Los secretos poco a poco se están revelando, ¿cómo creen que sea la venganza de Oliver? ¿Se volverá amante real de Emma?
Era la primera noche que llegaba al Hotel Imperial en el centro de la ciudad, el más exclusivo y donde una noche podría costarme el sueldo de un mes. En la habitación encontré una pared de vidrio que daba la imponente vista de la ciudad y en lo más lejano, el mar. La noche estaba llena de estrellas y la panorámica me informaba que me encontraba en uno de los sitios más prestigiosos de la ciudad.El interior de la habitación también demandaba atención, con luces cálidas, una cama enorme, también había una mediana sala de estar, con una lámpara de araña colgando del techo blanco. Todo estaba meticulosamente organizado y limpio; en el ambiente lograba encontrar un aroma a rosas frescas y noté que sí, había rosas en los jarrones de los rinconeros.Llevaba quince minutos de haber llegado a la habitación y decidí darme una ducha porque había salido directamente del trabajo hacia el hotel. El interior del baño no podía ser menos ostentoso, con un jacuzzi y un gran ventanal que dejaba ver la
Noté que por primera vez Oliver dejó la copa de vino sobre la mesita de vidrio que estaba en frente de nosotros. Sus mejillas las veía acaloradas y su mirada se tornó seductora, llena de intenciones que me explicaban sus ojos y su mano inquieta. Pero yo no estaba preparada, me di cuenta de que cometí el error al no embriagarme para este momento. Me sentía tensa e incómoda. —Señor Oliver —dije. —Llámame por mi nombre, nada de señor —pidió casi a susurro, se acercaba más a mí, hasta darme un beso en el cuello. —Oliver, creo que lo mejor es que volvamos a casa —comenté—, debe descansar, ya ha bebido mucho. —Yo no quiero volver a mi casa, quiero estar por fuera —soltó mientras se apartaba de mí. Se levantó del mueble y después caminó hasta acostarse en la cama, prácticamente se dejó caer boca arriba. Me acerqué a él, sentándome en la orilla; lo vi acomodarse a medio lado, casi contemplándome con una leve sonrisa. —Eres muy hermosa, Emma —me dijo casi a susurro y con las palabras ar
Hay una parte de felicidad en mi último año de preparatoria, sobre todo cuando Nidia comenzó a estudiar en mi salón de clases. Nadie le gustaba sentarse a mi lado, sabían que hacerlo era como informarle a Eloísa que era mi amigo y eso era darle tarjeta verde al bullying. Pero Nidia no lo sabía, así que, en su primer día de clases se sentó a mi lado. Recuerdo haberme sorprendido de su gran belleza: rubia, de ojos azules, con unas piernas largas y unos labios rosados carnosos. Sabía llevar el uniforme con estilo, colocándole su toque particular (le gustaba llevar gargantillas y extensiones de colores en el cabello). Tenía una energía que te informaba que era una persona cool. —Hola, ¿cómo te llamas? —me preguntó. Yo era sumamente tímida, no hablaba en clase, sobre todo porque estaba acostumbrada a ser invisible (esa era mi forma de sobrevivir en el colegio). —Es mejor que no te sientes en ese puesto —le dije. —¿Por qué? —preguntó, para ella parecía un chiste. —No querrás meterte e
La señora Milena de Polat y su esposo nunca creyeron que su hija se hubiera suicidado, mucho menos cuando había comenzado el proceso de admisión para estudiar en la mejor universidad del país y planeaba un viaje alrededor del mundo para celebrar su graduación. Una joven tan vivaz como Nidia nunca pensaría en suicidarse. Sin embargo, no pudieron encontrar pruebas que probaran que se trataba de un asesinato. Eloísa Mars, primogénita y futura heredera de la fortuna de los Mars. Una reina como ella era difícil de destruir y de eso se dio cuenta Milena de Polat cuando pidió justicia para la muerte de su hija. Llegó a enfermarse tanto que por su salud mental su esposo se vio obligado a mudarse del país para no perderla a ella también. Aun así, el corazón de una madre nunca olvida y ella siempre tuvo presente que debía vengar la muerte de su hija. Cuando Nidia cayó de aquel alto balcón y el fuerte golpe arrancó su último aliento de vida, hizo que el firme suelo donde Eloísa estaba posiciona
