Irene.Escuché el grito de Ada en su habitación cuando abrió el paquete que llegó del taller de Máximo: una caja rosada con el vestido, otra más pequeña con un teléfono de gama alta de una marca con la que colabora Máximo, un ramo de rosas y una nota.«Toma fotos, mucha fotos, no olvides mencionarnos, lucirás hermosa y sabemos que nos llenará de orgullo ver tus fotos con nuestras etiquetas, que te lluevan los me gusta y los éxitos. Máximo Rossi». Lo sabía porque me llegó lo mismo, dude si usar su vestido, después de nuestro encuentro no pude evitar pensar que era mi pago por el revolcón que nos dimos, recordaba sus palabras la última noche que estuve en su casa de la playa: «tú no tendrás que pagar nada», pero después de lo que pasó, sentía si había pagado, con sexo, con mi cuerpo, así me hizo sentir.Estaba confundida, yo quería aquello, lo deseaba, lo deseaba a él pero no sé qué me imaginaba yo que pasaría, quizá de forma inconsciente pensaba que me llevaría a cenar, me regalaría r
MáximoVeía a los empleados caminar de un lugar a otro desesperados dejando todo en orden, el jardín parecía que sería escenario de una boda y no de una petición de mano. Me senté a beber en una de las mesas frente al jardín, sabía que ese día vería a Irene, sería imposible que no fuera ese día, había evitado ir a la casa desde nuestro encuentro, pero Camilo no dejaría que se perdiera algo así.Mi estómago protestó cuando mi hermanito menor nos reunió a Mauricio y a mí para contarnos que se quería casar con Ada, no opiné mucho, su decisión me estaba haciendo familia de la que chica con la que follé, pero no era la primera vez, alguna prima de Delfina me follé y lo recordaba, rodé los ojos, aquellos fueron otros tiempos y estos son otros, y seguía repitiendo: Irene no es como ninguna de ellas.—Listo para contemplar como Camilo feliz se lanza al infierno —rio Mauricio sentándose junto a mí.—Sí, está enamorado.—Así nos casamos todos, pero este se pasó, yo me casé a los veintiséis, tu
Máximo Mientras la familia los rodeaba para felicitarlos, esperé mi turno para perseguir a Irene en el lugar, no podía darme el lujo de dejar las cosas así con ella, seríamos familia, de algún modo estaríamos emparentados, con nuestras familias unidas. No era una cualquiera, después de esa propuesta de Camilo, mucho menos.Su hermana no la soltaba, se abrazaba a ella sonriente, hasta que Delfina se la robo para revisar la joya, una que ella misma eligió. Irene se apartó y se sentó cerca en el jardín, me acerqué antes de que alguien la abordara.—Irene.Rodo los ojos.—Aquí no.—Es solo hablar, una charla normal.—No aquí por favor —insistió.Derrotado regresé con Mauricio y Eva, charlamos largo rato, bebí, comí, y evité a mi mujer. A Irene la vigilaba con disimulo. La veía beber, nunca antes la había visto beber, reía mucho con Hilda, mi madre y la suya. Ella también evitaba a mi mujer. Decidí escribirle un texto pidiéndole que nos viéramos más tarde para hablar. Aceptó.Dejé de bebe
IreneMe sentía mal porque parecía que le estaba complaciendo, él me quería hacer su amante y ahí estaba yo diciéndole que quería seguir viéndolo, eso solo me convertiría en su amante. «Solo sexo», era peligroso, porque él estaba claro con eso, yo en cambio, me sentía adicta a él, a su elegancia, belleza, personalidad encantadora, no era mío, pero podía fingir que sí, solo porque él me encontraba atractiva lo suficiente para estar conmigo.—Me gustas Irene, sé que no eres como las demás, lo sé porque de lo contrario me valdría una mierda como te sentiste después de nuestro encuentro, pero aquí estoy preocupado de no haberte hecho daño.—Tu siempre tan sincero —reí nerviosa. Mis labios temblaban.—Lo siento. ¡Conóceme mejor! así soy, el punto es que quiero seguir viéndote, pero solo si estas y estoy seguro de que puedes manejarlo. —No lo sé. No sé si pueda, tienes razón. —No puedes enamorarte de mí, soy un desgraciado ¿Cómo podrías? —rio, sonreí.—Te ves hermosa sonriendo.Negué.—Sí
