—Otro día agotador —farfullé sin perder el ritmo de mis pasos. En realidad, quiero llegar rápido a casa para decorar la habitación de mi novio, Alex Macalister. Acaba de regresar de un importante evento; es un futbolista brasileño. Sin duda, es muy guapo, con una mirada impactante. Cada vez que pienso en él se me hace agua la boca.
El fuerte sonido de un auto relinchante me sacó de mis pensamientos. Mis ojos se abrieron al ver a tres personas interponiéndose en mi camino; uno de ellos era una chica. —¿Les puedo ayudar en algo? —pregunté de manera divertida. Ellos se miraron entre sí y asintieron con la cabeza. —Es ella —avisó la chica a los dos hombres que la acompañaban. Miré a ambos lados, sin darle mucha importancia al asunto. Pensé que era una broma y solo solté una risa nerviosa. —Amigos, sé que es una de esas bromas de internet. De repente, uno de los hombres me agarró de las manos, dejándome inmóvil. —¡Ayuda! —grité asustada. —Haz que se calle de una vez, Patrik —ordenó la chica sin pizca de sentimientos. Decidí actuar. Llevé mi boca hasta el brazo del hombre y le di un fuerte mordisco. —¡Ah! —gritó el hombre soltando su agarre. Corrí tan rápido como pude, pero mis tacones dificultaron mi escape. Aún así, no podía rendirme. Sin embargo, no fue suficiente... Mi mundo se desmoronó cuando sentí una gran mano jalar mi cabello y tumbarme al piso. Luchaba por liberarme del agarre implacable que me mantenía inmovilizada. —Ven aquí maldita—dijo el hombre. El terror se apoderó de mí al darme cuenta de que estaba siendo arrastrada hasta un auto. —¡Déjenme ir! —grité con desesperación, pero mis súplicas se perdieron en la noche. El frío suelo golpeó mi cuerpo con fuerza, robándome el aliento. Luché con todas mis fuerzas para escapar de mi captor, pero su fuerza era abrumadora. —Cállate de una vez —dijo la mujer lanzando una patada justo en mi estómago. El dolor hizo que mi respiración se cortará, y fue ahí donde me subieron al auto. —¿A dónde me llevan?—pregunte con los nervios de punta. Mi corazón se quería salir, es más, hasta ellos mismos podían escuchar mis latidos. —Te vamos a colocar una cinta—dijo la mujer con cierto enojo. —No, no se los voy a permitir—respondí lanzado una mirada matadora. La mujer se llenó de impaciencia y sacó un arma de fuego y la colocó sobre mi cabeza. —Si crees que vas a hacernos perder el tiempo, estás equivocada, ahora bien, déjate poner la m*****a cinta si no quieres tener un disparo en la cabeza. Mi cuerpo temblaba como gelatina. En ese instante supe que ningún esfuerzo iba a resolver esta situación. Por esa razón me vi obligada a desistir. Cerré mis ojos y dejé escapar un suspiro agitado. El hombre llamado Patrik me coloco una cinta en la boca. Su mirada era aterradora. Se traía algo entre manos. —Eres más astuta de lo que imaginé—dijo Patrik—te voy a poner una capucha—soltó una risa malvada—Con lo lista que eres, puedes aprenderte el camino—añade colocando un tipo de capucha sobre mi cabeza. La cual huele a pecueca. —Domingo, arranca el auto—la chica le ordena al otro hombre que los acompañaba. En este caso era el conductor. Minutos más tarde..... —Bájala con cuidado—ordenó la chica. Ella era la cabecilla de la banda, lo digo porque es la que más da órdenes. Los demás solo son simples perros falderos. La puerta del auto trasero se abrió, y puedo sentir cómo las manos de uno de ellos me hacen bajar a la fuerza. —Mmmm—chillo con el temor situado en mi pecho. En realidad siento que ellos están secuestrando a la persona incorrecta, soy una mujer sana, no le debo a nadie, no peleó con nadie, es más, jamás he tenido problemas con la policía. —Camina desgraciada—ordenó Patrik dándome un fuerte empujón. Sin poder ver, caí al suelo, golpeando mis rodillas contra un tipo de pavimento duro. —Con cuidado, bastardo—rugió la chica con la voz cabreada. —Ya me está jodiendo la paciencia, si sigue así, la voy a golpear—dijo Patrik. Su voz es muy diferente al resto, es más o menos como la de un monstruo. —Abre las puertas Domingo—ordenó la chica. Las puertas se abren con un sonido estresante, eran puertas viejas. Su sonido relincho en mis dientes causando dolor. —Señor Lebron, aquí tenemos a la mujer—Avisó la chica con satisfacción en su voz. Mi carne temblaba, no podía siquiera respirar, a estás cuestas me iba a dar un infarto. Los pasos aproximándose se depositaron en mis oídos. —Veamos—dijo el hombre que se aproximaba. Su voz es ronca, pero muy