La mañana siguiente a nuestra mudanza ha sido tranquila, y para mi total sorpresa la llegada de mis vecinos la noche anterior también lo fue; no hubo música alta, gritos, ni policía llegando en la noche. Tal vez, los chicos de aquí sean un poco más tranquilos que en la gran ciudad. Es de tarde y nos estamos terminando de instalar, ya he arreglado mi habitación casi por completo y mi padre está adecuando su estudio de pintura en uno de los salones de la primera planta de la casa; siempre se toma horas en hacerlo así que decido que es mejor salir a caminar un rato y conocer el lugar.
El día al igual que ayer sigue estando caluroso, así que recojo mi cabello en una coleta alta sobre mi cabeza y decido llevar pantalones cortos y un suéter de algodón a rayas con mis converse blancas preferidas. Hay un stand en cada esquina del pueblo donde dice que puedes conseguir un mapa del sitio por un dólar, así que me dirijo ahí, consigo el mío y salgo a explorar.
No demoro ni cinco horas recorriendo el pueblo. Sabía que era un lugar pequeño, pero no imaginé cuánto, «¡he demorado más jugando Monopoly!».
Luego de venir de una gran ciudad esto se siente algo extraño. En el camino consigo ver una biblioteca, dos supermercados o más bien uno y medio ya que el segundo es más una tienda grande de víveres, un centro de policía, la escuela, varios sitios de comida y entretenimiento, una gran iglesia en medio de lo que parece ser la plaza principal y, por último, más alejado de todo River Fleur, la Academia de arte. Fin, se acabó, no hay más nada que ver. Sin embargo, todo el mundo sí parece tener algo que ver en mí cada vez que paso por un lugar. Noto como todos me miran y aunque sé que nadie acá tiene cómo saber quién soy y lo que he pasado, no logro quitarme de encima la sensación de ser señalada.
Al finalizar el recorrido acelero el paso hasta que choco con algo que sí consigue captar mi atención, y es el bosque que rodea el lugar; me acerco un poco más para ver el mapa que descansa a la entrada del mismo y me sorprendo un poco al descubrir que al parecer todo el pueblo está protegido por una zona arbolada y montañosa que es atravesada por un río; es hermoso, supongo que de ahí ha salido el nombre del pueblo “River’Hills.
Por primera vez en mucho tiempo me pican las manos por sacar una fotografía del paisaje, y agradezco haber traído mi cámara, así que sin pensarlo demasiado me adentro un poco más al lugar y me dejo llevar por las sensaciones que me invaden al apreciar cada detalle: la manera en que el sol hace que las hojas de los árboles se vean de un verde intenso, o como el cielo se ve fragmentado a través de las ramas altas, eso me encanta; comienzo a sacar las fotografías sin pensar en nada más, simplemente dejándome llevar por la emoción que me da tener el control de lo que veo a mi alrededor, de poder hacer inmortal un instante, una cosa; entonces, sin darme cuenta me encuentro al borde de una colina y es ahí cuando lo veo.
Justo enfrente de mí está un chico tendido en el césped. Los brazos bajo su cabeza y un libro reposando en su abdomen. La mera visión es hermosa.
El muchacho que podría estár tal vez entre los veinte años, tiene el cabello como la miel oscura, puede que un tono más oscuro y levemente ondulado en las puntas, la brisa hace que se le pasee por todo el rostro; no puedo verle bien la cara, solo la punta de sus pómulos, y casi puedo apostar que tiene los ojos cerrados.
Sin darme cuenta ya estoy tomando fotografías, capturando la manera en que él parece ser parte del bosque y como todo se ve en armonía a su alrededor. No sé cuántas fotos he sacado cuando siento un brazo reposando en mis hombros y el aliento de alguien en mi oído.
―¿Te gusta lo que ves, pequeña acosadora?
El instinto actúa por sí mismo antes de poder procesarlo; giro sobre mis talones con la mano libre extendida y la llevo directo al rostro del extraño dejándola caer con fuerza sobre su mejilla. El corazón me va mil por hora y la cámara se me ha soltado de las manos debido al susto.
