Danna era una joven que apenas comenzaba su segundo semestre en la universidad, vivía con sus padres, su hermana mayor llamada Brenda y su prima Flor.
Su madre, la señora Gloria, era una mujer dedicada a su familia. Su padre, el señor Oscar, solía ser un hombre trabajador que administraba un negocio familiar de electrodomésticos desde hace veinte años.
Su hermana mayor, Brenda, estaba en su último semestre de universidad y era una chica prodigio, mientras que su prima Flor estudiaba en el colegio y sólo le faltaba un año más para poder ingresar en la universidad.
Era una familia unida, salían a pasear los fines de semana y en los días cotidianos todos ponían su mayor esfuerzo para dar lo mejor. El señor Oscar había acostumbrado a su familia a la gran vida; vivían en un barrio de zona alta y siempre les dio todos los gustos que ellas querían, por lo que estaban muy agradecidas con él.
Pero el señor Oscar había cometido un error muy grave, y ahora tenía que contar la terrible noticia a toda su familia.
Danna acababa de llegar de la universidad y, en el camino se había encontrado con su prima.
—¿Qué haces a estas horas en la calle, niña? Papá te va a matar si no llegas a tiempo, sabes cómo se pone cuando no llegas a la hora que es —regañaba Danna.
—Tranquila Danna, avisé en la casa que llegaría un poco tarde —respondió la joven con una gran sonrisa mientras caminaban por el andén.
La noche era ruidosa por los carros, era la hora apresurada, todas las personas corrían por llegar a su casa a descansar después de un largo día.
Las hermosas jóvenes hablaban de lo afanoso que había sido el largo día y cuánto deseaban llegar a casa. Pero antes, pasaron por una tienda a comprar unos refrescos y golosinas que llevarían a su hogar.
—¿Sabes por qué el tío Oscar quiere hablar con todas?
—No tengo la más mínima idea, pero al parecer es algo importante —contestó Danna mientras llevaba las bolsas de la compra, estaban saliendo del supermercado.
Al llegar a casa, encontraron en la sala de estar a toda la familia con rostros tristes, tenían sus miradas perdidas en sus pensamientos. Lo único que se podía escuchar eran los sollozos de la señora Gloria que llevaba su mano derecha a su frente y después a su boca. El señor Oscar se encontraba a su lado, sentado en su sillón de cuero marrón con los codos recostados en sus rodillas y dejaba salir uno que otro suspiro melancólico.
Brenda estaba atónita, no decía nada, parecía que se encontraba en un trance y se abrazaba a sí misma mientras se dejaba hundir en medio de los cojines del mueble gris frente a sus padres.
—¿Qué sucede?, ¿mamá por qué estás llorando? — preguntó Danna.
—Flor, por favor, cierra la puerta —pidió el señor Oscar.
Flor obedeció a la orden y después se sentó al lado de su prima Brenda. Danna seguía de pie mientras trataba de analizar la situación.
—Yo había hecho un préstamo al banco, con ese dinero quería expandir el negocio para tener más ganancias, pero, cometí la equivocación de guardar la plata en la caja fuerte del negocio, ayer cuando llegué para abrirlo fui a revisar la caja fuerte y encontré que se habían llevado todo el dinero —explicó el señor Oscar sin dejar de mirar sus zapatos. Su voz se escuchaba trágica, y eso sólo hacía que la situación se volviera aún más incómoda.
—¡¿Qué?! —Danna estaba muy impresionada— ¡pero papá! ¡Ese era mucho dinero! —gritó dejando caer las bolsas que traía consigo, corrió a sentarse al lado de su padre— ¿cómo harás ahora?
—No tengo ni idea, las deudas me están matando; el negocio de electrodomésticos no me da lo suficiente para reunir todo el dinero necesario para pagar el banco, además, no sé quién pudo haber sido, ¿cómo supo la clave de la caja fuerte?
—¡Tiene que ser uno de tus empleados de más confianza! —afirmó con mucha seguridad Flor—. Tío, alguien que te conoce muy bien fue quien te robó.
—Lo siento, estoy en la quiebra total, no podré pagarle al banco y me quitarán el negocio, además, si no lo hago, también nos quitarán la casa.
La señora Gloria soltó el llanto nuevamente al escuchar esas palabras, todos hacían silencio a excepción de ella. Era como estar en medio de una pesadilla, todo lo que se había construido hasta el momento se estaba cayendo a pedazos.
Esa noche ninguno pudo conciliar el sueño. Si el señor Oscar no tenía dinero, eso decía que Danna no podría seguir estudiando, esto incluía a Flor y a Brenda.