varonil. La capucha fue retirada suavemente. Aún llevaba mis ojos encerrados, incapaz de ver, me ví obligada a abrirlos—Abre los ojos Celine—Añade el hombre. No entiendo porque se sabe mi nombre. Abrí los ojos con dificultad, aunque dolían un poco aún no me acostumbraba a la luz. —Mmmm—volví a chillar en cuanto veo el rostro de aquel hombre. Una lágrima adornó mi mejilla. Pero el hombre automáticamente la limpió con uno de sus dedos. —Tranquila, yo no soy como la bestia de tu novio. Mi cuerpo se congeló, no sabía de qué estaba hablando este tipo, pero sus ojos verdes como la hierba, transmitían temor. Con una mirada fría y perturbadora se robaba mi atención. El hombre retiró la cinta de mi boca con delicadeza y la arrojó a un lado. —Patrik, dale agua a la chica—ordenó el hombre,, lanzando una mirada aterradora a Patrik. Mire para todos lados, tratando de familiarizarme con el lugar, pero no lo obtuve; solo había paredes blancas y un sofá negro.—Señor, usted está cometiendo un grave error—digo tratando de hacerlo caer en razón. —No, en realidad mi objetivo eres tú, Celine de Macalister.. Mis vellos se erizaron de punta a punta. —Estás mal de la cabeza, no me llamo Celine, me llamo Jimena—trato de mentir. Pero eso hizo que el hombre de ojos verdes soltara una risita. —No eres tan lista como aparentas—se acercó a mí, y me tomó de la cintura—Vamos. Me niego a caminar, y él me hace caminar de un suave empujón. —¡Ah duele!-me quejé, en realidad mis rodillas están lastimadas. —¿Qué pasa?—Me pregunta el hombre de ojos verdes con voz preocupante. Mis rodillas temblaban incapaces de moverse. Solo sentí un líquido recorrer por mis pantorrillas. El hombre me soltó, y llevó su mirada hasta mis piernas, alzó mi falda lentamente. En cuanto vio mis heridas, su rostro se enfureció como el mismo Tasmania. —¡¿Cómo dejaron que se lastimara!?—gritó enfurecido buscando una buena explicación. —Señor, ella se cayó—dijo la chica en voz
Lebron pasó sus manos por mis nalgas, dándoles una breve manoseada. —Te dije que no te haré daño, no soy como tu novio—susurra cerca de mi cuello, y luego deja un beso en este. —Por favor….—masculló cerrando mis ojos. Estaba muerta de miedo, pero sus caricias son suaves. —Ahora, descansa—Deja otro beso pero este con un chupete. Haciendo arder mi cuello. Jadeó tragando en seco, su beso me ha dejado desconcertada y con la piel de gallina. Lebron salió y cerró la puerta mientras acomodaba su cabello hacia atrás. Me tumbé al suelo tratando de procesar lo que acababa de ocurrir. Ese hombre me ha manoseado y besado el cuello. Lleve mi mano hasta la zona en la que el me beso y me limpie. —Es un sinvergüenza… —La comida está lista—anunció la chica mientras entraba a la habitación. Su mirada fría y distante, no me transmite más que rabia. La chica se confío y dejó la bandeja sobre la cama dándome la espalda, de inmediato aproveche la ocasión y me levante del piso y salí corriendo.
Me tomó por la barbilla con una fuerza que me dejó sin aliento. Sus largos dedos invadieron mi boca, provocándome náuseas. —Quítate la ropa, ahora —ordenó nuevamente. —Por favor, no me hagas esto —suplicaba, mi cuerpo temblando como una hoja al viento, pero su rostro no mostraba la menor piedad. —Lo siento, pero debes pagar el precio. Tu novio se ha metido con mi propiedad —su voz, cargada de crueldad, resonaba en mis oídos mientras me inmovilizaba. Sentía que me asfixiaba bajo su peso. Intenté apartarlo, pero mi brazo, dolorido por el golpe que recibí por parte de Patrik, no respondía. —¡Ah! —Un grito de dolor escapó de mis labios cuando un agudo pinchazo recorrió mi brazo. —No seas terca, esto será rápido... —susurró, su voz serpenteando hasta lo más profundo de mi ser. Su mirada, oscura y maliciosa, me llenaba de un terror paralizante. Tenía miedo de confesar que aún era virgen, sabiendo que podría aprovecharse aún más de mí, así que mentí. —Yo... no puedo estar con nadie, te
—¿Asesino a tu padre?—mi voz tembló al decir esto. —Si, él lo asesinó, y todo por la m*****a ambición. En realidad tú novio era quien nos transportaba la droga, el sabía todo de papá. Pero una tarde cuando apenas el sol se escondía, tu novio lo silencio, cuando encontramos a papá, estaba descamisado, y golpeado y sin sus tarjetas de crédito. Lo peor de todo, fue que Alex me llamo, diciéndo que tenía a Isabella cautiva. No sabía de qué hablaba, tampoco quería escucharlo, se que son mentiras, me está engañando, mi novio jamás sería capaz de eso. Pero tenía que meterme en el papel. —No tienes que hacer esto. Podemos resolverlo de otra manera. —No hay otra manera —dijo apretando la mandíbula. Desesperada, pensé en cualquier cosa que pudiera decir para detenerlo, aunque solo fuera por un momento. —Si… si la hay, te ayudaré a encontrar a tu novia—tartamudeo aún sin creer en la estupidez que acabo de decir. Su rostro se endureció aún más, y su mano se apretó en mi garganta, robándome e
