Emma ha colocado una cuenta regresiva para su venganza y por lo que se ha podido ver, en el futuro logrará llevar al borde de la muerte a Eloísa, sin embargo, Oliver también estará al filo de la muerte. ¿Quién terminará muerto? ¿Y cómo se desencadenarán estas situaciones? Si te gusta esta novela, puedes apoyarla dando me gusta y comentando qué te ha parecido hasta el momento. Saludos, IsavelaRobles.
En el almuerzo me encontré con la señora Milena de Polat, almorzábamos como lo acordamos días atrás y así poder hablar íntimamente sobre nuestras vidas.Sentí la comida insípida, aunque eran un filete bañado en salsa de ciruelas, preparado en el mejor restaurante de la ciudad; debía atribuirlo a la conversación que tenía con la señora Milena, pues no se podía hablar de otra cosa que no fuera tristeza pura. Éramos dos mujeres condenadas por el mismo suceso trágico: la muerte de Nidia.—Y cuéntame, ¿qué vas a hacer ahora? —me preguntó mientras sostenía su copa de vinotinto—. Dime tu siguiente plan.—Voy a destruir otra relación —informé—. ¿Está enterada del compromiso entre Alexa y Augustus Sanders?—Oh, sí, claro que todos conocemos esa relación, es el heredero de ese imperio petrolero, uno de los solteros más codiciados y Alexa es famosa por ser la única mujer que logró hacer que se comprometiera.—Pues ahora será famosa por ser la primera que él deje vestida y alborotada en el altar
Cuenta regresiva: día 90. Oliver: Volví a la casa, Eloísa me había suplicado para quedarme con ella. Temblaba y lloraba desconsoladamente. Finalmente logró quedarse dormida gracias a un calmante que le había dado el doctor, pues al verla en una crisis de nervios mandé a llamarlo.—¿Sus quemaduras son graves? —pregunté al doctor.Eloísa estaba profundamente dormida frente a nosotros, la observábamos mientras conversábamos.—Sí, quedarán marcas, no tan profundas —informó el doctor—, pero con un buen tratamiento estético no será nada que ella no pueda superar, en aproximadamente tres meses podrá retomar su carrera de modelaje.Aquello, para mi sorpresa, me hizo enojar. Quería que Eloísa sufriera, aún en su momento más bajo no dejaba de engañarme.Volteé a ver al doctor.—¿Y qué podría pasar con sus heridas si no son bien cuidadas? —pregunté con tono bajo.El hombre se sorprendió por mis palabras. Me acerqué lentamente hasta el balcón, el doctor me siguió con cautela.—Bueno, señor, si
La carcajada histérica de Eloísa estremeció el tímpano derecho de Emma, su mano empuñó con fuerza el celular, hasta hacerlo temblar.—¿Creías que no iba a hacer nada? —cuestionó Eloísa—. ¿Creías que iba a permitir que me quitaras a mi esposo? —Volvió a carcajear con fuerza—. Ay, Emma, tú siempre has sido tan… ingenua, desde pequeña siempre lo has sido, por más que intentes ser mala, nunca podrás serlo. —Un silencio atrapó la llamada—. Oliver siempre fue mío, pero, como dejó de servirme, pues tuve que matarlo. Así de fácil se tira la basura.Las lágrimas rodaron silenciosamente por las mejillas de Emma.Su mundo empezó a mecerse: de un lado a otro. Sentía la vida correr como el tictac de un reloj de péndulo.Pero no sentía nada…—¿Qué creías? ¿Que podrías asesinarme y después ocupar mi lugar? —preguntó Eloísa y soltó otra de sus carcajadas estridentes—. Ay, Emma, desde niña has sido tan graciosa.La sonrisa apareció en el rostro de Emma, ensanchándose cada vez más. Con su mano izquierd
Todos en la empresa saben que la esposa del presidente Bosson le es infiel, pero nadie dice nada, obviamente, es un secreto a voces. Ella le es infiel desde mucho antes que se casaran y él parece estar en negación y así decidió llevarla al altar, negándose a aceptarlo. Diez años de noviazgo y cinco años de esposos. Rumoran que le ha sido infiel con diez amantes oficiales en todo ese tiempo, otros dicen que son más. Pero el presidente por fin ha aceptado que su matrimonio es un desastre y está dispuesto a vengarse. . —Sé mi amante —me dijo por fin. —¿Disculpe? —pregunté, había escuchado perfectamente, pero necesitaba tiempo para procesarlo. —Sé mi amante por el tiempo que yo lo necesite —explicó—, a cambio te daré el puesto de directora de marketing. Y mientras estaba frente a él en su gran oficina, entendí que quería que yo fuera una pieza en su juego de ajedrez. Pero yo era un peón, no sería la reina y mucho menos su caballo. Mi papel consistiría en una simple pieza que podría
