Mis padres siempre se han esforzado por darme todo en la vida: me inscribieron a la mejor escuela de la ciudad, me compraban las mejores ropas y me llevaban a los lugares que quería conocer. Y yo me esforzaba por recompensarlo siendo la mejor de mi clase, así como intentaba nunca estar en problemas para que no se preocuparan.
Pero eso no le gustaba a Eloísa Mars, su mirada hacia mí siempre fue de envidia. Le temo a las aguas profundas porque a mis diez años ella me tomó del pie y me arrastró hasta lo más profundo de la piscina para que me ahogara.
Aún recuerdo las lágrimas de miedo de mi madre cuando desperté en el hospital, dijeron que estuve a punto de morir porque tragué mucha agua. Cuando me preguntaron el por qué me lancé a la piscina si yo no sabía nadar, no supe qué responder. ¿Cómo podría decir que la hija del mayor socio accionista de mi padre intentó ahogarme? Eloísa mostraba el rostro de ser una niña que no haría nada malo, de hecho… fue ella quien me invitó a su casa para que pasáramos el día juntas, se suponía que éramos amigas cercanas.
Yo creía que Eloísa era mi amiga. Ella era mi amiga más cercana… ¿por qué habría intentado quitarme la vida?
Mi peor error fue decir que se trató de un accidente, que sin querer me resbalé y caí.
Estudiábamos en el mismo salón de clase. Comenzó a obligarme a que le hiciera los trabajos y me obligaba a contestar las respuestas mal en los exámenes para que yo no tuviera buenas calificaciones.
No supe cuándo le comencé a tener miedo. Esa sonrisa con la que se dirigía a mí… me avisaba que podría hacerme daño cuando quisiese. Y yo… estaba indefensa. Cuando intenté defenderme, todo empeoró, comenzaron a señalarme y llamarme mentirosa.
Eloísa lloraba, haciéndose la víctima de todo. Y yo estaba sola, sin amigos… y pronto sin padres que me defendieran y confiaran en mí.
Como un ratón asustado, decidí huir lejos y olvidarlo todo después de graduarme en el colegio. Así la universidad fue un tiempo pacífico en mi vida, uno donde creí que podría ser yo nuevamente. Pero nada es para siempre.
GABA Company es la empresa de publicidad donde comencé a trabajar después de graduarme en la universidad, entré como asistente en el área de marketing gracias a las recomendaciones que dio mi padre al ser amigo de la familia Bosson, dueños de la compañía. Mi objetivo era escalar poco a poco en la empresa y así seguir mejorando en mi vida.
Pero pronto me di cuenta de que eso no sería posible, allí estaba la sombra de Eloísa, cubriéndolo todo para hundirme lentamente. Había entrado a la zona segura de esa reina de ajedrez: estaba en su terreno y yo era su peón.
Eloísa Mars en todo ese tiempo siguió siendo la mejor en su alrededor, casándose con el presidente de la compañía GABA: Oliver Bosson, el soltero más apetecido del continente. Su familia es dueña de todo un imperio tecnológico y de comunicaciones. Obviamente la perfecta Eloísa, nacida en cuna de oro, debía asegurar un buen matrimonio con la familia más importante.
Y curiosamente, cuando nos vimos cara a cara, ella me sonrió.
—Emma, cuánto tiempo sin verte —me dijo con la más suave y dulce voz.
Entendí que alguien como ella nunca tendría miedo de una persona tan insignificante como yo.
En Gaba todos la admiran, los hombres se desvivían por ella. La gran modelo Eloísa Mars, la que únicamente los hombres de las familias más adineradas pueden aspirar a tener una oportunidad con ella. Claramente, ahora que era una adulta, necesitaba cuidar su imagen y que nunca se supiera su oscuro pasado.
Por un momento creí que había cambiado, que ya no les hacía daño a las personas de bajo rango. Pero, aunque ya yo no era de ningún interés para ella, sí la veía humillar a sus empleados. Su mirada seguía siendo la de una fría reina que sabe que tiene el mundo en sus manos. De hecho, a su esposo, el presidente Bosson, lo tiene como un títere, sabe que él nunca se separará de ella, por más infidelidades que le descubra.
Me preguntaba… ¿cómo una mujer tan hermosa puede tener un corazón tan negro?
El día en que entré en terrenos peligrosos y mi pesadilla volvió a reinar fue cuando el cargo de directora del área de marketing quedó vacante al mi jefa jubilarse, ella me había recomendado para el puesto y me animó a postularme. Todos en mi grupo me decían que era la más apta para el cargo. Aunque eso no le beneficiaba a Eloísa, porque su mejor amiga Alexa necesitaba un empleo, así que movió todas sus redes y nombraron a Alexa como la nueva directora del área de marketing.
Yo cometí el error de acercarme al presidente Bosson y preguntarle la razón para que eligieran a una persona sin experiencia y no a mí, quien me había graduado de la universidad con título en Marketing y Negocios Internacionales, además de haber hecho especializaciones en mi área. Fue la primera vez que hice sonar mi voz, que deseaba que me escucharan y notaran mi inconformismo.
