Capítulo 31

Lo primero que, a Elizabeth, le llamó la atención fue la hermosa chimenea, aquella cabaña era un sueño para ella, estaba decorada como tanto le había comentado a Carlos que sería la casa de sus sueños.

La joven puso los pies en el suelo. De la mano de él, recorrió el lugar. El piso, las paredes, el techo estaban construidos de madera, siguieron por el living; Elizabeth pudo acariciar con sus dedos la porcelana que cubría el mesón de la cocina. Se recargó sobre la isla central de madera. Observó por las grandes ventanas el paisaje del exterior, mientras los ojos de Carlos la observaban con un brillo especial.

—¡Esto es hermoso! —pronunció ella y volvió a colgarse del cuello de él, Carlos, la tomó de la cintura con sus fuertes brazos y la llenó de su esencia en un apasionado beso, acto seguido se separ

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