» ¿Qué demonios te pasa? ―grita el chico sosteniendo su mejilla y mirándome entre incrédulo y enojado; su rostro me resulta levemente familiar.
―¿A mí? ―exclamo en respuesta, enojada―. ¿Qué demonios te pasa a ti? ―contraataco llevando mi dedo índice a su pecho―. Casi me matas del susto.
Los ojos del chico me están mirando con detenimiento, escrutando mi rostro sin pudor o reparo alguno, así que yo me permito por breves segundos hacer lo mismo. No puedo negar que es apuesto: rubio, alto y con los ojos de un profundo color entre verde y café que me recuerdan al bosque, que lo hacen interesante; parece también estar entre los veinte; lleva el cabello claro peinado en punta y… su expresión pasa de enojado a una de fanfarrón en menos de un minuto; una media sonrisa aparece en sus labios. Es entonces cuando lo reconozco.
«Oh, ya sé porque se me hace familiar».
El rubor se apodera de mis mejillas al darme cuenta que él también me ha reconocido y justamente tomando una foto a su ¿hermano? ¿amigo? Esto no debe verse nada bien, pero antes de poder hablar y explicar la situación, alguien lo hace a mis espaldas.
―¿Qué es lo que está pasando? ―Me doy media vuelta y sentado aún en el césped, con los brazos extendidos a su espalda está el chico de la fotografía.
Tiene el cabello castaño claro como ya había visto y sus ojos, oh por Dios sus ojos son de un azul océano tan profundo casi violeta, que da la sensación que el color en ellos se mueve. Sus cejas son pobladas y me percato que una de ellas está inclinada mientras el chico me mira con diversión.
¡Oh, m****a!―¿Se te llevó la lengua el ratón? ―me cuestiona con diversión desde la grama.
―No, no sé me llevó nada el ratón ―digo poniendo los ojos en blanco y mordiendo mi lengua para evitar decir algo que empeore la situación―. Lo que sucede es que tú… amigo aquí, me asustó, es todo. Yo ya me iba.
No alcanzo a dar ni dos pasos lejos de ellos cuando vuelvo a tener los brazos del chico pelos en punta nuevamente sobre mí. «Este chico está buscando realmente que lo maltrate».
» ¡Suéltame! ―exclamo con más rabia de la que pretendía. Él me hace caso, pero no se aparta de mi camino.
―Solamente quiero que le cuentes a mi amigo que estabas haciendo aquí. ― Dice adquiriendo una voz acaramelada que me da ganas de abofetearlo.
Desde el césped, el otro chico ahora me mira divertido, dándome una sonrisa con todos los dientes. Idiotas.
―Estaba dando un paseo, tomando fotos, eso es todo. ―Me agacho para recoger mi cámara e irme, y el rubio vuelve a interponerse.
―Corrección ―habla él dirigiéndose a su amigo―, ella estaba tomando fotos de ti ―concluye con voz triunfante.
La cabeza del castaño se mueve enseguida hacia donde estoy y en ese momento conozco lo que es tener instintos asesinos, porque realmente quiero matar a pelos en punta.
―¿Ah sí? ―pregunta el aludido levantándose y caminando hacia mí―. Con que eso hacías.
―No es cómo estás pensando ―digo apretando las manos en puños.
―Es exactamente así ―ataca el rubio nuevamente, mirándome―, tienes una pequeña acosadora, amigo.
Oh no, ya no lo soporto; puedo sentir mi rostro ardiendo. Por favor tierra trágame y no me escupas este año.
―Y tú vas a tener mi mano marcada en tu rostro si no te callas ―le murmuro con odio.
El castaño comienza a reírse y su risa hace que los vellos de mis brazos se ericen. Es fresca y alegre; natural. Por un momento me olvido de todo lo que me rodea. Si pudiera capturar un sonido con la cámara me gustaría que fuera ese.
Sacudo mi rostro y vuelvo mi atención a los dos chicos frente a mí.
―No vine a fotografiarte a ti ―hablo hacia el castaño―, estaba dando un paseo como ya dije, sacando fotos al lugar y tú apareciste.