Mis padres siempre se han esforzado por darme todo en la vida: me inscribieron a la mejor escuela de la ciudad, me compraban las mejores ropas y me llevaban a los lugares que quería conocer. Y yo me esforzaba por recompensarlo siendo la mejor de mi clase, así como intentaba nunca estar en problemas para que no se preocuparan.Pero eso no le gustaba a Eloísa Mars, su mirada hacia mí siempre fue de envidia. Le temo a las aguas profundas porque a mis diez años ella me tomó del pie y me arrastró hasta lo más profundo de la piscina para que me ahogara.Aún recuerdo las lágrimas de miedo de mi madre cuando desperté en el hospital, dijeron que estuve a punto de morir porque tragué mucha agua. Cuando me preguntaron el por qué me lancé a la piscina si yo no sabía nadar, no supe qué responder. ¿Cómo podría decir que la hija del mayor socio accionista de mi padre intentó ahogarme? Eloísa mostraba el rostro de ser una niña que no haría nada malo, de hecho… fue ella quien me invitó a su casa para
A veces paso noches enteras sin dormir, recordando el baño de la escuela, donde Eloísa y su amiga Alexa les gustaba encerrarme hasta que yo suplicara e implorara que me dejaran salir. Muchas veces se marchaban de la escuela y me dejaban allí, por lo cual anochecía y me encontraba a oscuras. El vigilante de la escuela ya me conocía y me preguntaba:—¿Por qué no informas de esto a las directivas?Pero… ¿cómo podría hacerlo si el tío de Alexa era el dueño del colegio y la familia de Eloísa su mayor donador?No sé cómo pensé en un tiempo que Alexa era mi mejor amiga. Su familia y la mía son vecinas, nuestras madres son amigas cercanas y a ella la conocía de toda la vida. Éramos casi inseparables en la infancia.Cuando nos hicimos adolescentes, nos gustaba escuchar la misma música e íbamos a fiestas juntas. Yo le contaba sobre los chicos que me gustaban y ella también sobre los suyos. De hecho, le ayudé con el que se hizo su primer novio, era quien le llevaba los comunicados, funcionando d
El reloj de péndulo cerca a la puerta de la oficina marcaba las diez y media de la noche. El presidente Oliver se levantó de su sillón de cuero y tomó su abrigo oscuro del perchero de la esquina. —Ya es muy tarde —informó. Me levanté de mi puesto con timidez. Era la primera vez que pasaba tanto tiempo al lado de mi jefe y por momentos no sabía cómo reaccionar. Lo veía colocarse el abrigo largo y oscuro que le daba un aire mucho más imponente del que ya tenía. Comencé a preguntarme cómo Eloísa le era infiel a un hombre tan perfecto como el presidente y me aseguraba que si yo tuviera ese corazón en mis manos lo cuidaría con mi vida. Salimos de la oficina y noté que ya no había ni una sola persona en el edificio, así que sí era cierto que estábamos solos. —De ahora en adelante debemos almorzar juntos —me dijo de repente el presidente, quien iba caminando a mi derecha—. Necesitamos que en la empresa comiencen a sospechar, así que tienes que estar saliendo con constancia y no decirle a
La vida de Alexa comenzó a agrietarse sin darse cuenta. Su mirada hacia mí me advertía que iba a arremeter con toda la fuerza que poseía y no descansaría hasta verme muerta. Pero ella no sabía que ya yo había preparado el terreno donde la iba a enterrar viva y me reiría en el proceso. Cuando la reunión acabó y me dirigía a la salida, sentí un fuerte agarre en mi brazo que me hizo detenerme en seco y me obligó a girarme hacia atrás. Allí estaba Alexa, fulminándome con su mirada. —¿Qué crees que estás haciendo? —gruñó entre dientes. Iba a contestar, pero se adelantó con su amenaza: —Si estás intentando quitarme mi puesto, estás yendo por muy mal camino —soltó con la voz más amenazadora y llena de furia—. Te voy a destruir si me sigues provocando. ¿Crees que eres rival para mí? —¿No te das cuenta de lo que estás haciendo? —pregunté mientras soltaba su agarre de una fuerte sacudida—. Ya el puesto de directora te lo quité —alegué con una leve sonrisa—. Y cualquier movida que intentes h