Manizales- Colombia.
Carlos permanecía paralizado, sentado en una esquina, temblando, sudando frío, al momento que abrieron la puerta de aquella siniestra y helada celda de castigo.
La psicóloga se acercó aprisa hacia él, al verlo sin moverse, escogió de su playlist uno de los mantras para ayudarlo a relajarse; conectó sus audífonos y se los colocó hincándose frente a él, volteó a ver el lugar se dio cuenta de las condiciones insalubres que se encontraba el sitio.
—Estoy con usted doctor Duque —pronunció con voz serena Aitana, dejando que la música comenzará a hacer su efecto, lo tomó de una de sus manos y acarició de esta. —¿Me escucha? ¿Puede mirarme?
Carlos advirtió la dulce voz de la psicóloga, hizo contacto visual con ella; sin embargo, en sus ojos aún se podía percibir la angustia, el nerviosismo, el miedo.
La doctora colocó su mano en el pecho de él.
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Rosario ya sabe la verdad, pero debemos confirmar que en verdad Carlos sea su hijo. ¿Qué creen ustedes?
Mientras ellas permanecían abrazadas la puerta del consultorio se abrió, la doctora Robles, apareció. Daniela y Rosario, se soltaron para dirigirse a la psicóloga. —¿Sucede algo? —les preguntó Aitana, al verlas hipeando. —Doctora es difícil de explicar consideramos que es relevante que usted nos ayude —respondió Daniela, mientras la mujer mayor con lágrimas en los ojos se dirigió a la psicóloga. —¿Cómo está? —averiguó Rosario, llorando descontrolada. La señora se veía ansiosa, nerviosa, desesperada. —El doctor Duque, se encuentra tranquilo en este momento, ya que tuvo que ser sedado para que pudiera descansar, además que logré que lo separaran de la celda de castigo. Aitana se acercó hasta el cajón de su escritorio en donde sacó una caja de pañuelos desechables y se los dio, para que limpiaran sus lágrimas. —Doctora, se lo suplico déjeme v
Carlos elevó una de sus cejas, observó a la doctora con sorpresa, no entendía por qué razón ella tenía las prendas de él, la psicóloga al ver el rostro de confusión de él le aclaró. —Daniela, y la señora Rosario, vinieron a dejarle algunas cosas yo pasaba por ahí cuando intentaban ingresarlas, por eso las tomé. Al instante que Carlos, escuchó el nombre de Daniela, y de Rosario, el semblante le cambió, su mirada se llenó de ilusión y su corazón sintió mucha emoción a pesar de que seguía enfadado con Ely. —¿Ellas estuvieron aquí? ¿Se enteraron de lo que sucedió? —interrogó Carlos. —Así es, lo vinieron a visitar, pero no les permitieron el ingreso debido a que usted estaba en la celda de castigo, por eso me quede con sus cosas personales, enseguida se las traigo. —Doctora, me gustaría ver a la señora Rosario... ¿Existe alguna posibilidad de que ella pueda venir a vis
Manizales- ColombiaRosario, esperaba impaciente la llegada de Daniela, para partir a casa de la joven, y conocer a su nieto.Se asomó por la ventana y observó el auto de la doctora Robledo, salió a toda prisa de la casa en donde alquilaba un pequeño departamento.—Rosario, buenos días —saludó Daniela.—Hola Daniela —contestó Rosario, observando el rostro de tristeza de la joven. —¿Está usted bien? —indagó al verla pálida, agitada, y con los ojos llorosos.Daniela negó con la cabeza.—Acabo de hablar con el señor Duque, puse en su conocimiento todo el sufrimiento de Carlos.Rosario se quedó en silencio, ella sabía que en algún momento toda la verdad se iba a descubrir, y que Miguel Duque, se enteraría de que Carlos, no era su hijo, sino su sobrino, sent&iac
