Elizabeth, cruzada de brazos, a pocos metros de la Esperanza, rodeada de árboles reflexionaba sobre el incidente suscitado minutos atrás.
Comprendió que Carlos, tenía razón y ella había actuado impulsivamente, ahora Pedro había escapado y de seguro puso sobre aviso a los contrabandistas.
Un mal presentimiento se apoderó del cuerpo de la joven, un escalofrío le recorrió la piel.
Respiro profundo, con la confianza de que nada malo fuera a suceder, se puso a caminar esperando a Carlos, quien en ese momento tenía una fuerte discusión con su madre.
—Vos no vas a denunciar a nadie —ordenó Luz Aída—. Fui yo la que le mandó a Pedro, vender el oxicloruro de cobre —confesó sin ningún reparo.
—Mamá, ¿vos te volviste loca? ¿Podés ir a la cárcel si te descubren?
Luz Aída observó a Carlos, con cinismo.
—A menos que vos me denu
Por fin se reconciliaron.
El lunes de madrugada él partió a New York, debía finalizar asuntos pendientes allá; le pidió que se cuidara, que no anduviera sola, que cualquier cosa lo llamara. Ely lo tranquilizó diciendo que iba a obedecer todas sus indicaciones, es así que mientras él salía rumbo al aeropuerto, ella regresaba a la Esperanza. Carlos avisó a los encargados de la Momposina, sobre el incidente con los contrabandistas; pidió total discreción. Así pasaron varios fines de semana juntos, sin imaginar que Pedro, había descubierto su secreto, solo esperaba el momento adecuado para atacar y poner sobre aviso a Luz Aída. Ely caminaba por el sendero que conducía de la Esperanza a la Momposina, llevaba un encargo de Rosa para Carmenza, se sorprendió al ver a su cuñado sentado en una de las hamacas de la terraza que daba a la entrada principal. Joaquín, observaba su celular, ladeaba sus labios, y su mira
Al día siguiente una fuerte llovizna caía sobre Manizales. Carlos llegaba a la Esperanza, se sorprendió al no ver a Elizabeth, supuso que la joven estaba ocupada en alguna de sus tareas y que como siempre se encontrarían en su cabaña. Toda la semana Carlos, había estado pensando sobre su futuro, llevaba ya casi dos años de conocer a Elizabeth, el tiempo había pasado en un abrir y cerrar de ojos, él consideró que ya era hora de dar a conocer su romance con la joven y dar el siguiente paso que era casarse con ella. Estaba decidido a conversar con Elizabeth, de ese tema, después de entrevistarse con su madre y conocer cuál era el motivo de su llamada. Al momento que el joven se disponía a ingresar a la casa, un escalofrío le recorrió la piel, era como si la misma sensación de temor y desasosiego que sintió hace dos años cuando regresó a Colombia, se apoderara de él de nuevo, no entendía aquella extraña reacción. Quizás porque su mamá siempre lo indisponía pensó é
Atardecía en ese sombrío día. Elizabeth lloraba abrazada a sus piernas frente a la chimenea. Trataba de comprender el dolor de Carlos, pero la magnitud de sus palabras la habían lastimado demasiado. En ese momento sintió su corazón roto en miles de pedazos; sabía que muy difícilmente algún día podría recuperar los trozos que quedaban; para ella solo existía un hombre en su vida, y en su alma, y ese era: Carlos Duque, quién ahora la odiaba y le deseaba la muerte.—No puedo hablar, no debo decirle la verdad mi señor, si lo hago la vida de todos corre peligro —balbuceaba sentada temblando como una hoja envuelta en un mar de lágrimas—. Yo solo quería liberarlo de esa bruja... ¡Maldita Luz Aída! —exclamó llena de dolor.Un profundo temblor recorría su cuerpo. Cuando se puso de pie y emp
