soy Ara Yi Escritora, conoce mas de mis historias... Buena lectura!!!
Gonzalo examinó al hombre. “Leticia…” Hacía muchos años que no escuchaba ese nombre y estos últimos días no salía de su mente. “Tu… ¿Eres su hijo?”. Aníbal observó al hombre, estaba pálido. “Vengo aquí a darte dos opciones como lo hice con Mario… La primera es salvar a tu empresa… La segunda es salvar a tu hija”. Gonzalo sudaba y se estaba quedando sin aire. Aníbal siguió. “Te daré un día para pensar…” Gonzalo lo interrumpió gritando. “¡No necesito pensarlo! Katty es lo más importante”. Aníbal negó sonriendo y burlándose de la situación. “¿La salvarías a pesar de perder todo?”. “Si. Es mi única hija, la amo y haré lo que sea por ella”. Aníbal chasqueó los dientes. “¿Estás seguro que es tu única hija?”. Gonzalo se quedó quieto. “¿Qué quieres decir?”. Aníbal irguió su cuerpo metiendo las manos en los bolsillos, mostró una mirada altanera y soltó. “Soy tu hijo”. “¿Qué estás…? ¿Qué dices?”. Gonzalo apretó más su mano contra el pecho. Aníbal caminó hasta él. “Soy hijo de Leticia
La secretaria al ver a Aníbal que llegó tan guapo en su traje gris sonrió feliz acercándose a ellos. “Señor Montecinos”. Dijo coqueta. Katty no miró a Aníbal, estaba molesta con él después de lo que pasó en su casa, pero si le dio una mirada a Andrés, quien le regaló una pequeña sonrisa de lado. La recepcionista volvió a su lugar dejando a los cuatro. Tenía miedo de involucrarse y perder su trabajo. Se sentía mal por Katty, pero no podía ayudarla. Aníbal vio de reojo a Katty y avanzó hasta el elevador. La secretaria inmediatamente lo siguió, Andrés camino siguiéndolos, pero hizo una pausa y preguntó. “Katty ¿Estás bien?”. Katty lo observó por un momento y afirmó, Andrés la dejo para subir al elevador. Katty se quedó de pie sola por un momento, la recepcionista al ver que todos se iban se acercó dándole un vaso de agua a Katty, ella al ver el vaso empezó a llorar sin control y se limpiaba con vergüenza. “Lo siento… Los siento…” La recepcionista se asustó y la llevó hasta su silla,
Ofelia le repitió a Katty. “Ve a buscar al doctor”. Quería que se alejara rápidamente de ellas. Katty afirmó dándole una última mirada a la mujer, cuando se alejó Cristina enfrentó a Ofelia. “Recuerdo que dijiste que no querías ser madre... Que nunca estarías embarazada porque perderías tu figura y todos tus… encantos…” Esto último lo dijo despectivamente, se notaba todas las operaciones y arreglos que la mujer se había hecho en el transcurso de los años para seguir joven pero definitivamente el paso del tiempo estaba haciendo estragos en ella. Ofelia nerviosa se movía de un lado a otro. “¿Qué haces aquí? Pensé que vivías en el extranjero”. Cristina cruzó sus brazos. Si, pero ahora volví y me quedaré. Tengo muchos asuntos que resolver aquí”. Ofelia mostró una cara de miedo. “Mario y Gonzalo no te quieren aquí”. Le advirtió. Por un momento Cristina se afectó con la mención de los hombres, pero rápidamente se relajó. “Ellos no son nadie para decirme donde puedo estar o que debo hac
Mario apretó a Cristina más a su cuerpo para poder oler su perfume, lo excitaba cada vez más. “¿Cuántos años has estado desaparecida ¿1 o 2? ¿No me has extrañado en todo este tiempo?”. Ella fue firme. “¡No! ¡Ni un solo segundo!”. Mario siguió burlándose. “¿Por qué mientes?”. Pensó por un momento. “Podríamos pasarla muy bien de nuevo”. La miró por un momento. “¿Dónde está Leticia?”. Cristina se quedó callada. Mario observó sus tiernos ojos que tanto le gustaban de la mujer. “¿Quieres que yo mismo investigue dónde han estado escondidas?”. Ella negó inmediatamente. “Leticia… Está enferma, no la molestes más”. “¿Enferma? ¿Qué es lo que tiene?”. Mario estaba intrigado. Cristina no quería decírselo, pero recordó todo el dinero que debían y cuanto necesitaban que los ayudaran. “Su corazón está fallando, puede morir pronto si no tiene un trasplante”. Mario se asombró por la noticia por un momento y después tuvo una idea. “Yo puedo ayudar, tengo un montón de dinero que te servirá”. Po