A la mañana siguiente Danna decidió salir a caminar para despejar la mente, toda su vida se venía abajo, sus planes de estudiar lo que más quería, todo, absolutamente todo.
Mientras que su hermana Brenda estaba en la universidad, ella preferiría no demostrarle a su familia su preocupación, aunque siempre le contaba a una amiga lo que sucedía en casa y esa mañana justamente hablaba con ella.
—¿O sea que le robaron todo el dinero? —preguntó su mejor amiga que llevaba por nombre Claudia.
—Todo, era mucho dinero, nos quedamos en la nada, si mi padre no paga el banco nos quitaran la casa y el negocio —explicaba Brenda mientras se dirigían a la biblioteca.
—Ay, amiga... lo siento mucho, no sabes cómo me gustaría ayudarte —le puso una mano en el hombro de Brenda, las dos quedaron en silencio.
Se imaginaban que aquella situación se trataba de una broma de mal gusto, parecía que debían esperar a que alguien llegase sonriente diciendo que todo era mentira, que de la nada las cosas se arreglarían, pero no era así. La señora Gloria lo sabía, y esa mañana se lo gritaba a su esposo, le parecía injusto que una mujer como ella tuviera que pasar por todo ese sufrimiento y vergüenza.
—¿Ahora cómo vamos hacer eh? —preguntó mientras caminaba en círculos por la sala.
—Nos queda la proposición de vender productos —explicó el señor Oscar sentado en su sillón favorito.
—¿Me quieres ver a mí y a tus hijas vendiendo productos puerta a puerta? —preguntó mirando a su esposo.
Hubo un momento de silencio, después de gesticular algunas palabras que su marido no alcanzó a oír, llevó su mano derecha a su pecho.
—¡No nos queda de otra Gloria, recuerda que nos quedamos sin nada! — el señor Oscar se levantó de su sillón.
—¡Pero esa no es una opción, todos los que nos conocen se darían cuenta que nos volvimos pobres! —gritó exasperada.
Oscar decidió salir de la sala hacia su cuarto de estudio.
—No ayudas para nada —dijo mientras caminaba.
Su esposa quedó muy enojada y puso sus manos en la cintura mientras respiraba hondo. Su mente no llegaba a procesar aquellas palabras; ¿cómo informaría a sus amigas que se había vuelto pobre?, seguramente se burlarían de ella y por supuesto, armarían todo tipo de rumores.
Mientras que la señora Gloria trataba de buscar una solución, por otra parte, Danna, intentaba huir de su mundo por unas cuantas horas.
Se sentó en la banca de un parque, así estuvo por una hora, observando las hojas secas que caían de los grandes árboles, todo el suelo estaba lleno de ellas. Danna era una joven que no le gustaba estar en medio de los problemas gritando y preguntando el porqué de las cosas.
No sabía que un joven la observaba desde un restaurante que estaba frente al parque, él miraba desde la ventana, le parecía gracioso verla detenidamente cómo si no hubiera nada a su alrededor, sólo era ella y él en ese pequeño instante.
—¿Daniel, me estás prestando atención? —preguntó su hermana, era una joven rubia de ojos verdes. Ella dejó salir una pequeña risita al ver lo que su hermano contemplaba con tanta atención.
—Sí, claro —respondió él dejando de observar. Parpadeó dos veces para hacer venir su mente a la realidad.
—Te decía que la fiesta es mañana, es mi cumpleaños y no quiero que te lo pierdas —volvió a retomar la explicación mientras miraba detenidamente a su hermano, tomó el pocillo de café que tenía en la mesa.
—Claro que voy a ir —dijo Daniel sacando su cartera del bolsillo de su pantalón.
—¿Qué haces? —inquirió la joven confundida.
—Voy a pagar la cuenta.
—¿Ya te vas?
—Acabo de recordar que Francisco te había dicho que pasaras por su casa, yo no te puedo acompañar, por lo que tendrás que ir sola, invítalo a la fiesta, estoy seguro que querrá ir —le guiñó el ojo y después se levantó de la mesa, ella tomó el bolso que había dejado en la silla de al lado y después se levantó.
—Como digas —dijo su hermana, acto seguido a este, le dio un beso en la mejilla para despedirse y después salió del restaurante.
Daniel dejó el dinero en la mesa y después salió del restaurante, se dirigió hacia el parque donde seguía Danna mirando a las personas pasar y un frondoso árbol que estaba a dos metros frente a ella, el joven se sentó a su lado e hizo lo mismo.
—¿Por qué miras tanto ese árbol? —le preguntó.
