Tiempo después… Cristina y Aníbal veían televisión en la sala de la gran casa, Mariano llegó a la mansión junto con un chico dos o tres años menor que Aníbal. Tenía los ojos verdes y un semblante vacío, llevaba una pequeña mochila de colores que abrazaba fuerte. Cristina inmediatamente se acercó al chico regalándole una amable sonrisa. “Hola”. El niño solo la miró en silencio. Mariano les anunció. “Él es Andrés, se quedará con nosotros a partir de ahora”. Se alejó dejando al pequeño de pie solo. Ya les había informado que no tenía nada más que decir. Aníbal se acercó al niño preguntándole cosas e invitándole a ver televisión en la sala. Cristina siguió a Mariano, con los años trataba de llevar la fiesta en paz por el bien de Aníbal. “¿Quién es ese niño?”. Mariano tomó un vaso y se sirvió un whisky. “Perdió a su familia y lo traje aquí”. Cristina estaba intrigada. “¿Por qué harías eso? No eres un hombre amable ni mucho menos caritativo”. Él se burló de sí mismo y de la mujer. “
En el hospital… El doctor Eduardo terminaba de examinar a Katty que estaba en completo silencio, los resultados llegaron, Cristina se acercó. “¿Cómo está?”. Eduardo le dio la noticia. “Está embarazada”. Katty regresó a sus cinco sentidos cuando escuchó al doctor, ella empezó a ponerse nerviosa. “¿Embarazada? No puede ser… No… No puedo tenerlo”. Se puso histérica mientras Cristina trataba de calmarla. “¡Katty!”. “No por favor… por favor… No puedo tenerlo, no puedo…” Tenía tanto miedo de que el bebé viniera mal por su relación con Aníbal. Negaba con la cabeza como una loca. “¡Doctor! ¡Doctor! ¡Retírelo por favor! No debe nacer, por favor”. Lloraba incontrolable. Cristina la abrazó tratando de calmarla. “Detente Katty, detente, no es necesario”. “Este bebé… no debe nacer, no debe…” Ella les advertía a todos con miles de lágrimas en los ojos, su cara estaba llena de tristeza y dolor. Eduardo trajo un sedante, pero Cristina se negó. “Giró a Katty para que la mirara a los ojos. “No
Katty regresó a la mansión a lavarse antes de ir a cuidar a Gonzalo, al entrar por la gran puerta, se encontró con Ofelia que llevaba unas maletas parecía muy apurada. “¿A dónde vas?”. Le preguntó a su madre. Ofelia se exaltó. “¡Me asustaste!”. Nerviosa peinó su cabello y no miraba a Katty a los ojos. “Haré un viaje…” El empleado ayudó a la mujer a subir las maletas al auto, dejándola con Katty. Katty se enfrentó a la mujer. “Mi papá está en el hospital necesita que lo cuidemos”. Paso por un lado de Katty para subir al auto. “Se que lo cuidaras muy bien”. Katty no quitaba la vista de su madre. “¿Huyes? ¿Después de todo lo que hiciste junto con Mario?”. Ofelia se detuvo en la puerta y giró a mirarla. “Mario siempre pensó en ti, en lo mejor para ti”. “¡No era lo correcto! ¡Engañar! y aprovecharse de otros. ¡Eso es horrible!”. Reclamó Katty molesta. Ofelia rodó los ojos. “Yo solo seguía órdenes de tu padre así que no puedes culparme”. “Entonces ¿Por qué huyes? ¿Me vas a abandonar?
