Carlos elevó una de sus cejas, observó a la doctora con sorpresa, no entendía por qué razón ella tenía las prendas de él, la psicóloga al ver el rostro de confusión de él le aclaró.
—Daniela, y la señora Rosario, vinieron a dejarle algunas cosas yo pasaba por ahí cuando intentaban ingresarlas, por eso las tomé.
Al instante que Carlos, escuchó el nombre de Daniela, y de Rosario, el semblante le cambió, su mirada se llenó de ilusión y su corazón sintió mucha emoción a pesar de que seguía enfadado con Ely.
—¿Ellas estuvieron aquí? ¿Se enteraron de lo que sucedió? —interrogó Carlos.
—Así es, lo vinieron a visitar, pero no les permitieron el ingreso debido a que usted estaba en la celda de castigo, por eso me quede con sus cosas personales, enseguida se las traigo.
—Doctora, me gustaría ver a la señora Rosario... ¿Existe alguna posibilidad de que ella pueda venir a vis
Qué terrible forma de enterarse lo sucedido con Carlos en la infancia. Don Miguel no puede con la culpa. No olviden las reseñas, mientras más dejen yo me esforzaré por tratar de actualizar a diario por lo menos dos capítulos, recuerden que también estoy con La Esposa Infiel, y espero me apoyen de la misma forma. Gracias.
Manizales- ColombiaRosario, esperaba impaciente la llegada de Daniela, para partir a casa de la joven, y conocer a su nieto.Se asomó por la ventana y observó el auto de la doctora Robledo, salió a toda prisa de la casa en donde alquilaba un pequeño departamento.—Rosario, buenos días —saludó Daniela.—Hola Daniela —contestó Rosario, observando el rostro de tristeza de la joven. —¿Está usted bien? —indagó al verla pálida, agitada, y con los ojos llorosos.Daniela negó con la cabeza.—Acabo de hablar con el señor Duque, puse en su conocimiento todo el sufrimiento de Carlos.Rosario se quedó en silencio, ella sabía que en algún momento toda la verdad se iba a descubrir, y que Miguel Duque, se enteraría de que Carlos, no era su hijo, sino su sobrino, sent&iac
Rosario salió muy conmovida de aquel lugar, caminó por los pasillos para llegar a la entrada principal del penal en donde Daniela, la esperaba; sin embargo, la joven no aparecía. Ella se recargó en una de las paredes a llorar, el fiscal que en ese momento salía al ver a la dama en esas condiciones se acercó a ella.—Señora, ¿Se encuentra bien?Rosario abrió sus ojos con sorpresa para encontrarse con los ojos azules del fiscal, quién la observaba con preocupación.—Perdón —se disculpó Rosario, avergonzada y temerosa, después de todo lo que había sufrido en su vida, no era fácil para ella estar en contacto con hombres.El doctor Gaviria, sacó su pañuelo y se lo extendió a la señora Jaramillo.—Usted tiene unos ojos muy hermosos, su mirada inspira mucha ternura, pero cuando unos ojos
Julia, la madre de Francisco, terminaba de preparar el café, cuando su hija Marisol, apareció en la cocina.—Mamá, debo pagar este mes la matrícula de la universidad —comentó con preocupación la joven.La señora Julia, presionó sus labios con preocupación, ella sabía bien que la situación económica de su hijo Francisco, no era buena, pues él esperaba seguir siendo la mano derecha de Carlos, en el Senado, y con él en la cárcel, su hijo no tenía trabajo.—Yo no sé cómo le vamos a hacer, pero debemos conseguir ese dinero sin preocupar a tu hermano —repuso Julia, sin darse cuenta de que Angélica, escuchaba la conversación.Angélica sintió mucho pesar por la situación de la familia, que le había acogido con amabilidad en su casa, la señora Julia y Marisol, hab&iacu