Lebron comenzó a quitarse su ropa interior, cada prenda cayendo al suelo. Su cuerpo, tallado por músculos, se revelaba ante mí. Mis ojos no podían apartarse de él; había una fuerza cruda y una belleza innegable. Se inclinó de nuevo hacia mí. Su mano, firme y cálida, recorrió mi cuerpo, mientras quitaba mi vestido. Pronto, me encontré igual de desnuda que él. —Eres increíblemente hermosa—murmuró, mientras besaba mi hombro izquierdo. Se recostó a mi lado, su cuerpo en contacto con el mío, creando una conexión intensa y palpable. Sus labios encontraron mi cuello, dejando un rastro de besos ardientes que bajaban lentamente, enviando oleadas de placer a través de mí. Sus manos no se detenían, explorando cada rincón de mi ser, descubriendo lugares que nunca antes habían sido tocados. —Lebron, por favor…—susurró su nombre mientras cierro mis ojos. —No puedo detenerme—dijo con la voz excitada. Su parte íntima estaba completamente erecta, el tamaño es grande y gruesa, un poco más que la de
El tiempo se agotaba, y la rabia de Lebron era más intensa que cualquier palabra. Con una furia desbordante, sacó su arma y la apuntó a mi cabeza.—¿Jefe, qué hace? —exclamó Patrik, asustado. Sabía que si Lebron me mataba, todo estaría perdido. Alex no cedería por su novia y buscaría venganza contra Isabell. Patrik intentó razonar con él—. No se atreva, de lo contrario, Isabell morirá también.—Esta mujer es bien terca—respondió Lebron.A pesar de todo, mantuve mi decisión firme de no caminar. Me planté como un árbol de coco, dispuesta a enfrentar lo que viniera. Y lo miré directamente a los ojos.—Si quieres, mátame. Al menos así olvidaré lo que hicimos.Ambos estábamos desnudos, sin importar la presencia de Patrik. No nos molestamos en vestirnos, pero Lebron, notando la mirada fija de Patrik en mi cuerpo, lo regañó con furia.—¿Qué estás mirando? —rugió con voz llena de enojo. Patrik desvió la mirada hacia la puerta, recordándonos la urgencia de escapar.Con manos temblorosas, Lebron
Después de andar en auto por al menos una hora, llegamos a una casa que, en realidad, es hermosa. Con sus grandes ventanales y un pequeño parque en la entrada, parecía un refugio idílico. Me quedé pensativa, sin entender por qué una casa así tendría un parque. ¿Acaso es padre?—Llegamos a tu nuevo hogar—me anunció, esta vez retirando el arma de mi cabeza. —Me siento cansada, me duelen las piernas—le dije con la voz entrecortada. En realidad, me dolía todo el cuerpo; ese viaje me había dejado sin aliento. Lebron salió del auto, se dirigió al puesto de conductor, abrió la puerta y me ayudo a salir.Mi cuerpo resonó como maracas; no podía con mi alma, y por eso mis piernas flaquearon, haciéndome caer al suelo, arrodillada.—Dios mío, Celine, tu pierna—exclamó Lebron mientras se agachaba para cargarme en sus brazos. Sentí un alivio momentáneo al estar entre sus brazos, y cerré los ojos con confianza y me dejé llevar hasta una habitación. Me acostó en una cama que olía a manzana—. Traeré
Aparté la mirada de Lebron y me enfoqué en terminar la sopa. No puedo negar que estaba deliciosa y, al final, me ayudó mucho con mi debilidad. Unos minutos más tarde, Matilde vino corriendo, avisando que Patrik estaba en la puerta, tocando con desesperación. —Señor, es Patrik. Está en la puerta, herido. Lebron se levantó de la silla, dejándome hundida en mis pensamientos, y salió corriendo en busca de Patrcik. —Señora Celine, con su permiso, iré a terminar de lavar los platos —dijo Matilde. Me quedé en silencio, sin entender por qué esta mujer me trataba con formalidad. Yo solo soy una víctima. —¡Jefe, no pudimos! Él murió —dijo Patrcik desde lejos. Su voz era profunda y desesperada. —Cálmate y siéntate. Ya lo hecho, hecho está; no podemos revivirlo —respondió Lebron con voz arrogante y sin piedad. —Jefe, mi hermano está muerto —dijo Patrcik con las manos temblorosas. —Lleva a tu hermano a una habitación y atiéndelo —ordenó Lebron a la chica que había ayudado a raptarme