Capítulo 35

Casi una hora había pasado desde que dejó a Eliza, en el comedor. Carlos, necesitaba irse, así fuera caminando tenía que abandonar la cabaña.

Salió de la alcoba; la joven no estaba en el lugar donde él la dejó, negó con la cabeza creyendo que se había marchado en la lluvia, pero al caminar hacia la sala, la encontró dormida en el sofá frente a la chimenea, el fuego se estaba extinguiendo.

La observó dormida, el rostro de Eliza denotaba tristeza, algunas lágrimas aún permanecían en sus mejillas, al parecer apenas se había quedado dormida cansada de tanto llorar.

Carlos, se debatía entre lo que le dictaba la razón y lo que le decía su corazón, mientras su mente le gritaba Déjala, ella no se merece un hombre como vos. Su alma le repetía: Vos la amas, no la dejes, no

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