Carlos sonrió con suficiencia, creyendo que nadie y menos la doctora podría entenderlo.—¿A qué quiere jugar doctora Robles? ¿Qué pretende? —cuestionó enojado.— Ande hábleme sobre lo que tuvo que pasar en alguno de esos "castigos" y veremos si yo no lo puedo entender —lo retó.Carlos, seguro que la doctora no le entendería empezó a hablar.—¿Usted cómo reaccionaría si siendo una niña su madre la metiera a un sótano oscuro lleno de ratas? — le preguntó alterado, cuando recordaba esos episodios su respiración se aceleraba. .— Antes de hablar deme su palabra de que, si yo le demuestro que no entiendo, hará algo por mí.—Eso depende... soy un hombre casado doctora Robles, pero puedo complacerla. —Sonrió Carlos, con suficiencia.La doctora
En horas de la tarde Rosario y Daniela, llegaron a la casa de la joven para que ella pudiera conocer a Carlos Gabriel, y al día siguiente realizarse la prueba de ADN. La señora Jaramillo, estaba muy nerviosa, entrelazaba sus dedos, sentía mucha ansiedad por conocer a su nieto y sobre todo necesitaba estar segura de que Carlos, sí era su hijo. —Siga Rosario —solicitó la joven al verla temerosa de entrar. —Gracias —murmuró la señora Gaitán, caminando junto a Daniela, hasta la entrada principal de la elegante casa. Carlos Gabriel salió corriendo a recibir a su mamá. Rosario se emocionó tanto al ver al pequeño, se imaginó que así debió haber sido Carlos, a esa edad, también percibió un pinchazo en su corazón, y mucha tristeza al recordar todo el sufrimiento de su hijo. —Mi amor —expresó Daniela, levantando en sus brazos a su pequeño—. Espero te hayas portado bien y no hayas dado problemas. —Hice todas las tareas —respon
Aitana, esperaba que Miguel Duque, se tranquilizara un poco para proseguir. El paciente se veía muy afectado tras el episodio de haber perdido a su esposa. La doctora Robles, se dirigió al garrafón de agua, le sirvió un vaso al señor, mientras proseguía: —Cada uno vivió duelos separados doctor, me parece que para Carlos, la muerte de su esposa significó más de lo que ustedes pensaron, por lo que he comprendido, para él fue como si perdiera también a su madre. —Yo no comprendí eso doctora, no sabía que Luz Aída, la madre de Carlos, lo rechazaba y humillaba, ahora comprendo por qué se sentía a gusto al lado de mi esposa, ella era una mujer muy buena, nunca hizo diferencia entre Carlos, y nuestro hijo —comentó—. Ahora necesito es enmendar mis errores, quiero recuperar a mi hijo. ¡Ayúdeme por favor! —Doctor sabiendo lo que esta mujer hizo en contra de Carlos, debo decirle que eso es un delito y que es mi obligación o la de los familiares poner a las autoridades d
La cena en casa de Daniela, llegó a su término el Luis Enrique, se despidió de las damas y se dirigió hasta su habitación, su esposa lo acompañó para darle las medicinas que debía tomar en las noches. Rosario se quedó en la sala contemplando el Botero, que colgaba en una de las paredes, cuando la voz de Daniela, la sobresaltó. —No quise asustarla —se disculpó la joven—. Siéntese Rosario, por favor. La señora hizo caso, se sentó en uno de los sillones. —Rosario, no quiero ser indiscreta... en el diario de Luz Aída, ella afirmaba que Carlos, era un Duque. La señora se quedó en silencio, hablar sobre su pasado era muy doloroso, prefería no recordar; sin embargo, a veces era necesario hacerlo. —Carlos, es hijo del hermano mayor de don Miguel —susurró Rosario, con vergüenza. Daniela abrió sus ojos de par en par y comprendió por qué Luz Aída, se había robado a Carlos, siendo un bebé. —¿Él sabe que usted tiene un hijo? —interr
Rosario, observaba desde afuera la finca: la Esperanza, por su mente imaginó los terribles momentos que tuvo que vivir su hijo al lado de Luz Aída, la indignación, la ira, el enojo se apoderaron de ella.Cuando se disponía a meter la llave en la cerradura, Rosa, la empleada, la interrumpió.—¿Quién es usted? —averiguó sin reconocer a Rosario, era entendible habían pasado treinta años.—¿No me distingues Rosa? —preguntó, observando a la mujer que estaba parada frente a ella.—¿Rosario? —averiguó con sorpresa cubriéndose la boca con las manos.—Sí soy yo —respondió.—¿Qué haces aquí? —volvió a indagar Rosa—. La señora Luz Aída, no s