Capítulo 52. Un duro sacrificio.

Pasado el mediodía, Jimena se comunicó con David por vía telefónica para informarle que había llegado a la Colonia Tovar.

Acordaron encontrarse en la posada de un amigo de Elías, en las afueras del pueblo, con quien David ya había conversado para que le facilitara una habitación y así poder reunirse con la chica en privado.

Los escoltas lo seguían sin descanso, casi tanto como los periodistas. Le sería imposible verse con ella en un lugar abierto.

El dormitorio que le asignaron era un espacio pequeño, de paredes rústicas con zócalos altos y techo bajo machihembrado. La ventana con cierres de madera daba hacia un profundo valle en la montaña, cubierto por sembradíos de hortalizas.

El mobiliario era escaso, pero se hallaba en muy buen estado, solo contaba con una amplia cama en el centro vestida con frazadas gruesas, custodiada por dos mesitas de noche y frente a un sillón orejero de amplio respaldo, tapizado en una imitación de piel. En un costado se hallaba la puerta del diminuto baño
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