Ya ha pasado una semana desde que nos mudamos y de aquel incidente en el bosque. Desde entonces, he tratado por todos los medios de no toparme con pelos en punta y su amigo. Pero como el universo me odia eso no puede pasar, los veo en cada dos de cinco lugares a los que voy. Estoy por creer que me siguen.
Esta semana descubrí que ninguno de los dos vive en la casa de al lado, sino un tercero: un rubio con pinta de estirado que he visto de reojo últimamente. Los tres forman un grupo bastante peculiar. También me he dado cuenta que las familias que viven en este pueblo parecen estar muy bien acomodadas económicamente. Las casas de por aquí bien podrían salir en la portada de Bridge For Design.
Ahora mismo me encuentro en una pequeña tienda cerca de la plaza del pueblo que parece ser la única con surtido de papelería, comprando todo lo que me falta para el ingreso a clases. Aunque estudiaré fotografía, también voy a cursar materias relevantes al arte, incluso agregué algunas asignaturas de literatura en el horario. Mientras, mi padre compra una cantidad inmensurable de utensilios de pintura que se encuentran en un bote de “Todo a un dólar".
Cuando llego a la caja, se me cruza por la mente la posibilidad que los chicos de al lado también asistan a River’Fleur; la sola idea me hace estremecer. Aunque realmente no me parece algo probable, ninguno de ellos tiene la pinta de ir a un Instituto de Arte, tal vez asistan a alguna universidad de las ciudades vecinas. O solo estén aquí de vacaciones, esa idea me gusta mucho más.
―Son treinta dólares con setenta. ―La chica de la caja me mira con cansancio e intriga.
Estos últimos días también aprendí que la gente me mira no porque sepan de mí, sino todo lo contrario. Por ser un pueblo pequeño todos, repito, todos se conocen entre sí, por lo que saben cuándo alguien no es de por aquí. Lo que nos deja a mi padre y a mí, como carne fresca para ellos.
―Ten, mantén el cambio ―le digo a la chica sonriendo y tomando mis bolsas.
Salgo de la tienda aun acomodando bien las bolsas en mis manos para que no se me caigan, y mientras intento llegar a la calle noto un pequeño cartel pegado sobre la pared del local. La imagen de un hombre saliendo de los treinta, con el cabello oscuro al igual que sus ojos me da la bienvenida, arriba de la foto en letra cursiva hay una sola palabra: Desaparecido. Mi ceño se frunce al instante, no es normal que desaparezca gente en un pueblo tan pequeño. Voy a acercarme un poco más al cartel cuando algo impacta contra mí, o más bien sobre mí, haciéndome aterrizar con fuerza en mi trasero. Gracias a Dios, hoy me he puesto vaqueros y no un vestido sino la vergüenza y la ira hubieran sido mayores.
Las bolsas quedaron regadas por toda la acera, y las personas empezaron a girarse para verme. «Cómo si necesitara llamar un poco más la atención».
―Lo lamento, venía distraído ―dice una voz frente a mí, a la que solo le veo la mano que extiende en mi dirección.
Antes de tomarla levanto la mirada y ¡oh sorpresa!, tengo enfrente de mí a pelos en punta alias el idiota, mirándome con el ceño fruncido.
―Mira nada más, pero si es la pequeña acosadora ―dice el chico, divertido, dándome una sonrisa con todos dientes.
La rabia que siento hacia él, ―la cual creía no podía ser mayor― se hace más grande al ver su sonrisa divertida.
―Mira nada más, pero sí es el idiota ―contesto entre dientes poniéndome de pie y pasando de su mano extendida.
Me agacho para recoger las bolsas y largarme de allí, pero el rubio se me adelanta y consigue juntarlas todas y extenderlas para mi.
Lo miro un segundo con el ceño fruncido, antes de tomarlas y murmurar un gracias en su dirección, que logra hacerlo sonreír más. «¿Cómo puede sonreír tanto? Es que acaso no le duelen los pómulos o qué».
―¡Vaya! pero si tienes modales, estaba empezando a dudarlo.
La indignación me golpea en ese momento. «¿Quién se cree que es este?».
―¡Claro que tengo modales, idiota!… Solo que no los desperdicio con modelitos de segunda.
El chico arquea una ceja en mi dirección, y en ese preciso momento caigo en cuenta de mi error.
―¿Así que te parezco un modelo, eh?
Pelear con él es inútil, así que me limito a rodar los ojos y estoy a punto de girar sobre mis talones e irme hacia el auto, cuando la voz de mi padre resuena a mis espaldas.
―¡Gabriel! Tienes que ver este set de pinturas que conseguí, es genial y…
La voz de mi padre se va apagando cuando se fija en el chico a mi lado. Primero su ceño se frunce ligeramente y luego como si de dos faros de navidad se tratase, sus ojos se iluminan y una amplia sonrisa aparece en su rostro. Esto va a ser un desastre.