Cristina estaba en el cementerio, llevaba unas flores azules en sus manos y caminaba entre las tumbas, se detuvo en una muy pequeña que tenía algunos carritos y juguetes de bebe. “Mi pequeño Oscar…” Susurro. Nunca conoció a su hijo, solo le entregaron el cuerpecito ya para enterrarlo, nunca pudo tenerlo en sus brazos ni mimarlo y cuidarlo, su pérdida dolía todos los días. “He venido a visitarte, mamá estaba muy lejos y no puedo verte”. Ella acarició la lápida con el nombre de Oscar Garza. Su teléfono sonó, era Eduardo dándole la noticia. “Iré para allá”. Ella dio una última vista a la tumba y salió rápidamente. Al llegar al hospital se dio cuenta que Katty estaba en shock, miraba al vacío. “¿Cómo está?”. Eduardo negó. “Ella no responde a los estímulos, hay que dejarla descansar y mañana vendrá el psicólogo”. El bajo el rostro. “Los siento Cristina te prometí que la cuidaría”. Cristina negó apretando su hombro y le dio una mirada de consuelo, se acercó a la chica, que se veía muy
Katty bloqueó su teléfono y se levantó despacio de la cama, sus pies estaban frágiles y tomó un largo respiro para levantarse, se vistió y salió de la habitación rumbo a la de Gonzalo que dormía profundamente, el doctor llegó en ese momento. “Buenos días señora Montecinos”. Katty se sintió extraña al escuchar como la llamaba. “¿Cómo está mi... papá?”. Ahora no sabía cómo llamarlo. El doctor le explicó. “Ayer tuvo una recaída fuerte de nuevo, necesita descansar mucho y cuidados especiales”. Katty preguntó. “Es posible... ¿Hay algún tratamiento experimental que lo ayude?”. El doctor recordó. “He escuchado sobre un tratamiento nuevo, pero es en el extranjero y es muy costoso”. Katty entendió y volvió su mirada al hombre en la cama, Gonzalo la había amado todos estos años, pero… seguiría queriéndola si supiera que no es su hija. Salió de la habitación, bajó al primer piso y abandonó el hospital tomando un taxi. Cristina estaba sentada frente a Mario, su semblante era terrible y t
Katty bloqueó su teléfono y se levantó despacio de la cama, sus pies estaban frágiles y tomó un largo respiro para levantarse, se vistió y salió de la habitación rumbo a la de Gonzalo que dormía profundamente, el doctor llegó en ese momento. “Buenos días señora Montecinos”. Katty se sintió extraña al escuchar como la llamaba. “¿Cómo está mi... papá?”. Ahora no sabía cómo llamarlo. El doctor le explicó. “Ayer tuvo una recaída fuerte de nuevo, necesita descansar mucho y cuidados especiales”. Katty preguntó. “Es posible... ¿Hay algún tratamiento experimental que lo ayude?”. El doctor recordó. “He escuchado sobre un tratamiento nuevo, pero es en el extranjero y es muy costoso”. Katty entendió y volvió su mirada al hombre en la cama, Gonzalo la había amado todos estos años, pero… seguiría queriéndola si supiera que no es su hija. Salió de la habitación, bajó al primer piso y abandonó el hospital tomando un taxi. Cristina estaba sentada frente a Mario, su semblante era terrible y te
Katty tomó la primera carpeta, en ella mostraba una gran cantidad de dinero y cuentas a su nombre, frunció el ceño. “¿Esto? ¿Qué es?”. Aníbal le explicó muy animado. “Mario ha hecho miles de tratos y negocios con diferentes personas debajo del agua, ha robado, engañado y lastimado a mucha gente, todo lo que gana lo puso a nombre tuyo”. Katty apretó los papeles con dolor y enojo, no le importaba todo ese dinero. Firmó inmediatamente, el dinero sería repartido a las familias de los inocentes. Aníbal tomó la carpeta guardándola en un cajón. Katty tomó la otra carpeta, la abrió encontrándose con el título -Acuerdo de divorcio. Al leerlo ya no tuvo sentimientos encontrados, ya no dolía, no había nada… Aníbal le dio a conocer la situación de ellos. “Como ves, es un acuerdo de divorcio, te daré una pensión, pero es lo que la ley estima que debo darte, no habrá más. Tendrás que trabajar para seguir teniendo todos los lujos a los que estás acostumbrada, aunque… Sé que no sabes hacer nada,
Cristina estaba furiosa. “¡Es mi problema si lo acepto o no!”. Mariano no aguantó más su altanería y como parecía una fiera alebrestada, la besó de nuevo con deseo, obligándola a seguir el beso, esa sensación que ella le transmitía ninguna otra mujer lo hacía, sus labios eran dulces y su cuerpo atrayente, a pesar de su edad era una mujer muy bella y tenía una figura envidiable, su cabello largo le encantaba mas si lo llevaba suelto, le gustaba espiarla por las noches después de la ducha y como caminaba por su habitación cepillando su largo cabello mientras tarareaba una canción. Ninguna otra mujer se parecía a ella, al estar con otra pensaba en Cristina. Todas esas mujeres eran gentiles y complacientes, Cristina era todo lo contrario, convirtiéndose en un torbellino en su vida y le gustaba tenerla cerca, pelear con ella, verla disfrutar una tarde en el jardín, la comida que ella preparaba era su favorita. Cristina quedó inmovilizada, los besos de Mariano fueron calentando poco a poc