Eso no le gustó a Alexa y me volví su esclava, colocándome todo el trabajo a mí, haciéndome pasar largas horas en la oficina, llegando a pasar noches enteras, jornadas extendidas sin descanso. Obviamente ella necesitaba que los proyectos que se le entregaban al área de marketing funcionaran, así que me obligaba a hacer todo su trabajo. Pero, una vez más, aunque los que estaban a mi alrededor sabían que me estaban explotando, no hicieron nada para defenderme.
Alexa me gritaba y humillaba en frente de todos, para demostrarme que era ella quien tenía el poder y yo simplemente era su esclava. Claro, al tener el apoyo de una de las hijas de los accionistas de la compañía, nadie intentaría interferir en su camino y mucho menos pedirle que dejara de maltratar a sus empleados.
Estaba cansada, pensando en renunciar y volver a escapar, porque eso era lo que sabía hacer. También… por las noches, antes de dormir, pensaba en cuán satisfactorio sería arrancarle la vida a Eloísa y Alexa. Esas dos mujeres que tanto daño me habían hecho en toda mi vida… ¿cómo se sentiría verlas morir lentamente, llenas de dolor?
Pero la muerte no era suficiente para ellas, claro que no, personas que han hecho tanto daño merecen sufrir en vida y pagar por todo el mal que han cometido.
Así que, comencé a idear un plan para hacerlas pagar por todo, enlistando las cosas que ellas más aman en el mundo. Se los iba a quitar uno por uno, hasta verlas sin nada, destruidas y suplicando por morir.
Lo que no estaba en mis planes era…
—Sé mi amante —me dijo el presidente Bosson.
A veces paso noches enteras sin dormir, recordando el baño de la escuela, donde Eloísa y su amiga Alexa les gustaba encerrarme hasta que yo suplicara e implorara que me dejaran salir. Muchas veces se marchaban de la escuela y me dejaban allí, por lo cual anochecía y me encontraba a oscuras. El vigilante de la escuela ya me conocía y me preguntaba:—¿Por qué no informas de esto a las directivas?Pero… ¿cómo podría hacerlo si el tío de Alexa era el dueño del colegio y la familia de Eloísa su mayor donador?No sé cómo pensé en un tiempo que Alexa era mi mejor amiga. Su familia y la mía son vecinas, nuestras madres son amigas cercanas y a ella la conocía de toda la vida. Éramos casi inseparables en la infancia.Cuando nos hicimos adolescentes, nos gustaba escuchar la misma música e íbamos a fiestas juntas. Yo le contaba sobre los chicos que me gustaban y ella también sobre los suyos. De hecho, le ayudé con el que se hizo su primer novio, era quien le llevaba los comunicados, funcionando d
El reloj de péndulo cerca a la puerta de la oficina marcaba las diez y media de la noche. El presidente Oliver se levantó de su sillón de cuero y tomó su abrigo oscuro del perchero de la esquina. —Ya es muy tarde —informó. Me levanté de mi puesto con timidez. Era la primera vez que pasaba tanto tiempo al lado de mi jefe y por momentos no sabía cómo reaccionar. Lo veía colocarse el abrigo largo y oscuro que le daba un aire mucho más imponente del que ya tenía. Comencé a preguntarme cómo Eloísa le era infiel a un hombre tan perfecto como el presidente y me aseguraba que si yo tuviera ese corazón en mis manos lo cuidaría con mi vida. Salimos de la oficina y noté que ya no había ni una sola persona en el edificio, así que sí era cierto que estábamos solos. —De ahora en adelante debemos almorzar juntos —me dijo de repente el presidente, quien iba caminando a mi derecha—. Necesitamos que en la empresa comiencen a sospechar, así que tienes que estar saliendo con constancia y no decirle a
La vida de Alexa comenzó a agrietarse sin darse cuenta. Su mirada hacia mí me advertía que iba a arremeter con toda la fuerza que poseía y no descansaría hasta verme muerta. Pero ella no sabía que ya yo había preparado el terreno donde la iba a enterrar viva y me reiría en el proceso. Cuando la reunión acabó y me dirigía a la salida, sentí un fuerte agarre en mi brazo que me hizo detenerme en seco y me obligó a girarme hacia atrás. Allí estaba Alexa, fulminándome con su mirada. —¿Qué crees que estás haciendo? —gruñó entre dientes. Iba a contestar, pero se adelantó con su amenaza: —Si estás intentando quitarme mi puesto, estás yendo por muy mal camino —soltó con la voz más amenazadora y llena de furia—. Te voy a destruir si me sigues provocando. ¿Crees que eres rival para mí? —¿No te das cuenta de lo que estás haciendo? —pregunté mientras soltaba su agarre de una fuerte sacudida—. Ya el puesto de directora te lo quité —alegué con una leve sonrisa—. Y cualquier movida que intentes h