Máximo.Dormía sobre la cama, la llevé a la habitación después de hacerlo con ella por largo rato en la sala sobre el sofá. Casi no podía estar fuera de ella, dejar de ver su expresión cuando alcanzaba el placer, acariciaba sus cabellos castaños mientras admiraba su rostro delicado y hermoso, dormía profundo, parecía un ángel, sonreía ante el recuerdo de verla agitase, gemir y gritar sobre mí, debajo de mí, en todas las posiciones. Parecía no saciarse, y yo quería complacerla.Dormí otro poco, pero me levanté a las cuatro de la mañana, ella seguía durmiendo boca abajo con su culo redondo y tentador de piel blanca y suave expuesto, salí de la habitación para evitar despertarla follándola que era lo que quería hacer, me gustaba mucho, su carita hermosa, su cuerpo suave y tentador. No acostumbraba a enredarme con la misma varias veces, eso se sentía diferente a un frio revolcón, pero yo escuchaba los quejidos de Irene, como su cuerpo buscaba estimularse con el mío, sus sacudidas, y quer
Irene.Sonreía como tonta echada en el sofá mirando los mensajes cochinos de Máximo, era muy atrevido, y divertido, de pronto era todo eso que imaginé, ya no me negaba lo que me gustaba estar con él, escribirle, saber de él.—¿Esas risas? ¿Doménico está caliente? —preguntó Ada.Negué poniéndome seria y bloqueando la pantalla del móvil. Ada recogía sus cosas para irse a casa de Camilo, no aguantaban más no estar viviendo juntos, pensé que mi mamá se espantaría, pero estaba decidiendo si hacer un vestidor o cuarto de entretenimiento con la habitación de Ada. A mí me atormentaba lo cercana que éramos y lo mucho que Ada me pedía estar con la familia de su novio.—¿Tienes que mudarte ya? Apenas se comprometieron hace una semana Ada.—Obvio sí. ¿No es Doménico? ¿Cuándo viene? Pronto será el cumpleaños de Máximo, te imaginarás que Delfina está preparando un súper evento, sería muy nice que tu prometido estuviera, seremos familia.Sonreí incomoda. —Aún le queda un mes, no estará para ese cum
Los auditores llegaron media hora antes, así que aproveché de no perder tiempo y reunirme con ellos, Saro se movió rápido detrás de mí apurando a Janina a llegar a la oficina. Delfina pudo ayudarme, pensé, pero no podía arriesgarme a tenerla allí mientras tenia a Irene esperándome en el estacionamiento dentro de mi auto. Suspire y abrí la puerta de la oficina con mi mejor sonrisa.—Bienvenidos —dije estrechando las manos de la socia. Una que pasó por mi cama en alguna oportunidad. Me miró con picardía, disimiló, el resto de su equipo se presentó y por media hora escuché los planes que tenían. Saro explicó con diligencia nuestra intención de cotizar de forma pública, y la necesidad de su intervención para lograrlo. Expliqué la parte más estratégica de nuestra visión, los planes de expansión, las próximas colecciones, las alianzas, los proyectos en las tiendas, quedamos de acuerdo hasta que por fin apareció Janina a las 8:30 am. Era mi momento.—Ya llegó la mujer de los números, pasa J
IreneLo más difícil fue la tensión que viví sabiendo que mi novio vendría y teniendo que fingir no saberlo, entendí entonces el comportamiento de Ada, me guiñaba el ojo y andaba como tonta haciendo comentarios infantiles de mi relación con Doménico. Ella se acomodó para salir y andaba misteriosa, odie a Máximo porque me escribía todas las etapas, sabía que Ada iría ya por él.Era el día del cumpleaños de Máximo, lo felicité y sin pudor le dije lo que quería hacerle como regalo para festejar su cumpleaños, no podía evitarlo ya había bajado al infierno con él, no dejábamos de escribirnos.Abría y cerraba la nevera a cada segundo. Mis manos temblaban. Debí tomarme un té y tratar de relajarme. Mi corazón estaba que se salía del pecho por la llegada de Doménico, pero por las razones incorrectas. Tenía esa sensación de ahogo justo cuando escuché la puerta.Ada entro sonriendo, le sonreí devuelta haciéndome la tonta, la que no sabía nada. Dio pasos de costado dejando la puerta abierta y lo