“¿Cuéntame cómo has estado en estos años?”. Eduardo la ayudó a tomar asiento y preguntó interesado.Cristina dio una media sonrisa. “No me quejo, cuidar de Aníbal y Andrés fue para mí un alivio al dolor de perder a mi hijo, he intentado educarlos lo mejor posible, pero… Siento que he fallado”.Eduardo tomó su mano acariciándola. “No lo hiciste, Se que Mariano tiene mucho que ver con la actitud de Aníbal”.Cristina afirmó bajando la cabeza. “Durante años, Mariano ha sembrado un fuerte rencor hacia los Alcántara”. Ella suspiro largo. “Solo espero que Aníbal reaccione a tiempo, esa chica no merece lo que le hace”.Eduardo estaba de acuerdo. “¿Conociste a Katty?”. Preguntó con interés.Los ojos de Cristina se iluminaron inmediatamente. “Si. Es una mujer muy bella y para nada parecida a su madre…” Él estaba de acuerdo con la idea de Cristina.Al otro lado del hospital…Katty tomaba la mano de su padre mientras lo miraba con angustia, nunca antes lo había visto así, estaba dormido pero su r
Al entrar a la casa juntos se encontraron con Aníbal y un hombre muy guapo parecido a Aníbal, pero mayor, tenía el cabello negro y algunos en blanco, a pesar de su edad, su porte y gallardía lo mostraban en muy buena condición. Aníbal y él se daban un abrazo fuerte. “¡Tío es bueno verte al fin!”. El hombre palmeó la espalda de Aníbal. “Terminé mi trabajo pendiente antes y decidí venir”. Mariano se encontró con la mirada de la mujer. “Cristina ¿No te da gusto verme?”. Ella hizo un mohín. “Claro que es bueno verte”. Mariano saludo a Andrés. “¿Cómo van las cosas aquí?”. Andrés declaró. “Todo bien padrino”. Aníbal sirvió una bebida a cada uno y se las entregó, estaba feliz de que su tío estuviera al fin aquí. Su plan de venganza estaba en camino y con su tío las cosas serían más fáciles. “Por el gran futuro que nos espera”. Dijo Aníbal. Mariano sonrió siguiéndole el juego. “Por mi hermana Leticia, al fin se hará justicia”. Aníbal asintió hacia su tío, Andrés y Cristina se miraron t
Cristina fue a la cocina donde Aníbal comía un sándwich junto a la empleada, el niño al verla se alegró. “Madrina ven a comer conmigo”. Ella entró y acarició el cabello de Aníbal mostrando una gran sonrisa, le hizo un gesto a la empleada para que se retirara y al quedar solos ella tomó asiento frente a él. "Mi tío Mariano dice que viajaremos al extranjero, ahí está la nueva casa”. Cristina afirmó en silencio. “Debes portarte muy bien, como tu mamá te enseñó ¿Entiendes?”. El mordió su sándwich afirmando. Mastico su sándwich y le dijo a Cristina. "Les diré que te preparen una habitación muy bonita con flores”. Cristina se puso seria. “Aníbal… Yo no iré contigo”. “¿Qué?”. Cristina hizo una línea con su boca. “Tengo que quedarme aquí en la ciudad”. “Pero porque no puedes venir, mi tío dijo que la nueva casa tiene miles de habitaciones”. Ella no supo qué más decirle, no era su decisión. Aníbal era listo y entendió de inmediato, se levantó dejando la comida en la mesa. “¡Aníbal!”.
Tiempo después… Cristina y Aníbal veían televisión en la sala de la gran casa, Mariano llegó a la mansión junto con un chico dos o tres años menor que Aníbal. Tenía los ojos verdes y un semblante vacío, llevaba una pequeña mochila de colores que abrazaba fuerte. Cristina inmediatamente se acercó al chico regalándole una amable sonrisa. “Hola”. El niño solo la miró en silencio. Mariano les anunció. “Él es Andrés, se quedará con nosotros a partir de ahora”. Se alejó dejando al pequeño de pie solo. Ya les había informado que no tenía nada más que decir. Aníbal se acercó al niño preguntándole cosas e invitándole a ver televisión en la sala. Cristina siguió a Mariano, con los años trataba de llevar la fiesta en paz por el bien de Aníbal. “¿Quién es ese niño?”. Mariano tomó un vaso y se sirvió un whisky. “Perdió a su familia y lo traje aquí”. Cristina estaba intrigada. “¿Por qué harías eso? No eres un hombre amable ni mucho menos caritativo”. Él se burló de sí mismo y de la mujer. “