, estás preciosa, me encanta lo que llevas y, si esta chica no me acepta, qué me dices tú, ¿eh?Las dos amigas sonrieron y, sin que Javier lo viera, Marge golpeó con el codo a Emily.—¿Este es tu barco? —dijo Emily después d
La fiesta se estaba celebrando en dos ambientes: uno cubierto, al interior de un gran salón en donde el calor era insoportable y estaban aglutinadas, bailando, al menos sesenta personas. Fue el primer sitio a donde Marge y Emily se dirigieron, intentando evadirse de la mirada de Javier, que las siguió desde el momento en que salieron del camarote de reuniones. Allí, quienes la reconocían a Emily, que después de la presentación de Javier eran, a efectos prácticos, todos los presentes, la saludaban y se sacaban una selfie con ella.—Entonces, ¿tú vas a ser la siguiente esposa de Javier? —preguntó una mujer de unos cuarenta años, que se había presentado como diseñadora de modas.—Pues, eso, verás, lo estamos hablando… —contestaba E
Entraron al camarote de reuniones y se sentaron en las mismas sillas que antes habían ocupado. Javier apoyó sus brazos en la mesa, inclinado en dirección a Emily.—Hablé con mi abogado y el documento de renuncia al contrato anterior está listo. Solo está ultimando algunos detalles —dijo Javier—. Debe pasármelo en la próxima hora, lo imprimimos, lo firmamos y listo. Por eso quería que vinieras al barco.Emily asintió.—Está bien, lo lamento, me porté como una idiota, pero es que, comprende, esto no puede ser, no nos conocemos y, puede que creas que soy una cursi, pero creo en el amor romántico y quiero casarme con alguien a quien sí ame, ¿me entiendes?