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CAP 5 MI PADRE

Ofelia apretó los dientes y se alejó. Mario era un tipo imposible.

Katty conversaba con algunas amigas. 

“Es encantadora tu fiesta… pero… Dónde está tu esposo No lo veo por ningún lado”. Una mujer rubia miró a todos lados, mencionando a Aníbal, Katty apretó las manos. “Está en un viaje de negocios…”

La mujer se burló. “¿Estás segura? Por ahí escuché que lo vieron en los bares bebiendo y con diferentes mujeres”.

Maggie entró a la defensa de su amiga. “¡Eso es mentira! Aníbal ama a Katty, son solo chismes”.

La mujer sonrió de lado y tomó su copa.

Katty nerviosa miro a todos lados, Aníbal no llegó a la fiesta, ella suspiró cansada y triste, no estaba disfrutando nada, el momento del pastel había llegado, todos se acercaron a cantarle a Katty las mañanitas, sus padres a su lado sonreían mientras seguían la letra de la canción, su tío miraba a Katty con un brillo muy especial. 

La gente seguía la melodía en coro hasta que se escuchó un estruendo. La gran puerta de la entrada fue abierta de golpe y se escucha un gran relajo.

Todos se callaron y giraron a ver la entrada, Aníbal acababa de llegar con varias mujeres que vestían de forma vulgar.  

Aníbal llevaba a una de ellas abrazada y se acercó hasta donde Katy y su familia estaban parados junto al pastel, al parecer estaba ebrio, sonreía y chocaba con las cosas, no tenía buen equilibrio.

Aníbal camino hasta Katty abrazando a una de las  mujeres que lo acompañaban. “Mi querida esposa…”

Katty lo miraba detenidamente en silencio. La gente susurraba en voz baja, mirando toda la escena.

Mario lo detuvo antes de que se acercara a su sobrina. “¿Qué estás haciendo? ¿Qué es todo esto?”. Él miraba de reojo a la gente que empezaba a cuchichear.

Aníbal soltó a la mujer y palmeó el hombro de Mario burlándose. “No lo ves, vine a la fiesta de mi mujer”. Apuntó a las mujeres que venían con muy poca ropa. “Y traje algunas amigas…”

Mario quitó la mano de Aníbal advirtiéndole. “Será mejor que te vayas”.

Aníbal se burló. “¿Por qué? Me quiero divertir, es la fiesta de mi esposa”.

Volvió a abrazar a la mujer que llevaba a un lado besando su cuello. Katty giro su rostro con dolor.

Maggie se acercó dándole una bofetada a Aníbal. “¿Qué te pasa? ¿Qué te crees? ¡Será mejor que te vayas! ¡Eres un imbécil!”. Javier se acercó al ver a Maggie descontrolada, se notaba que quería matarlo.

Aníbal miró a Maggie con odio. “Vas a arrepentirte de eso”.

Gonzalo no entendía, miró a su hija que estaba muy avergonzada y le pidió a su yerno. “Aníbal, si tienes algo que decir, será mejor que lo hagas en privado, esta no es la forma de comportarse”.

Aníbal se carcajeó. “¿La forma de comportarme? ¿Qué sabes tú de comportarse?”. Aníbal se quedó serio apuntando a su suegro después de decir esto.

Gonzalo frunció el ceño. “No entiendo…”

Aníbal al fin lo dijo. “Debiste haberte comportado hace muchos años y no lastimar a una mujer que te amaba”. Era algo que había guardado por años en su corazón.

Ofelia estaba inquieta. Mario entrecerró los ojos ante las palabras de Aníbal y recordó.

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Recuerdo de Mario.

Años antes, en una iglesia de la ciudad, se celebrará el bautizo de la pequeña Katherine Alcántara, princesa de la familia y única heredera, la pequeña tenía alrededor de dos años, nunca antes se había mostrado al público, pero hoy se daba a conocer ante todos los medios, al salir de la iglesia, Gonzalo y Ofelia Alcántara mostraron la cara de la pequeña ante toda la gente presente.

Los reporteros entrevistaron a los invitados, entre empresarios y farándula con sus mejores ropas, todo estaba organizado por el tío Mario, amaba a su sobrina y no dejó ningún detalle fuera de lugar.

Un empleado se acercó a Mario. “Señor Robledo, todo está listo”.

Mario afirmó feliz, este era el mejor momento de su sobrina, se convertiría en la imagen de la compañía y haría infinidad de anuncios que darían a la empresa mucho auge, su belleza y ternura llegaría a cada espectador atrayendo millones de clientes.

“No debe haber ni un solo incidente ¿Entendiste?”. Mario advirtió.

El empleado asintió alejándose.

Mario al ver a su cuñado y su hermana llegar con la pequeña, los ayudó a entrar entre tanta prensa que quería tener la foto de la pequeña.

Gonzalo saludó desde la puerta y entró al lugar con la pequeña en brazos. Mario se quedó dando órdenes a la gente y los medios por donde entrar, hasta que quedó solo en la entrada, se regocijaba por tener todo bajo control.

Se escuchó una discusión, Mario encontrándose con un niño en la puerta, frunció el ceño caminando hasta él y los guardias que no lo dejaban entrar. “¿Qué pasa?”.

El chico miró a Mario. “Quiero hablar con Gonzalo Alcántara”.

Mario se burló del chico. “¿Quién eres para dirigirle la palabra?”.

“Soy su hijo”. Esto lo dijo con mucha seguridad mirando a Mario a los ojos, su altura no le quitaba porte y seriedad.

“¿Qué dices?”. Le advirtió a los guardias alejarse.

“Quiero hablar con mi padre… Mi mamá está en el hospital… Necesito que él la ayude”.

Mario se inclinó observando esos ojos cafés tan cristalinos. “¿Quién es tu madre?”.

“Leticia Macias”.

Mario sonrió recordando a la mujer. “Leticia… Está bien”. Le dio una señal al empleado anterior quien se acercó.

Le dio una orden en voz alta frente al chico. “Dile al señor Alcántara que un chico está en la puerta y quiere hablar de una mujer llamada Leticia”.

El empleado se inclinó obedeciendo y entró a la fiesta, el chico se asomaba por las grandes puertas, donde se veía como Gonzalo llevaba a la pequeña en brazos quien se carcajeaba con los invitados, era toda una belleza a su corta edad, el empleado llegó hasta Gonzalo quien le habló al oído, pero Gonzalo negó al empleado dándole unas palabras y siguió en la fiesta.

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