—No lo estoy mirando, sólo observo sus hojas mientras pienso —explicó Danna sin dejar de mirar aquel árbol.
—¿Qué es lo que tanto piensas? Llevas aquí una hora —chistó él mientras dejaba salir una sonrisa.
—Sólo quiero pensar, todas las personas tienen problemas y necesitan darle un poco de atención —llevó su mirada hasta Daniel—, ¿es que acaso tú no tienes?
—Pero, no se gana nada pensando en ellos.
Comenzaron a hablar de todo un poco, había una conexión muy grande, he hizo que ella por un momento saliera de su realidad.
Lo que no sabía es que Daniel iba a ser la clave para que sus verdaderos problemas comenzaran.
Danna seguía hablando con Daniel y no se había dado cuenta que caía la tarde:—Si..., sé cuál es esa universidad, allí estudia un amigo mío —dijo Daniel con una gran sonrisa.—Que bien, —Danna pudo notar que él se estaba interesando mucho en su vida privada y eso no le agradó— ¿y a qué te dedicas? —trataba de poner la atención en Daniel y no en ella.—Soy empresario.—Que bien —soltó ella mirando su reloj—, se me hizo tarde, me tengo que ir —Danna se levantó de la banca y él hizo lo mismo.Hubo un momento en el cual los jóvenes entendieron que su pequeño encuentro había terminado. Para Danna, la sensación de incomodidad que tuvo al tener la impresión de que aquel joven se estaba interesando en ella fue desagradable, su estómago se hizo un nudo y los dedos de sus pies se aferraron al cuero de sus zapatillas marrones, por un lado, el haber conocido a Daniel fue bien... Le hizo despejar la mente; después llegaba esa extraña sensación de querer apartarse, él le sonreía como si quisiera se
Danna estaba leyendo un libro en la biblioteca del colegio, tenía un lápiz en su mano izquierda que daba vueltas entre sus dedos, había un libro que reposaba abierto en la mesa circular, miró a su alrededor y siguió leyendo, después de tres minutos sintió que alguien le tapó los ojos con sus manos, ella dejó salir una sonrisa:—Me parece que alguien necesita un descanso- le susurró la voz de un joven, una hermosa muy dulce y varonil.Ella soltó una risita, después el joven le descubrió los ojos, Danna volteó y encontró a un muchacho de unos veinte años de edad, cabello negro y ojos cafés.—Fernando, pensaba que no vendrías —sonrió la joven sonrojándose y poniendo un poco de su cabello detrás de su oreja derecha.—No te dejaría plantada —se sentó en la silla que estaba al lado de la joven— disculpa la tardanza, tuve que arreglar un trabajo con unos amigos, aunque ya estoy aquí y veo que has estudiado mucho— se levantó rápidamente de la silla.—¿Qué estás tramando? —preguntó dudosa Dann
Estar a punto de conocer la verdad detrás de un gran secreto, cambiar el destino de una vida y forzarlo a entrelazarse con otro; tratar de solucionar un problema que cada vez empeora en el transcurso del tiempo.Esos eran los problemas que empezaban para la familia del señor Oscar, era una tormenta que se formaba en el cielo ¿qué harán ellos para solucionarlo?Danna corrió rápidamente al trabajo de su padre, al llegar encontró el lugar vacío, no había clientela, sólo estaba él hablando con sus empleados:—Como ustedes saben, yo estoy en una crisis económica y tendré que hacer recorte del personal, las ventas están malas, lo siento mucho, pero me he tenido que obligar a hacer esto —los empleados se miraron entre sí muy preocupados.La joven había escuchado esas palabras y sintió que su corazón se estrujó, su padre la vio en la puerta de la oficina y se avergonzó en gran manera.Ella decidió retirarse para que el señor Oscar siguiera con lo suyo, mientras esperaba sentada en un sillón p
Danna, quince años de edad:Danna era una joven feliz de la vida, tenía un mejor amigo llamado Fernando que era de su misma edad, ella lo amaba en secreto, pues, no quería que se dañara su amistad:“Fernando es increíble, nos conocemos desde siempre, nuestras familias son muy unidas y siento algo fuerte por él, aunque a veces me hace enojar, pero, así lo quiero, en un futuro deseo viajar con él y recorrer el mundo, es una promesa que hicimos” pensaba Danna mientras veía a su amigo lanzando pequeñas piedras al mar; tenían un hermoso atardecer frente a ellos.“Danna es la mejor amiga que he tenido, en un futuro quiero hacerla mi esposa y vivir en una gran casa con un hermoso jardín ya que a ella le gustan las flores, yo quiero hacerla feliz y recorrer el mundo con ella, tomar muchas fotos y cuando estemos viejos al verlas podamos reírnos de esos momentos” pensaba Fernando mientras lanzaba las piedras al mar.—Fernando ¿qué te dijo tu padre? —Preguntó Danna sentándose en la arena.—Nos v