―Y tú no desviaste el lente. ¿O sí?
―No, pero no te sientas especial chico, fue puro impulso artístico. Más nada. Ahora, ya me voy ―digo mirando al rubio para que se quite.
El idiota vuelve a hacerme una reverencia burlona igual a la del primer día, antes de darme espacio. Empiezo a caminar lo más rápido posible para alejarme de ellos cuando el castaño grita tras de mí.
―¡Puedo ser tu modelo cuando quieras, pequeña acosadora! Solo pregunta por Derek Johnson.
Mi mano derecha cobra vida propia y la levanto para regalarles a los dos chicos un bello gesto vulgar con mi dedo medio, para nada propio de una señorita.
Ambos explotaron en risas a mis espaldas y el castaño dice algo sobre que eso no es educado y otras cosas, pero yo ya no escucho, estoy apretando la cámara fuertemente contra mí; solo quiero llegar a mi casa y olvidar que todo esto ha pasado.
Después de esto ya he pagado mi cuota con imbéciles por al menos un año.
Ya ha pasado una semana desde que nos mudamos y de aquel incidente en el bosque. Desde entonces, he tratado por todos los medios de no toparme con pelos en punta y su amigo. Pero como el universo me odia eso no puede pasar, los veo en cada dos de cinco lugares a los que voy. Estoy por creer que me siguen.Esta semana descubrí que ninguno de los dos vive en la casa de al lado, sino un tercero: un rubio con pinta de estirado que he visto de reojo últimamente. Los tres forman un grupo bastante peculiar. También me he dado cuenta que las familias que viven en este pueblo parecen estar muy bien acomodadas económicamente. Las casas de por aquí bien podrían salir en la portada de Bridge For Design.Ahora mismo me encuentro en una pequeña tienda cerca de la plaza del pueblo que parece ser la única con surtido de papelería, comprando todo lo que me falta para el ingreso a clases. Aunque estudiaré fotograf&iac
En el corto trayecto en el carro de la tienda hasta la casa, mi padre se la pasa preguntándome dónde y cómo conocí a Luke y por qué no le había contado nada. Y como no tengo la más mínima intención de mentirle a mi padre y aún menos de atender al grupo de descerebrados, opto por decirle la verdad, así él retira la invitación que ha hecho y yo me libero de tener que verles las caras.Pero como mi padre no es un ser humano normal, lo que hace es reírse a carcajadas cuando termino de contarle.―Bueno cariño, esa sí que es una manera única de hacer amigos ―comenta aun entre risas.―No somos amigos.Hago una mueca de disgusto y me mantengo callada, por el espejo retrovisor puedo ver el carro descapotado que viene detrás de nosotros, conducido por el rubio que ahora se, vive a mí lado. Nunca había pensado que podía l
El día del juicio ha llegado. Ser la nueva nunca es bueno. Pero ser la nueva en un pueblo donde absolutamente todo el mundo se conoce es desastroso. Los nervios están haciendo estragos en mi sistema. Tengo malestar de solo pensar cómo va a transcurrir todo el día: presentación, preguntas, presentación.Soltando un suspiro resignado, me acerco a la pared y me miro al espejo para comprobar que estoy lista. Esta mañana cuando iba a cambiarme, decidí que sin importar donde esté, iba a seguir siendo yo, o al menos, la mejor versión de mí; me cambio con un jean oscuro y una blusa azul holgada al cuerpo y me veo bien, como una chica normal de diecinueve años, es como si nada hubiera pasado hace un año atrás, como si los monstruo no estuviesen ocultos detrás de mí, y debajo de mis párpados cuando cierro los ojos esperando el momento para salir.Sacudo mi cabez
El resto de la clase pasa sin inconvenientes, aunque de vez en cuando siento la mano de Derek moverse jalando algún mechón suelto de mi cabello. Una manera muy infantil de llamar la atención si me preguntan. Pero lo ignoro, no le digo absolutamente nada en toda la hora que dura la clase y cuando esta finaliza recojo mis cosas lo más rápido posible y salgo del salón, rumbo al bloque B para mi siguiente clase.En esta clase no veo a ninguno de los chicos, pero si está Mei Leing. Quién apenas me ve atraviesa el salón y se sienta junto a mí.―Con que unos idiotas ¿eh? ―pregunta la chica a modo de saludo.Y yo siento el rubor apoderarse de mi rostro. «¡Cómo iba a saber que sería la novia de alguno!».―Bueno… Yo no quería ofender a nadie, pero es que ellos…―Cálmate mujer, se a lo que te refieres ―dice la chica riendo―.