Cuando me encontraba en último año de preparatoria a nuestro salón de clases llegó una estudiante nueva llamada Nidia Polat, como todos en el colegio Andes, provenía de familia adinerada y de gran prestigio, de hecho, su familia era mucho más poderosa que la de Eloísa. Nidia era diferente a los demás en aquella escuela, a ella no le gustaba la injusticia, no era de las que acostumbraban a hacerse de la vista gorda si veía a alguien maltratando a otra persona más débil. Por estas razones pronto se hizo enemiga de Eloísa y Alexa. Y un día Nidia apareció muerta en el colegio, según, se había lanzado del balcón más alto de la escuela. O eso fue lo que todos creyeron. Pero yo he tenido todo este tiempo el recuerdo tan fresco de cómo Eloísa se acercó a mí, me levantó del cabello, obligándome a ponerme de pie del piso lleno de sangre y me recostó a la pared. —Si dices una sola palabra, terminarás como ella —me dijo mientras sonreía oscuramente. Cuando ellas me dejaron escapar de la escu
Era la primera noche que llegaba al Hotel Imperial en el centro de la ciudad, el más exclusivo y donde una noche podría costarme el sueldo de un mes. En la habitación encontré una pared de vidrio que daba la imponente vista de la ciudad y en lo más lejano, el mar. La noche estaba llena de estrellas y la panorámica me informaba que me encontraba en uno de los sitios más prestigiosos de la ciudad.El interior de la habitación también demandaba atención, con luces cálidas, una cama enorme, también había una mediana sala de estar, con una lámpara de araña colgando del techo blanco. Todo estaba meticulosamente organizado y limpio; en el ambiente lograba encontrar un aroma a rosas frescas y noté que sí, había rosas en los jarrones de los rinconeros.Llevaba quince minutos de haber llegado a la habitación y decidí darme una ducha porque había salido directamente del trabajo hacia el hotel. El interior del baño no podía ser menos ostentoso, con un jacuzzi y un gran ventanal que dejaba ver la
Noté que por primera vez Oliver dejó la copa de vino sobre la mesita de vidrio que estaba en frente de nosotros. Sus mejillas las veía acaloradas y su mirada se tornó seductora, llena de intenciones que me explicaban sus ojos y su mano inquieta. Pero yo no estaba preparada, me di cuenta de que cometí el error al no embriagarme para este momento. Me sentía tensa e incómoda. —Señor Oliver —dije. —Llámame por mi nombre, nada de señor —pidió casi a susurro, se acercaba más a mí, hasta darme un beso en el cuello. —Oliver, creo que lo mejor es que volvamos a casa —comenté—, debe descansar, ya ha bebido mucho. —Yo no quiero volver a mi casa, quiero estar por fuera —soltó mientras se apartaba de mí. Se levantó del mueble y después caminó hasta acostarse en la cama, prácticamente se dejó caer boca arriba. Me acerqué a él, sentándome en la orilla; lo vi acomodarse a medio lado, casi contemplándome con una leve sonrisa. —Eres muy hermosa, Emma —me dijo casi a susurro y con las palabras ar
Hay una parte de felicidad en mi último año de preparatoria, sobre todo cuando Nidia comenzó a estudiar en mi salón de clases. Nadie le gustaba sentarse a mi lado, sabían que hacerlo era como informarle a Eloísa que era mi amigo y eso era darle tarjeta verde al bullying. Pero Nidia no lo sabía, así que, en su primer día de clases se sentó a mi lado. Recuerdo haberme sorprendido de su gran belleza: rubia, de ojos azules, con unas piernas largas y unos labios rosados carnosos. Sabía llevar el uniforme con estilo, colocándole su toque particular (le gustaba llevar gargantillas y extensiones de colores en el cabello). Tenía una energía que te informaba que era una persona cool. —Hola, ¿cómo te llamas? —me preguntó. Yo era sumamente tímida, no hablaba en clase, sobre todo porque estaba acostumbrada a ser invisible (esa era mi forma de sobrevivir en el colegio). —Es mejor que no te sientes en ese puesto —le dije. —¿Por qué? —preguntó, para ella parecía un chiste. —No querrás meterte e
La señora Milena de Polat y su esposo nunca creyeron que su hija se hubiera suicidado, mucho menos cuando había comenzado el proceso de admisión para estudiar en la mejor universidad del país y planeaba un viaje alrededor del mundo para celebrar su graduación. Una joven tan vivaz como Nidia nunca pensaría en suicidarse. Sin embargo, no pudieron encontrar pruebas que probaran que se trataba de un asesinato. Eloísa Mars, primogénita y futura heredera de la fortuna de los Mars. Una reina como ella era difícil de destruir y de eso se dio cuenta Milena de Polat cuando pidió justicia para la muerte de su hija. Llegó a enfermarse tanto que por su salud mental su esposo se vio obligado a mudarse del país para no perderla a ella también. Aun así, el corazón de una madre nunca olvida y ella siempre tuvo presente que debía vengar la muerte de su hija. Cuando Nidia cayó de aquel alto balcón y el fuerte golpe arrancó su último aliento de vida, hizo que el firme suelo donde Eloísa estaba posiciona