Me tomó por la barbilla con una fuerza que me dejó sin aliento. Sus largos dedos invadieron mi boca, provocándome náuseas.
—Quítate la ropa, ahora —ordenó nuevamente. —Por favor, no me hagas esto —suplicaba, mi cuerpo temblando como una hoja al viento, pero su rostro no mostraba la menor piedad. —Lo siento, pero debes pagar el precio. Tu novio se ha metido con mi propiedad —su voz, cargada de crueldad, resonaba en mis oídos mientras me inmovilizaba. Sentía que me asfixiaba bajo su peso. Intenté apartarlo, pero mi brazo, dolorido por el golpe que recibí por parte de Patrik, no respondía. —¡Ah! —Un grito de dolor escapó de mis labios cuando un agudo pinchazo recorrió mi brazo. —No seas terca, esto será rápido... —susurró, su voz serpenteando hasta lo más profundo de mi ser. Su mirada, oscura y maliciosa, me llenaba de un terror paralizante. Tenía miedo de confesar que aún era virgen, sabiendo que podría aprovecharse aún más de mí, así que mentí. —Yo... no puedo estar con nadie, tengo VIH—dije, cerrando los ojos con fuerza, esperando que se alejara. Por un momento, sus manos se retiraron, pero él seguía encima de mí. —¿Acabaste? —respondió con una risa sádica. Abrí los ojos de golpe, encontrándome nuevamente con su mirada devastadora. Sus ojos, delineados de manera intensa, le daban una apariencia casi egipcia. Tristemente, eran unos ojos hermosos. —Te he dicho que tengo VIH y si quieres morir antes de tiempo, no tengas relaciones conmigo —intenté parecer más astuta que él, pero mi esperanza se desvaneció al ver su sonrisa burlona. Su risa se hizo más profunda, resonando en el silencio de la habitación como el eco de una pesadilla interminable. —Crees que eso me detendrá —dijo en voz baja. Sus dedos se deslizaron por mi cuello, haciendo que un escalofrío recorriera mi columna vertebral—. No eres más que una pieza en este juego. —Por favor —susurré, con lágrimas brotando de mis ojos—. Te lo suplico... Él se inclinó, su rostro tan cerca que podía sentir su aliento en mi piel. —Las súplicas no te salvarán ahora —susurró, con una sonrisa cruel dibujándose en sus labios. El tiempo se detenía a cada segundo, y la habitación parecía cerrarse alrededor de nosotros. Sus manos comenzaron a deslizarse por mi cuerpo, y cada toque era como una quemadura. Intenté resistir, pero mis fuerzas me abandonaban rápidamente. En un acto de desesperación, levanté la voz. —¡Ayuda! —grité con toda la fuerza que pude reunir, aunque sabía que nadie vendría. Su mano cubrió mi boca, silenciándome al instante. Sus ojos me perforaban, llenos de una maldad inhumana. —No te molestes —dijo con frialdad—. Aquí, nadie puede oírte. Mis pensamientos se arremolinaban, buscando una salida, una forma de escapar de este infierno. Pero la realidad me golpeaba con una certeza brutal: estaba sola y atrapada. Con una última esperanza, intenté apelar a su humanidad, si es que quedaba alguna. —Piensa en lo que estás haciendo . Esto no tiene por qué ser así. Por favor. Él se detuvo por un momento, como si mis palabras hubieran logrado atravesar su corazon. Pero solo fue un segundo antes de que su expresión se endureciera nuevamente. Y llevar su mano hasta mi vagin@ y acariciarla. —Ya es demasiado tarde—dijo, y su voz era como un puñal en mi corazón. —Por favor…—susurró. Pero era demasiado tarde, sus dedos habían echado hacia un lado mi panties, y poco a poco fue metiendolos, se sentía extraño, jamás nadie había invadido mi privacidad. Al principio solo sentí una sensación de molestia, pero luego empezó a doler—Me duele por favor—Mis lágrimas caían sin cesar. Lebron sacó sus dedos de mi vagin@ y luego miró su mano, estaba sucia de flujo blanco, de inmediato su rostro estaba sorprendido, pero pude notar como su pulso empezó a temblar. Intenté controlar mi respiración, pero me costaba un montón. —¿Eres virgen? —preguntó, y al escuchar esa palabra, mi corazón empezó a latir con fuerza desbocada. No sabía qué decir, así que guardé silencio y aparté la mirada, esperando que mi silencio le diera la respuesta que buscaba. Su mano volvió a mi barbilla, obligándome a mirarlo—Responde —demandó, su voz baja pero cargada de amenaza. —Eso no te importa —logré susurrar, mi voz apenas audible, intentando reunir la poca valentía que me quedaba. Él sonrió, una sonrisa que no llegaba a sus ojos. Su mano dejó mi barbilla y se deslizó por mi cuello al punto de apretarlo con suavidad. —Claro que me importa—dijo—Quiero saber cuánto placer me