―No sabía que ya habías hecho un amigo ―dice mi padre mirando al rubio.
―Él no es…―Por supuesto señor ―me interrumpe pelos en punta dirigiéndose a mi padre, dejándome con la palabra en la boca―. Gabriel ―dice mi nombre el idiota, como si hubiera ganado una apuesta― y yo nos conocimos hace unos días y congeniamos de una.Mi boca cae abierta ante la absoluta mentira y observo incrédula al chico a mi lado. ¿Qué demonios cree que está haciendo? Y el muy idiota se atrevió a mirarme y ¡sonreírme!… Está muerto y enterrado ya.
―Hija ¿por qué no me habías dicho nada? ―pregunta mi padre, quien no deja espacio para una respuesta cuando ya está dirigiéndose otra vez al idiota―. Soy Peter, el padre de Gabriel, es un placer.
―Luke Hemingway ―contesta el chico dándole la mano a mi padre―, el placer es mío, señor.
Ok, esto es demasiado, tengo que parar esta locura ya mismo.―Bueno, nosotros nos vamos ya ―digo agarrando el brazo de papá para llevarlo conmigo al auto―. Adiós Luke ―agrego fulminándo con la mirada al chico.He logrado avanzar tres pasos, cuando mi padre se gira, y pronuncia las palabras que ponen fin a mí ya inexistente vida social.
―¿Quieres venir a tomar algo a casa, Luke?
Y ahí está, de eso estoy hablando. Este es mi padre, el hombre social, amigable y descomplicado que a veces logra ponerme en situaciones horribles. En estos momentos sería bueno que fuese sobreprotector, celoso y anticuado.
―Papá, Luke está ocupado. ¿No es cierto, Luke? ―digo dándole al chico una mirada que no promete nada bueno.
Él pasa la mirada de mi padre a mí, no parece creerse que un papá lo ha invitado a su casa a tomar algo con su hija. Y puedo entender perfectamente el por qué.
―De hecho, ya acabé las compras ―comenta el chico, tiene la mirada como la de un niño de cinco años al que le acaban de ofrecer un helado―. Pero estoy con unos amigos ¿Cree usted que puedan venir? ―agrega haciendo un puchero ridículo.
No, esto sí que no. Uno es soportable, pero más de ellos… Terminaré presa por asesinato.
―No ―hablo firmemente en el mismo instante en que mi padre dice:
―Si. ― Y me mira con el ceño fruncido. Yo solo quiero matar al idiota.― ¡Perfecto! ―exclama Luke dando una palmada en el aire―. Iré por los chicos y los seguiremos, igual ya íbamos en la misma dirección.En el corto trayecto en el carro de la tienda hasta la casa, mi padre se la pasa preguntándome dónde y cómo conocí a Luke y por qué no le había contado nada. Y como no tengo la más mínima intención de mentirle a mi padre y aún menos de atender al grupo de descerebrados, opto por decirle la verdad, así él retira la invitación que ha hecho y yo me libero de tener que verles las caras.Pero como mi padre no es un ser humano normal, lo que hace es reírse a carcajadas cuando termino de contarle.―Bueno cariño, esa sí que es una manera única de hacer amigos ―comenta aun entre risas.―No somos amigos.Hago una mueca de disgusto y me mantengo callada, por el espejo retrovisor puedo ver el carro descapotado que viene detrás de nosotros, conducido por el rubio que ahora se, vive a mí lado. Nunca había pensado que podía l
El día del juicio ha llegado. Ser la nueva nunca es bueno. Pero ser la nueva en un pueblo donde absolutamente todo el mundo se conoce es desastroso. Los nervios están haciendo estragos en mi sistema. Tengo malestar de solo pensar cómo va a transcurrir todo el día: presentación, preguntas, presentación.Soltando un suspiro resignado, me acerco a la pared y me miro al espejo para comprobar que estoy lista. Esta mañana cuando iba a cambiarme, decidí que sin importar donde esté, iba a seguir siendo yo, o al menos, la mejor versión de mí; me cambio con un jean oscuro y una blusa azul holgada al cuerpo y me veo bien, como una chica normal de diecinueve años, es como si nada hubiera pasado hace un año atrás, como si los monstruo no estuviesen ocultos detrás de mí, y debajo de mis párpados cuando cierro los ojos esperando el momento para salir.Sacudo mi cabez
El resto de la clase pasa sin inconvenientes, aunque de vez en cuando siento la mano de Derek moverse jalando algún mechón suelto de mi cabello. Una manera muy infantil de llamar la atención si me preguntan. Pero lo ignoro, no le digo absolutamente nada en toda la hora que dura la clase y cuando esta finaliza recojo mis cosas lo más rápido posible y salgo del salón, rumbo al bloque B para mi siguiente clase.En esta clase no veo a ninguno de los chicos, pero si está Mei Leing. Quién apenas me ve atraviesa el salón y se sienta junto a mí.―Con que unos idiotas ¿eh? ―pregunta la chica a modo de saludo.Y yo siento el rubor apoderarse de mi rostro. «¡Cómo iba a saber que sería la novia de alguno!».―Bueno… Yo no quería ofender a nadie, pero es que ellos…―Cálmate mujer, se a lo que te refieres ―dice la chica riendo―.
