Al entrar a la casa juntos se encontraron con Aníbal y un hombre muy guapo parecido a Aníbal, pero mayor, tenía el cabello negro y algunos en blanco, a pesar de su edad, su porte y gallardía lo mostraban en muy buena condición. Aníbal y él se daban un abrazo fuerte. “¡Tío es bueno verte al fin!”. El hombre palmeó la espalda de Aníbal. “Terminé mi trabajo pendiente antes y decidí venir”. Mariano se encontró con la mirada de la mujer. “Cristina ¿No te da gusto verme?”. Ella hizo un mohín. “Claro que es bueno verte”. Mariano saludo a Andrés. “¿Cómo van las cosas aquí?”. Andrés declaró. “Todo bien padrino”. Aníbal sirvió una bebida a cada uno y se las entregó, estaba feliz de que su tío estuviera al fin aquí. Su plan de venganza estaba en camino y con su tío las cosas serían más fáciles. “Por el gran futuro que nos espera”. Dijo Aníbal. Mariano sonrió siguiéndole el juego. “Por mi hermana Leticia, al fin se hará justicia”. Aníbal asintió hacia su tío, Andrés y Cristina se miraron t
Cristina fue a la cocina donde Aníbal comía un sándwich junto a la empleada, el niño al verla se alegró. “Madrina ven a comer conmigo”. Ella entró y acarició el cabello de Aníbal mostrando una gran sonrisa, le hizo un gesto a la empleada para que se retirara y al quedar solos ella tomó asiento frente a él. "Mi tío Mariano dice que viajaremos al extranjero, ahí está la nueva casa”. Cristina afirmó en silencio. “Debes portarte muy bien, como tu mamá te enseñó ¿Entiendes?”. El mordió su sándwich afirmando. Mastico su sándwich y le dijo a Cristina. "Les diré que te preparen una habitación muy bonita con flores”. Cristina se puso seria. “Aníbal… Yo no iré contigo”. “¿Qué?”. Cristina hizo una línea con su boca. “Tengo que quedarme aquí en la ciudad”. “Pero porque no puedes venir, mi tío dijo que la nueva casa tiene miles de habitaciones”. Ella no supo qué más decirle, no era su decisión. Aníbal era listo y entendió de inmediato, se levantó dejando la comida en la mesa. “¡Aníbal!”.
Tiempo después… Cristina y Aníbal veían televisión en la sala de la gran casa, Mariano llegó a la mansión junto con un chico dos o tres años menor que Aníbal. Tenía los ojos verdes y un semblante vacío, llevaba una pequeña mochila de colores que abrazaba fuerte. Cristina inmediatamente se acercó al chico regalándole una amable sonrisa. “Hola”. El niño solo la miró en silencio. Mariano les anunció. “Él es Andrés, se quedará con nosotros a partir de ahora”. Se alejó dejando al pequeño de pie solo. Ya les había informado que no tenía nada más que decir. Aníbal se acercó al niño preguntándole cosas e invitándole a ver televisión en la sala. Cristina siguió a Mariano, con los años trataba de llevar la fiesta en paz por el bien de Aníbal. “¿Quién es ese niño?”. Mariano tomó un vaso y se sirvió un whisky. “Perdió a su familia y lo traje aquí”. Cristina estaba intrigada. “¿Por qué harías eso? No eres un hombre amable ni mucho menos caritativo”. Él se burló de sí mismo y de la mujer. “
En el hospital… El doctor Eduardo terminaba de examinar a Katty que estaba en completo silencio, los resultados llegaron, Cristina se acercó. “¿Cómo está?”. Eduardo le dio la noticia. “Está embarazada”. Katty regresó a sus cinco sentidos cuando escuchó al doctor, ella empezó a ponerse nerviosa. “¿Embarazada? No puede ser… No… No puedo tenerlo”. Se puso histérica mientras Cristina trataba de calmarla. “¡Katty!”. “No por favor… por favor… No puedo tenerlo, no puedo…” Tenía tanto miedo de que el bebé viniera mal por su relación con Aníbal. Negaba con la cabeza como una loca. “¡Doctor! ¡Doctor! ¡Retírelo por favor! No debe nacer, por favor”. Lloraba incontrolable. Cristina la abrazó tratando de calmarla. “Detente Katty, detente, no es necesario”. “Este bebé… no debe nacer, no debe…” Ella les advertía a todos con miles de lágrimas en los ojos, su cara estaba llena de tristeza y dolor. Eduardo trajo un sedante, pero Cristina se negó. “Giró a Katty para que la mirara a los ojos. “No
Katty regresó a la mansión a lavarse antes de ir a cuidar a Gonzalo, al entrar por la gran puerta, se encontró con Ofelia que llevaba unas maletas parecía muy apurada. “¿A dónde vas?”. Le preguntó a su madre. Ofelia se exaltó. “¡Me asustaste!”. Nerviosa peinó su cabello y no miraba a Katty a los ojos. “Haré un viaje…” El empleado ayudó a la mujer a subir las maletas al auto, dejándola con Katty. Katty se enfrentó a la mujer. “Mi papá está en el hospital necesita que lo cuidemos”. Paso por un lado de Katty para subir al auto. “Se que lo cuidaras muy bien”. Katty no quitaba la vista de su madre. “¿Huyes? ¿Después de todo lo que hiciste junto con Mario?”. Ofelia se detuvo en la puerta y giró a mirarla. “Mario siempre pensó en ti, en lo mejor para ti”. “¡No era lo correcto! ¡Engañar! y aprovecharse de otros. ¡Eso es horrible!”. Reclamó Katty molesta. Ofelia rodó los ojos. “Yo solo seguía órdenes de tu padre así que no puedes culparme”. “Entonces ¿Por qué huyes? ¿Me vas a abandonar?