espera. —Por favor... —empecé de nuevo, pero él me interrumpió. —Las vírgenes son más divertidas —susurró, su aliento cálido en mi oído—. Y tú, preciosa, pareces un verdadero desafío. Mis lágrimas seguían cayendo, pero me di cuenta de que las súplicas no me llevarían a ninguna parte. Tenía que encontrar una manera de luchar, de ganar tiempo. Mi mente volvía una y otra vez a una sola idea: mantenerlo hablando. —¿Por qué haces esto? —pregunté, intentando mantener mi voz firme—. ¿Qué te he hecho yo? No podías simplemente buscar a tu novia sin necesidad de secuestrarme a mí. Por un momento, algo pareció cambiar en su mirada. Una sombra de duda cruzó por sus ojos, pero se desvaneció tan rápido como había aparecido. —Creeme que mis intenciones no eran raptarte, pero tú novio hizo algo imperdonable, aparte de asesinar a mi padre, se lleva a Isabell. ¿Querías que simplemente fuera tras él? No, tenía que darle justo por donde más le duele, y eres tu Celine.—¿Asesino a tu padre?—mi voz tembló al decir esto. —Si, él lo asesinó, y todo por la m*****a ambición. En realidad tú novio era quien nos transportaba la droga, el sabía todo de papá. Pero una tarde cuando apenas el sol se escondía, tu novio lo silencio, cuando encontramos a papá, estaba descamisado, y golpeado y sin sus tarjetas de crédito. Lo peor de todo, fue que Alex me llamo, diciéndo que tenía a Isabella cautiva. No sabía de qué hablaba, tampoco quería escucharlo, se que son mentiras, me está engañando, mi novio jamás sería capaz de eso. Pero tenía que meterme en el papel. —No tienes que hacer esto. Podemos resolverlo de otra manera. —No hay otra manera —dijo apretando la mandíbula. Desesperada, pensé en cualquier cosa que pudiera decir para detenerlo, aunque solo fuera por un momento. —Si… si la hay, te ayudaré a encontrar a tu novia—tartamudeo aún sin creer en la estupidez que acabo de decir. Su rostro se endureció aún más, y su mano se apretó en mi garganta, robándome e
Lebron comenzó a quitarse su ropa interior, cada prenda cayendo al suelo. Su cuerpo, tallado por músculos, se revelaba ante mí. Mis ojos no podían apartarse de él; había una fuerza cruda y una belleza innegable. Se inclinó de nuevo hacia mí. Su mano, firme y cálida, recorrió mi cuerpo, mientras quitaba mi vestido. Pronto, me encontré igual de desnuda que él. —Eres increíblemente hermosa—murmuró, mientras besaba mi hombro izquierdo. Se recostó a mi lado, su cuerpo en contacto con el mío, creando una conexión intensa y palpable. Sus labios encontraron mi cuello, dejando un rastro de besos ardientes que bajaban lentamente, enviando oleadas de placer a través de mí. Sus manos no se detenían, explorando cada rincón de mi ser, descubriendo lugares que nunca antes habían sido tocados. —Lebron, por favor…—susurró su nombre mientras cierro mis ojos. —No puedo detenerme—dijo con la voz excitada. Su parte íntima estaba completamente erecta, el tamaño es grande y gruesa, un poco más que la de
El tiempo se agotaba, y la rabia de Lebron era más intensa que cualquier palabra. Con una furia desbordante, sacó su arma y la apuntó a mi cabeza.—¿Jefe, qué hace? —exclamó Patrik, asustado. Sabía que si Lebron me mataba, todo estaría perdido. Alex no cedería por su novia y buscaría venganza contra Isabell. Patrik intentó razonar con él—. No se atreva, de lo contrario, Isabell morirá también.—Esta mujer es bien terca—respondió Lebron.A pesar de todo, mantuve mi decisión firme de no caminar. Me planté como un árbol de coco, dispuesta a enfrentar lo que viniera. Y lo miré directamente a los ojos.—Si quieres, mátame. Al menos así olvidaré lo que hicimos.Ambos estábamos desnudos, sin importar la presencia de Patrik. No nos molestamos en vestirnos, pero Lebron, notando la mirada fija de Patrik en mi cuerpo, lo regañó con furia.—¿Qué estás mirando? —rugió con voz llena de enojo. Patrik desvió la mirada hacia la puerta, recordándonos la urgencia de escapar.Con manos temblorosas, Lebron
Después de andar en auto por al menos una hora, llegamos a una casa que, en realidad, es hermosa. Con sus grandes ventanales y un pequeño parque en la entrada, parecía un refugio idílico. Me quedé pensativa, sin entender por qué una casa así tendría un parque. ¿Acaso es padre?—Llegamos a tu nuevo hogar—me anunció, esta vez retirando el arma de mi cabeza. —Me siento cansada, me duelen las piernas—le dije con la voz entrecortada. En realidad, me dolía todo el cuerpo; ese viaje me había dejado sin aliento. Lebron salió del auto, se dirigió al puesto de conductor, abrió la puerta y me ayudo a salir.Mi cuerpo resonó como maracas; no podía con mi alma, y por eso mis piernas flaquearon, haciéndome caer al suelo, arrodillada.—Dios mío, Celine, tu pierna—exclamó Lebron mientras se agachaba para cargarme en sus brazos. Sentí un alivio momentáneo al estar entre sus brazos, y cerré los ojos con confianza y me dejé llevar hasta una habitación. Me acostó en una cama que olía a manzana—. Traeré