El resto de la semana transcurre con un poco más de lo mismo. Las personas siguen viéndome cada vez que paso a su lado y este día comparto la última clase nuevamente con los chicos.Quiénes me doy cuenta, son algo así como los frikis deseados y odiados de la Academia. No son los más populares de todos, de hecho, me he dado cuenta que hay muchos que los miran con desprecio ―Cosa que aún no entiendo, pero me apunto mentalmente por averiguar―aun así no se puede negar que cada hormona femenina del lugar e incluso algunas masculinas, se mueren por algo de atención por parte de los especímenes.Derek no ha dejado de tirar de mi cabello en toda la semana en las pocas materias que vemos juntos; me he sorprendido enormemente al descubrir que el idiota se encuentra estudiando Literatura y Periodismo, razón por la cual vemos juntos algunas clases de fotografía aunque él est&eac
Todo el camino es un jala y afloja entre nosotros, Derek comienza a meter mano entre mi música y a clasificar la que considera “aceptable” y nunca deja que una canción termine antes de pasar a la siguiente. Es frustrante; yo estoy a punto de cometer asesinato en primer grado si él no se queda quieto. Al final, recibe una llamada y dura un buen rato hablando por celular, y aunque sus respuestas no son más que monosílabos puedo notar que algo está pasando, su cuerpo se ha puesto tenso a mi lado y su quijada está tan apretada que bien podría partirse los dientes.Cuando cuelga, todo el humor se ha extinguido de él, y empiezo a extrañar al antiguo Derek.―Aparca a mano izquierda, verás los coches de los demás.Y así lo hago, a un lado de la carretera entrando en el bosque están los dos vehículos con sus respectivos dueños a un lado. Mei tiene la
Al volver a casa luego del paseo por el bosque encuentro a mi padre trabajando en su estudio, está haciendo un cuadro enorme del que solo alcanzo a ver lo que parecen ser unas alas. Él al sentirme entrar en la habitación, se gira hacia dónde estoy y me regala una sonrisa deslumbrante.― ¿Qué tal te fue en el paseo?Una sonrisa estúpida se forma de inmediato en mi rostro porque en verdad lo he pasado muy bien.―Bieeeen ―digo, alargando la palabra con cautela.Mi padre deja el pincel sobre la mesa y me mira con diversión, sus manos viajan a su cabello haciendo que una fina capa de pintura azul le tiñe la cabellera y haga que parezca una estrella de rock de los 80". Un sentimiento de nostalgia me embarga, al recordar las tantas veces que lo vi de aquella manera antes junto a Davis.―Y… ¿Tienes algo que contar? ―La voz de papá es cautelosa, aunque la emoción no p
Realmente no sé en qué momento se acabó la clase, ni en cual me rendí a los brazos de Morfeo, lo único que sé es que ahora algo está picando mi mejilla izquierda y soy bastante consciente de haberme quedado dormida en medio de la clase. El terror se apodera de mí y no me permite abrir los ojos, ¿y si es la profesora la que se encuentra frente a mí? Aprieto los ojos un poco y un temblor entre vergüenza e impotencia me domina.―¡Gabriel! ―El grito ha ido directo a mi oído haciéndome levantar la cabeza de un brinco.Frente a mí está Luke con una sonrisa de disculpa en su rostro.»Lo lamento, pero es que no te despiertas y hace cinco minutos que acabó la clase.Mis ojos barren por completo el salón y me sorprende encontrarlo vacío, por alguna razón esperaba encontrar una ronda de personas esperando para burlarse de la
El resto de la semana ha sido más agotadora de lo que esperaba, las pesadillas no me han dado descanso ni una sola noche, y al final tuve que optar por no dejar que el sueño llegara a mí, por lo que parezco un zombi viviente las veinticuatro horas del día. Pero lo peor de todo es la cara de preocupación de mi padre cada vez que me ve.Las ojeras se han vuelto permanentes en mi rostro, el apetito es cada vez más inexistente y mi humor compite con el de una mujer embarazada. Ante todo, siempre está la pregunta de mi padre: ¿Estás bien? a cada segundo. Aunque mi respuesta siempre es la misma, ambos sabemos que estoy mintiendo. Pero ¿qué más puedo hacer? no es justo atarlo a mi sufrimiento cuando sé que él tiene el suyo propio. El amor nos vuelve mentirosos.Dentro de la Academia me dedico a evitar a toda costa toparme con Derek o con cualquiera de los chicos. Lo que sucedió en la cafetería sigue reproduciéndose en mi mente, es como una nueva pesadilla, una que me persigue mientras estoy