Cristina estaba en el cementerio, llevaba unas flores azules en sus manos y caminaba entre las tumbas, se detuvo en una muy pequeña que tenía algunos carritos y juguetes de bebe. “Mi pequeño Oscar…” Susurro. Nunca conoció a su hijo, solo le entregaron el cuerpecito ya para enterrarlo, nunca pudo tenerlo en sus brazos ni mimarlo y cuidarlo, su pérdida dolía todos los días. “He venido a visitarte, mamá estaba muy lejos y no puedo verte”. Ella acarició la lápida con el nombre de Oscar Garza. Su teléfono sonó, era Eduardo dándole la noticia. “Iré para allá”. Ella dio una última vista a la tumba y salió rápidamente. Al llegar al hospital se dio cuenta que Katty estaba en shock, miraba al vacío. “¿Cómo está?”. Eduardo negó. “Ella no responde a los estímulos, hay que dejarla descansar y mañana vendrá el psicólogo”. El bajo el rostro. “Los siento Cristina te prometí que la cuidaría”. Cristina negó apretando su hombro y le dio una mirada de consuelo, se acercó a la chica, que se veía muy
Katty bloqueó su teléfono y se levantó despacio de la cama, sus pies estaban frágiles y tomó un largo respiro para levantarse, se vistió y salió de la habitación rumbo a la de Gonzalo que dormía profundamente, el doctor llegó en ese momento. “Buenos días señora Montecinos”. Katty se sintió extraña al escuchar como la llamaba. “¿Cómo está mi... papá?”. Ahora no sabía cómo llamarlo. El doctor le explicó. “Ayer tuvo una recaída fuerte de nuevo, necesita descansar mucho y cuidados especiales”. Katty preguntó. “Es posible... ¿Hay algún tratamiento experimental que lo ayude?”. El doctor recordó. “He escuchado sobre un tratamiento nuevo, pero es en el extranjero y es muy costoso”. Katty entendió y volvió su mirada al hombre en la cama, Gonzalo la había amado todos estos años, pero… seguiría queriéndola si supiera que no es su hija. Salió de la habitación, bajó al primer piso y abandonó el hospital tomando un taxi. Cristina estaba sentada frente a Mario, su semblante era terrible y t
Katty bloqueó su teléfono y se levantó despacio de la cama, sus pies estaban frágiles y tomó un largo respiro para levantarse, se vistió y salió de la habitación rumbo a la de Gonzalo que dormía profundamente, el doctor llegó en ese momento. “Buenos días señora Montecinos”. Katty se sintió extraña al escuchar como la llamaba. “¿Cómo está mi... papá?”. Ahora no sabía cómo llamarlo. El doctor le explicó. “Ayer tuvo una recaída fuerte de nuevo, necesita descansar mucho y cuidados especiales”. Katty preguntó. “Es posible... ¿Hay algún tratamiento experimental que lo ayude?”. El doctor recordó. “He escuchado sobre un tratamiento nuevo, pero es en el extranjero y es muy costoso”. Katty entendió y volvió su mirada al hombre en la cama, Gonzalo la había amado todos estos años, pero… seguiría queriéndola si supiera que no es su hija. Salió de la habitación, bajó al primer piso y abandonó el hospital tomando un taxi. Cristina estaba sentada frente a Mario, su semblante era terrible y te