Aparté la mirada de Lebron y me enfoqué en terminar la sopa. No puedo negar que estaba deliciosa y, al final, me ayudó mucho con mi debilidad. Unos minutos más tarde, Matilde vino corriendo, avisando que Patrik estaba en la puerta, tocando con desesperación. —Señor, es Patrik. Está en la puerta, herido. Lebron se levantó de la silla, dejándome hundida en mis pensamientos, y salió corriendo en busca de Patrcik. —Señora Celine, con su permiso, iré a terminar de lavar los platos —dijo Matilde. Me quedé en silencio, sin entender por qué esta mujer me trataba con formalidad. Yo solo soy una víctima. —¡Jefe, no pudimos! Él murió —dijo Patrcik desde lejos. Su voz era profunda y desesperada. —Cálmate y siéntate. Ya lo hecho, hecho está; no podemos revivirlo —respondió Lebron con voz arrogante y sin piedad. —Jefe, mi hermano está muerto —dijo Patrcik con las manos temblorosas. —Lleva a tu hermano a una habitación y atiéndelo —ordenó Lebron a la chica que había ayudado a raptarme
Si vuelves a meterte conmigo, te voy a matar, lo juro—dije con la voz temblorosa. Aunque por dentro me moría de miedo, tenía que establecer mis reglas también; no podía dejarme de esta culicagada.El odio me consumía, tenía sed de venganza y quería seguir dándole con aquella piedra, pero me detuve en seco luego de escuchar los gritos de Matilde, quien corría hacia nosotras.—¡Señora, qué ha hecho!—preguntó la mujer con el rostro horrorizado mientras me quitaba la piedra de la mano.—Ella me buscó primero—dije entre titubeos.La chica seguía derramando sangre de su cabeza, intentando llorar, pero su ego era más grande.—¡Llamaré al jefe!—dijo Matilde mientras corría hacia la mansión.Lebron vino corriendo tan rápido como pudo, encontrándose con la devastadora escena. Mis manos temblaban y mi voz estaba apagada debido a la irá que me consumía, mientras Matilde ayudaba a la chica a levantarse del pasto. La mirada de la chica estaba clavada en el suelo, incapaz siquiera de levantar la cab
Sentí un frío recorriendo todo mi cuerpo. La situación se volvía más complicada: estaba sola y ellos eran dos. Sabía que si se unían contra mí, podrían matarme fácilmente, y Lebron jamás se daría cuenta.Sentí las cálidas manos de Lebron tocando las mías, haciendo que la tensión disminuyera un poco. En ese momento, mis manos dejaron de temblar.—Querida, vamos al baño. Necesitas darte una ducha y relajarte un poco—dijo Lebron. Asentí como una muñequita dominada por su dueño y empecé a caminar junto con él, aún con mis piernas temblorosas. Él me ayudaba, y pude sentir esa protección varonil que tanto necesitaba—Sé que estás un poco saturada por la situación, pero créeme, esto es lo mejor para ti.No entendía el contexto de sus palabras. ¿Acaso creía que teniéndome cautiva era lo mejor para mí? No, este hombre no estaba bien de la mente.Al llegar al baño, Lebron entro También, me puse tensa luego de verlo a mi lado.—¿Me puedes dejar sola?—Le pido. Pero él niega.—Sola no podrás...—me
—Ese maldito de Alex me las va a pagar —murmura Lebron, golpeando la mesa con fuerza, haciendo que una lámpara se caiga y se rompa en mil pedazos y cause fuego. Grito aterrada al ver las llamas que brotan del suelo, pero se apagan rápidamente. En ese momento, la voz de la chica se apaga. Reconozco la voz de Alex al arrebatarle el teléfono. —¡Dame el maldito teléfono perra!—gritó Alex. —¡Amor ayúdame!—Exclamó la chica a lo lejos. —Ya escuchaste a tu novia. Ahora, entrégame todo el dinero si no quieres que la mate. Un dolor agudo perfora mi pecho, me cuesta respirar y las lágrimas comienzan a brotar. —Eres un maldito desgraciado. Te juro que en cuanto te vea, te arrancaré la piel hasta dejarte en carne viva —grita Lebron, su voz temblando de rabia. Parecía una bestia enfurecida, con las venas de sus manos y cabeza sobresaliendo. Yo, por mi parte, no podía dejar de llorar. Mis ojos dolían por el llanto incesante, y el miedo me paraliza. Sentí como mi vista se volvía borrosa. Esta