Capítulo 132

Rosario, observaba desde afuera la finca: la Esperanza, por su mente imaginó los terribles momentos que tuvo que vivir su hijo al lado de Luz Aída, la indignación, la ira, el enojo se apoderaron de ella.

Cuando se disponía a meter la llave en la cerradura, Rosa, la empleada, la interrumpió.

—¿Quién es usted? —averiguó sin reconocer a Rosario, era entendible habían pasado treinta años.

—¿No me distingues Rosa? —preguntó, observando a la mujer que estaba parada frente a ella.

—¿Rosario? —averiguó con sorpresa cubriéndose la boca con las manos. 

—Sí soy yo —respondió.

—¿Qué haces aquí? —volvió a indagar Rosa—. La señora Luz Aída, no s

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