Sierra de las Ánimas- Maldonado- Uruguay. La fría agua de la ducha cubría el cuerpo de aquel hombre de estatura imponente; profunda mirada, sonrisa seductora. Llevaba muchos años alejado de su familia y de aquellos tristes recuerdos que le hicieron abandonar su natal Colombia y perderse del mundo exterior. Salió envuelto en una toalla, revisó su contestador mientras se servía su buena taza de café, costumbre que no podía perder; tomó su ropa, se vistió y salió rumbo a su lugar de trabajo. Saludó al grupo de turistas que aquella mañana de verano emprendían un recorrido por Sierra de las ánimas en el Departamento de Maldonado en Uruguay. Aquel día los viajantes podían divisar el hermoso Cerro Chico con 380 metros de altura y el de las Ánimas con 501 metros sobre el nivel del mar. Airosos e imponentes se elevaban para el deleite de los turistas. Empezaron su recorrido e
Dos meses después.Joaquín, se encontraba de vacaciones en Cuenca, Ecuador; mejor dicho, había realizado un largo viaje por ir detrás de María Paz, la joven que le estaba robando el corazón.Amaneció con ella en un hotel de la ciudad, y fue la jovencita la que contestó el celular de él, recibiendo la llamada de Elizabeth.Por la manera como la joven se refirió a él, Paz que eran muy cercanos, incluso llegó a creer que tenían alguna relación y cómo no pensar eso; si Joaquín, apenas recibió la llamada de ella, partió rumbo a Colombia, dejando al amor de su vida sin ninguna explicación en Ecuador.Joaquín, estaba lejos de imaginar la gravedad del asunto arribó en horas de la tarde a Manizales, tomó un taxi para llegar al aleja
Manzanares- Colombia. Rosario, terminaba su jornada laboral despidiendo a todos sus niños de la clase. Era maestra de una escuela, desde hacía quince años. Les tenía a los pequeños mucho cariño. Trataba de llenar el enorme vacío que tenía su corazón por su hijo muerto, un niño al que nunca conoció, pues su prima se había encargado de darle sepultura, mientras ella se recuperaba de una terrible infección uterina, que casi la llevó a la muerte. Observa a esos pequeños y se preguntaba: ¿Cómo hubiera sido su niño? Cuando salía de la escuela rumbo a su trabajo, observaba en cada joven y se imaginaba a su hijo, quien si viviera tuviera alrededor de veinte y cinco años. Solía recorrer las calles adoquinas del centro histórico de la ciudad, rodeada de casitas que evocaban la época colonial. Ella vivía en una modesta y antigua edificación del siglo pasado. Rentaba un pequeño departamento dentro de la vivien
Días después Joaquín y Andrea, viajaron a Estados Unidos, ella ingresó de forma legal, y en un año podía conseguir la residencia si permanecía casada con Joaquín. Quedó impresionada al conocer la gran ciudad de New York, esa noche Andrea tuvo que dormir en el departamento de que ahora esposo, esperaba conseguir trabajo antes de que se le notara el embarazo y nadie quisiera contratarla. Joaquín, en cambio, no sabía cómo lo iba a recibir María Paz, lo más lógico era que no quería saber nada de él, durante un mes había tratado de comunicarse con ella y el celular enviaba a buzón. Al día siguiente se dirigió a la casa de María Paz, en el pretexto de siempre, visitar a Santiago. Le pidió a Andrea, que no abriera la puerta a nadie, que no saliera. Él bajó al estacionamiento encendió su Lamborghini y se encaminó a casa de su gran amor. Estaba nervioso, ansioso por verla, el menor de los hermanos Duque también estaba enamo
Provincia de Alajuela- Costa Rica. A catorce kilómetros del aeropuerto internacional Juan Santamaría, estaba ubicado el campus universitario de una de las más prestigiosas escuelas de negocios de América Latina. Carlos Mario Duque, decidió alejarse de Colombia por unos días. Necesitaba encontrar algo que tuviera su mente entretenida. La mejor terapia para él: los estudios; es así que decidió inscribirse en un seminario de: Liderazgo Latinoamericano; para sus fines políticos era lo que mejor se adaptaba a sus requerimientos profesionales. En el auto observaba el paisaje con melancolía. La hermosa naturaleza que rodeaba el campus, le daba algo de desasosiego a su alma atormentada. Lo que sí detestaba era tener que compartir la residencia por esos días con otras personas. Aunque estaba acostumbrado a eso; su adolescencia la vivió en un internado, en Harvard fue residente y en Costa Rica, el m