MÍA!

Ante la inquietud del consejo, Teo ya no podía retener por más tiempo el asunto de la mujer que fué encarcelada hace ya dos días. Pues como Alfa de la manada necesitaba firmar una sentencia para la mujer si no pensaba darle la libertad confiando en sus dichas palabras de inocencia. 

Sentado en su trono, podía oirlos hablar sobre la posible sentencia de muerte. Pues para esos miembros ya viejos, cualquier intruso que no fuera invitado por nadie ya era considerado un problema. 

Pero había un problema y ese era que no era solo una mujer cualquiera, se trataba de su pareja predestinada. Aquella con quien la Diosa luna formó un vínculo que no puede ser roto a menos de un rechazo. 

"Si no piensas tomarla como nuestra luna y reconocerla como pareja, al menos dejala ir" —se decía a si mismo, siendo sus pensamientos interrumpidos por Amul, su lobo interno.

"Espero que tus pensamientos solo sean una broma de mal gusto" —bramo su lobo con molestia.

"No puedo aceptar a una desconocida como Luna. Me niego a incluirla en mi manada sin antes saber de sus origenes."—respondió usando la conexión mental que tenía con su bestia.

"Ni siquiera has intentado buscar información en estos dos días." —se quejó con inquietud Amul. "Esperamos mucho tiempo por encontrar a nuestra pareja y ahora que la tenemos, ni siquiera le das derecho a la duda."

"¿Que no le doy derecho a la duda dices, Amul? De no haber sido así ella estaría muerta." 

"Quiero conocer a su loba, preguntale su nombre o te abandonare."

Cortando conexión con su lobo, Teo dirigió una severa mirada a los miembros del consejo, quitándola de ellos para ahora dirigirla a su Beta. 

—Kael, trae a la prisionera para que podamos tomar una decisión —ordenó, viendo a su mas leal amigo asentir y marchar por el pedido de su Alfa. 

—Alfa, todos los ancianos del consejos creemos que la mejor solución al asunto es descartar de inmediato a la intrusa —propuso Scramuth, el mayor de todos los pertenecientes al consejo.

—No podemos tomar una decisión como esa a la ligera, ni siquiera sabemos si es o no una enemiga —cuestionó Teo mientras se ponia de pie —mi deber como Alfa es proteger la manada y tomar decisiones que nos favorezcan sin insultar a ninguna otra manada. Por esto mismo considero que sin siquiera saber la razón por la cual la desconocida apareció en nuestras tierras, el asunto debe tomarse con calma y pensar bien antes de actuar. 

—En cualquier otra circunstancia usted Alfa, hubiera llevado a cabo lo solicitado por el consejo. Razón pot la cual en éste momento me pregunto ¿Cual es la diferencia entre los otros prisioneros y está mujer? —preguntó intrigado Bellzaf.

—Quizás la mujer le parece atractiva a nuestro Alfa y por ello lo está considerando demasiado —agregó otro mientras reía en compañia del resto. 

—Quizás quiera disfrutarla antes de darle fin —incluyó el 4to a cargo. 

Cada palabra salida de sus bocas era un golpe para Teo. Pues sea o no una desconocida, esa mujer es su pareja, una que le fué otorgada por la Diosa luna. 

Entre carcajadas y burlas, tanto Teo como Amul sentían estallar. No podían seguir soportando las obcenidades que insinuaba sobre él y la mujer en un momento íntimo. ¿Que clase de consejo era ese? 

—Alfa, quizás lo mejor es que luego de que usted la utilice a su conveniencia la comparta con el resto de hombres. Creo que todos estarán complacidos en poder tomarla como amante una vez al día —inquirió otro del consejo sin esperarse la reacción de su lider. 

Esas palabras fueron la gota que rebalsó el vaso y por lo cual en un rápido movimiento impulsado por la ira de Amul y la suya propia, se enconreo frente a ese vejestorio tomandolo con fuerza de su camisa. 

—Repitelo y juro que tu cabeza rodara por todo el lugar —amenazó, viendo terror en los ojos del sujeto frente a él.

—Alfa, Sólo...

—¡ESA MUJER ES MÍA! ¡MI PAREJA! —rugió con furia, lanzando a aquel miembro del consejo al frio suelo —Y quien se atreva a pensar de esa manera o si quiera hacerse imagenes obscenas de ella, sabrá de lo que soy capaz.  

Giró nuevamente a su asiento dejando un murmullo sorprendido detrás de él, pues estos desconocen totalmente que aquella mujer y su Alfa fueran la pareja predestinada. 

—Pero si ella es nuestra luna... ¿Porque el Alfa decidió..?

—No deja de ser una desconocida —lo cortó Teo —consideré no tomar una decisión aún debido que como todos ustedes, no tengo idea de quien es. Por ello espero que el asunto quede aquí dentro, nadie fuera de esta habitación puedr saber que la mujer recien llegada es mi pareja. 

—Lo entendemos Alfa, dejaremos en sus manos la decisión de que hacer con ella debido a su vínculo —aceptó Scramuth, teniendo consigp la aceptación del resto. 

Dando un fuerte suspiro, Teo se preguntó porque razón es que Kael se había demorado. Sabía que la prisión estaba un poco alejada, pero no tanto como para demorarse esa eternidad que él consideraba, había pasado. 

Como si su pregunta fuera un llamado, su Beta cruzó la puerta trayendo consigo a la mujer quien era escoltada por dos guardias. 

—Alfa, aquí está la prisionera como lo solicitaste —notificó Kael.

—Quitenle las esposas, no son necesarias —ordenó Teo, viendo a su Beta asentir y girar a los guardias moviendo su cabeza como una orden —. ¿Ya piensas decirme cual es tu nombre? —preguntó, dirigiéndose esta vez a la mujer, quien pese a todo lo que estaba acontesiendo a su alrededor se comportaba de manera tranquila.

—Ya le dije que no tiene caso decir quien soy, si dr igual manera eso no cambiará la decisión que de seguro ya pensaste —respondió viendo a su alrededor —incluso los miembros de tu manada me ven como una amenaza.

—Si no se tu nombre, ¿Como piensas que podré darte una sentencia? 

—Pero que tarado —comentó la linda Itha, riendo con falsedad mientras que él se ponía de pié y el resto dentro del lugar comenzaba a murmurar sobre las palabras de la mujer.

—Tu...

—¿Me crees tan estupida como para que firmes una sentencia a mi nombre? Vaya alfa que resultaste ser —añadió, oyendolo rechinar sus dientes mientras que su Beta reía por lo bajo.

—¡DI TU NOMBRE!

—¡OBLIGAME! 

—Itzel —intervino el Beta —ese es su nombre, Alfa.

—¿Y tú como lo sabes? —preguntó Teo con curiosidad al ver el Intercambió de miradas que se dieron los dos.

—Porque lo dijo cuando fui a interrogarla. 

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