Ahora Danna tenía veintiún años y Fernando estaba junto a ella, pero ya no eran niños de quince años, no. Ahora Danna podía ver cómo era la vida en realidad, con sus problemas, sus secretos y todo el dolor que ella puede causar.Poco a poco su felicidad se iba como las palabras que se llevan los vientos de verano, una lágrima que corre sin ser descubierta o simplemente un suspiro que nadie escucha.La noche se estaba pasando y Danna notó que era tarde, le pidió a Daniel que le diera la hora y él rápidamente sacó su celular del bolsillo y le informó que iba a ser medianoche, despavorida buscó rápidamente a su hermana por toda la fiesta mas no la encontró.—¿Dónde se pudo haber metido? —refunfuñó entre dientes.—¿Sucede algo? —preguntó Daniel que la había seguido. Ella volteó rápidamente y se encontró frente a él.—Mi hermana... No sé.... dónde está y mañana tengo que ir a clases —respondió mientras en su mente se preguntaba él porque le estaba dando explicaciones.—Puede que esté afuer
Era un nuevo día para la familia, todos se despertaron para seguir sus tareas diarias, en el desayuno nadie habló de nada, a Danna se le había pasado lo de la noche anterior, sólo quería hablar con Fernando ya que quería invitarlo a una cita donde le hablaría sobre esa promesa de hace años.Brenda estaba planeando su siguiente plan con el que haría que Danna se juntara más con Daniel, además iba a recibir muchas recompensas por ayudar a este hombre a conquistar a Danna, ahora con el camino despejado podía libremente entrelazar más casualidades entre los dos.El señor Oscar pensaba en la oferta de Daniel sobre vender lo único que tenía y que, aunque estaba en la quiebra total era la única posesión que le quedaba y no sabía si era buena idea.La señora Gloria no sabía cómo resolver su problema, ahora Brenda afirmaba que ella tenía un amante y si eso llegaba a oídos de todos, la familia se iba a venir abajo, estaba bajo presión y en toda la noche no pudo dormir, tenía que encontrar una s
Daniel estaba esperando en el restaurante donde Brenda lo había citado para que se viera con Danna, él estaba ansioso con el nuevo plan de Brenda ya que la noche anterior había sido perfecta para él.Tenía en su mano derecha una copa de vino que se llevó a la boca, recordó la sonrisa de Danna y esos labios que se estaban volviendo su obsesión. La noche anterior había soñado con ella, con sus ojos, sus manos acariciando su rostro, la risa de Danna que penetraba sus oídos.Daniel tenía miedo que esta mujer se volviera su obsesión, pero, ahora estaba encaprichado con ella y no la iba a dejar ir así de fácil; además, Brenda le pidió un préstamo esa mañana y sabía que si quería a Danna tenía que conquistar a quien sería su futura cuñada.Danna estaba buscando con la mirada a su hermana, pero, para su sorpresa a quien encontró fue a Daniel, sintió una gran incomodidad, este hombre estaba apareciendo en su vida últimamente, no creía eso de la casualidad; por lo que decidió marcharse, bajó la
Danna se despertó muy temprano y sus ojos estaban hinchados a raíz de todo lo que había llorado, caminó lentamente hacia el baño, pero Flor lo tenía ocupado. Danna dio dos golpes a la puerta:—¡Rápido Flor se me hace tarde! —dijo con voz perezosa.—¡Ya salgo! —gritó Flor.Danna vio a su hermana salir de su cuarto ya arreglada, bajó la mirada para que Brenda no se diera cuenta de sus ojos hinchados. Flor salió del baño, tenía su cuerpo cubierto con la toalla:—Ya puedes utilizar el baño —informó Flor.La joven rápidamente entró al baño y cerró la puerta, se miró en el espejo y dejó salir una lágrima, después la limpió con su mano derecha, Brenda no le dio mucha cabida al asunto y decidió bajar al comedor para servir su desayuno.Después de bañarse entró a su cuarto, se estaba vistiendo cuando recordó a Fernando y su extraño comportamiento:—¿Será que Brenda tiene algo que ver? — se preguntó a sí misma mientras se terminaba de poner el pantalón jeans.Bajó rápidamente al comedor donde e