Rosario salió muy conmovida de aquel lugar, caminó por los pasillos para llegar a la entrada principal del penal en donde Daniela, la esperaba; sin embargo, la joven no aparecía. Ella se recargó en una de las paredes a llorar, el fiscal que en ese momento salía al ver a la dama en esas condiciones se acercó a ella.—Señora, ¿Se encuentra bien?Rosario abrió sus ojos con sorpresa para encontrarse con los ojos azules del fiscal, quién la observaba con preocupación.—Perdón —se disculpó Rosario, avergonzada y temerosa, después de todo lo que había sufrido en su vida, no era fácil para ella estar en contacto con hombres.El doctor Gaviria, sacó su pañuelo y se lo extendió a la señora Jaramillo.—Usted tiene unos ojos muy hermosos, su mirada inspira mucha ternura, pero cuando unos ojos
Julia, la madre de Francisco, terminaba de preparar el café, cuando su hija Marisol, apareció en la cocina.—Mamá, debo pagar este mes la matrícula de la universidad —comentó con preocupación la joven.La señora Julia, presionó sus labios con preocupación, ella sabía bien que la situación económica de su hijo Francisco, no era buena, pues él esperaba seguir siendo la mano derecha de Carlos, en el Senado, y con él en la cárcel, su hijo no tenía trabajo.—Yo no sé cómo le vamos a hacer, pero debemos conseguir ese dinero sin preocupar a tu hermano —repuso Julia, sin darse cuenta de que Angélica, escuchaba la conversación.Angélica sintió mucho pesar por la situación de la familia, que le había acogido con amabilidad en su casa, la señora Julia y Marisol, hab&iacu
Carlos sonrió con suficiencia, creyendo que nadie y menos la doctora podría entenderlo.—¿A qué quiere jugar doctora Robles? ¿Qué pretende? —cuestionó enojado.— Ande hábleme sobre lo que tuvo que pasar en alguno de esos "castigos" y veremos si yo no lo puedo entender —lo retó.Carlos, seguro que la doctora no le entendería empezó a hablar.—¿Usted cómo reaccionaría si siendo una niña su madre la metiera a un sótano oscuro lleno de ratas? — le preguntó alterado, cuando recordaba esos episodios su respiración se aceleraba. .— Antes de hablar deme su palabra de que, si yo le demuestro que no entiendo, hará algo por mí.—Eso depende... soy un hombre casado doctora Robles, pero puedo complacerla. —Sonrió Carlos, con suficiencia.La doctora
En horas de la tarde Rosario y Daniela, llegaron a la casa de la joven para que ella pudiera conocer a Carlos Gabriel, y al día siguiente realizarse la prueba de ADN. La señora Jaramillo, estaba muy nerviosa, entrelazaba sus dedos, sentía mucha ansiedad por conocer a su nieto y sobre todo necesitaba estar segura de que Carlos, sí era su hijo. —Siga Rosario —solicitó la joven al verla temerosa de entrar. —Gracias —murmuró la señora Gaitán, caminando junto a Daniela, hasta la entrada principal de la elegante casa. Carlos Gabriel salió corriendo a recibir a su mamá. Rosario se emocionó tanto al ver al pequeño, se imaginó que así debió haber sido Carlos, a esa edad, también percibió un pinchazo en su corazón, y mucha tristeza al recordar todo el sufrimiento de su hijo. —Mi amor —expresó Daniela, levantando en sus brazos a su pequeño—. Espero te hayas portado bien y no hayas dado problemas. —Hice todas las tareas —respon
Aitana, esperaba que Miguel Duque, se tranquilizara un poco para proseguir. El paciente se veía muy afectado tras el episodio de haber perdido a su esposa. La doctora Robles, se dirigió al garrafón de agua, le sirvió un vaso al señor, mientras proseguía: —Cada uno vivió duelos separados doctor, me parece que para Carlos, la muerte de su esposa significó más de lo que ustedes pensaron, por lo que he comprendido, para él fue como si perdiera también a su madre. —Yo no comprendí eso doctora, no sabía que Luz Aída, la madre de Carlos, lo rechazaba y humillaba, ahora comprendo por qué se sentía a gusto al lado de mi esposa, ella era una mujer muy buena, nunca hizo diferencia entre Carlos, y nuestro hijo —comentó—. Ahora necesito es enmendar mis errores, quiero recuperar a mi hijo. ¡Ayúdeme por favor! —Doctor sabiendo lo que esta mujer hizo en contra de Carlos, debo decirle que eso es un delito y que es mi obligación o la de los familiares poner a las autoridades d