Oliver: Veía las fotos regadas en el suelo, las dos mujeres frente a mí se mostraban nerviosas e impresionadas por verme llegar de repente. —¿Qué está sucediendo? —pregunté, avancé hasta las fotos y recogí una donde se veía a Emma—. ¿Qué es esto? —Son fotos —respondió Eloísa con rapidez y se apresuró a quitarme la foto de mi mano. —Eso ya lo sé —contesté con seriedad—. ¿Por qué tienes una foto de mi empleada? —Son fotos viejas de mis antiguos compañeros de clase —explicó con la astucia que sólo ella podía tener—. Estábamos viendo recuerdos de esa época. —Mostró una sonrisa—. ¿No te había contado que Emma Sandoval estudió con nosotras? Somos viejas amigas, nuestras familias se conocen. Volteé a ver a Alexa, no se veía tan calmada como Eloísa, de hecho, se mostraba impresionada por el rápido cambio de actitud de su amiga. Reparé el suelo lleno de imágenes y me enfoqué en la imagen de una joven rubia que se mostraba sonriente; la jovencita se veía en otra foto, pero ésta estaba aco
Después de hablar con Aureliano, decidí pasar la noche en el Hotel Imperial, pasó una hora en la que estuve a solas en la habitación, tomando vino y disfrutando de una cena, que, aunque estuvo con buenos platillos, la sentí insípida. Me sentía solo. No quería pasar la noche a solas. Decidí llamar a Emma, sabía que no era el día en que debía llegar al hotel, pero necesitaba estar con alguien y sabía que era la persona indicada para una noche tan sin sabor como esa. Ella llegó a los cuarenta minutos. Me gustó que llevase un vestido rosado, peinada con un moño alto y el maquillaje era bastante natural. Se veía sencilla, pero elegante. Se mostraba sumamente tranquila, hasta sonreía. Le conté sobre la discusión con Eloísa mientras tomábamos unas copas de vino sentados en el mueble. Emma me escuchaba en silencio, eso me gustaba, porque sabía que de verdad me estaba escuchando, además que no me hacía sentir incómodo. —Quédate a dormir conmigo esta noche —le pedí a Emma. Ella sonríe y no
Estar acostada al lado de Oliver se sentía extraño, sobre todo porque podía sentir su aroma y escuchar su suave respiración que golpeaba en mi mejilla derecha, haciéndome cosquillas. Estaba acostaba boca arriba, esperando a que se durmiera, pero creía que eso no iba a suceder, él parecía estar muy a gusto con mi compañía. Me sorprendió cuando me llamó y me pidió que llegara al hotel, por un momento me asusté, porque creí que había descubierto la verdad sobre Jader. Me acomodé a medio lado y observé sus ojos verdes intensos, su cabello se veía sedoso, quería tocarlo, pero sentía que entre él y yo había un abismo enorme que nos separaba. Sin embargo, estábamos ahí, acostados en la misma cama. Sentí que la mano de Oliver se posó en mi cadera y me atrajo más a él. —Me encanta tu olor —esbozó. Mi cabeza ahora reposaba en su pecho. Podía escuchar los latidos de su corazón. Cerré los ojos y me concentré en aquella sensación: su respiración suave; el latido que me informaba que abrazaba u
Llegué a la oficina una hora tarde, Oliver me dijo que no debía preocuparme porque él era el jefe y estaba conmigo. Quiso que llegáramos juntos a la empresa, le dije que era una mala idea, pero en su caso lo vio como algo atrevido que estaba deseoso hacer. Las miradas de las personas por los pasillos y en el ascensor fue más que evidente. De hecho, cuando llegué a la oficina Alexa me observó con gran impresión que no pudo disimular. —Alexa, ¿ya tienes la investigación de mercado que te pedí? —le pregunté. El día anterior la puse a hacer una búsqueda de mercado en productos de belleza para nuestro plan de marketing para una marca. Ella debía entregármelo a primera hora, era el primer trabajo que decidí entregarle desde que me volví su jefa, era algo sencillo de hacer, sin embargo, constaba de bastante tiempo y por la vigilancia que hice anoche, sabía que estuvo en casa de Eloísa y no hizo ningún trabajo. —Claro que sí —respondió mientras tomaba unos papeles de su escritorio en el cu