capitulo 3: quítate la ropa.❤️

Lebron pasó sus manos por mis nalgas, dándoles una breve manoseada.

—Te dije que no te haré daño, no soy como tu novio—susurra cerca de mi cuello, y luego deja un beso en este.

—Por favor….—masculló cerrando mis ojos. Estaba muerta de miedo, pero sus caricias son suaves.

—Ahora, descansa—Deja otro beso pero este con un chupete. Haciendo arder mi cuello.

Jadeó tragando en seco, su beso me ha dejado desconcertada y con la piel de gallina.

Lebron salió y cerró la puerta mientras acomodaba su cabello hacia atrás.

Me tumbé al suelo tratando de procesar lo que acababa de ocurrir. Ese hombre me ha manoseado y besado el cuello. Lleve mi mano hasta la zona en la que el me beso y me limpie.

—Es un sinvergüenza…

—La comida está lista—anunció la chica mientras entraba a la habitación. Su mirada fría y distante, no me transmite más que rabia.

La chica se confío y dejó la bandeja sobre la cama dándome la espalda, de inmediato aproveche la ocasión y me levante del piso y salí corriendo.

—¡Patrik, Domingo!—gritó ella desesperada.

Corría sin mirar atrás, con mis ojos bien abiertos como los de un búho en medio de la noche, miraba detalladamente en busca de una salida, me sentía atrapada y mi garganta dolía, ya que no podía siquiera tragar saliva.

—¡¿A dónde con tanto afán?!—Esa voz yo la conozco; Era la voz del monstruo de Patrik. Detuve mis pasos de golpe, luego de sentir como su cuerpo se abalanzó contra el mío dando vueltas los dos contra el piso. Este tipo se cree que está jugando fútbol americano.

—¡Ah!—grité luego de sentir como su cuerpo enorme dejaba reposar todo su peso encima de uno de mis brazos.

Patrik se levantó rápidamente del suelo y me cargó encima de su hombro, después me llevó nuevamente hasta la habitación, no hice el más mínimo esfuerzo en detenerle, ya que mi brazo dolía mucho.

—Qué mujer más fastidiosa, juro que si el jefe no estuviera interesado en ella, desde hace siglos le hubiera dado un buen balazo en la frente—dijo la chica enojada.

—Si tantas ganas de matarme tienes, hazlo, prefiero estar muerta que estar encerrada como un cerdo—dije con la voz temblorosa, por dentro me moría de miedo, y era obvio que no quería morir, quería salir con vida de este lugar.

—¿Qué paso ahora? solo los escucho gritar como gallinas en corral—Los dos sujetos que me custodiaban bajaron la cabeza en cuanto escucharon la voz de Lebron.

Alcé la mirada dispuesta a lo que fuera, en cuanto veo a Lebron, noto que está descamisado; sus músculos están bien entrenados, y su cabello esta envuelto en un moño.

—Salgan, déjenme con ella nuevamente—ordenó con la voz sería. Sus perros falderos de inmediato salieron de la habitación.

Esta vez no se sentó en la cama, solo depositó ambas de sus manos en sus caderas y soltó un suspiro.

—Necesito que me dejes ir de este lugar-dije con la voz llena de impotencia.

Lebron negó en reiteradas ocasiones y mordió su labio inferior.

—Hermosa, eso no será posible—enarcó una de sus cejas y se acercó hasta mí.

—Solo dime qué tengo que hacer. ¡Dime!—grité al borde del llanto, y un vacío en mi corazón era lo único que sentía—Por favor—me arrodille delante de él mientras me aferraba de sus muslos, suplicándole por mi libertad. En ese momento mis lagrimas empezaron a salir.

Sus manos acariciaron mi cabello, era una sensación cálida y relajante, tanto así, que quería permanecer aquí arrodillada por más tiempo.

De repente, sus manos dejaron de acariciar mi cabello, y con un fuerte tirón me hizo levantar del frío suelo, para luego arrojarme a la cama con brusquedad.

—Deja de llorar—La mirada de Lebron cambió rápidamente, volviéndose fría y distante. Sus fosas nasales se abrieron ampliamente y su respiración se aceleró ligeramente—Tu novio tiene a mi mujer cautiva, ¿y tú me pides libertad? ¿Eres tonta o no tienes cerebro? Te he dicho que mientras tu novio no me devuelva a mi mujer, nunca saldrás de estas cuatro paredes.

—Maldito desgraciado—susurro mientras seco mis lágrimas.

—Puedes decirme todo lo que quieras, pero nada de eso hará que cambie de opinión.

Sentí cómo mi mundo giraba a mi alrededor, mientras mi alma parecía abandonar mi cuerpo. Me sentía mareada y con náuseas, al punto de desmayarme. En realidad, no había comido nada. Y tampoco estaba dispuesta a comer.

—Te juro que saldré de este…—No terminé de decir la frase cuando mis ojos se cerraron automáticamente y un sudor frío empapó mi frente. Mis oídos comenzaron a zumbar de forma extraña y mi vista se volvió borrosa. En ese instante, perdí el conocimiento.

Horas más tarde.

—¡Alex!—gritó Lebron, enfurecido—Te juro que le haré lo mismo a tu mujer—Inmediatamente, empezó a lanzar objetos por todas partes, provocando un estruendo que hizo que me levantara de la cama, sintiéndome aterrada y desconcertada por lo que estaba ocurriendo a mi alrededor.

Tape mis ojos con mis manos para no ver la escena, pero me vi obligada a mirar luego de sentir como la cama se hundió.

—Quítate la ropa—Me ordena con una mirada prepotente.

—No, estas loco... Aléjate—Dije con la voz temblorosa, mientras arrojaba golpes al aire, Lebron me tumbo y caí acostada, luego se subió encima de mi, y sujeto ambas de mis manos—¡Ayuda!—Grite desesperada. 

—Esto... no te dolerá, ya que no eres virgen—dijo con seguridad, pero estaba equivocado. Aun conservaba mi virginidad. Y no estaba dispuesta a dársela a ningún cobarde.

Lebron me soltó por un momento, creí que todo había acabado, pero no... Esta vez llevo sus manos en dirección a mis senos y rasgo mi vestido, dejandolos al descubierto.

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