El resto de la semana transcurre con un poco más de lo mismo. Las personas siguen viéndome cada vez que paso a su lado y este día comparto la última clase nuevamente con los chicos.Quiénes me doy cuenta, son algo así como los frikis deseados y odiados de la Academia. No son los más populares de todos, de hecho, me he dado cuenta que hay muchos que los miran con desprecio ―Cosa que aún no entiendo, pero me apunto mentalmente por averiguar―aun así no se puede negar que cada hormona femenina del lugar e incluso algunas masculinas, se mueren por algo de atención por parte de los especímenes.Derek no ha dejado de tirar de mi cabello en toda la semana en las pocas materias que vemos juntos; me he sorprendido enormemente al descubrir que el idiota se encuentra estudiando Literatura y Periodismo, razón por la cual vemos juntos algunas clases de fotografía aunque él est&eac
Todo el camino es un jala y afloja entre nosotros, Derek comienza a meter mano entre mi música y a clasificar la que considera “aceptable” y nunca deja que una canción termine antes de pasar a la siguiente. Es frustrante; yo estoy a punto de cometer asesinato en primer grado si él no se queda quieto. Al final, recibe una llamada y dura un buen rato hablando por celular, y aunque sus respuestas no son más que monosílabos puedo notar que algo está pasando, su cuerpo se ha puesto tenso a mi lado y su quijada está tan apretada que bien podría partirse los dientes.Cuando cuelga, todo el humor se ha extinguido de él, y empiezo a extrañar al antiguo Derek.―Aparca a mano izquierda, verás los coches de los demás.Y así lo hago, a un lado de la carretera entrando en el bosque están los dos vehículos con sus respectivos dueños a un lado. Mei tiene la
Al volver a casa luego del paseo por el bosque encuentro a mi padre trabajando en su estudio, está haciendo un cuadro enorme del que solo alcanzo a ver lo que parecen ser unas alas. Él al sentirme entrar en la habitación, se gira hacia dónde estoy y me regala una sonrisa deslumbrante.― ¿Qué tal te fue en el paseo?Una sonrisa estúpida se forma de inmediato en mi rostro porque en verdad lo he pasado muy bien.―Bieeeen ―digo, alargando la palabra con cautela.Mi padre deja el pincel sobre la mesa y me mira con diversión, sus manos viajan a su cabello haciendo que una fina capa de pintura azul le tiñe la cabellera y haga que parezca una estrella de rock de los 80". Un sentimiento de nostalgia me embarga, al recordar las tantas veces que lo vi de aquella manera antes junto a Davis.―Y… ¿Tienes algo que contar? ―La voz de papá es cautelosa, aunque la emoción no p
Realmente no sé en qué momento se acabó la clase, ni en cual me rendí a los brazos de Morfeo, lo único que sé es que ahora algo está picando mi mejilla izquierda y soy bastante consciente de haberme quedado dormida en medio de la clase. El terror se apodera de mí y no me permite abrir los ojos, ¿y si es la profesora la que se encuentra frente a mí? Aprieto los ojos un poco y un temblor entre vergüenza e impotencia me domina.―¡Gabriel! ―El grito ha ido directo a mi oído haciéndome levantar la cabeza de un brinco.Frente a mí está Luke con una sonrisa de disculpa en su rostro.»Lo lamento, pero es que no te despiertas y hace cinco minutos que acabó la clase.Mis ojos barren por completo el salón y me sorprende encontrarlo vacío, por alguna razón esperaba encontrar una ronda de personas esperando para burlarse de la